Crítica

Sobran vírgenes en el más allá

Diana Mandia
Diana Mandia
· 6 minutos

Enquête au Paradis
Dirección: Merzak Allouache

Género: Largometraje
Guion: Merzak Allouache
Intérpretes: Salima Abada
Produccción: Baya Films, Les Asphofilms
Duración: 135 minutos
Estreno: 2017
País: Argelia
Idioma: Árabe magrebí, francés

 

En el paraíso hay ríos de miel y colores infinitos. Como todo el mundo sabe, al mártir lo están esperando 72 vírgenes de piel blanca y melena negra que no necesitan “Nivea ni vaselina”. En el más allá hay todo lo que uno no tiene en la tierra: amor, placer, despreocupación, mujeres sumisas y bellas con las que olvidar la miseria sexual de la vida ya perdida. Literalmente, porque para acceder a este paraíso hay que morirse primero, y no de cualquier manera.

El cineasta Merzak Allouache (Argel, 1944) abandona temporalmente la ficción en Enquête au Paradis (Investigación en el Paraíso) para recorrer Argelia, desde la capital a las puertas del Sahara, y construir un retrato crudo y desesperanzado sobre la religiosidad de los chavales que se adentran en la vida adulta sin más referentes que telepredicadores dogmáticos, hoy más bien youtubers wahabíes que invitan al desenfreno post mortem. Para hacerlo echa mano de un documental ficcionado: la periodista que interroga a los chicos ociosos de los cibers o al salafista arrepentido es en realidad una actriz, Salima Abada, a la que el realizador encomienda la tarea de interceptar a viandantes y líderes religiosos y preguntarle sobre su idea del paraíso.

La fantasía y el dogma se entremezclan en las respuestas, atravesadas por una misoginia sin complejos. Acompañan este itinerario las reflexiones de escritores como Kamel Daoud (Meursault: caso revisado) y Boualem Sansal (El juramento de los bárbaros) o la cantante Biyouna, que evidencian el foso abierto entre una Argelia de preceptos religiosos castrantes y una sociedad moderna que aspira a liberarse de ellos.

La cultura religiosa de los jóvenes argelinos es nefasta: la reemplaza el porno-islamismo

La estupefacción, la risa contenida por el candor de ciertas reacciones y, sobre todo, la incomprensión de la falsa reportera ante las respuestas son elocuentes: el más allá de los musulmanes rigoristas es una recompensa para hombres, la mujer es mero atrezzo destinado a saciar los deseos reprimidos de los muertos. “Nosotras en su paraíso qué vamos a hacer, ¿seguiremos limpiando y cocinando?”, se preguntan las feministas –Aouïcha Bekhti o Hamida Aït El Had– a las que también entrevista; más accesibles, claro, que las mujeres anónimas con las que se cruza en el mercado de Timimoun y que huyen al escuchar la pregunta como si pisaran terreno minado. Nedjma, el personaje de la periodista, muestra su frustración y enfado a lo largo de la pieza. “Es imposible investigar en este país”, se queja, cuando sólo recibe negativas, incluidas la de líderes religiosos que por toda respuesta le dicen que el dogma no se puede ni discutir.

Ficcionar a Nedjma plantea ciertas dudas. ¿Merece la pena crear ese personaje inexistente? Salima Abada, la actriz, habría podido desempeñar el rol de periodista sin más artificio. Lo hace bien, improvisa e interroga, se sorprende, vuelve a preguntar, comenta cada declaración con su compañero de viaje, Mustapha, también ficcionado pero con una presencia mucho menor en el film. Lo que sí queda claro es que la elección de una mujer para conducir la investigación no es casual: Allouache buscó expresamente una figura femenina para enfrentarla a la vida en pausa impuesta por una religiosidad sin espiritualidad ni moral, una fe cerril y una sexualidad desprovista de inteligencia y humanidad y, por lo tanto, también de intuición.

Las reflexiones de las feministas aportan oxígeno a la asfixia mental. Ellos, que en la vida real penan y se estresan con una, aspiran a 72 después de muertos, se burlan ellas. La virginidad (femenina) se idealiza hasta extremos ridículos, cuando lo más frecuente es que su pérdida sea un episodio sin gloria. El documental enfoca la idea masculina del amor, el sexo y el cuerpo de la mujer, tan obtusa o más en el hombre, y esta espectadora, a veces cansada de que se insista siempre en analizarlas a ellas como seres sumisos drogados con el cuento del amor romántico, lo ha agradecido.

La virginidad es el capital, el CAC 40, el índice bursátil del cuerpo de la mujer

Visto en una sala de cine, Enquête au Paradis evidencia risas y cuchicheos porque es un documental francamente divertido. Quien la ve logra sentir el ansia de querer entender. En el mercadeo de la religiosidad, el paraíso es la pieza mayor, premio por un mundo hostil y frustrante. Sin una vida cultural digna de tal nombre, sin herramientas para la reflexión y la crítica –tampoco educativas, lamenta el psiquiatra Mahmoud Boudarène– los hombres jóvenes se echan a la vida sin referencias que les ayuden a protegerse. Su cultura religiosa es nefasta, el porno-islamismo la reemplaza. El sufrimiento de la década negra se usa como arma arrojadiza contra los que se alzan contra un régimen inmóvil (en 2017, Bouteflika seguía gobernando el país, enfermo ya y en silla de ruedas). La escritora Sarah Haidar, en conversación con Nedjma, dice al final del documental que el pueblo argelino, conocedor de primera hora de la violencia del salafismo, se merece de una vez por todas una sociedad laica.

Viendo Enquête au Paradis, una recuerda los espectáculos del humorista Fellag, que abandonó en los noventa, en plena guerra civil, el Teatro Nacional de Argel para continuar su carrera en Francia. En sus piezas siempre aparece de alguna manera el hittisme: la práctica de arrimarse a los muros de las calles y ver pasar el día, condena impuesta por el desempleo masivo al jovencísimo pueblo argelino. También explica Fellag con mucha sorna que toda la miseria de su país procede de unas relaciones entre hombres y mujeres marcadas por la sospecha, la hostilidad y la separación radical de los espacios. La virginidad es el capital, el CAC 40, el índice bursátil del cuerpo.

Ante tal panorama no es de extrañar, como sugiere el documental, que las prédicas que los adolescentes escuchan como un coaching religioso puedan contener un grave error de interpretación: ¿Serán 72 vírgenes las que hay en el paraíso para cada hombre? ¿O será tan solo una, pero virgen a los 72 años?
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