Entrevista

Nur Masalha

«El sionismo explota el judaísmo como Daesh el islam»

Javier Calero
Javier Calero
· 15 minutos
Nur Masalha (Madrid, Mayo 2017) | © Ruth Pimentel / Casa Árabe
Nur Masalha (Madrid, Mayo 2017) | © Ruth Pimentel / Casa Árabe

Año especial, año trágico. Para los palestinos, en 2017 se cumple un siglo de la declaración de Balfour en la que el Gobierno británico decidió apoyar la creación de un hogar judío en Palestina, cincuenta años del aniversario de la Guerra de los Seis Días en la que Israel configuró un nuevo Oriente Medio y 70 años de cuando la ONU propuso la partición de Palestina. Un año más tarde se creó el Estado de Israel, mediante la expulsión de una importante parte de la población local. Una catástrofe (Nakba) para el pueblo palestino. Y un terreno de disputa para los historiadores, que siguen debatiendo cuánto de aquel movimiento de población durante la guerra de 1948 fue expulsión planificada y cuanto fue una huida voluntaria.

Nur Masalha (Galilea, Israel, 1957) es una de las voces más autorizadas para analizar aquel momento histórico. Autor de una decena de libros sobre esta temática (varios traducidos al español) es doctor por la University of London, donde es profesor en la Escuela de Estudios Africanos y Orientales (SOAS), y ha tenido cargos de docente en la de Durham y St Mary, ambas en Inglaterra. También enseña en la Universidad de Birzeit en Palestina. Pasó por Madrid en mayo, pocos días antes de la gira del presidente estadounidense, Donald Trump, por Oriente Próximo, que incluía un encuentro con su homólogo palestino, Mahmud Abbas.

—¿Una solución a corto plazo es posible?

—Es muy improbable. Tenemos a un nuevo inquilino en la Casa Blanca totalmente imprevisible. Nadie sabrá qué hará Donald Trump mañana y parece que la agenda doméstica es mucho más importante para él. Por primera vez, un país como Estados Unidos está gestionado por una familia de negocios. Y Trump no entiende el conflicto — responde Nur Masalha.

«Trump quiere levantar un muro con México, pero en Palestina los muros están en todas partes»

La política y la simbología van de la mano. «Belén es un gueto. Las ciudades palestinas están cercadas por muros que las separan de asentamientos de colonos procedentes de Nueva York. Trump quiere levantar un muro con México, pero en Palestina los muros están en todas partes. Son símbolos de la estrategia sionista de ‘más tierra y menos árabes'», denuncia Masalha, de visita en Casa Árabe, para hablar de la fundación del movimiento sionista y la expulsión de los palestinos en la primera parte del siglo XX.

¿Historiador en Londres o activista palestino?

Soy historiador, pero también activista por los Derechos Humanos, así que tengo una visión moral de las cosas. No se puede ser completamente neutral en un tema. Pero mientras que los políticos hacen propaganda -dicen lo que la gente quiere escuchar- y la prensa se ve a menudo contagiada por sus vicios, los historiadores vamos a los hechos, a la verdad. Los historiadores tienen que probar las cosas para decirlas. Siempre digo: «No me juzgues por mi activismo, júzgame por mi trabajo». Se puede ser profesor y también activista, no es contradictorio.

¿Y cuáles son los hechos en el caso de Palestina?

«El judaísmo no va en la sangre, va en la fe. El sionismo bebe de una idea germánica de la raza»

Hace cien años, en la Declaración de Balfour, los británicos prometieron un país a los palestinos, un pueblo que luego fue colonizado por un movimiento colonialista que venía de Europa. En la tierra de Palestina vivían árabes, en un 90%, y judíos que, por cierto, hablaban la misma lengua, en un 10 por ciento. Para entender el conflicto se debe partir desde el pasado para entender el presente y de ahí hacia el futuro, que es lo que hace un historiador; un político empieza en el presente para ir al pasado. Palestina era un país pacífico, donde vivían palestinos judíos, musulmanes y cristianos juntos. ¿Por qué después de cien años tenemos este conflicto? ¿Por qué los palestinos han sufrido tal exterminio? Si la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) reconoció a Israel hace 25 años, ¿por qué Israel no reconoce a Palestina como un Estado soberano?

Buena parte de su trabajo de los últimos 30 años ha consistido en desentrañar lo que usted llama los mitos del sionismo. ¿Cuáles son?

El primer mito es el de una tierra sin pueblo para un pueblo sin tierra cuando Palestina era una tierra con gente. Es ridículo. Lo que hoy es España también era una tierra del Mediterráneo, ¿te la imaginas vacía? Es ridículo. Aparte del sur, que es desierto, el resto era un país fértil, un país populoso. Este primer mito iba dirigido a los occidentales para justificar que no se tomaba la tierra de nadie, sino que era una tierra vacía. El segundo mito se desarrolla en torno a Sión como la madre del pueblo, es decir, la madre del judaísmo. El sionismo es un movimiento político y el judaísmo es una religión con un gran recorrido detrás. El sionismo está basado en el imperialismo.

¿Por qué hoy ambos conceptos parecen unidos?

El judaísmo vivió en Oriente Medio durante muchos siglos, en muchos países, y el sionismo llevó a esta tierra a muchísimos rusos y europeos. Han insistido en que aquellos judíos que poblaban esta región hace siglos son los mismos judíos que llegan a Israel ahora; una raza convergente. Pero hay que recordar que muchos judíos se convirtieron al islam o al cristianismo, como al final de la Reconquista en España. El judaísmo no va en la sangre, no va en el ADN, va en la fe. El sionismo bebe de una idea germánica del siglo XIX de la raza.

¿Una idea superada hoy?

Los judíos de Israel provienen de muchas etnias con una misma fe. El judaísmo es una gran religión de paz, no una ideología militante, y donde la ética tiene un papel central. El sionismo considera el poder una de los principales objetivos, haciendo del Ejército israelí uno de los más importantes de Oriente medio, junto al afán de Shimon Peres en convertir Israel en una potencia nuclear. Es muy diferente la ética del poder. El sionismo explota el judaísmo. Este es el mito de que sean la misma cosa. La religión está siendo explotada como el Daesh lo hace con el islam: los fundamentalismos explotan la religión para justificar la opresión y la colonización.

En el centro interdisciplinar de Herzliya, a pocos kilómetros de Tel Aviv, se forma buena parte de la diplomacia y el establishment israelí. Pero no invita a historiadores críticos con el sionismo. ¿Cómo ve las iniciativas israelíes de analizar esta época histórica?

«En Israel hay muchas visiones, hay que remarcarlo. No se puede ver Israel como una sola cosa»

Uno solo tiene que pararse a pensar en el nombre de Herzliya, que viene de Theodor Herzl, el europeo que creó el sionismo político. La gente no se hace esas preguntas cuando va allí a dar conferencias. Es una ciudad moderna creada en tierra árabe y que alberga uno de los principales think tanks israelíes. En Herzliya no se dan cuenta de las consecuencias de los millones de refugiados y de lo que significa reemplazado a un exiliado con otro exiliado. La realidad de Herzliya es la de los asentamientos. Una situación de apartheid, de inequidad. Los palestinos no tienen derechos en Israel, no tienen igualdad.

El día de las elecciones israelíes, Benyamin Netanyahu afirmó: «Los votantes árabes están acudiendo en masa a las urnas. Organizaciones de izquierdas les transportan en autobuses». Pese a pedir perdón, ese comentario ofendió a la minoría árabe, el 20% de la población israelí. Así y todo, Netanyahu ha invertido más en ellos…

Es cierto, pero está invirtiendo en las minorías que lo apoyan. Si hablas con los israelíes árabes, destacan las desigualdades frente a los judíos. Netanyahu está invirtiendo en quienes son leales a él. Por ejemplo, hay muy muy pocas profesoras árabes en las universidades israelíes (se estima que solo el 11% de los alumnos universitarios y el 2% de los profesores en las universidades israelíes son árabes).

¿Centros como el de Herzliya mantienen este orden de cosas?

Herzliya está conectado a la agenda de seguridad del ‘establishment’, a la que se suscriben académicos y exoficiales afines. En este centro, privado, nunca han invitado a Ilan Pappé ni a ningún otro de los ‘nuevos historiadores’. Pero en Israel hay muchas visiones, hay que remarcarlo. No se puede ver Israel como una sola cosa. Hablo hebreo y veo que allí se promueve un pensamiento estratégico y de seguridad y una macronarrativa pero no se habla con gente normal. La política está enfocada a las élites y un extranjero interesado en el conflicto necesita hablar con el poder, sí, pero también con gente normal.

Usted enseña en Inglaterra. ¿Allí se aceptan mejor sus ideas?

«El sionismo lo tiene mucho más complicado para influir en la vida académica que en la política»

No es cómodo hablar de cosas terribles sobre la Nakba. El Holocausto simboliza un fuerte sentimiento de culpa para los europeos, por lo que resulta muy díficil hablar de lo que los israelíes estan haciendo a los palestinos. Ahí se ve esa culpa. Ahora bien, los israelíes tienen poderosos lobbies en Londres: en los medios, en los Gobiernos, en las academias… Pero el sionismo lo tiene mucho más complicado para influir en la vida académica que en la vida política: la Universidad es un mundo muy diverso donde no hay blanco y negro, sino mucho debate, al menos en Reino Unido.

La guerra en Siria ¿ha desplazado de la agenda la cuestión palestina?

El optimismo de las Primaveras Árabes ha desaparecido y la terrible guerra en Siria no está ayudando a los palestinos. Netanyahu está explotando esto para imponer su agenda en un momento en que Europa ha sufrido muchas crisis: la de refugiados, la económica o la del Brexit. Así, no extraña que la cuestión palestina se haya apartado del foco, aunque al menos en Reino Unido no se ha ido del todo y en la UE se aprobó el etiquetado de productos provenientes de los asentamientos. Pero no debemos olvidar la preocupación de las nuevas generaciones y de las universidades por este conflicto y los Derechos Humanos.

Luego está el caso de los refugiados palestinos…

La situación de los refugiados palestinos en Siria era aceptable hasta el estallido de la guerra civil, en la que han sufrido la misma suerte que ellos. Los islamistas trataron de invadir el campo de Yarmouk para utilizarlo según sus intereses. En Líbano sufren una mayor discriminación y en Jordania están un poco mejor. Los refugiados de Gaza están muy mal, pero allí están mal casi todos, sean o no refugiados. Los refugiados palestinos sufren muchísimo. No se resolverá la cuestión palestina sin buscar una solución para los refugiados.

En su intento de ‘desdiabolización’ el Frente Nacional francés ha tratado de reemplazar su antisemitismo original con más islamofobia, al calor de los últimos atentados en Francia.

Es un fenómeno interesante. El antisemitismo y la islamofobia se sirven del mismo racismo, de la misma forma de pensar. Le Pen padre fue antisemita y ahora la hija es islamófoba. Ambas corrientes son malas porque provienen del mismo racismo e idéntica forma de pensar. Por suerte, Francia ha optado por otra vía. La derecha francesa ha votado a Macron y su coalición de centro-derecha. Aunque se diga que la extrema derecha no para de subir, yo creo lo contrario, que no para de fallar: mira Austria, Holanda y ahora Francia. En Europa está fracasando este racismo que trata de que un grupo se imponga sobre otro. En España no hay una ultraderecha fuerte y eso es una gran noticia. Tampoco en Reino Unido.

Theresa May habla a veces como un populista del UKIP…

Sí, May ha importado la idea del Brexit cuando ella había votado por continuar en la UE. Ahora quiere incrementar la velocidad de la salida al tiempo que habla con el idioma de la clase obrera en temas sociales. El Brexit fue votado por una pequeña minoría y ahora está tratando de consolidarse y ganar votos.

¿Cree que ahora hay más racismo en Reino Unido?

«Reino Unido ha recibido más de los extranjeros de lo que les ha dado»

La campaña del Brexit explotó la xenofobia, el miedo y odio a lo extranjero, con eso de que quitaban los trabajos a los británicos. Y no es verdad. Todo lo contrario. La economía se ha servido de los extranjeros para seguir subiendo. De hecho, Reino Unido ha recibido más de los extranjeros de lo que les ha dado. Hay incidentes, pero son pocos. La situación no es como en Francia donde Marine Le Pen ha llegado muy muy lejos. Esto no ha pasado nunca en Reino Unido, una sociedad multicultural, respetuosa y basada en una sólida democracia.

Hamás ha cambiado recientemente su hoja de ruta y ha tomado distancia con respecto a los Hermanos Musulmanes. En Egipto se ve como un intento de construir lazos con el Gobierno de Sisi.

Hamás necesita un acercamiento a Egipto porque es la única vía de entrada de ayuda en Gaza: medicamentos, comercio, salir para estudiar… Hamás no tenía otra elección. Una decisión realista para acercarse a Egipto, que no es un buen régimen, no es democrático, pero los palestinos no tienen opción por el cerco de Israel. Hamás no debería estar envuelto en el conflicto egipcio y con esto trata de alejarse aún más de los islamistas y de esos grupos extremistas violentos que usan el islam y de los que algunos han jurado lealtad a Daesh. La gente en Gaza está desesperada; sufre malnutrición… Para seguir gobernando Gaza, Hamás necesita tener una relación normal con Egipto.

¿Ha apoyado Hamás a los grupos yihadistas del Sinaí? ¿Esa situación crítica en Gaza que usted describe puede hacer que la población abrace el radicalismo de Daesh?

«Los que apoyan a Hamás no lo hacen por extremismo islámico, sino por su nacionalismo»

No, no creo que haya apoyado a esos grupos. Tradicionalmente ha estado cerca de los Hermanos Musulmanes cuando ha estado en el poder. Tienen vínculos históricos. Creo que Hamas está siendo pragmático. Por otro lado, el apoyo a Daesh en Gaza es muy muy muy pequeño. No hay pruebas de lo contrario. Los que apoyan a Hamás no lo hacen por extremismo islámico, sino por su nacionalismo. El islam es moderado en Palestina, es una de las razones por las que Hamás no sigue un islam extremista, es conservador sí, pero no extremista y violento como Daesh, pese a la propaganda israelí. El islam palestino es moderado en su mayoría y Hamás lo sabe. Daesh no puede desarrollarse allí simplemente porque el wahabismo no está instalado en Palestina.

¿Ve usted en la Autoridad Palestina un organismo corrupto y cómplice de la represión a los palestinos en Cisjordania, que usted denuncia?

Creo que la Autoridad Palestina (AP) está entre las dos cosas. Por un lado ha confiado muchísimo en la ayuda extranjera, europea y americana, por otro ha cometido fallos estratégicos por aceptar autonomía y no independencia. Ese es el gran error de la OLP, no exigir la solución de Dos Estados sino la autonomía, y este error le persigue. Los israelíes han hecho lo que han querido en Cisjordania. La AP no ha querido ser cómplice, pero su debilidad le ha llevado a no poder hacer nada sin el permiso israelí. No culpo a la AP ahora, pero en Oslo no negociar la solución de Dos Estados, subordinándose como una pequeña autonomía, supuso un grave error. Palestina no es un país libre, es un país ocupado. Las ciudades operan como una municipalidad. Es una situación muy triste.

 

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