Entrevista

Emilio Sola

«Los problemas del Mediterráneo se arreglan en la cama»

Ilya U. Topper
Ilya U. Topper
· 22 minutos
Emilio Sola (Estambul, Feb 2019) | © Ilya U. Topper / M’Sur

Estambul  | Febrero 2019

 

-¿Cuándo estuvo usted en Argelia?
-Pues a partir de mil quinientos setenta y… ¡ah, no! Mil novecientos setenta…

Es un lapso, pero uno le creería a Emilio Sola si dijera en serio que estaba en Argel entre 1575 y 1580, al igual que Cervantes. Tan vivo es el retrato que el historiador traza de la sociedad de la época, de corsarios, virreyes, renegados, moriscos, intrigas y rescates. Pero no: Emilio Sola (Cangas de Onís, 1945) estuvo exactamente 400 años más tarde, y en Orán, donde tuvo a su cargo la difusión de la lengua de Cervantes. Una vida académica acompañada siempre por la otra faceta del pensador: la de escritor irreverente, poeta premiado con un accésit al Adonis, socio fundador del bar La Vaquería de la calle Libertad en los setenta, todo un precursor de la Movida madrileña – “estabilizado de ingresos y redadas de policía”, diría más tarde – en el que en 1976 colocaron una bomba los Guerrilleros de Cristo Rey – y aún en 2015 autor de una divertida y alocada glosa sobre la Acampada de Sol.

A Estambul, sin embargo, Sola llega en su calidad de cervantista y profesor – ya emérito – en la Universida de Alcalá, como participante de unas jornadas que organiza el Instituto Cervantes, dedicadas a la presencia de la vieja Constantinopla en la obra del escritor manchego. Porque – dirá la filóloga turca Nesrin Karavar, autora del proyecto de adherir la ciudad del Bósforo a las ciudades cervantinas – si bien Cervantes nunca estuvo en Estambul, Estambul sí está en Cervantes. Y no solo Estambul, añade Sola, sino el Mediterráneo entero.

¿Estuvo Cervantes alguna vez en Estambul?

En principio, no. Lo que sí puede ser es que otro que se apellidara Cervantes, sí. Porque en uno de los documentos de Simancas hay una relación de cautivos, y hay dos Cervantes. Hay bastantes Cervantes por ahí en la documentación, pero la estancia en Estambul no está documentada por el cervantismo oficial.

Un académico turco, Rasih Nuri Ileri, cree haber descubierto que un tal Miguel de Cervantes trabajaba en la construcción de una mezquita de Estambul.

«Cervantes es el único autor europeo que integra a los turcos en una vida del Mediterráneo»

La mezquita de Uluç Ali, precisamente (hoy Kiliç Ali Pasa Cami). Sabemos que Cervantes, tras su cautividad en Argel, vuelve a España a finales de 1580, luego va a Lisboa y en 1581 va a Oran a buscar los papeles del alcaide de Mostaganem, porque Uluç Ali viene con sesenta barcos, y Cervantes va de Cartagena a Orán a traer los papeles. Esto está documentado. Que haya aquí al mismo tiempo un Cervantes trabajando en la construcción: es otro Cervantes. Al igual que los dos Cervantes en la lista de cautivos. No es que se equivocara el copista. Uno sería escritor, otro no.

De haber estado, lo habría contado ¿no?

Claro, lo habria contado y lo habría utilizado literariamente muchísimo más. Y que conozca Estambul… está en Argel cinco años y la gente va y viene continuamente, y se cuentan sus aventuras y negocios. Es una cultura oral. Y a Cervantes lo rescatan cuando ya está encadenado en la galera de Hassan Veneciano, para salir a Estambul. Al final, el fray Juan Gil consigue los quinientos escudos, que es un pastón, a última hora, y lo desencadenan y la galera se va a Estambul. Cervantes sale de casualidad.

Ya podría haber esperado un poco el fray.

Pero igual de Estambul, Cervantes no habría vuelto. O no habría podido escribir…

¿De sus cuatro años de cautiverio en la Argel otomana, Cervantes no se llevó un rencor contra los turcos?

Cervantes no solo no habla mal de los turcos sino que es el único autor europeo que los integra plenamente en una vida del Mediterráneo normalizada. Y además en muchas de sus obras. Con sus matices; como autor español del siglo de oro, de la monarquía católica, no puede hacer un canto al turco, al renegado. Hace un canto a Estambul en la Gran Sultana, Catalina de Oviedo. Cervantes estuvo cuatro años cautivo en Argel y nada más volver a España escribe una obra de teatro que es Trato de Argel, después de ver el espectáculo de la ciudad corsaria argelina, que es como el brazo armado de los turcos en el Mediterráneo occidental.

¿Y qué nos cuenta ahí?

«Argel: una sociedad que pone precio a todo, incluso a los hombres; el capitalismo de la época»

Describe qué es la modernidad. Qué es lo que nos viene encima a Europa y al mundo en estos momentos. Y se nos viene encima una sociedad que pone precio a todo. Incluso a los hombres. Se compran y se venden como una mercancía más: eso es el cautivo. Hay un nuevo dios en el mundo que es el interés, a todo se le pone precio y para nuestra maldición, el hombre se convierte en mercancía. Es el capitalismo de la época. Y lo describe después de ver cómo es Argel, lo que se trafica allí, el hombre económico moderno, la guerra como un negocio. Es de una lucidez tremenda que pone los pelos de punta.

¿Es decir, los turcos, musulmanes, no daban entonces la imagen de ser unos fanáticos entregados a su fe?

No, no: ellos son corsarios y piratas. Hay un momento en una novela ejemplar, que se desarrolla en torno a la toma de Chipre por los turcos. Los personajes son casi todos sicilianos, algunos cautivos, otros renegados, musulmanes nuevos, a los que también se les llamaba “turcos de profesión”, uno que se ha convertido; profesión: ser turco, eso era el renegado. Y uno de los personajes dice: “El corsario, de cualquiera ley o nación que sea tiene un ánimo cruel y una condición insolente”. Sea de cualquier nación es insolente, un mal bicho. Da lo mismo que sea cristiano o turco.

¿Tenían ley los piratas?

Para Cervantes, la religión es la ley. Elabora una teoría espléndida sobre los hombres que tienen una ley, da lo mismo que sea la de Cristo, la de Mahoma o la de Moisés, porque frente a ellos están los hombres que no tienen ninguna ley. Esos son los bárbaros. Un bárbaro es un hombre sin fe ni ley. Tú tienes una fe, una ley, y ya eres civilizado. Sea la de Cristo, Mahoma o Moisés.

Eso corresponde al ideario musulmán de considerar creyentes a cristianos y judíos y musulmanes, frente a los ‘kuffar’, los infieles, que no creen en el Dios monoteista, ¿no?

«En cuanto te descuidas, Cervantes te casa una mora y un cristiano o una cristiana y un moro»

Exacto, eso es, y eso lo capta Cervantes muy bien. Y lo desarrolla sobre todo en Los trabajos de Persiles y Sigismunda, su obra postuma, que piensa que es su gran novela y se muere sin terminarla. Y todavía están los cervantistas encandiladísimos con ella y están cada día encontrando nuevos personajes. Y esa es una de sus tesis básicas: el hombre civilizado frente a la barbarie.

¿Cómo se expresaba eso de compartir civilización?

En la obra El gallardo español hay un soldado cristiano y un caballero musulmán que se llama Alí, Alimuzel. Y se despiden: “Tu Mahoma, Alí, te guarde”, y el otro responde: “Tu Cristo vaya contigo”. Una fórmula de cortesía caballeresca entre dos personas de diferente religión, única en la literatura europea. No tiene por donde cogerse en un mundo de enfrentamiento islamo-cristiano en el que al enemigo hay que demonizarlo. Y en cuanto te descuidas, Cervantes te casa una mora y un cristiano o una cristiana y un moro.

¿En ambas direcciones?

En ambas direcciones y con todas las variantes que quieras. Una morisca como Ana Felix tiene de novio a un cristiano viejo, Gaspar Gregorio. Y un soldado cristiano viejo como Ruy Pérez de Biedma, de los montes de León, del Bierzo, se casa con la mujer más bella de Argel, la bella Zoraida, hija de Agi Morato, que además es un personaje con tintes históricos reales. Agi Morato es un rico en Argel cuando Cervantes está ahí cautivo, de origen eslavo o húngaro, que está en Argel y tiene una hija muy guapa que se casa con el heredero al trono marroquí que es Abdelmelek, que se va a Marruecos, donde va a morir en la batalla de los tres reyes en el setenta y ocho…

Según el islam, un moro se puede casar con una cristiana, pero no al revés. ¿Eso a Cervantes le importa? ¿Lo refleja?

En este caso, es un cristiano con una mora. Claro, antes de casarse, ella tenía que bautizarse, si no, no cuela en España.

Bautizada, no cuela en Argel.

«La literatura morisca, en aljamiado, está borrada de la historia de la Literatura española»

Ya, pero Cervantes escribe para un público español, no argelino. Pero hay algún personaje clave que no bautiza, y que alaba al máximo. Como nada menos que al autor del Quijote. Cervantes en el capítulo IX dice que él no es el autor del libro, sino que lo ha escrito Cid Hamet ben Engeli, que es arábigo y manchego, Y a lo largo de la novela no te lo bautizará.

Un morisco ¿no?

Sí, morisco. Hace todo un canto a él, como sabio y buen historiador. Y nadie se acuerda de que la segunda parte del Quijote empieza: “Como dice Cid Hamet ben Engeli…” Es una pieza clave del Quijote, y lo dice el propio Cervantes, que lo llama autor celebérrimo, en un momento en el que hace una alabanza a las cuatro patas del Quijote, que son Quijote, Sancho Panza, Dulcinea y Cid Hamet ben Engeli.

¿Sabemos si hoy todavía hay moriscos en Túnez o Argelia?

De origen, sí. En Túnez hay un pueblo entero, están muy localizados, y tienen memoria de su genealogía morisca, granadina.

¿Y conservan el español?

No, eso no. No pasa como con los sefardíes. Yo tuve alumnos en Orán, de Tremecén sobre todo, y era frecuente que supieran que eran de familia morisca. Algún chaval me decía que su abuela tenía aún la llave de la casa de Granada. No sé si será un mito…

Pero los moriscos expulsados en 1612 ya hablaban castellano ¿no?

El morisco español ya no sabía árabe. Escribían aljamiado. Hay una historia sobre una sequía en Argelia, en 1612, donde hacen rogativas los musulmanes, los judíos, y al final los cristianos también, y los musulmanes dicen que la sequía es una venganza de Dios porque hay tantos moriscos, y no están circuncidados. Anécdotas de este tipo dan muchas pistas sobre la vida cotidiana.

Escribían en aljamiado, es decir, si aprendían a leer, era con el alfabeto árabe, pero su idioma era castellano?

«Entre 1600 y 1609 se habla de que la manera de integrar a los moriscos es que se casen»

Eso es. Hay toda una literatura aljamiada, muy rica, en español, pero en caracteres árabes. Pero de la historia de la Literatura española está borrada. No aparece para nada. En el Quijote hay un personaje, el morisco Ricote, es el nombre de un valle de Murcia adonde los moriscos volvían una y otra vez, si los expulsaban. Ricote es vecino de Sancho Panza y tiene una hija muy guapa, que es Ana Felix, la que se casa con el cristiano viejo, y tiene un tesoro escondido. Y Ricote llega a decir que se siente español. Cervantes habla de la desdichada nación de los moriscos. Los trata con mucho mimo.

¿También se casaban?

Los matrimonios mixtos eran un tema del debate sobre los moriscos en España. Pedro de Valencia, discículo de Arias Montano, tiene un tratado sobre los moriscos que no se publica hasta después del año 2000 –hay mucho texto inédito si no está de acuerdo con la postura oficial política– y defendía la integración de los moriscos mediante una fórmula de Séneca, que abogaba por el matrimonio entre ciudadanos romanos y bárbaros, una manera de integrar y incorporar nuevos territorios.

¿Y se intentó copiar esta fórmula para los moriscos?

Son cosas que eran temas de conversación entre 1600 y 1609. Cervantes es muy amigo de gente del entorno de Pedro de Valencia. Hay también un jesuita que habla de esto: la manera de integrar a los moriscos es que se casen. Se unificará la sociedad. Y esto es el mensaje cervantino, sobre todo en la Gran Sultana: el problema entre turcos y cristianos, a espadas, a guerras por el Mediterráneo… pues lo arreglan en la cama.

Otro matrimonio mixto, pero con ella, cristiana…

Catalina de Oviedo es un niña muy guapa y asturiana, eso quiere decir cristiana vieja. Y es un matrimonio que a lo largo de la obra funciona muy bien, están muy enamorados. Al final de la obra, doña Catalian está preñada de cuatro meses del sultán y le va a dar el heredero del imperio, que será un otomano español. Y Cervantes hace que el sultán coja a doña Catalina y la lleve a la habitación, diciendo: Ven, cristiana de mis ojos, que te quiero dar de mi alma los despojos. Vamos, le va a echar un polvazo.

¿Así termina la obra?

Así termina, como una historia de amor, en lo más alto. Y salen los garzones del palacio gritando Viva doña Catalina de Oviedo, viva nuestra sultana, y sale el que despide la obra y dice de Catalina: Que de su libertad y su memoria se haga una nueva y verdadera historia.

¿Tiene algo de fundamento histórico?

Cervantes está en Argel de 1575 a 1580 y en 1776, me parece, muere Selim, y el sultán nuevo es Murat III, que es hijo de una sultana veneciana. A Cervantes le llegarían noticias de que había muerto el sultán y que el sucesor era hijo de una cristiana. Y le da vueltas a una historia posible de fronteras, y se le ocurre una obra de teatro. Aunque es veneciana, la hace asturiana, para que su público entienda mejor la metáfora.

Podría haber ocurrido perfectamente ¿no?

Sí sí, claro. Y luego la historia es muy bonita, es un romance: En un bajel de diez bancos, de Málaga en invierno, partió a Orán, un hidalgo, un tal Fulano de Oviedo, hidalgo, pero no rico, maldición del siglo nuestro, que parece que el ser pobre al ser hidalgo es anejo… ¿Cuál era la maldición de España? La pobreza de los hidalgos. Y un tal Fulano tiene que irse a Orán, lo cogen los corsarios, Catalina es muy guapa, la venden al sultán de Turquía, ella dice que quiere seguir siendo cristiana.. Si no, tampoco cuela: es una obra de teatro, una peli de ahora, para que la vea todo el mundo. Para que pueda haber un público español que lo valore, ella tiene que querer seguir siendo cristiana, y a él no le importa.

Según las normas del islam, efectivamente no importa. Al revés sería distinto.

«Mete un erotismo divertidísimo, juguetón, todo el mito de la sexualidad exacerbada turca»

Sí, la verosimilitud es clave para Cervantes. No usa un argumento que no sea verosímil. Además mete un erotismo divertidísimo, juguetón, mete todo el mito de la sexualidad exacerbada turca, aparece un cadí al que le gustan los garzones italianos, hay un español que anda por ahí consiguiéndole italianitos, que es Madrigal, el pícaro de la obra. Hay una pareja de alemanes, a la chica la han hecho cautiva y el chico es su novio que está muy enamorado de ella y la persigue hasta Estambul, se disfraza de mujer para meterse en el harén y estar junto a su novia, y la deja preñada. Y al sultán le dicen los visires que tiene que preñar a una de sus mujeres del harén porque necesita hijos urgentemente, que no puede estar el imperio sin sucesión. Y va el sultán y elige justamente al novio de la chica. Fíjate el lío que se monta.

Un lío bastante cosmopolita, me parece…

El mundo berberisco está lleno de españoles también. En la obra de Cervantes hay renegados buenos y renegados malos. El renegado no es un maldito. Cervantes se pregunta: ¿qué busca un renegado? Y se responde: alcanzar libertad en esta vida. Es una filosofía de un sentido práctico y una lucidez que pone los pelos de punta. En ese momento, las pateras no van del sur al norte, van del norte al sur. Un renegado, un musulmán nuevo, puede tener un brillante porvenir.

¿No eran solo cautivos?

No. Muchos eran soldados en Orán, que estaban hasta el gorro de ser cuarteleros y se largaban a Berbería. Ahí se podían casar más, todos lo mitos que quieras: sexo, drogas y rock ‘n roll.

¿Tenían mejor futuro en el otro bando?

En los sectores populares del Mediterráneo hay muchas biografías de musulmanes nuevos, de renegados, con un ascenso social prodigioso. Uluç Ali mismo, de un pueblo muerto de hambre, pescador de bajura calabrés, el Tiñoso le decían, no querían ni remar en las galeras con él, llegó a almirante de la flota otomana. En el Quijote aparece. También Hassan Veneciano, un chaval veneciano al que hacen cautivo cuando es grumete en una nave de Ragusa. Es cruel pero animoso y valiente. Con veinte años ya es capitán de galera, ha pasado de ser esclavo de Uluç Ali a capitán de un barco suyo. Y a los treinta años…

¿A dónde llega?

Tiene la misma edad que Cervantes, y cuando Cervantes está cautivo, ¿quién es el rey o virrey de Argel? El Veneciano. Antes está un sardo, Ramadán Bajá, cautivo desde niño, al que enseñan leer, es muy listo, le gusta mucho leer el Corán, llega a capitán de barco y a virrey de Argel, de la mano de Uluç Ali, y luego viene el Veneciano. Fíjate qué carrera más meteórica.

Con todo eso ¿por qué no se han hecho ya películas y series de televisión en Netflix?

¡Hombre….! ¡Una superproducción sobre Uluç Ali! ¡Se forrarían!

¿Por qué tenían esas carreras meteóricas en el bando turco, pero no en el cristiano?

El ideal del hombre renacentista: virtud y fortuna. Las tres fuerzas que mueven al hombre, ocasión, necesidad y fortuna, son las tres grandes diosas del Mediterráneo. Y se puede aplicar mucho más en la sociedad musulmana de ese momento: los musulmanes nuevos pueden ascender en esa sociedad.

¿Porque no hay clases aristocráticas, de nobleza e hidalgos, como en el lado cristiano?

«Las fuerzas que mueven al hombre, ocasión, necesidad y fortuna, son las tres grandes diosas del Mediterráneo»

Por eso. También entre los venecianos hay un aviso al Dux: Cuidado, hay padres y familias de Quíos y Candía que mandan a sus hijos jóvenes a Estambul a buscarse la vida: todos acaban captados por los musulmanes. Cuidado, que no vengan los jóvenes de los nobles venecianos con sus naves aquí, que en seguida los captan. Es un problema de Estado.

No los capturan, sino que los captan… ¿Toda una fuga de cerebros?

Y de mano de obra: allí tienen porvenir, y en sus tierras de origen no. El caso más famoso es el de un corsario genovés instalado en Sicilia, que tiene un hijo con la señora Lucrecia, hija del gobernador de una ciudad bajo control turco. Es muy guapa y se enamora y se casa, un cristiano con una musulmana, ella se hace cristiana, tiene varios hijos, uno de ellos cae prisionero de los turcos con su padre, al padre lo dejan ir, pero al chaval lo casan con una sultana, se queda en Estambul, llega a almirante de la flota turca, es Escipión Sikala, en turco Sinan Bajá, el que sucede a Hassan Veneciano, ya a finales del XVI. Y un día llega, en torno a 1600, con toda la flota turca ante Messina y le dice al gobernador de Sicilia: Vengo a ver a mi mamá, la señora Lucrecia. Le mandan a la señora Lucrecia en dos galeras y él la llena de regalos, pero ella le mete una regañina de la hostia, hijo mío, te vas a condenar…

¿Eso también lo cuenta Cervantes?

No, es posterior. Está en una plataforma que tengo en internet, el Archivo de la Frontera, que llevamos ya quince años. Lo último que metimos son documentos sobre dos turcos en Barcelona, en 1544. Iban en misión diplomática de Argel a Tolon, donde estaba Barbarroja, y naufragan frente a Collioure; los llevan a Barcelona y los interrogan por separado. En el interrogatorio que les hacen ves el Mediterráneo de primera mano. Eso es lo que llamamos literatura de avisos, o de frontera o de información, es la literatura precursora de los periodistas. Son los maestros vuestros.

¿De dónde salen estos escritos?

Proceden bien de una deposición, un interrogatorio, o de una carta de avisos, informando: “Salió la flota turca y son tantos barcos…” o bien de cautivos que vuelven y cuentan lo que han visto. Es la gran literatura del siglo de Oro, casi toda inédita. Y es plenamente cervantina.

¿Leer esto obliga a cambiar muchas ideas de la historia que nos enseñaron en el colegio?

Hombre, claro. Con esto podríamos contar una historia como dios manda. Pero yo ya no sé contarlo, con todos los libros que tuve que tragarme. Algún prejuicio se me va a colar. Que la lean estudiantes argelinos, turcos, españoles. Y cuéntame qué has leído. A ver cómo suena.

No sé si los prejuicios se van perdiendo ¿o van a más?

Igual van a más, sí. ¿Cómo explicas tú una historia de España donde te hablan de la Reconquista como la base de nuestra existencia?

¿Cuándo se acuña este término de Reconquista?

Pues en el siglo XIX. Yo soy de Asturias, por eso me afecta tanto la historia de Catalina de Oviedo. Un asturiano de pro dice: “Asturias es España y lo demás, tierra conquistada a los moros”. Esa es la mentalidad. Qué concepto de nación. Eso es Vox.

Usted vivió en Argelia en los años setenta. ¿Ha cambiado mucho el país?

«Cervantes se pasa por el forro de los huevos a cristianos, a musulmanes, a los dioses del Olimpo»

Yo estuve de 1976 a 1984. Fue la época de Houari Boumediene, luego vino Chadli Benjedid. Con Boumediene, Argelia encabezaba el movimiento de países no alineados, estaba el Polisario, bajé a los campamentos, eran recién llegados. Me fascinaba la propaganda sobre la gran muralla verde, el proyecto de plantar un bosque en el borde del Sáhara para detener la desertificación, o el ferrocarril transafricano. Había voluntariado de chavales en la revolución agraria… pero fue todo un bluff, un fracaso, lo burocratizaron, se fue viniendo abajo poco a poco.

Siendo Cervantes la gran figura de la literatura española ¿por qué no tenemos asimilada su visión del Mediterráneo?

El teatro de Cervantes no se pone en España, La Gran Sultana la pusieron una vez dos meses, tuvo un éxito tremendo y la quitaron, no la volvieron a poner. Solo te dan el Quijote. A todo lo más de teatro te cogen Numancia, que es lo más rancio, lo más chocho. Pero La Gran Sultana, El gallardo español… nada. Hay una obra que me tiene enamorada que es La casa de los celos, donde se pasa por el forro de los huevos a cristianos, a musulmanes, a los dioses del Olimpo, a la caballería, a la saga de Orlando… todo lo trastoca y lo trabuquea y lo dinamita. Termina media hora antes de la batalla de Roncesvalles.

Con lo canonizado que está Cervantes, no teníamos esa imagen de un escritor irreverente.

Cuatro días antes de morirse escribe la dedicatoria de Los trabajos de Persiles y Sigismunda, al duque de Lemos. Viene a decir que aún tiene mucho por escribir y que le gusta mucho escribir como en profecía, adelantándose a su tiempo, lo que hacen ahora los analistas políticos en la tele, aunque esos no aciertan ni una: Atando los rotos hilos de mis historias, se verá lo que quise decir y lo que se convenía.

¿Es decir que practicaba la autocensura?

Más o menos, pero sutilmente. Y ahora nos tiene todavía a los cervantistas atando hilos rotos, a ver qué quería decir. Nos tiene todavía en ascuas a generaciones, detrás del mensaje de Cervantes.

·

© Ilya U. Topper  | Especial para M’Sur

¿Te ha interesado esta entrevista?

Puedes ayudarnos a seguir trabajando

 

Donación únicaQuiero ser socia



manos