Reportaje

Pasión de campaña en Teherán

Lluís Miquel Hurtado
Lluís Miquel Hurtado
· 11 minutos
Mitin electoral del candidato Ibrahim Reisi (May 2017) | © Lluís Miquel Hurtado
Mitin electoral del candidato Ibrahim Reisi (May 2017) | © Lluís Miquel Hurtado

“¡A finales de semana, Rohani se va!» Es el grito de guerra de los seguidores de Ibrahim Reisi, uno de los candidatos que compiten con Hasan Rohaní, presidente desde 2013, que intenta renovar mandato hoy. Hay un ambiente inusualmente festivo en Teherán: caravanas de coches dando bocinazos hasta altas horas de la madrugada y cientos de personas que inundan las calles con canciones y eslóganes, como si de celebrar una copa mundial de fútbol se tratara.

Durante esta semana, cada atardecer ha visto la icónica calle Enghelab (Revolución) taponarse a costa de la ensordecedora pasión política iraní. Entre los seguidores de Reisi, conocido por su posición rigorista en asuntos religiosos, hay chicas cubiertas con chador (un largo manto negro) que conforman una llamativa minoría ruidosa. Apelotonados en las aceras de Enghelab, proclaman sus consignas a escasos milímetros de las narices de los partidarios de Rohaní. Discuten entre ellos, a grito pelado, de paro, de política internacional o de corrupción. «¡¿Qué ha hecho Rohani en cuatro años?! ¡Nada!», grita una transeúnte.

Las mujeres se han convertido en una de las bazas de la campaña para reelegir a Rohaní

-Acércate y hablemos- pide un cartel, escrito a mano, que portan dos jóvenes en medio de la concurrida y céntrica plaza de Haft-e-Tir. Él y ella, jovencísimos, llevan ligado al brazo un lazo púrpura. A su alrededor, no menos de veinte chicas y chicos, armados con panfletos y pegatinas con el rostro del presidente Hassan Rohaní sobre un fondo púrpura, abordan a los transeúntes, les inquieren, les escuchan. «Les preguntamos si quieren votar», explica Somaye. «Si dudan, les intentamos convencer de que lo hagan por Rohani».

«Oímos que este era el punto de encuentro, junto a la universidad, y vinimos a ver», explican tres jóvenes defensoras del presidente que van camino de la marabunta de Enghelab sobre las nueve de la noche. «Respetamos a los seguidores de Reisi. Sabemos cómo piensan. Nuestro trabajo es convencerles de que voten por Rohani», explica Shirín, una de ellas. Las tres coinciden en que los días previos a los comicios se están viviendo en un escenario de concordia. «Hay respeto, libertad de expresión. Así, mucho mejor».

La juventud, y especialmente las mujeres, muchas de ellas bajo un velo púrpura, se han convertido en una de las bazas de la campaña para reelegir al presidente centrista. En un país donde la mayoría de universitarias ya son chicas, pero que figura en el puesto 177 de 193 países en el índice de la ONU de participación de mujeres en política, ingenieras, economistas, politólogas y médicas creen que el veterano clérigo burócrata defenderá sus intereses mejor que Reisi.

«Respaldamos a Rohaní porque queremos más derechos individuales y más igualdad»

«Todavía hay quien nos pregunta qué hace una mujer en la calle haciendo campaña. Precisamente por eso es importante estar aquí», subraya Somaye, de 25 años. «La mitad de quienes estamos aquí somos chicas», añade. Algunas de sus compañeras apenas superan la mayoría de edad. «Respaldamos a Rohaní porque queremos más derechos individuales y más igualdad», enfatiza Roja, quien también interpela a los paseantes.

El voto femenino y juvenil puede ser clave para Rohaní, y más desde se retiró el candidato Mohamed Baguir Galibaf, también conservador, dado que sus seguidores pueden pasarse a Reisi. «Cuando las mujeres saltan a escena, el trabajo se finiquita. Triunfamos en la Revolución cuando las mujeres tomaron el escenario. Igual en las elecciones, si las mujeres irrumpen y van a las urnas», aseguró el presidente a principios de mes.

Rohaní ha sido el único que en esta campaña ha hecho mítines sólo para mujeres. Se ha fotografiado junto a chicas cuyo velo dista mucho de lo que los gerifaltes de la República Islámica considerarían ‘moral’. En sus intervenciones ha arremetido contra los conservadores, acusándolos de priorizar el rol de la mujer como madre y esposa: «¿No sois vosotros quienes intentáis evitar que las mujeres vayan a trabajar?», les ha desafiado desde el escenario. En Irán sólo el 12,4% de la mano de obra es femenina.

«Las mujeres son claves en la campaña», explica uno de los directores de campaña del líder moderado, que define el púrpura como «vida, esperanza e integridad». «El ejecutivo de Rohaní ha logrado aumentar su presencia en el mercado laboral y cierta igualdad en puestos de trabajo. También en la administración hay más mujeres, incluida una jefa en la Dirección de Cultura, así como varias vicepresidencias», asegura.

Ni una ministra

No obstante, en cuatro años, Rohaní no ha nombrado a una sola ministra, algo que sí hizo su predecesor, el conservador radical Ahmadineyad. Y aunque las diputadas – 17 de 290, el mayor número desde el 79 – forman un lobby fuerte, sus avances en el reconocimiento de derechos son lentos. En los últimos años se ha logrado el divorcio, la custodia de los hijos y la obtención de créditos para quienes viven solas.

«Tenemos que decir a la gente las verdades que Rohani les ha escondido en estos últimos años»

En un local rústico de Iranshahr, un barrio armenio de Teherán, los jóvenes partidarios de Rohani se toman un respiro tras horas pateando las calles del centro. «Nuestra prioridad número uno es estimular el voto. En las grandes ciudades hay un 40% de abstención», alerta Amir, un estudiante de Economía. «La juventud de Irán quiere más libertades individuales y una economía libre de la influencia de ciertas instituciones del Estado», insiste, a lo que Somaye remacha: «No queremos volver atrás en el tiempo».

Otros piensan lo contrario. En plena plaza de Enghelab, histórica por haber sido uno de los principales escenarios del alzamiento popular contra el Sha, tres jóvenes estudiantes de Medicina desafían a la mayoría alzando carteles con la foto de Reisi. «Tenemos que defender sus políticas a pie de calle, cara a cara, decir a la gente las verdades que Rohani les ha escondido en estos últimos años», asegura Zehra, quien lleva la voz cantante. «Ha permitido que Donald Trump erosione nuestro programa nuclear sin obtener rentas», critica.

Reisi, ex fiscal general, ha recibido el apoyo del alcalde de Teherán, Mohamed Baguir Galibaf, que renunció a su candidatura presidencial y aseguró respaldar al conservador contra «el 4 por ciento», en alusión al supuesto elitismo de Rohaní. Reisi dice representar a la mayoría desfavorecida contra el ‘establishment’ que vive de espaldas al pueblo y se considera una garantía contra la corrupción.

«Vinimos en moto, no en coche de lujo» y «Somos el 96%», dicen los seguidores de Reisi

«Proponemos un gobierno de mujeres y hombres unido por encima de ideologías políticas» contra «quienes hablan mucho pero no actúan», declaró Reisi cuando tomó el estrado en el complejo de Mosalla, donde se reunían sus seguidores, minutos después de un rezo colectivo y una tanda de actuaciones musicales de marcado tinte religioso. «La productividad es lo más importante», insistió el actual director de la fundación Astan Quds Razavi, una de las principales organizaciones caritativas (bonyad, en persa), un mercado que, se estima, controla el 20% del PIB.

Las poco fiables encuestas iraníes colocan a Rohani con una holgada ventaja sobre Reisi. Pero el descontento por el aumento del desempleo – hasta el 12,4% en el último año -, y la pobre materialización de los beneficios económicos del acuerdo nuclear para el iraní de a pie, elevan las opciones de los llamados principalistas, el campo político conservador más próximo al Líder Supremo, con el que se identifica el tándem Galibaf – Reisi.

El mitin de ambos en el complejo de Mosalla reúne a la fracción más piadosa de la sociedad iraní, representada por turbantes, chadores y eslóganes en recuerdo de los «mártires». A las puertas del edificio, bajo un sol infernal, los entusiastas portan pancartas con frases como «Vinimos en moto, no en coche de lujo» o «Somos el 96%», Alí, un joven clérigo, asegura que «Reisi es quien se preocupa de los desfavorecidos. Rohani ha hecho muchas promesas en el campo económico que no ha cumplido». Maryam, que viene acompañada de dos amigas, dice que el actual dirigente «miente», «carece de integridad en la arena internacional» y «no protege la moral».

«Desafortunadamente, Rohani se ha olvidado de los desfavorecidos», denuncia un joven estudiante de filología inglesa, llamado Hassan, que ha acudido al mitin con su familia. «También de los desempleados. Mi hermano, después de acabar Derecho, está en el paro por la ausencia de oposiciones», lamenta. «Populista es Rohani, con un discurso vacío sobre libertades individuales, o sobre la liberación de Musavi y Karrubi – líderes del llamado ‘movimiento verde’, bajo arresto domiciliario – sin centrarse en los problemas de la gente», critica un miembro de la campaña de Reisi.

«Aunque Rohani diga que no tenemos soluciones, sabemos cómo generar hasta un millón y medio de empleos», promete Reisi. «Hemos de potenciar más los sectores marítimo, económico, tecnológico y petroquímico», dijo.- ¡Sí, podemos! – clama.

Raisi dice que Rohani «no puede combatir la corrupción» por tener intereses en el sector privado

No solo hay mítines: los seis candidatos a la presidencia también midieron sus fuerzas en televisión, la última vez justo una semana antes de las elecciones. Las acusaciones cruzadas de corrupción han protagonizado el choque dialéctico, cuyo seguimiento masivo entre los iraníes de dentro y fuera del país lo ha convertido en trending topic mundial de Twitter. Rohani, escudado por su vicepresidente y también candidato Eshag Yahanguiri, resistió el envite de los conservadores. Galibaf, entonces aún candidato, acusó al presidente de preocuparse más de sus negocios que de atajar el contrabando, y de recibir sobornos. «Así, es imposible combatirlo», dijo. Raisi añadió que Rohani «no puede combatir la corrupción» por tener intereses en el sector privado. Yahanguiri, sin embargo, lo defendió señalando que su administración ha reducido de 25.000 a 12.000 millones de dólares el volumen de contrabando.

Aunque Rohani ha reducido la inflación del 40% heredado a dígitos individuales, el 73% de los iraníes, según una encuesta, cree que el alzamiento de sanciones fruto del pacto nuclear no le ha beneficiado, y eso daña la imagen del dirigente. Tal vez por ello, el presidente no habló solo de economía. «Nuestra gente quiere libertades sociales y políticas… En las elecciones no votarán por aquellos que sólo han conocido ejecuciones y prisión durante 38 años», clamó Rohani durante un mitin el martes pasado. Ante tales discursos, las autoridades electorales han pedido contención. El líder supremo Alí Jamenei advirtió en contra de protestas callejeras, como las que tuvieron lugar tras la victoria de Ahmadineyad en 2009.

La policía dispersa algunos grupos, pero sin emplear armas antidisturbios, casi amable

El recuerdo de esas protestas sigue fresco. El mero rugido de las motos de los agentes de policía, acompañados en ocasiones por las de los infames paramilitares basiyí, basta para asustar a muchos de los reformistas. Pero no parecen una amenaza hoy. Mientras este periodista habla con las jóvenes, la policía iraní interviene para dispersarnos. Lo hace con más palabras que gestos y sin emplear armas antidisturbios. Estos días, su papel ha consistido en aplicar coerción en pequeñas dosis a fin de evitar que las pasiones se desaten excesivamente. «La Policía está calmada, incluso son agradables», opinan las jóvenes reformistas entrevistadas.

En un país donde el permiso para el uso colectivo del espacio público se limita a marchas oficiales, manifestaciones religiosas de duelo y picnics en los parques al llegar el buen tiempo, incluso una campaña electoral puede servir de válvula de escape. Especialmente para los más jóvenes, independientemente de sus ideas políticas. O para Davud y Mohamed, de bandos contrapuestos, pero que han decidido plantarse en Enghelab el uno junto al otro: «La disputa es cosa de los de arriba», coinciden ambos. «Al final, los dos queremos lo mismo: el bienestar de la nación iraní».

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