Opinión

Sin lágrimas

Amira Hass
Amira Hass
· 2 minutos

opinion

 

N. se reía la primera vez que me describía a los dos menores que reprendía desde lejos, mientras sacudían las ramas del olivo con un bastón para recoger las aceitunas. Tenían puesto auricolares y llevaban kipá blanca y un talit, la indumentaria ritual judía.

N. se seguía riendo cuando le pregunté si la policía israelí, a la que llamó para poner fin a ese robo a plena luz del día, había dado continuidad al asunto interponiendo denuncia contra los chavales. La policía encontró tres sacos llenos de aceitunas que los chavales israelíes habían dejado atrás cuando emprendieron la fuga, al darse cuenta de que venían los agentes.

La tercera carcajada de N. era especialmente estrepitosa, y llegó cuando le pregunté cuántas veces había ya prestado testimonio ante la policía israelí a causa de los ataques de los colonos contra su pueblo, Burin, al sur de Nablús. No recordaba el número exacto. Sabe, sin embargo, que nunca se ha formalemente acusado ni procesado a nadie.

Solo en el mes de octubre se han registrado doce casos de agresiones israelíes contra agricultores palestinos en el centro de Cisjordania, de los que tres tuvieron lugar en la aldea de Burin: agresiones físicas, robo de aceitunas y sobre todo mutilaciones de cientos de árboles. En los últimos tres años, Burin ha sufrido 48 ataques, 24 de ellos en 2018.

Burin es una metáfora de las decenas de pueblos sometidos a una violencia impune de los colonos israelíes. Ellos vuelven tranquilamente a sus asentamientos tras el crimen. Entre risas, N. me ha explicado que ya no le quedaban lágrimas.

·

© Amira Hass  | Primero publicado en Internazionale | 5 Noviembre 2018 | Traducido a partir de la versión italiana de Andrea Sparacino por Ilya U. Topper

¿Te ha interesado esta columna?

Puedes ayudarnos a seguir trabajando

Donación únicaQuiero ser socia



manos