Opinión

El nuevo contrato social

Sultan Al-Qassemi
Sultan Al-Qassemi
· 7 minutos

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Sharjah | Febrero 2016

El fallecimiento del jeque Khalifa Bin Said al-Qassimi, el gobernador árabe de la provincia de Lingah en el sur de Persia, a finales del siglo XIX, llevó este puerto bullicioso a manos iraníes. Según el historiador Graeme Wilson, “durante las semanas y meses que siguieron la llegada del nuevo régimen a Lingah, los impuestos y las tasas de los servicios básicos aumentaron en reiteradas ocasiones”. Unos años después, el puerto se convirtió en un caos, y a principios del siglo XX muchos de sus comerciantes árabes y persas se mudaron al puerto de libre comercio en Dubai y, como dice el refrán, el resto ya es historia.

En los Estados del Golfo corren rumores de una posible introducción de impuestos sobre la renta

En los Estados árabes del Golfo corren rumores de una posible introducción de impuestos sobre la renta, debida a los bajos precios del petróleo. La caída de los precios se ha sentido con intensidad en los seis Estados del Consejo de Cooperación del Golfo (CCG), que en 2013 controlaba el 30 por ciento de las reservas petroleras comprobadas en el mundo y suministraba casi una cuarta parte de la demanda mundial del petróleo.

Según el economista Nasser Saidi, las ventas del crudo representaron el 85 por ciento de los ingresos de los gobiernos del Golfo en 2014. Los precios del petróleo han descendido desde su máximo de 145 dólares por barril en 2008 hasta menos de 30 dólares por barril en 2016. Como consecuencia, los grandes proyectos en el Golfo han sido descartados, aplazados o puestos en espera.

Para hacer frente a la pérdida de los ingresos derivados del petróleo, la mayoría de los Estados del CCG han incorporado impuestos indirectos, incluyendo impuestos municipales y de circulación, y han debatido abiertamente la introducción del impuesto sobre el valor añadido (IVA) en un futuro próximo. El CCG se ha distinguido mundialmente por ofrecer un impuesto cero sobre la renta, tanto para los ciudadanos como para los expatriados.

El Golfo forma parte de uno de los últimos bloques que han resistido la difusión de la democracia

Esta política, junto con subsidios sustanciales que, generalmente, han permitido un nivel de vida digno, ha aydado a los Estados del CCG a mantener un nivel de estabilidad interna en tiempos de agitación regional. La introducción del impuesto sobre la renta será una gran desviación de dicha política cuyas repercusiones son impredecibles.

Los impuestos podrían desencadenar una reestructuración del “contrato social de los Estados de Golfo”. Los investigadores usan esa expresión para describir el acuerdo no escrito entre los ciudadanos de Golfo y sus gobiernos. Este acuerdo no escrito estipula que los ciudadanos del Golfo, incluidas las élites y las clases comerciantes, dejarán la administración del Estado en manos de las familias gobernantes mientras los Gobiernos se abstengan de gravarles con impuestos. El concepto de los impuestos, al menos según se comprende en Estados Unidos, consiste en ser equivalente a la representación democrática. Sin embargo, es improbable que dicho concepto sea válido en la visión de los impuestos que tiene el CCG, que tratará de tomar medidas de seguridad en un momento de aumento de la inestabilidad.

Actualmente el CCG sigue formando parte de uno de los últimos bloques de países del mundo que han resistido con éxito la difusión de la democracia, que ha barrido América Latina, Europa del Este y grandes partes de Asia y África desde el final de la Guerra Fría.

Eso no significa que a los Estados de Golfo no les importe la participación ciudadana. De hecho, los seis países han tomado medidas para el empoderamiento de la ciudadanía en diversos ámbitos, pero con una advertencia: este empoderamiento no debe transgredir las llamadas “carteras de soberanía del Estado”, tales como los Ministerios del Interior, Defensa, Asuntos Exteriores y Servicios Secretos.

Aunque hasta ahora los Estados del Golfo no se han visto en la necesidad de introducir el impuesto sobre la renta, una serie de circunstancias ha originado la “tormenta perfecta”. Los Estados del CCG se han involucrado en guerras de forma directa (Yemen) e indirecta (Siria y Libia) y prestan apoyo financiero a numerosos regímenes aliados (Egipto, Marruecos, Sudán, Jordania y Pakistán). La politica regional activa, además de la bajada de los precios de petróleo, ha ejercido una gran presión sobre la economía del CCG que ha obligado a estos países a recurrir a sus reservas de divisas y sus fondos soberanos. El recorte del gasto y del presupuesto y la suspensión de proyectos no bastarán para compensar la caída de los precios del petróleo y el aumento de los gastos en política exterior y militar.

El contrato social del Golfo nunca antes ha sido tan fragil, y reescribirlo conlleva un riesgo

El derrumbe de numerosos Estados árabes y la aparición del Daesh han impulsado a los países del Golfo a aislarse de este caos que les rodea. Los ciudadanos del Golfo, por lo tanto, podrían tragar con la posibilidad de que se introduzcan los impuestos de renta –aunque no quieran– si esto se hace para proteger su subsistencia. El reciente aumento de los atentados terroristas del Daesh en Arabia Saudí y Kuwait han producido más miedo en los ciudadanos de CCG por la seguridad de sus países. En esta situación de mayor inseguridad, la introducción de los impuestos no es sólo probable, sino que además podría hacerse sin necesidad de dar paso al temido aumento de la participación democrática de la ciudadanía.

El tradicional contrato social del Golfo nunca antes había sido tan fragil, y pretender reescribirlo, sin duda alguna, conlleva un gran riesgo. Impuestos a cambio de garantías de seguridad para los ciudadanos en una vecindad tan peligrosos podría ser un nuevo contrato social aceptado, pero los Estados del Golfo deben tener cuidado en todos los casos. Aunque la seguridad sigue siendo la prioridad tanto para los ciudadanos como para el gobierno, no hay garantías de que las las exigencias y las expectativas de los ciudadanos del Golfo no cambien en el futuro.

Además, los impuestos sobre la renta, en los que el FMI insistió durante muchos años, también pueden reducir la atracción que sienten por el Golfo los empresarios y empleados extranjeros que han acudido a la región, y han ayudado en su dramático crecimiento, a causa de su condición libre de impuestos. Al albergar la segunda comunidad de expatriados más grande del mundo, después de EE.UU., la introducción de los impuestos de la renta pondría a estos países enormes trabas para competir con otros destinos mundiales que mantienen una demanda de trabajadores profesionales y cualificados dispuestos a emigrar.

Sobre el papel los impuestos de la renta quedan muy bien, pero su ejecución y repercusiones serán complejos e impredecibles. Quizás deberíamos aprender de la historia sobre el puerto de Lingah del siglo XIX, al sur de Persia.

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