Artes

Zainab Fasiki

Hshouma

M'Sur
M'Sur
· 4 minutos

Ella se planta

Valentía. Es la primera palabra que se le ocurre a uno cuando ve los dibujos de Zainab Fasiki. Esta joven ilustradora marroquí ha conseguido catapultarse a la atención mediática y social con un golpe de audacia: desnuda a la sociedad. No en sentido figurado. En el literal.

En un país donde hasta los pintores más consagrados solo cuelan ocasionalmente un desnudo en alguna exposición – se puede, pero púdicamente, como quien no quiere la cosa – Zainab Fasiki (Fes, 1994) rompe con todo pudor. Le pone un espejo a la sociedad, desde dentro del hammam: esto eres tú. Más valiente aún: esto soy yo. Porque su modelo más recurrente, una chica esbelta, de pelo negro, liso, cortado un palmo por encima de los hombros, es ella misma, qué duda cabe.

Algo doblemente audaz en un país donde la oleada de wahabización, la misión salafista iniciada en los años ochenta, ha llegado tan lejos que hoy día hay jóvenes, mocosos de quince años, que llaman “desnuda” a cualquier chica en la calle que no se pone el velo islamista. Si va a la playa en bikini ya ni digamos. Y ahí va Zainab Fasiki y se planta desnuda en las redes sociales. Con tetas y coño al aire. A la vista de todos, a la polémica de todos. Hshouma, lo llama: Vergüenza. El concepto marroquí universal para todo aquello que una chica decente no debe hacer. Yo lo hago. Ahora, debatid.

El desnudo es el primer gran golpe, pero lo que expresa no lo es menos. La libertad, los derechos individuales, la ruptura con las normas que asignan a toda mujer un espacio y un rol determinado, es el mensaje que trasluce en todas las viñetas de la dibujante. Suele ser una palabra, una frase breve, a menudo en el dáriya marroquí, la lengua de comunicación de todo el país, otras en árabe estándar, otras también en inglés. Algo muy marroquí también: andar entre los idiomas.

A veces, la combinación de dibujo y frase es de inmediato obvia para el espectador, como en la viñeta que muestra a una chica desnuda con una serpiente –encarnación del pecado– y las frases Dkhoul so9 rassek –“Métete en tus asuntos”, en dáriya– y I am free (Soy libre), en inglés. En el dibujo de una Zainab desnuda y verde que se alza sobre los rascacielos de Casablanca tal vez podamos ver una alusión a King Kong: yo tengo superpoderes, parece decirnos. Otras, el mensaje está más abierto a interpretaciones: este dibujo de una joven en el telar, con las palabras “Alfombra persa extraordinaria” ¿es un homenaje a la tradición artesana de las mujeres marroquíes? La joven desnuda que toca el laúd bajo el mensaje “La música cura todos los males” ¿una alusión a la tradición árabe clásica de música, puesta en entredicho hoy día por los salafistas como si de un pecado se tratara? ¿Y es también una denuncia de ese mismo fundamentalismo importado de Arabia Saudí la viñeta que muestra el rostro de una mujer cubierto de los tradicionales tatuajes amazigh y la palabra Hshouma? Porque hace pocos años, los salafistas también declararon pecado el milenario hábito de las mujeres bereberes de tatuarse el rostro.

Más obvio es el guiño rompedor de tabúes en el dibujo que muestra a una chica con bastante vello en el cuerpo, cubo en mano, que obviamente se dispone a pasar por el tradicional y prácticamente obligado procedimiento de depilarse entera: “Esta belleza solo se puede ver en el hammam”. Otras veces, la viñeta se sale de lo políticamente obvio y se torna arte para reflexionar, como en el dibujo de una mujer – desnuda también – con cabeza de carnero, levantando la tapa de un tayín, el universal plato marroquí, y las palabras “Guía mi alma hacia ti”. A primera vista, la mujer parece una diosa egipcia, y quizás no sea casual. Hasta que nos fijamos en la etiqueta que cuelga de la oreja: ¿quizás no sea más que una alusión al carnero que todo musulmán debe sacrificar el día del Aid?

Zainab Fasiki nos hace reflexionar. Y así se planta, desnuda, bandera en mano, con sus manos cubiertas de las geometrías de la alheña marroquí (y un papelito con la palabra Suerte), en la última viñeta: Este es mi corazón, esta es mi reflexión.

[Ilya U. Topper]