Opinión

La hazaña del gallardo Galant

Uri Avnery
Uri Avnery
· 10 minutos

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Cuentan por ahí un chiste sobre un sádico y un masoquista. Dice el masoquista al sádico: “Por favor, ¡pégame! Golpéame! Maltrátame!”. El sádico se sonríe, cruel, y responde despacio: “No…”.

Eso describe, más o menos, la situación en este momento en la frontera norte de Israel.

Dos drones israelíes han bombardeado (o lanzado misiles) contra un pequeño convoy de Hizbulá, pocos kilómetros más allá de la frontera con Siria en los Altos del Golán. Murieron 12 personas. Una era un general iraní. Otro un oficial de Hizbulá muy joven, el hijo de Imad Mughniye, un cargo muy alto de Hizbulá al que también mató Israel, hace unos siete años, mediante un coche bomba en Damasco.

Matar al general iraní tal vez no fuera la intención del ataque. Parece que el espionaje israelí no sabía que él y otros cinco oficial de la Guardia Revolucionaria de Irán viajaban en el convoy. Un oficial del Ejército israelí admitió esto de manera indirecta. Un segundo oficial desmintió la declaración del primero.

Los israelíes nunca piden disculpas. Jamás. Hay hasta un eslogan electoral de la derecha: “Nada de disculpas”

Desde luego no pidió disculpas. Uno no puede pedir disculpas cuando no admite oficialmente haber cometido el hecho. Y además, los israelíes nunca piden disculpas. Pero nunca jamás. De hecho, un partido de la extrema derecha en las actuales elecciones ha convertido esto en un eslogan electoral: “Nada de disculpas”.

La intención del ataque era matar a Yihad Mughniye, de 25 años, un cargo menor de Hizbulá cuyo úno motivo de fama era su apellido.

Inmediatamente después del ataque mortal, surgió la pregunta: ¿Por qué? ¿Por qué ahora? ¿Por qué en general?

La frontera israelí-siria (o mejor dicha, la línea del alto el fuego) ha sido desde hace décadas la más tranquila de Israel. Sin disparos. Sin incidentes. Sin nada.

Tanto Asad padre como Asad hijo lo mantuvieron así. No tenían interés en provocar Israel. Después de la Guerra de Yom Kippur en 1973, que empezó con un enorme triunfo de Siria por sorpresa y terminó con una completa derrota de Siria, los Asad no querían más aventuras.

Incluso cuando Ariel Sharon atacó Líbano en 1981, las tropas sirias destacadas en suelo libanés no intervinieron. Pero dado que uno de los objetivos de Sharon era echar a los sirios de Líbano, tuvo que abrir fuego él mismo para involucrarlos en la guerra. Esta aventura terminó con un triunfo sirio.

¿Por qué dispararon los drones israelíes contra un pequeño convoy de aliados de Asad, como son Hizbulá e Irán?

Si Bashar Asad tuvo alguna vez la más mínima intención de provocar Israel (y no parece que la tuviera nunca), ésta se desvaneció cuando empezó la guerra civil siria, hace casi cuatro años. Tanto Bashar Asad como las diversas facciones rebeldes están atareados a muerte con sus propios asuntos. Israel no les interesa en lo más mínimo.

¿Por qué, pues, dispararon los drones israelíes contra un pequeño convoy de aliados de Asad, como son Hizbulá e Irán? Es muy improbable que éstos tuvieran intención alguna de agredir Israel. Probablemente estaba recorriendo el terreno en búsqueda de rebeldes sirios.

El Gobierno israelí y el Ejército no dan explicación. ¿Cómo podrían darlas, si no admiten oficialmente haber cometido esta acción? Ni siquiera dan una pista de manera no oficial.

Pero hay un elefante en medio del salón: las elecciones israelíes.

Estamos en medio de la campaña electoral. ¿Quizás hubiera, quizás pudiera haber alguna conexión entre la campaña electoral y el ataque?

¡Vaya si la hay!

Insinuar que nuestros líderes sean capaces de dar orden para ejecutar una acción militar para ganar puntos en una campaña electoral raya con la traición.

Pero ha ocurrido antes. De hecho, ocurrió en muchas de las 19 campañas electorales que se han celebrado en Israel hasta hoy.

Las primeras elecciones tuvieron lugar cuando aún estábamos en guerra. David Ben-Gurión, el líder guerrero, desde luego obtuvo una gran victoria en las urnas.

Las siguientes elecciones se celebraron durante una batalla contra los “infiltrados” árabes, con incidentes casi diarios a lo largo de las nuevas fronteras. ¿Quién ganó? Ben-Gurión.

Y así sucesivamente. En 1981, Menachem Begin ordenó bombardear el reactor nuclear iraquí, y alguien se atrevió a insinuar que esta acción estaba conectada con las elecciones parlamentarias previstas. Esto le dio a Begin pie para uno de sus más brillantes discursos. Begin era un excelente orador en la tradición europea (muy poco israelí).

“¡Judíos!”, se dirigió al público. “Me conocéis desde hace muchos años. ¿Créeis que yo enviaría a nuestros valerosos jóvenes a una misión peligrosa, en la que podrian morir o – aún peor – caer en manos de estos animales humanos… sólo para ganar votos?” La muchedumbro bramó: “¡No!”

Netanyahu estaba seguro de que Hassan Nasrallah, el jefe de Hizbulá, bombardearía Galilea como venganza

Incluso el otro bando jugó su papel acorde. Los egipcios y sirios lanzaron su ataque sorpresa del Yom Kippur en 1973, en medio de una campaña electoral israelí.

Tras el asesinato de Yitzhak Rabin en 1995, su heredero, Shimon Peres, también afrontaba una campaña electoral. Durante su breve período en el poder consiguió iniciar y perder una guerra. Invadió Líbano y durante los combates se bombardeó por error un campo de refugiados de Naciones Unidas. Esto era el fin de la guerra y del reinado de Peres. Ganó Binyamin Netanyahu.

 Cuando se anunció el bombardeo mortal de la semana pasada, al Ejército y al país entero se les pidió prepararse para la guerra.

La tensión se extendió a lo largo de la frontera. Se llevaron a cabo masivos despliegues de tropas. Hubo brigadas de tanques viajando al norte. Las baterias antimisiles de la ‘Cúpula de Hierro’ se colocaron cerca de la frontera. Todos los medios de comunicación prepararon al público para acciones de venganza inmediatas por parte de Hizbulá e Irán.

Y aquí nos acordamos del chiste. Netanyahu estaba seguro de que Hassan Nasrallah, el jefe de Hizbulá, bombardearía Galilea como venganza. Nasrallah simplemente sonrió, con esa sonrisa enigmática suya.

Si estás confiando en que tu enemigo se toma la venganza es muy frustrante si ésta no llega a tiempo

¿Venganza? Claro. Pero no justo ahora. Quizás en otro momento. O en otro lugar. Tal vez en Bulgaria, donde unos turistas israelíes fueron asesinados para vengar el asesinato de Imad Mughniye. O incluso en Argentina, donde al fiscal que investiga la destruccción de dos centros israelí-judíos se le encontró esta semana con una bala en la cabeza (disparada por su propia mano o por otros). Los sangrientes ataques en Buenos Aires, hace 20 años, se atribuyeron a Hizbulá e Irán tras otra acción de Israel en Líbano.

¿Por qué, pues, Nasrallah no quiere vengar el ataque de los drones ahora mismo? Si estás confiando en que tu enemigo se toma la venganza es muy frustrante si ésta no llega a tiempo.

Para entenderlo tenemos que analizar nuestra campaña electoral.

En la campaña hay dos grandes bloques: el de derechas, encabezado por el Likud y el de centro-izquierda, liderado por el Partido Laborista. La izquierda ha cogido un impulso inesperado al unirse los laboristas con la pequeña facción de Tzipi Livni y ahora se ha adelantado al Likud en las encuestas, algo increíble. Aparte de los dos bloques están los ultraortodoxos y los ciudadanos árabe, que tienen sus propios programas electorales.

Los dos bloques principales enarbolan banderas distintas. Likud y Cía. navega bajo la bandera de la Seguridad. El público cree que Netanyahu y sus aliados son más de fiar cuando se trata de estar en una guerra, ya que cuidará de que nuestro ejército sea grande y poderoso. El público cree también que los laboristas y sus aliados son más eficientes cuando se trata de la economía, el precio de la vivienda y esas cosas.

Esto quiere decir que el resultado electoral dependerá de qué bloque consigue imponer su programa en la campaña. Si la campaña electoral está dominada por asuntos de guerra y miedo, la derecha probablemente vaya a ganar. Si, en cambio, en los mítines se habla de la vivienda y lo caro que se ha vuelto el queso blanco, la izquierda tiene posibilidades.

Para saber esto no hay que ser especialmente perspicaz; es algo que sabe todo el mundo. Todo misil que lance Hizbulá o Hamás va a ser un misil a favor del Likud. Todo día que transcurra con tranquilidad en las fronteras será un día a favor de los laboristas.

Por eso era bastante obvio para muchos israelíes que el repentino incendio en la frontera norte, causado por un ataque israelí sin provocación previa, que no tenía sentido, era un truco electoral de Netanyahu y sus colegas.

Muchos lo sabían. Pero nadie se atrevió a decirlo. Los partidos políticos tenían miedo de que se les considerase como alguien capaz de minar la moral de las tropas. Acusar a Netanyahu de arriesgarse a una guerra importante sólo para ganar las elecciones es algo muy serio.

El general Galant dio una entrevista en la que acusó al Gobierno de calentar la frontera norte por motivos electorales

El Partido Laborista publicó un manifiesto aburrido que respaldaba al Ejército. El Meretz se quedó callado. Los partidos árabes estaban ocupados en crear una lista árabe unificada. A los ultraortodoxos les daba completamente igual.

Gush Shalom, el movimiento al que pertenezco, se preparó para publicar una acusación inequívoca.

Y de repente se rompió el silencio desde una esquina completamente inesperada.

El general Galant dio una entrevista en la que acusó de forma rotunda al Gobierno de calentar la frontera norte por motivos electorales.

¿Galant? Increíble.

Yoav Galant era el jefe del Comando Sur durante la cruel campaña llamada Plomo Fundido. Después, Netanyahu lo nombró nuevo jefe del Estado Mayor del ejército. Pero antes de que el nombramiento entrase en vigor, a Galant se le acusó de expropiar terrenos públicos de una aldea para su casa palaciega y tuvo que echarse atrás. Yo siempre le he considerado un militarista hasta el tuétano.

Hace dos semanas, Galant volvió a aparecer de repente en el escenario como candidato número dos en la lista del nuevo partido centrista de Moshe Kahlon, que no tiene más ideología que reducir los precios.

Lo que dijo Galant causó un escándalo y él se retracto sin aspavientos. Pero la hazaña se había llevado a cabo. Galant había abierto la puerta. Una horda de tertulianos se abalanzaron a través de ella para difundir la acusación.

La campaña quizás no vuelva a ser como antes, después de la hazaña del gallardo Galant.

Publicado en Gush Shalom | 24 Ene 2015 | Traducción del inglés: Ilya U. Topper