Padres, divorcios, hijos
Soumaya Naamane Guessous
La custodia de los hijos, así lo define el código de la familia marroquí, recae en primer lugar en la madre, después en el padre y al final en la abuela materna. Cuando una pareja tiene hijos, el divorcio es un desgarro que produce daños. Muy pocos padres desean tener la tutela y a menudo dejan que se encargue la madre.
Es raro que una madre deje a sus hijos al padre. Si lo hace, se le demoniza: “¡Hay que ver! ¡No tiene corazón!” Se le juzga con crueldad y no hay comprensión por los motivos de la madre. Sin embargo, también ocurre que una madre abandone a sus hijos para liberarse de ellos. Raramente es una elección. Lo cuenta Aziza: “Mi marido era violento. Me escapé y me refugié con mis padres. Mi padre me dijo: ‘Tú te fuiste sola y regresarás sola. No voy a alimentar a los hijos de un extraño’. Me quedé con mis padres, abandonando a mis cuatro hijos. No los he vuelto a ver desde hace seis años”. La separación es dolorosa, pero lo más importante es el bienestar de los niños.
«El juez fijó la pensión alimenticia en menos de lo que cuesta escolarizar a mis hijos»
La carga financiera empuja a menudo a las mujeres a resignarse ante una elección dolorosa. Marwa, 42 años, con un empleo de cargo importante: “Tras divorciarme a los 29 años, no tenía los medios para pagar el alquiler y la escolarización de mis tres hijos. La vivienda pertenecía a mi marido. Yo vivía con mis padres. El juez fijó la pensión alimenticia en los 3.000 dirham (300 euros) ¡menos de lo que cuesta escolarizarlos! Dejé a mis hijos con su padre, para garantizarles una estabilidad financiera”.
El trabajo de la madre también constituye un obstáculo. Yasmina, 35 años, ingeniera: “Con mi trabajo me es imposible ocuparme yo sola de los niños. Y no puedo pagar a una asistenta para que se ocupe de ellos después del colegio. Tampoco puedo dejar mi trabajo: es el único medio de subsistencia que tengo. He tenido que dejar a los niños con su padre, que está mejor situado. He sufrido muchísimo, pero ellos viven mejor con él”.
Tampién hay madres empujadas por el deseo de la venganza. Myriam, 39 años: “Mi ex marido es alcohólico. La familia suya, que es rica, no me ayudaba. Me fui dejándole con mis tres hijos. He luchado cuatro años para volver a verlos.
«Es difícil para una mujer rehacer su vida si tiene a un hijo a su cargo”
A veces, la madre, cansada de batallar para obtener la pensión alimenticia, deja de ocuparse: “Estuve mendigando para alimentar a mis hijos. No tengo dinero para interponer una denuncia. Le he tirado sus hijos a la cara”. Otras, la madre actúa por rencor: “He trabajado duro. Cuando mi marido estaba un poco mejor situado, ha empezado a engañarme y a maltratarme. Se ha divorciado de mí para casarse con su amante. He rechazado la custodia de mis hijos para estropearle su felicidad y la de su mujer. La ley le da a la mujer la custodia, pero nunca la tutela. El tutor es siempre el padre, pues que lo asuma”.
Una mujer también puede dar prioridad a su propio bienestar. Lamia, 25 años: “Me he divorciado a los 23. Mi madre me ha empujado a dejar a mi hijo con el padre, para que yo pueda rehacer mi vida. Es difícil para una mujer rehacer su vida si tiene a un hijo a su cargo”. También puede aprovechar una oportunidad: “Yo quería vivir en Canadá. Mi marido me negó la autorización de llevarme a mi hija. Se la he dejado. Cuando tuvo 15 años, ella eligió vivir conmigo”.
El padre puede estar encariñado con el niño y querer quedárselo. Hasna, 27 años: “Mi marido lloraba cuando veía a su hijo. Se lo he cedido. Es un buen padre. Tenemos una buena relación entre los tres”. O cuando está convencido de que la madre es una irresponsable: “Mi mujer nunca se ha ocupado de nuestra hija. Es normal que me la quede yo”.
Castigar a la divorciada
En la mayoría de los casos, es la madre la que sufre por la situación. Las madres pobres son las más afectadas, sobre todo en el campo. Muchas mujeres casadas en el medio rural huyen de una vida conyugal nefasta. Recuperar a los hijos es casi imposible. La familia del marido se los queda para castigar a la rebelde. Y ellas no pueden defenderse: viven lejos de los tribunales, no tienen medios para viajar hasta el juzgado, ni para pagarse un abogado, no conocen los procedimientos…
Si la esposa pide el divorcio, el marido le puede destrozar la vida quitándole los hijos. La madre pierde la custodia si el marido demuestra que ella sería incapaz de cuidarlos. Myriam, 36 años: “Después de que se muriera mi madre, yo estaba deprimida. Estaba seis meses en tratamiento. Mi marido se ha presentado ante el juez para el divorcio, armado de un dossier que reunía fotocopias de certificados médicos míos y vídeos míos grabados sin que yo lo supiera, cuando estaba enferma. Le dieron la custodia, pese a todos mis esfuerzos para anular la decisión. Si el marido demuestra que la madre es de moral ligera, también consigue la custodia.
A veces, el padre presiona a la madre privándola de su pensión. Ella puede renunciar a la custodia para vengarse o porque no tiene los medios necesarios para denunciar.
Si la madre se vuelve a casar, el padre puede exigir la custodia de los hijos mayores de 7 años
Tampoco todos los padres respetan el derecho de la madre de verse con sus hijos los fines de semana y en vacaciones. Atika, 26 años, tres hijos: “Me casaron a las 15 años, en el campo. Mi marido y su familia me trataron de forma violenta. Hace cinco años que escapé. Mi marido me impide ver a mis hijos”. “La familia de mi marido influye a los niños contra mí. Rechazan verme. Los veo en la puerta de la escuela”.
A veces, los padres se reparten a los hijos. “Yo cogí a la niña, y él, al niño, porque no tengo los medios para cuidar de los dos. Ahora me arrepiento. Mis hijos no tienen ahora la misma educación y no se conocen lo suficiente entre ellos”.
Más de una vez, el niño que se queda con el padre lo acaba criando la abuela paterna. Amina, 29 años: “Me divorcié a los 21 años dejándole mi hijo. Él se lo dio a su madre, una anciana, analfabeta, que lo educa mal. Yo peleo para recuperarlo, pero sin éxito”.
Si se vuelve a casar el padre, eso no afecta en absoluto al hijo, según la ley
Una gran injusticia: si la madre se vuelve a casar, el padre le puede retirar la custodia, si el niño tiene más de 7 años. Sólo a partir de los 15 años, el niño puede elegir por su cuenta. La ley considera que una madre que se ha vuelto a casar ¡no se puede dedicar a los hijos del primer matrimonio! Pero si se vuelve a casar el padre, ¡eso no afecta en absoluto al hijo!
En realidad, una madre no distingue entre sus hijos. Pero si un padre intenta que sus hijos vivan con su segunda mujer, puede que ella no los quiera como una madre, y siempre haga una diferencia entre ellos y sus propios hijos. Yousra, 28 años: “Me divorcié con 24 años y tengo la custodia de mis dos hijos. Tengo previsto volver a casarme pero mi exmarido me amenaza. Él se ha vuelto a casar y tiene otro hijo, pero no quiere que yo sea feliz. A mis hijos ¿los querrá su madrastra como los quiero yo?”
A menudo, la amenaza no es más que un método para estropear la vida de la exmujer, sin que el padre tenga ningunas ganas de quedarse realmente con los niños. Pero la ley le atribuye al padre ese poder. La madre puede quedarse con la custodia si demuestra que la separación causaría perjuicios al niño: peritajes médicos, abogado, tribunales, juicios, idas y vueltas… Una misión imposible y cara.
Si la madre es condenada por adulterio, el padre tiene el derecho de quedarse con los hijos
¡Cuantas mujeres jóvenes divorciadas sacrifican su felicidad conyugal por sus hijos! O bien se inventan trucos. El padre tiene un plazo de un año después de que su exmujer se case de nuevo para reclamar la custodia de los pequeños. Muchas mujeres se casan en secreto y sólo lo anuncian un año más tarde.
Si la madre tiene la custodia y se vuelve a casar, el padre ya no tiene necesidad de pagar los gastos de vivienda ni el montante que corresponde a la custodia, pero sí debe seguir enviando la pensión alimenticia a la que tiene derecho el niño. Finalmente, si la madre es condenada por adulterio, el padre tiene el derecho de quedarse con el hijo.
Un niño se concibe por padre y madre. Un divorcio siempre es un desgarro para los tres. Y cuando uno de los dos adultos utiliza al niño como rehén, lo expone a peligro y daña su equilibro psicoafectivo. Los niños tienen necesidad de vivir en un marco donde reinen la paz y la armonía entre los padres. Cuando los padres eligen el diálogo en lugar de la violencia, siempre encontrarán una solución para atenuar los estropicios del divorcio y de protegerse mutuamente a la vez que protegen a sus hijos.
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