Opinión

Comer no es un crimen

Sanaa El Aji El Hanafi
Sanaa El Aji El Hanafi
· 6 minutos

opinion

 

«Somos una comunidad que se preocupa por buscar a quien no hace el ayuno en ramadán para castigarlo, y no busca a quien tiene hambre durante todo el año para alimentarlo». Esta frase que leí hace un tiempo en las redes sociales se ha quedado grabada en mi mente.

Con cada mes de ramadán, empieza el debate sobre el derecho a no ayunar de manera pública en varios países y sociedades que lo penalizan haciendo uso de la ley. También se castiga con acoso o violencia social.

Ahora, pensemos tranquilamente y sin emoción: Primero, no hay nada en el Corán ni en la sunna que obligue a castigar a quien no hace el ayuno en ramadán con encarcelamiento o golpizas. El principio del ayuno en el islam se basa en la siguiente regla de Dios: «Cada acción que realiza el ser humano es para él mismo, excepto el ayuno, que es para mí, y soy yo quien lo recompensa». Existen, de hecho, algunos tipos de expiación proporcionados por el Corán, pero permanecen en el contexto de la relación de un musulmán con su Dios. ¿Por qué, entonces, algunos (un Estado o individuos) deciden tomar el lugar de Dios para castigar a los que no hacen ramadán, haciendo uso de la prisión o de palizas? Entonces, ¿no sabemos que existe otro versículo que dice: «Ningún alma aguantará la carga de otra», con el argumento de que nadie es castigado por el «pecado» de otra persona?

¿La persona que no ayuna no tendrá derecho a ejercer su libertad en el espacio público?

Si el musulmán que ayuna considera que el acto de comer en su presencia perturba su fe, debe revisar seriamente su creencia. Pues, si ver a otros comiendo daña su ayuno, significa que su fe es muy frágil y puede desestabilizarse por las más simples (y banales) razones. Pero, ¿por qué la misma persona que ayuna no se enoja cuando un extranjero come delante de él? ¿Será que sabe que no es musulmán y, por lo tanto, no está obligado a ayunar?

Además, todos aquellos que ayunan fuera de ramadán (para ganar puntos con Dios o para recuperar los días de ayuno que no han podido hacer durante ramadán), ¿por qué no se molestan en ese caso al ver la otra gente comiendo y solamente les fastidia eso durante ramadán?

Si intentamos responder a estas preguntas de manera objetiva, nos daremos cuenta de que no es más que un deseo oculto de ejercer la tutela a quienes se supone que pertenecen a la misma religión y que deben hacer exactamente lo mismo que nosotros… Por lo tanto, nos preocupará la posibilidad de ejercer su derecho a estar en desacuerdo.

Por otro lado, algunos consideran que todos tienen el derecho a comer en ramadán, pero en sus casas. Incluso el ministro marroquí de Derechos Humanos, Mustafa Ramid, anunció durante su mandato como ministro de Justicia que todos tienen derecho a comer durante el ramadán, pero en su casa. ¿No se traduce esto en algo ridículo y en mucha dictadura? ¿El espacio público es exclusivo solo para ayunar? ¿La persona que no ayuna no tendrá derecho a ejercer su libertad en el espacio público?

Entonces, recordemos que hay musulmanes en Europa, América, India y otros países, donde la mayoría no es musulmana. ¿Cómo pueden estas personas ayunar, rodeados de ciudadanos locales que comen y beben alcohol y se visten como desean, sin perturbar sus convicciones? ¿Podemos imaginar, por ejemplo, un musulmán canadiense o un alemán que le pide a sus colegas que no coman delante de él para respetar su ayuno?

¿Será el ayuno y la fe de un musulmán en un país con una mayoría islámica más frágil que el de un musulmán en un país con una mayoría no musulmana? ¿No es la respuesta objetiva a esta pregunta una vez más el deseo de ejercer la tutela sobre quien se supone que se parece a nosotros en los países que consideramos musulmanes y nadie tiene derecho a creer lo contrario?

Siempre que yo sepa que eres musulmán, tu deber será parecerte a mí en el comportamiento

Habrá quien dirá que tiene colegas en Alemania, Gran Bretaña o los Estados Unidos, que no comen en su presencia durante ramadán, «por respetar sus sentimientos» (aunque es extraño considerar que los «sentimientos» se ven perjudicados al ver a alguien comer). Por encima de todo, este comportamiento es muy educado por parte de una persona que respeta el derecho de los demás a ser diferentes -debemos prestar mucha atención a este detalle- pero sepamos que es un comportamiento opcional. ¡El problema, en la mayoría de nuestros países, es que se vuelve forzado!

Esto, sin olvidar que la mayoría de las personas en nuestros países no mueven ni un músculo cuando una persona es robada o golpeada, cuando una mujer es acosada o cuando nuestras calles están contaminadas… ¡Pero la mayoría de ellas intervienen para castigar a los que no ayunan en ramadán!

La verdad es que no es un tema de religión, sino más bien un deseo de controlar el comportamiento de todos y de «unificar la identidad»: siempre que yo sepa que eres musulmán, tu deber será parecerte a mí en el comportamiento y no elegir una forma de vida o convicción diferente.

Lamartine dijo una vez: «La virtud no tiene valor sin libertad». Repitámoslo siempre: ¡No hay valor para la religión, cualquiera que sea, sin libertad!
·

© Sanaa El Aji | Primero publicado en Al Hurra · 9 Mayo 2018 | Traducción del árabe: Lubab Khansa

¿Te ha interesado esta columna?

Puedes ayudarnos a seguir trabajando

Donación únicaQuiero ser socia



manos