Artes

Javi Ruibal

Perla de la medina

M'Sur
M'Sur
· 4 minutos

La importancia de llamarse Javier

Javi Ruibal | © J. Ruibal / Foto promocional

Gran Teatro Falla, año 1997. El cantautor Javier Ruibal presenta su disco Contrabando ante el público gaditano, y dedica el concierto a sus dos hijos, que no pierden detalle desde el palco: Javi, de apenas 14 años, y que ya siente el tirón de la música, y Lucía, que andando el tiempo cumplirá su deseo de ser bailaora flamenca. Todavía queda lejos la hora en que los tres se reúnan sobre un escenario con el espectáculo Casa Ruibal. En ese momento, lo que hay es mucha admiración, muchos sueños cobrando forma y moldeándose, mucho amor traducible en partituras. Pero con esa dedicatoria, acaso sin saberlo, el padre está señalando una senda, quién sabe si dictando un destino.

Javi no desoyó la llamada. Empezó a inclinarse por la percusión y la batería, aprovechó bien las enseñanzas de los amigos talentosos que pasaban por casa –creo recordar que Guillermo McGuill fue de los primeros–, se empeñó bien en la tarea de crecer. Y como dios los cría y ellos se juntan, encontró en su camino a dos aliados de excepción, el bajista Dani Escortell y el guitarrista Jose Recacha, con los que además de fundar el trío Glazz se dieron a conocer con vídeos muy locos, que revelaban la frescura y la libertad que iba a caracterizar su sonido.

No tardaría Javi en acompañar a su padre en los escenarios, al tiempo que era fichado por un grande del flamenco como Dorantes. Con ambos recorrerá medio mundo, y no solo literalmente. Basta conocer un poco el horizonte de ambos creadores para hacerse una idea de la riqueza musical a la que el percusionista ha estado expuesto, y de la que ha sido activo partícipe.

El Javi Ruibal del presente no tiene ya nada que demostrar, pero sí que cabía preguntarse de qué sería capaz si se decidía a grabar ese disco en solitario que llevaba tiempo rondándole. Hasta que por fin se metió en el estudio, trabajó a conciencia y el resultado es este Solo un mundo, cuyo título, además de animarnos a preservar el medio ambiente, nos invita a recorrer geografías sonoras altamente estimulantes: de los Balcanes de Sutjeska a los aires morunos de Toubkal, del sabor latin-jazz de Varaicacos a la atmósfera orientalizante de Quirimbas, o los tiempos africanos de Kaboré Tambi… Sin olvidarse, claro, de barrer para casa con un guiño a Doñana y otro a Benamahoma…

Javi Ruibal no ha necesitado escrutar un atlas para encontrar estos lugares: los ha recorrido, no sé si físicamente –y poco importa– pero sí musicalmente, pues ha heredado de familia la alergia a las fronteras y la curiosidad por ver y oír lo que el otro, esos otros que se han dado en llamar extranjeros, puedan llevar consigo, a veces como único equipaje: ritmos, melodías, canciones. Sí, hay solo un mundo, nos recuerda este portuense a golpe de baqueta, escobilla o mano desnuda; pero hay en él tanto que ver, oír y sentir, que no necesitamos que nos vendan ningún otro.

[Alejandro Luque]

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Toubkal

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[Cedido en exclusiva a M’Sur por Javi Ruibal. Forma parte del nuevo disco Solo un mundo, ya en tiendas.  También se puede pedir en la web de la discográfica Lo Suyo]

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