Opinión

Bagatelas de la Justicia

Hürrem Sönmez
Hürrem Sönmez
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Lo dijo el presidente de la Unión de Colegios de Abogados de Turquía, Metin Feyzioğlu: “No quiero entrar en las discusiones sobre el inicio del año judicial; quiero abanderar la paz y la serenidad. Espero que el nuevo año judicial traiga justicia y felicidad a los abogados, jueces, fiscales, a todos mis colegas del oficio de nuestro país, nuestra nación”. Bien, ¿dónde dijo eso? En la ceremonia de inauguración del año judicial que se celebraba en el palacio de la Presidencia de la República.

Lo diré de entrada: Le agradecemos sus buenos deseos, pero como se dice, sin justicia no hay felicidad, señor Feyzioğlu, y lo que llamamos justicia no puede salir de debajo de este techo donde nos hallamos, porque no le corresponde.

Veamos: en la frase que usted ha empleado hay algo que no encaja: “En la inauguración del año judicial por parte de la presidencia de la Corte Suprema, que acoge el palacio del presidente de la República…”

Decimos que hay separación de poderes, decimos que la Judicatura no depende de nadie, pero ¿no vemos nada extraño en que los dueños de esta libertad escojan ser huéspedes en casa de otro, en lugar de celebrar la ceremonia en su propio lugar independiente?

La Justicia es dependiente, y esta dependencia se la ha colocado en el pecho cual medalla

Para algunas acciones, el lugar es con certeza importante: al igual que existen lugares de culto, también las acciones judiciales tienen su lugar. Hemos dicho que la sensación de justicia no depende del lugar, no está atrapada entre paredes de piedra, dossieres en fila, edificios ni palacios; está con usted mientras respire, así sea en medio de cualquier parte. Pero está quedando claro que usted no conoce esa sensación, que no se ha acercado siquiera a conocerla con el discurso que hizo, señor presidente.

Mientras los representantes de la Judicatura que se han reunido bajo este techo sigan siendo en primer lugar “invitados” del presidente de la República, no deberían siquiera pronunciar las palabras “Justicia independiente”. Por mucho que el presidente del Tribunal Supremo, que es quien dirige la apertura del año judicial, pueda hacer declaraciones del tipo: “Pero si no pasa nada por hacer la ceremonia en el palacio de la Presidencia de la República”.

Si los 52 colegios de abogados que han rechazado participar en la ceremonia en aras de no pisotear el honor de la profesión se ven expuestos ahora a acusaciones e insultos, tal vez haya que recordar esto: “La Justicia es dependiente, y esta dependencia se la ha colocado en el pecho cual medalla de honor”.

Debemos exonerar en este punto a los representantes de la Judicatura que se han negado a participar en la ceremonia. Lo que queda es que probablemente debamos recordar en un futuro a quienes dijeron “Nuestro cargo nos obligaba a que participáramos en este acto”.

También hace falta responder unas cuantas cosas al presidente de la Unión de Colegios de Abogados, que no vio nada malo en hallarse en el palacio presidencial y rechazó de plano a quienes lo criticaban con las palabras “Estamos aquí, porque nos decimos que cuando se trata de la patria, el resto son bagatelas”.

Defender la independencia de la Judicatura y la garantía de las libertades no es una bagatela

Creo que nadie se espera de un representante de los abogados de Turquía que fomento el aprecio a unos ayude a denostar a otros. Pero mientras aclaremos si se trata de la esencia del asunto o de bagatelas, quizás sea más adecuado pasar de las opiniones personales a otros canales, otros conceptos. Porque el lugar de quienes dicen “patria” en nombre de quienes se preocupan por la justicia corresponde a quienes sienten que tienen una responsabilidad frente a los que sufren injusticias, a quienes creen que la toga que les cubre la espalda tiene un sentido que va más allá que ganarse el pan de cada día, a quienes defienden, por esta fe, que donde no hay independencia de la Judicatura, tampoco puede manifestarse la Justicia.

Cuando usted puede decir “bagatelas”, en lugar de ser adalid de la justicia a la que tiene derecho cualquiera, cualquier ser vivo, desde los niños que sufren abusos a las mujeres a las que matan mientras gritan ‘No quiero morir’, desde el obrero al intelectual, desde los árboles en el bosque a los animales en la calle, cuando en lugar de defender esta lucha, la dignidad de esta lucha, usted encadena grandilocuentes palabras desde el palacio de los poderosos, sin parar mientes en cosas como la independencia de la Judicatura, entonces nuestro lugar es en el bando de las “bagatelas”.

Defender la independencia de la Judicatura, defender un régimen democrático sujeto a los derechos humanos y la garantía de las libertades no es una bagatela. Al contrario: esta patria de la que usted desecha lo que considera bagatelas se convertirá en un trozo de tierra seca que a nadie le hará feliz, salvo a una minoría privilegiada. Y a usted le queda el sillón que ocupa con sus discursos pomposos, cuadrándose ante quien haga falta y con su toga que no vale más que sus dos metros de tela.
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