Opinión

¿Llega el ISIS?

Uri Avnery
Uri Avnery
· 11 minutos

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Si el ISIS se hubiera aproximado a las fronteras de Israel esta semana, ningún habitante se habría dado cuenta. Todo Israel tenía la mirada fija en un drama de tribunales.

Ahí, en el Tribunal de Distrito de Jersusalén, el antiguo primer ministro Ehud Olmert se enfrentaba a la que fuera su secretaria, Shula Zaken. Nadie podía quitarles los ojos de encima. Era puro guión de telenovela.

Cuando conoció por primera vez a Ehud, Shula era una chica de Jerusalén de 17 años. Él era un abogado en ciernes; ella una secretaria nueva en la misma oficina.

Olmert le echó todas las culpas a su secretaria Shula; ella fue sentenciada a 11 meses de prisión, él fue absuelto

Desde entonces, durante más de 40 años, Shula fue la sombra de Ehud; una secretaria obstinadamente leal que siguió a su ambicioso jefe de puesto en puesto: alcalde de Jerusalén, después ministro de Comercio, y por último primer ministro. Era su compañera más cercana, su confidente, todo.

Y entonces todo explotó. Se acusó a Olmert de varios casos importantes de corrupción y se vio obligado a dimitir. Desde hace ya años ha sido un habitual en los tribunales y en los reportajes de procesos judiciales en televisión. Shula Zaken, ahora una mujer madura de 57 años bastante corpulenta, es su codemandada. Lo apoyó a las duras y a las maduras, hasta que Olmert, al declarar, le echó todas las culpas a ella. Shula fue sentenciada a 11 meses de prisión. Ehud fue absuelto (otra vez).

Éste fue el punto de inflexión. Salió a la luz que la devota secretaria había estado grabando durante años las conversaciones privadas que mantenía con su jefe. Según ella, porque no podía vivir sin poder escuchar su voz en cualquier momento. Otros lo vieron como una especie de seguro de vida.

Y de hecho, esta semana, después de que Shula hiciera un trato con la acusación, el tribunal escuchó una gran cantidad de grabaciones, que muy probablemente harán que Olmert pase muchos años en prisión.

El drama entre los dos era irresistible. Encabezaba las noticias, apartando casi todo lo demás de la mesa. Pocos discutieron la importancia real del asunto.

Las grabaciones no muestran lo que los ultrarricos obtenían a cambio. Uno sólo puede imaginárselo

Las grabaciones mostraban una atmósfera de corrupción omnipresente en los niveles más altos del gobierno. Circulaban importantes sobornos como práctica habitual. La relación entre los magnates y el primer ministro era tan íntima que el líder podía pedir a cualquiera de éstos por teléfono que le transfiriera a su secretaria miles de decenas de dólares para pagar los lujos de su vida personal y después el silencio de ella.

Las grabaciones no muestran lo que los ultrarricos obtenían a cambio. Uno sólo puede imaginárselo.

Parece que la misma simbiosis entre los políticos principales y los ‘‘pudientes’’ (el sinónimo de los estadounidenses para los asquerosamente ricos) prevalece en Estados Unidos. En este aspecto (otro más) el parecido entre los dos países está creciendo. De hecho, compartimos valores: los del pequeño grupo de plutócratas que se valen de los políticos principales de ambos países.

Mientras que nadie aparta la mirada de las escenas de los tribunales, ¿quién está ahí para ver lo que está pasando más allá de nuestras fronteras?

Hace unos 2.400 años, los galos estaban a punto de lanzar un ataque sorpresa sobre Roma por la noche. Los gansos que había en un templo en la Colina Capitolina salvaron la ciudad, al armar un alboroto tan grande que los habitantes se despertaron a tiempo.

Nosotros no tenemos ni templo ni gansos que nos avisen, sólo algunas agencias de espionaje que tienen un historial consistente de fracasos.

El ISIS está lejos de aquí. Tenemos gran cantidad de enemigos que están mucho más cerca: Hamás, Mahmoud Abbas, ‘‘los palestinos’’, ‘‘los árabes’’, Hizbulá, y – en algún lugar más allá – ‘‘la Bomba’’ (también conocida como Irán).

En mi opinión, ninguno de éstos es un peligro real para nosotros. El ISIS sí lo es.

Como ya he mencionado alguna vez, el ISIS (‘‘el Estado Islámico’’) no representa peligro militar alguno. Los generales, antiguos y actuales, que determinan la política de Israel no pueden hacer otra cosa que reírse cuando se menciona este ‘‘peligro’’. ¿Unas pocas de decenas de miles de combatientes ligeramente armados contra el inmenso poder militar israelí? Ridículo.

Y de hecho lo es. En términos militares.

Los israelíes, como los estadounidenses, son gente práctica. No saben apreciar el poder de las ideas. Piensan como Stalin quien, cuando se le advirtió sobre el Papa, preguntó: ‘‘¿Cuántas divisiones tiene?’’

Los drones espías no pueden detectar ideas. No se las puede borrar de la faz de la tierra a bombazos

Las ideas son lo que cambia el mundo. Como las del legendario Moisés. Las de Jesús de Nazaret. Las de Mahoma. Las de Karl Marx. ¿Cuántas divisiones tenía Lenin cuando cruzó Alemania en el tren sellado?

El ISIS tiene una idea que puede barrer la región: hacer lo que hizo Mahoma, restaurar el califato que gobernaba desde España hasta India, hacer desaparecer las fronteras artificiales que dividen el mundo islámico, expulsar a los lamentables y corruptos dirigentes árabes, destruir a los infieles (incluyéndonos a nosotros).

Para millones y millones de jóvenes musulmanes que viven en Estados fallidos, empobrecidos e impotentes, esta es una idea que endereza su espalda y les hace sacar pecho.

Los drones espías no pueden detectar ideas. No se las puede borrar de la faz de la tierra a bombazos. La convicción estadounidense de que se pueden resolver problemas históricos mediante bombardeos desde el aire es una ilusión primitiva.

Una queja antigua de los israelíes es que cada vez que algo va mal en nuestra región, siempre se culpa a Israel. Sabra y Chatila, por ejemplo. Como exclamó el que era nuestro jefe del Estado Mayor por entonces: ‘‘Los goyim matan a goyim y se culpa a los judíos’’.

Los triunfos del ISIS son resultado de la humillación que siente la nueva generación árabe frente a Israel

Una vez más. El ISIS no tiene nada que ver con nosotros. Es un asunto estrictamente islámico. Y sin embargo, mucha gente culpa a Israel.

No obstante, esta vez los que culpan no están faltos de razón. Israel se considera a sí mismo una isla en la región, el famoso ‘‘chalet en la jungla’’. Pero eso es un pensamiento iluso. Israel se encuentra en medio de la región, y, lo aceptemos o no, todo lo que hacemos o dejamos de hacer tiene un gran impacto en los países que nos rodean.

Los increíbles triunfos del ISIS son un resultado directo de la frustración y humillación general que siente la nueva generación árabe frente a nuestra superioridad militar. Todos en el mundo árabe sienten la opresión a los palestinos.

(Ayer vi de casualidad en la televisión una antigua película saudí que trata sobre una estudiante al que su profesor castiga por montar en bicicleta. El castigo era pagar un dinero ‘‘destinado a sus hermanos palestinos’’. La película no tiene nada que ver con Palestina).

Si Israel no existiera, el ISIS lo tendría que inventar.

De hecho, alguien a quien le gusten las teorías de conspiración podría llegar fácilmente a la convicción de que Binyamin Netanyahu y sus subordinados son agentes secretos del ISIS. ¿Hay alguna otra explicación lógica para lo que hacen?

Uno de los dogmas principales del ISIS es que la lucha contra Israel es una guerra religiosa, en medio de la cual se encuentra el Noble Santuario de Jerusalén.

Desde hace ya unos meses, un grupo de fanáticos judíos ha venido provocando una tormenta en Jerusalén al abogar por la construcción del Tercer Templo judío en los emplazamientos de dos santuarios islámicos: la Cúpula de la Roca y la Mezquita de al-Aqsa. A este grupo lo toleran e incluso promueven la policía y el gobierno, y es noticia a diario.

El Noble Santuario (o ‘‘Monte del Templo’’) es uno de los lugares que más sensibilidad suscita en el mundo. ¿Quién, en su sano juicio, alteraría el estado de las cosas y permitiría que los judíos recen ahí, convirtiendo el conflicto político en uno religioso, tal como el ISIS quiere?

Estos días, las protestas violentas en el Jerusalén Este anexionado son incidentes diarios. El gobierno acaba de aprobar una ley que permite condenar a nueve años de prisión a los adolescentes palestinos que tiran piedras. No es una errata: años, no meses.

Acaban de aprobar una ley que permite condenar a 9 años de prisión a los adolescentes palestinos que tiran piedras

La reciente guerra de Gaza ha causado revuelo en los sentimientos a lo largo del mundo árabe. Las pérdidas humanas y materiales que ha sufrido la población palestina siguen siendo inmensas, así como la ira a lo largo de la región. ¿Quién gana? El ISIS.

Y la lista sigue. Una sarta constante de acciones y fechorías diseñadas para irritar a los palestinos, a todos los árabes y a todo el mundo musulmán. Alimento para la propaganda del ISIS.

¿Por qué, por el amor de Dios, están haciendo esto nuestros políticos? Porque son simplemente políticos. Su único interés es ganar las próximas elecciones, que puede que lleguen antes de lo que la ley exige. Oprimir a los árabes es algo popular. Y el desprecio tradicional hacia todo lo árabe los está cegando ante el serio peligro que tienen enfrente.

El ISIS puede suponer el comienzo de una nueva era en nuestra región. Una nueva era necesita una reevaluación de la realidad. Los enemigos de ayer pueden convertirse en los amigos de hoy y en los aliados de mañana. Y viceversa.

Si el ISIS es ahora nuestra principal amenaza real, debemos replantearnos nuestra política de forma exhaustiva.

Tomemos la Iniciativa de Paz Árabe. Lleva ya años muerta de risa, como el envoltorio de un sándwich tirado en el suelo. Según esta iniciativa, el mundo árabe está dispuesto a reconocer a Israel y a establecer con éste relaciones normales, a cambio del fin de la ocupación y de un amplio acuerdo por la paz palestino-israelí. Nuestro gobierno ni siquiera ha respondido. La ocupación y los asentamientos son más importantes.

Sólo un Israel que haga las paces con Palestina puede unirse a un nuevo alineamiento regional para enfrentarse al ISIS

¿Tiene sentido?

Una paz con Palestina sobre la base de la iniciativa panárabe le cortaría las alas al ISIS considerablemente.

Si el ISIS es ahora nuestro principal enemigo, los enemigos del pasado se convierten en aliados potenciales. Incluso el abominable Bashar al-Asad. Irán, Hizbulá y Hamás, por supuesto. Israel debe replantearse su actitud hacia todos ellos.

Cuando la invasión mongola destruyó Iraq en 1260 y amenazaba a todo el mundo árabe, el Estado cruzado abrió sus puertas y dejó que el ejército musulmán las atravesara para avanzar sobre Ain Yalut en el Valle de Jezreel, donde aplastaron a los mongoles en una batalla que cambió la historia.

Sólo un Israel que haga las paces con Palestina puede unirse a un nuevo alineamiento regional para enfrentarse al ISIS, antes de que se trague a toda la región. Esto es una cuestión de supervivencia.

Un gran estadista israelí sabría reconocer el desafío y la oportunidad histórica – y aprovecharla.

Por desgracia, no hay grandes estadistas israelíes a la vista. Sólo pequeños Netanyahus, que ahora tienen la mirada fija en la historia de Ehud y Shula.

Publicado en Gush Shalom | 8 Nov 2014 | Traducción del inglés: Víctor Olivares