Pedro Olalla
«Grecia nunca ha conseguido emanciparse de sus acreedores»
Alejandro Luque
Sevilla | Octubre 2015
Aunque lleva toda su vida estudiando la cultura griega y divulgándola a través de sus ensayos, Pedro Olalla (Oviedo, 1966) se ha convertido en los últimos años en una voz de indiscutible autoridad para explicar no solo las claves del mundo clásico, sino también las convulsiones que afectan a la cuna de Europa en el presente. Tras la buena acogida de su libro Historia menor de Grecia. Una mirada humanista sobre la agitada historia de los griegos, el autor regresa al sello Acantilado con Grecia en el aire, una revisitación de los rincones de la capital griega donde se fundó la idea de democracia.
En Grecia en el aire identifica la Grecia actual con la clásica. ¿Son tan parecidos, o hay mucha mitología en eso?
Bueno, no la identifico en realidad, la comparo, la relaciono. Hay una identificación sobre todo entre los escenarios de lo que fue el nacimiento del proyecto de la democracia, y los escenarios actuales donde ese proyecto está siendo desmantelado, sometido a una constante presión y saqueo. Intento saltar del pasado al presente, fundirlos de alguna manera, haciendo paralelismos, pero poniendo de manifiesto más que la afinidad, la discrepancia. Cómo la democracia ateniense no tiene nada que ver con nuestras democracias actuales: por supuesto con la griega, pero ni siquiera con las deficientes democracias que existen hoy en el mundo.
«Grecia nace en el XIX, en el contexto de las fuerzas, Francia, Rusia e Inglaterra, acreedores y tutores»
¿Exageran quienes creen que Grecia, como nación moderna, se establece en el siglo XIX como alianza entre forajidos cristianos, poetas románticos ingleses y un rey bávaro?
No, creo que es una definición muy simplista, el proceso histórico fue más complejo. Es evidente que Grecia, casi desde el siglo XIII, ha sido una nación sin estado, dominada por otras naciones, por los genoveses, los francos, los venecianos, el Imperio Otomano… Hasta que empieza el XIX, y para una parte de Grecia, porque las fronteras actuales no se consolidan hasta mediados del siglo XX, nace en el contexto de las fuerzas que operaban entonces, Francia, Rusia e Inglaterra, acreedores y tutores, una vez más, como ahora, de ese nuevo estado emergente. Un estado que tenía como rasgo de identidad el cristianismo frente al islam, que había sido su represor; y que tiene un presidente, [Ioannis] Kapodistrias, una figura muy progresista, muy diferente de los regímenes de la época, que es asesinado. Fracasado el intento de ser república, las potencias internacionales convierten a Grecia en su protectorado, e imponen un rey de las monarquías europeas tradicionales. El enunciado de tu pregunta podría quedar como frase efectista, pero el proceso es más complejo. Lo importante es que Grecia no ha conseguido emanciparse de sus acreedores en todo este tiempo.
Sí que parece que Lord Byron leía más a Sófocles y Esquilo que los griegos que tomaron las armas contra el Imperio otomano, ¿no cree?
«Entre los artífices de la revolución griega hay gente muy consciente de su tradición clásica»
No, no es exactamente así tampoco… Lo que supusieron movimientos culturales como el Neoclasicismo, el Romanticismo, lo que había supuesto antes el Humanismo, la cultura griega se convierte en referente que trasciende las fronteras físicas de esa nación sin estado, así como las fronteras culturales de ese pueblo. Pero ese pueblo sigue conservando su conciencia de su pasado. Y precisamente cuando se quiere independizar, no lo hace mirando mayoritariamente a su tradición cristiana, de continuidad más sólida, sino con el voluntarismo histórico de rescatar su pasado clásico. El mismo que aplicaban otras naciones que accedían a la independencia, tanto en Europa como en América. Ese intento de republicanismo miró siempre a Roma y a Grecia. Entre los artífices de la revolución griega, sus políticos y sus intelectuales, hay gente muy consciente de su tradición clásica, yo diría que más que lord Byron y otros personajes occidentales.
¿Y cómo casa esa herencia clásica griega, y la democracia como concepto laico, con el enorme poder de la Iglesia en ese país?
La verdadera democracia ateniense, la que se creó en la Antigüedad, no casa en ningún país, no con Grecia, y es precisamente lo que este libro trata de poner de manifiesto. Trato de semantizar conceptos como democracia, igualdad, ciudadanía, política, y darles el valor que tuvieron en el momento en que fueron creados, y ver cómo no se corresponden con lo que tenemos actualmente. La presencia de la Iglesia ha sido muy importante en la Historia de la nación griega, es porque era lo que de alguna manera suplía la ausencia de estado, era lo más parecido que había a un estado. Bajo la dominación otomana, la Iglesia daba cohesión y unidad al pueblo griego, al pueblo cristiano en general, hacía funciones de estado. El nacimiento del nuevo estado tenía que contar con ese factor.
¿Se puede ser griego sin ser cristiano ortodoxo?
Se puede ser, se puede ser. Lo que pasa es que los griegos, por tradición más que por otra cosa, y por afirmación de su propia conciencia nacional, son mayoritariamente cristianos ortodoxos. Eso no implica que sea un país de fundamentalismos. Es más, si comparamos la penetración de las órdenes religiosas en otros países de Europa, incluida España, ha sido mayor que en Grecia. El increíble peso que han tenido las instituciones religiosas en la educación en nuestro país, o la presencia que ha tenido el Opus Dei como poder fáctico, el peso del nacionalcatolicismo, es mucho más fuerte que el que ha tenido la Iglesia ortodoxa en Grecia. También se comentan los muchos bienes, inmuebles sobre todo, que tiene la Iglesia Ortodoxa griega, y eso tiene otra explicación histórica: las propiedades de la Iglesia gozaban de una importante protección frente al estado de la Sublime Puerta, y la forma de conservar muchas propiedades de los cristianos era donarlas o vincularlas a la Iglesia. Pero en el sentido doctrinal, la iglesia ortodoxa ni ha sido más penetrante que la católica, ni lo es. Grecia no ha tenido nunca una Inquisición u otras cosas que hemos tenido otros.
«El Monte Athos es tan anacronista como el Vaticano, pero el poder del Vaticano es muchísimo mayor»
El Monte Athos, de facto república teócrata independiente ¿no es un anacronismo?
Sí, en la misma medida en que me lo parece el Vaticano, ni más ni menos, con la diferencia de que el poder del Vaticano es muchísimo mayor que el del Monte Athos.
Volviendo a la cultura griega clásica, que estaba expandida por todo el Mediterráneo Oriental hasta inicios del siglo XX. ¿No son tan herederos de ella los habitantes de Alejandría, Antioquia o Sicilia?
Por supuesto. La cultura griega no ha sido nunca excluyente, sino que mantiene siempre su vocación de universalidad. Cuando nace el helenismo con la expansión hacia Oriente y luego hacia Egipto, con Alejandro y sus sucesores, se pone en marcha un mundo cultural que es precisamente el primer imperio multiétnico, y que autoriza moralmente a muchos pueblos de la actualidad a sentirse herederos. Pero eso no le quita, creo, peso específico a los griegos propiamente dichos.
¿Qué cree que han perdido Turquía, Egipto, Siria y los demás países de la zona, al expulsar o al no saber cuidar a sus poblaciones griegas?
Sería cuestión de hacer valoraciones históricas desde un punto de vista moral que yo creo que es mejor evitar. Cuando surge el Islam a principios del siglo VII, va ganando territorio fundamentalmente frente al imperio bizantino, además del persa. Y es precisamente cuando se establece en Siria, Egipto, el Norte de África, la península de Anatolia… Y va deshelenizando esos territorios, en el sentido que los va descristianizando, creando un estado con unas bases culturales completamente distintas. Lo que no voy a entrar es en valorar qué ha perdido o ganado, pero sí que se interrumpió lo que podía ser una historia cultural más común si esos países hubieran continuado teniendo una tradición helénica.
«Recuperar Constantinopla ya no sigue siendo una especie de sueño inalcanzado o algo así»
¿Qué significa hoy Constantinopla para los griegos?
Siempre ha sido la ciudad por antonomasia, la polis. Significa un punto de referencia importantísimo, una vez que el mundo antiguo, clásico, va decayendo, y que Grecia se convierte ya en un mundo marcadamente cristiano, Constantinopla es la capital de ese imperio. Desde que cae en manos del imperio Otomano, los griegos siempre han soñado con la recuperación. Siempre ha habido mucha población griega en Constantinopla. No sé, también ha alimentado ideas regeneracionistas y expansionistas, como fue el gran ideal preconizado en la época de Venizelos. Pero yo creo que, más allá de una importante referencia cultural, no podemos decir que siga siendo una especie de sueño inalcanzado o algo así.
Los griegos ¿leen a los clásicos en original como nosotros el Cervantes?
No, es más difícil. La lengua en que están escritos los textos clásicos no es siempre la misma, no es el mismo momento lingüístico el de Homero que el de Platón, el de Plutarco o el de los Evangelios. Aunque la lengua sigue siendo la misma, hay una distancia importante. Un griego que lea una edición bilingüe griego antiguo/ griego moderno, puede disfrutar y entender y penetrar mucho mejor en los matices y las connotaciones de la versión antigua. Pero a priori no resulta fácil.
¿Existe aún una distancia llamativa entre el griego estándar y los hablas locales o se ha homogeneizado y unificado una lengua nacional verdadera?
Ahora, lo que se entiende por griego moderno es una especie de koiné ática, basada en la lengua actual, el dialecto actual que se habla en la región del Ática, que se ha generalizado a través de la literatura y los medios de comunicación. La radio y la televisión han sido los factores más unificadores, pero se conservan hablas locales, claro, dialectos que incluso vienen desde la Antigüedad, en zonas como el Ponto, el Mar Negro, algunos lugares del Peloponeso, en Chipre… Pero luego también hay mucha variedad de acentos locales, menor quizá que en España.
Grecia tiene minorías dispersas en todo el país: albaneses, macedonios, arrumanos… pero parece que esto sigue siendo un tabú. ¿Es tan frágil la identidad griega como para que necesitan protegerla con tanto esfuerzo?
«Los griegos se están comportando con los refugiados con mucha solidaridad y muy poco racismo»
No, no creo que exista esa intención. Grecia es un país que ya desde los años 90 está recibiendo una cantidad inmensa de inmigrantes, comparados con su población, que tiene poco más de diez millones de habitantes. Pero desde que empezó la disolución de la antigua Yugoslavia, luego el desplazamiento de más de un millón de albaneses, ahora una inmensa mayoría de la inmigración procedente de Asia y África oriental, está creando un estado difícil de gestionar, dada la situación de crisis y depauperación que vive el país. Pero los griegos se están comportando, pese a lo que se pueda decir, con mucha solidaridad y muy poco racismo. Tras la guerra de Libia, tras la muerte de Gadafi, y el éxodo por Lampedusa, Francia e Italia reaccionaron muy alarmados y propusieron incluso la revisión del espacio Schengen, y eso que eran refugiados de guerra… Grecia nunca ha propuesto algo de este tipo, y está muy gravada por la inmigración y con las políticas de la UE. El acuerdo Dublín I y Dublín II ha convertido a Grecia en una bolsa de inmigración, que recibe dinero de la UE para que la emigración se quede. El hecho de ser un país sin fronteras terrestres con el resto de la Unión Europea dificulta el tránsito de inmigrantes y convierte al país en un campo de refugiados, quizá por encima de sus posibilidades. Pero ya digo, salvo contadas excepciones, se está comportando con mucha dignidad ante esa situación.
También es llamativo que la cuna de la democracia sea uno de los países europeos con la extrema derecha más fuerte y menos tímida, menos disfrazada. ¿Cómo se explica?
«Grecia no es tradicionalmente un país de derechas, y menos de extrema derecha»
Bueno, la extrema derecha está muy presente en Europa, no solamente en Grecia. Quizá más encubierta, como dices, pero también está muy declarada en otros países. En algunos está muy imbricada en los partidos tradicionales de la derecha, existe pero no tiene unas señas de identidad tan declaradas… Grecia no es tradicionalmente un país de derechas, y menos de extrema derecha. Es más, es uno de los que más ha sufrido el nazismo durante la ocupación alemana, a raíz de su negativa a colaborar con el fascismo. Lo que es claro también es que en una situación como la que vive Grecia en los últimos tiempos, es campo abonado para quienes piensan que los males del capitalismo pueden venir resueltos por esa mano, y se apunten al discurso de la mano fuerte. Por otro lado, la derecha moderada de Grecia de Nueva Democracia, por ejemplo, ha sido muy tibia con el nacimiento de esas fuerzas, y le ha convenido tener por la derecha a un partido con esvástica para presentarse como una opción más moderada, la aurea mediocritas, cuando han aplicado políticas muy autoritarias. Todo esto posibilita, en este ámbito, que surja un partido de este tipo y se mantenga. Pero en el caso de Grecia este partido ha tocado su techo. En las últimas elecciones se ha visto así.
Tsipras tras las elecciones del 20-S
¿Qué diagnóstico hace de Syriza tras las elecciones?
La situación evidentemente se ha decantado hacia una política de continuismo, que es lo que Syriza venía haciendo desde antes de enero, y por supuesto después. En numerosas ocasiones ha dado muestras de no querer una política de ruptura, es decir, no quiso romper con el marco del acuerdo de préstamo, ni impugnar la deuda ante tribunales internacionales, negarla unilateralmente; no quiso plantear una posible salida del euro y la Unión Europea, prefirió seguir la línea de no cambiar y de intentar cambiar Europa desde dentro, pero sin marco ninguno para la negociación y sin un ápice de soberanía. Eso le llevó a quedar acorralada en las negociaciones ante las intransigencias del Eurogrupo, el ECofin, todos sus interlocutores… Al final, cuando podía haber dicho a su electorado que había votado los recursos para la negociación y que se imponía o bien acatar lo que se planteaba, o bien promover una ruptura y un plan B, lo que hizo fue convocar un referéndum preguntando de manera ambigua si se estaba a favor o en contra de firmar un nuevo memorándum, un nuevo plan de rescate, etcétera. Ese referéndum, celebrado en un un clima de enorme presión mediática en el sentido del Sí, y con los bancos cerrados como medida de presión adicional, arrojó en cambio un 62 % de partidarios del No. Podría haber sido un arma, pero no fue así.
Y cundió el desconcierto, claro…
La primera desconcertada fue Syriza, que al día siguiente ofreció la cabeza de Varoufakis a los acreedores y puso a un ministro de Economía más moderado. Y todo esto le llevó a dar pasos hacia un nuevo memorándum, el más oneroso de los firmados hasta ahora, con los votos favorables de la oposición, paradójicamente. Además, se convirtió en el ejecutor de ese memorándum. Luego, como había que legitimar esa conducta ante las urnas, se montaron estas elecciones por la vía rápida, con una campaña de diez días apenas, y lo que consiguieron gracias a una alta abstención que acogió los votos de los que querían evitar votar a Syriza, y los partidos tradicionales que querían mostrar su repulsa, echaron su voto hacia la abstención. Y como la abstención no está reconocida en la ley electoral, en el sentido de que a partir de un determinado grado se consideran nulas las elecciones, se consiguió que el peso específico de cada voto fue mayor, y los que entraron en las urnas fueron pro rescate. Así, con un juego de cubilete, el No se convirtió en Sí, en un parlamento aplastantemente pro-rescate en el que no entró ni una sola voz disidente, nueva, y que además sitúa a Syriza como ejecutor del memorándum al que teóricamente siempre se había opuesto. Una gran noticia para el núcleo duro de Bruselas, porque no solo han ganado y siguen con su plan, sino que quien lo ejecuta ya no es la derecha tradicional, ni el bipartidismo tradicional, ni la Democracia Cristiana, ni los declaradamente pro-europeos, sino que son los de la supuesta izquierda radical, entre comillas, los que aparecen como arrepentidos.
¿Ha traído eso un sentimiento generalizado de traición, una pasokización?
Es lógico que la sociedad griega tenga un sentimiento de traición. No ya de falta de coherencia y de rigor, sino abiertamente de traición.
¿Se explica que sigan pactando con Anel, un partido teóricamente tan opuesto?
No está tan en las antípodas, eso lo demuestra sus propios pactos. Están gobernando al alimón, y ambos son digamos de amplio espectro. No hay que considerarlo un pacto contra natura. Se ve que sus puntos de coincidencia son suficientemente amplios, y cada vez se parece más un líder a otro.
Especial para M’Sur
¿Te ha gustado esta entrevista?
Puedes colaborar con nuestros autores. Elige tu aportación