Opinión

Sé un hombre… ¿de verdad?

Sanaa El Aji El Hanafi
Sanaa El Aji El Hanafi
· 5 minutos

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“Sé un hombre y no dejes que tus mujeres salgan con ropa indecente”.

“Sé un hombre y no dejes que tus mujeres y tus hijas salgan con ropa ajustada”

A principios del verano de 2018 empezó esta ‘campaña’ en varias redes sociales de Marruecos, a semejanza de lo que ocurrió en Argelia en 2015.

La campaña suscita más de una pregunta. La primera hace referencia, desde luego, a la libertad de la mujer para vestirse y a la manera en la que mucha gente expresa su convicción de que un hombre tienen derecho a ejercer una especie de custodia respecto a cómo se viste una mujer… solo porque un hombre ha nacido varón y solo porque la mujer ha nacido fémina. Simple y llanamente.

¿Cuándo se darán por enterado tantos de “nuestros hombres” que decidir lo que viste una mujer corresponde a su propia libertad individual? Porque a nadie se le ocurre meterse en lo que viste un hombre, ni a imponerle qué debería vestir y que no.

¿Cuándo se darán por enterados tantos de “nuestros hombres” que el verdadero problema es que lo que garantiza su “masculinidad” es como viste su hermana, su mujer o su hija?

¿Por qué no se dice, por ejemplo: Sé un hombre y deja de violentar a tu mujer?

¿Por qué no: Sé un hombre y controla los instintos que te impulsan a acosar a las mujeres en la calle?

¿No te sientes ofendido cuando reducen tu masculinidad a la ropa que se pongan tu mujer y tu hermana?

¿Por qué no: Sé un hombre y date cuenta de que dar vía libre a tus instintos no te convierte en un toro viril, sino que te acerca más bien a la categoría de los animales? ¿Por qué no asumir que una persona, cualquier persona, debe dominar sus instintos, en lugar de dejarse dominar por ellos? ¿Que “masculinidad” es esa que hace que uno se deje dominar por el instinto y se entregue al acoso y las violaciones?

¿O por qué no: Sé un hombre y no tires la basura en la calle?

¿Por qué no: Sé un hombre y respeta el derecho de tu mujer, de tu hija y de hermana que tomen sus propias decisiones personales?

Por cierto, querido: ¿No te sientes ofendido, ni un poquito, cuando quieren reducir tu masculinidad, toda tu masculinidad, a la ropa que se pongan tu mujer y tu hermana?

La segunda pregunta que suscita el hashtag, el lema de la campaña, es la visión de la supremacía del hombre sobre la mujer por el simple hecho de una condición sexual de nacimiento, una condición biológica que no conlleva ninguna distinción personal obvia. Pero le capacita, se asume, para ejercer la tutela sobre “sus” mujeres (obsérvese que el lema emplea aquí el sustantivo en plural: sus mujeres; esto no es casualidad), “sus” hijas, “sus” hermanas.

Nos han criado en una educación social y religiosa que otorga al hombre, simplemente por haber nacido varón, el derecho a regir los destinos de sus hermanas, de sus hijas y de su esposa (obsérvese que elijo hablar de “la esposa”, no de “sus mujeres”, en armonía con la lógica de las relaciones entre personas).

¿Cuándo cuestionaremos un concepto que coloca un fardo en la espalda tanto del hombre como de la mujer?

¿Con qué derecho afirman algunos hombres que tienen derecho a ejercer la tutela sobre una parte de los componentes de la familia, solo por una condición sexual que no han elegido ni ellos ni tampoco el otro bando?

¿Cón qué fundamento aseveras que tú eres más apto que ella para tomar decisiones, simplemente porque tú naciste hombre y ella nació mujer, y no porque tengas alguna habilidad específica o una inteligencia deslumbrante?

La tercera pregunta, y la cuestión más acuciante que suscita el hashtag, es la siguiente: ¿Cuándo cuestionaremos el concepto de la “masculinidad” en sí? Porque se trata de un concepto que convierte una simple condición biológica, propia de uno de los dos sexos, en la que el individuo no tiene mano alguna, en un valor y una posición social por encima de la condición biológica de la otra mitad de la especie.

¿Cuándo cuestionaremos un concepto que coloca un fardo en la espalda tanto del hombre como de la mujer? ¿Cuándo dejará de traducirse la condición sexual en un conjunto de imaginaciones sociales que distribuyan los roles sexuales y determinan la virilidad y la responsabilidad sobre las demás?

¿No se convierte así una condición biológica en un atributo del mundo masculino, un atributo que impone al varón una serie de comportamientos que debe respetar si quiere ser “realmente” un hombre?

En el fondo, en esencia, a fin de cuentas y al cabo, ¿por qué decimos “Sé un hombre” como si fuese algo que te hace destacar? ¿Destacar por el hecho de haber nacido varón, sin haberlo elegido y sin haber hecho ningún esfuerzo para ello? ¿No es una forma de ocultar los méritos de verdad, nuestros logros individuales, nuestro comportamiento, nuestros valores y nuestros aciertos?

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© Sanaa El Aji | Primero publicado en Marayana · 17 Julio 2018 | Traducción del árabe: Ilya U. Topper

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