Opinión

Religión selfie

manutrillo
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· 5 minutos

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Hace dos fines de semana descubrí un artilugio, monopie telescópico, que te facilita hacerte tus selfies. La situación rozaba el surrealismo y creo es conveniente describirla: fue en el popular barrio de la Viña de Cádiz, dos parejas, rodeadas de gente, se hacían una autofoto en la puerta de un bar. Supongo que lo hicieron así porque pedirle “¿Por favor, nos puede hacer una foto?” a alguien en ese barrio, donde sus habitantes tienen fama de ser de los más desagradables y cerrados, debe de ser muy incomodo.

La fotografía ha evolucionado adaptándose a la sociedad en la que vive. En una conferencia en Sevilla, Ricky Dávila hablaba de cómo habíamos pasado de una fotografía humanitaria, con la cuál pretendíamos cambiar el mundo, a la humanista. Seguía hablando sobre lo que suponía hacer fotos: ya nadie cree que cambiará las cosas con sus imágenes; es más bien un posicionamiento ante la vida; fotografío esto porque lo detesto o me siento identificado con ello; en definitiva, fotografiamos para salvarnos nosotros mismos como individuos.

Ya nadie cree que cambiará las cosas con sus imágenes; fotografiamos para salvarnos nosotros mismos

La cuestión es que desde aquella conferencia, hace ya unos seis años, a mi revelación hace dos semanas en el barrio de la Viña, el cambio ha sido más rápido que mi capacidad de adaptación.

Voy a exposiciones, conferencias, navego por internet y no me interesa nada de lo que veo, todo me parece igual. Ya lo dijo Walter Benjamin hace tiempo: “En fotografía lo creativo es la sumisión a la moda”, y por más que lo intento, créanme porque es mi trabajo, no estoy de moda.

¿A que se refería Ricky Dávila cuando hablaba de fotografía humanista? No se donde leí una vez que humanismo es aquello que hace todo intelectual de clase media para no hacer nada.

¿Cuál es el posicionamiento ante la vida del que fotografía?

Posicionamiento 1:
Cuando en una manifestación del 15M un orador era acribillado por cientos de móviles, la gente estaba diciendo: “yo soy eso”. Eso es el llamado clickactivismo (según Enrique J. Díez), en el que no existe diferencia entre un “me gusta” en Facebook y colgar un video/foto de una manifestación.

En el clickactivismo no existe diferencia entre un “me gusta” en Facebook y colgar un video de una manifestación

“La policía ha acordonado la plaza”, como pie de foto.
Más abajo: “Enviado desde mi “Aifon” (de quinientos y pico euros)”.

Sin duda la “democracia ideal”, para los que gobiernan, claro está.

Posicionamiento 2:
Las vidas de la clase media, sus frustraciones, su perro, gato, la taza del café, sus resacas, ventanas empañadas, fila de arbolitos, la ropa interior de su novia, pájaros al aire, urban cool, neo rural…

Pero ¿de que nos salvamos?

Pues de lo de siempre: del paso del tiempo, la muerte, el olvido…

Y claro, este ha sido el negocio más antiguo de la historia de la humanidad. La pérdida de espiritualidad que desde la Revolución Francesa ha ido sufriendo nuestra sociedad, es proporcional a la pérdida de dinero de las grandes religiones.

La gente cada vez necesita menos intermediarios para satisfacer su yo espiritual, pero por más individualistas que pretendamos ser afrontar el más allá o el más acá, es mucho más sencillo en público, donde nos sentimos acompañados por una falsa colectividad (Instagram, Facebook…)

Yo viví y fui feliz, y así lo atestiguan mis fotos. Click. Me gusta.

Me gustaría que al menos durante estas líneas se pararan a pensar: ¿qué es fotografía?

Es bien sencillo: una imagen congelada en el tiempo. ¿qué es lo que tiene para atraer a tantos miles de consumidores? Una relación directa con la muerte. Click. Así era yo hace un segundo. Eso unido a los 15 minutos de gloria de Andy Warhol… la convierte en un producto de consumo sin competencia.

Muerte y fama, trascender.

En conclusión, entonces podría afirmar el titular de este texto: Es el capitalismo la nueva gran religión y los selfies sus plegarias.

Nunca he sido de masturbaciones públicas, y hoy día, una buena paja vende más que un buen polvo

Empresarios del mundo ¿para cuándo álbumes digitales de vida eterna en la red?

Todo estaba en aquellas declaraciones de hace más de seis años de Ricky Dávila: “Para salvarnos nosotros mismos como individuos”, y es esto sin duda el triunfo del capital. Hacernos mirar el ombligo para no ver a nuestros semejantes.

Soy fotógrafo y desde hace años me siento extraño en mi profesión. Lo más curioso y preocupante es que ahora también hago documentales y me encuentro igual de incómodo. Nunca he sido de masturbaciones públicas, y hoy día, una buena paja vende más que un buen polvo. Nos sentimos identificados individualmente para reafirmar nuestra pobre existencia ya que el colectivo hace tiempo nos fue arrebatado. Empiezo a sentirme extraño como ser humano.

Hay un tweet que dice: «Twitter te hace creer que eres una eminencia, Instagram que eres un fotógrafo y Facebook que tienes amigos. ¡El despertar va a ser muy duro!»

Y en el barrio de la Viña dos parejas se hacían una autofoto entre la multitud.

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