André Azoulay
«No hay choque de civilizaciones sino de ignorancias»
Alejandro Luque
Sevilla | Julio 2018
Una mirada azul, muy clara y penetrante, es el rasgo más llamativo a primera vista de André Azoulay. Una mirada que sin duda ha visto mucho en sus 77 años, desde su nacimiento en Essaouira en el seno de una familia judía marroquí, hasta su experiencia como periodista en París, para pasar a ser banquero y finalmente consejero de la corona alauí. En esta función es uno de los pocos que han trabajado tanto para Hassan II como para su hijo y heredero, Mohamed VI.
Presidente de la Fundación Tres Culturas, en cuya sede sevillana tiene lugar nuestro encuentro, formó también parte del Comité de Sabios para la Alianza de Civilizaciones de la ONU. La incomodidad que le produce hablar del conflicto palestino es directamente proporcional al placer que siente cuando se le pregunta por su villa natal, la vieja Mogador, por la que ha trabajado incansablemente en los últimos años.
No es que pretenda cambiar el nombre de la fundación que usted preside, pero, ¿no serían tres religiones, más que tres culturas?
Yo creo que puedo responder a esta pregunta hablándole de mi propia vida, porque dentro de mi recorrido y de mis elecciones encontramos a la vez lo que es la Fundación Tres Culturas y lo que usted está evocando. Yo soy judío, yo soy bereber, yo soy árabe… Cuando le decimos a la gente «yo soy árabe» enseguida piensan «yo soy musulman». No es así. Por ejemplo, usted es español y europeo, yo soy árabe tal como usted es europeo. No tiene nada que ver con la religión, es una cultura, es una identidad, es una historia.
¿Son conceptos intercambiables?
Lo que es específico y que hace la riqueza, la singularidad de Marruecos es que, nosotros, marroquíes, decidimos sumar todas estas civilizaciones que han fecundado Marruecos. Los demás cierran su puerta y están en una cultura que a menudo es la de la fractura o de la denegación. Yo me siento rico y, cómo diría… ¡a la vez universal! Porque, por ejemplo, me presento a usted como un hombre que suma su judaismo, su «arabidad», su «berberidad» y esta suma hace de uno alguien abierto al mundo.
¿Qué hizo bien Marruecos en ese sentido?
La riqueza de Marruecos es que supimos resistir a la amnesia. No hemos olvidado. Yo no he olvidado que soy bereber, que soy árabe y por supuesto que soy judío. Pero quizás en otros sitios que Marruecos se diga «yo soy árabe», «yo soy bereber» o «yo soy judío», pero nunca los tres juntos. Nosotros tenemos esta riqueza y esta elección que hicimos de sumar estas civilizaciones que han fecundado, nutrido Marrueco durante miles de años. Y hoy este mensaje el mundo lo necesita.
Volviendo al nombre de la fundación…
«Si viajas a Israel y visitas la casa de un judío nacido en Marruecos, todo lo que verás es marroquí»
Cuando Marruecos y Andalucía crearon la Fundación Tres Culturas, hace ya mucho tiempo, no estábamos en la situación arcaica, regresiva, que es la de la comunidad de las naciones hoy en día. Pero ya en ese momento presentíamos la imperiosa necesidad de crear un espacio que iba a resistir a este arcaísmo, a estas denegaciones y a esta lógica que yo califico de «canalla», de choque de civilizaciones. Para mí no hay choque de civilizaciones, está más bien el choque de las ignorancias o entonces esta cultura de la denegación nutrida justamente por los que han decidido olvidar de dónde venían…
¿Cómo se explica que Marruecos, tan lejos de Jerusalén, haya sido siempre uno de los países norteafricanos con mayor porcentaje de judíos en su población?
Los judíos llegaron a Marruecos alrededor de mil años antes de la civilización griega o la árabo-islámica. Yo mismo tengo una historia de miles de años, como judío marroquí. De hecho la mayor comunidad marroquí en el extranjero vive en Israel. Pero si viajas a Israel y visitas la casa de un judío nacido en Marruecos, todo lo que verás es marroquí, desde las fotos de nuestro rey a los muebles, la decoración, la música, la lengua, la cocina…
¿Una forma de mantener los lazos con la tierra de origen?
Quieren mantener viva esa herencia. Tienes cerca de un millón de judíos marroquíes en todo el mundo, y siguen sintiendo su tierra. Aunque no vivan allí, son embajadores. Y lo decidieron por sí mismos, nadie les obligó a hacerlo. Me fascina que puedas ir a una sinagoga marroquí en Londres, Nueva York, Tel Aviv, y oír esas canciones del repertorio andalusí… Que es el mismo en las mezquitas que en las sinagogas. Ésa es la magia marroquí.
Con el conflicto palestino convertido desde hace años en foco de la atención internacional, ¿es difícil ser judío en el mundo? ¿Existe algo así como un deber moral de posicionarse?
Yo siempre lo tuve claro, no necesité regresar a Marruecos o ser consejero de su Majestad para defender la solución de los Dos Estados. Empecé a pensar en ello cuando tenía 16 años, por mí mismo. Y creo que incluso si fracasamos y desperdiciamos muchas conferencias de paz, tenemos que seguir con ello y no rendirnos. Estoy orgulloso de que mi país haya sido, durante mucho tiempo, un agente clave para la paz, un pueblo visionario y pionero.
Hubo un tiempo en que pareció, en efecto, que Marruecos podía ser un mediador ideal entre Israel y los palestinos, precisamente por esa herencia judía que mantiene y valora. Esta esperanza, ¿sigue ahí, o se ha perdido?
Ahora mi pueblo y mi rey están haciendo cuanto pueden para mantener una cultura de paz y el espíritu y para intentar ayudar a recuperar el guion de los dos estados, con el fin de que ambos pueblos y ambas naciones puedan vivir una junto a la otra. Pero no hay dignidad ni libertad posible con ese doble rasero, tiene que ser igual para israelíes y palestinos.
Histórica e incluso teológicamente, las relaciones entre judíos y musulmanes han sido mucho más estrechas que entre judíos y cristianos. Hoy parece que esta cercanía se ha invertido. ¿Por qué?
«No es que dos religiones, por ejemplo la judía y la musulmana, se peleen por una cuestión espiritual»
Como dije en mi discurso de inauguración del Wocmes 2018, la situación y el conflicto en Medio Oriente no van de religión. No es que dos religiones, por ejemplo la judía y la musulmana, se peleen por una cuestión espiritual. Creo que hay un gran malentendido y un gran error para tratar de entender qué está pasando en el Medio Oriente bajo el paradigma o prisma religioso. Creo que debe abordarse como un asunto político que necesita una respuesta política. Pero no me gustaría hablar demasiado de esto…
Hablemos de Essaouira, su ciudad natal…
Eso sí me gusta.
Tiene fama de ser uno de los lugares más artísticos y más alegres de Marruecos, y con las mayores libertades sociales. ¿Qué tiene que no tienen otras ciudades?
Essaouira es muy marroquí, una ciudad muy especial. Viniendo de allí, soy romano, soy cartaginés, y todas estas civilizaciones aportan la memoria, la identidad y la historia de Essaouira. Lo que la hace también muy especial es que fue la única ciudad en el islam, desde Marruecos hasta Indonesia, donde se acordó tener una mayoría no musulmana en su territorio y en ese momento (hablo del siglo XVIII- XIX) una mayoría judía. Y nadie sabe que, por ejemplo, que la primera persona judía elegida en los Estados Unidos, uno de los redactores de la Constitución estadounidense, fue un judío marroquí y un marroquí de Essaouira.
Confieso que yo no tenía la menor idea…
Se llamaba David Levy Yulee. Su padre emigró de Mogador, antigua Essaouira, a Florida. Escribió y publicó el primer libro que se lanzó en los Estados Unidos pidiendo el fin de la esclavitud y la liberación de los afroamericanos. ¿Podrías imaginarlo? Es una prueba de cuál era el espíritu en ese momento de Essaouira. Es fascinante. ¿Y nadie sabe que el secretario de Defensa en el Reino Unido durante la Segunda Guerra Mundial era un judío marroquí, Leslie Hore-Belisha, un judío de Essaouira? Hay tantas historias así…
Sabemos que usted ha invertido mucho esfuerzo y cariño en desarrollar la cultura y preservar la herencia de Essaouira. ¿Está contento con los resultados?
«Esta proximidad entre musulmanes sufíes y judíos en Essaouira fue fantástica en la Cábala»
¿Sabe por ejemplo que en nuestra asociación con la Fundación Tres Culturas tenemos todos los años, y este año es la edición número 15, el Festival des Andalousies Atlantiques? Eso es único en el mundo. Desde el principio, tomé la decisión de tener solo músicos, cantantes, bailarines, musulmanes y judíos en el escenario con este tipo de sensación «de lumière», que es el flamenco. Y es fascinante. Así que cada año tenemos miles de musulmanes y judíos, y también no musulmanes y judíos que se reúnen en Essaouira para cantar juntos, para bailar juntos. No conozco otro lugar en el mundo donde en nuestro tiempo los judíos y los musulmanes vengan a compartir tantas cosas, en el respeto mutuo de sus respectivas identidades y sensibilidades.
¿Es fundamental, pues, que Essaouira tuviera el mayor porcentaje judío (el 50%) de las ciudades marroquíes hasta el siglo XX?
Es importante no solo para los judíos, también para los musulmanes. Al igual que la identidad musulmana es muy importante para mí, como judío. Esta proximidad, y la capilaridad entre musulmanes sufíes y judíos en Essaouira fue fantástica en la Cábala, ellos estuvieron juntos en la zawiya, la cofradía. Y en pocas semanas tendremos el lanzamiento de un proyecto en 3D con las 47 sinagogas restauradas, y que nosotros llamamos Bayt al Dakyra, La casa de la memoria, como mencioné antes, recordando la relación entre musulmanes y judíos, Y también el primer centro internacional de estudios para reconsiderar la relación entre judíos y musulmanes. Los tres en el mismo lugar, será único en el mundo. Esa es Essaouira, la escuela de Essaouira, la cultura y el espíritu de Essaouira.
Usted fue consejero económico del rey bajo Hassan II, y lo sigue siendo bajo Mohamed VI. Tal vez sea el único alto cargo, y al menos el más conocido, que no ha cambiado de un reinado a otro. ¿Forma parte de los imprescindibles?
No, no soy imprescindible ni especial. Solo me siento orgulloso y honrado de poder servir a mi país, a mi gente y a mi rey. Siento este privilegio como un regalo. Únicamente soy un siervo público intentando ayudar a mi pueblo y a mi rey.
Recordamos que cuando el rey Juan Carlos acudió al funeral de Hassan II, fue usted, en representación de Mohamed VI, el encargado de recibirlo.
Me sentí muy privilegiado, fue un honor para mí. Pero no me siento especial, ni fundamental.
Recuerdo que una de las figuras más internacionales y más conocidas de la oposición de Marruecos, también era judío: Abraham Serfaty. ¿Qué opina de él?
Lo traté durante mucho tiempo. Creo que fue un hombre realmente comprometido con su país, con su propia visión, sus propios valores. No quise hablar con él cuando volvió a Marruecos; si lee lo que él dijo después de volver, podrá entenderlo. Pero siempre lo vi como un orgulloso ciudadano de Marruecos, que veía su tierra con su propia perspectiva.
Su hija, Audrey Azoulay, ha sido nombrada directora general de la Unesco…
«No solo somos judíos, bereberes, árabes, sino también africanos»
¿Sabe? Ayer por la mañana yo estaba acompañando al rey Felipe VI para darle la bienvenida al congreso Wocmes, y al mismo tiempo recibía fotos de mi hija desde Pekín. Ella estaba en su oficina, con el presidente de China. Así que yo le mandé una con el rey Felipe, una bonita coincidencia.
¿Cree que puede ser un modelo para la nueva generación de mujeres marroquíes?
Bueno, ella es francesa… Pero como mujer tiene una herencia diversa y rica.
¿La igualdad entre mujeres y hombres un gran desafío en Marruecos?
Desde todos los puntos de vista, soy muy optimista respecto a mi país. Todos los pasos llevan en la buena dirección.
Europa se enfrenta a una nueva crisis migratoria. ¿Hace Marruecos lo suficiente para ayudar a resolverla?
Desde el principio, ha estado entre las preocupaciones de su Majestad intentar tratar este problema de una forma distinta. Tiene una visión africana, de relación profundamente arraigada con los países de África. Somos africanos. Lo que estamos proponiendo como visión, y lo que estamos haciendo en este campo – no es solo retórica – los migrantes en suelo marroquí tienen un estatus distinto. Estamos haciendo lo que podemos para ayudar. No solo por lo que está ocurriendo en Europa, es nuestra visión, por nosotros mismos, intentar ser tan humanitarios y abiertos de mente como sea posible. Se me olvidó decirlo antes: no solo somos judíos, bereberes, árabes, sino también africanos. Nuestra actitud, visión y estrategia están determinada profundamente, históricamente, por nuestras raíces africanas. Por eso tenemos que mirar el asunto de la inmigración y el aspecto humanitario de forma distinta, no solo como un asunto de seguridad.
Marruecos se está desarrollando muy aprisa. ¿Acabaremos yendo los españoles a buscar trabajo allí?
Ya vio lo que ocurrió durante el inicio de la crisis financiera: muchos españoles vinieron a trabajar a Marruecos.
¿Y fueron bienvenidos?
Se lo tendrá que preguntar a ellos. Pero yo creo que sí. No es por casualidad. Compartimos tantas cosas. Históricamente, culturalmente, humanamente. Creo que toda diferencia cultural que haya es enriquecedor para los dos pueblos.
© Alejandro Luque | Especial para M’Sur
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