Artes

Safo

Poemas y testimonios

M'Sur
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· 5 minutos

Reguero de luz

Safo (pintura en un jarrón de Sicilia, 470 a.C.) | domin. públ.

Safo no se agota nunca: cada siglo su poesía genera lecturas apasionadas y nuevas rutas de comprensión y disfrute. Un discurso sobre eros libre, vehemente, refinado y sutil. Una actitud polémica ante los oropeles bélicos de la épica (el Fragmento 16 es uno de los más emocionantes poemas pacifistas de la historia, además de ser un canto esplendoroso a la insobornable libertad del amar). La invención del poema como lugar de reactualización de experiencias pasadas mediante la memoria. La belleza, o como decía ella, la abrosyne, “el radiante deseo de sol y de belleza”. Safo es inagotable: cada palabra suya late, canta y resplandece todavía desde aquella isla lejana del norte del Egeo.

La nueva edición de Safo en Acantilado tiene en cuenta los últimos hallazgos papirológicos y el discurso filológico que tales hallazgos han generado, Se han recuperado dos poemas (el llamado Poema de los hermanos y la Canción de Cipris) y numerosos fragmentos que permiten completar y entender otros poemas ya conocidos, como el inigualable Poema de Titono en el que Safo lamentaba su vejez. Hemos incorporado testimonios nuevos, como la larga seudobiografía de Safo que Ovidio plasmó en una de sus influyentes Heroidas.

Esta nueva edición tiene en cuenta, además, el discurso poético más reciente sobre Safo: el producido por Luis Artigue, Anne Carson y Michel Onfray, entre otros muchos. En La ética del fragmento, por ejemplo, Artigue celebra con audacia el carácter subversivo de la escritura de Safo («Sólido cimiento. Safo y/ su cuerpo prediscursivo/ y polisexual, y politextual […]»esa mujer de cuerpo con espacios repletos/ de extrema densidad política»), su utopía erótica y su minimalismo lírico.

La poeta canadiense Anne Carson, candidata al premio Nobel de literatura, ha traducido a Safo (If not, winter) y ha escrito en torno a su poesía tanto ensayos como poemas propios (Decreación). “Safo es una música”: así comienza su prólogo. En el proceso de traducir del inglés su traducción del griego fui observando cómo el “carácter” literario de Carson operaba sobre la materia sáfica: la pasión por el fragmento por lo que tiene de sugeridor, la preferencia por la lectio más simplificada y sencilla, la ironía sobre el corpus colosal de materia académica que pesa sobre el cuerpo de Safo. Un placer leer a dos grandes reunidas en un raro diálogo.

Y es que Safo siempre fue interpelada como maestra pionera por casi todas las mujeres que escribieron poesía después de ella. En Roma y en Grecia la reconocieron de muy distintas formas: por elecciones temáticas (Erina, que canta un amor lésbico desde su pequeña isla de Telos), dialectales (Julia Balbila, que inscribió sus epigramas sobre el Coloso de Menón en Egipto) o métricas (Melino, que compuso en estrofas sáficas un himno a la emergente Roma) o por homenajes directos como el autoepitafio de Nosis de Locros. El rastro de Safo recorre los siglos como un inquietante reguero de luz.

[Aurora Luque]

 

 

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Desde Creta


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Ven aquí, hasta mí, desde Creta a este templo
puro donde hay un bosque placentero
de manzanos y altares perfumados
con incienso humeante.
Aquí murmura un agua fresca entre la enramada
de manzanos, procuran los rosales
sombra a todo el recinto; de las hojas, mecidas,
fluye un sueño letárgico.
Y un prado donde pacen los caballos
verdece aquí con flor de primavera.
Con olores a miel soplan las brisas.
Ven aquí, diosa Cipris, y en doradas
copas escancia delicadamente
néctar entremezclado de alegrías festivas.



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Gónguila


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Abantis, yo te invito a que festejes
a Gónguila que pulsa ya su lira.
Otra vez el deseo te rodea
y vuela en torno a ti,a ti, mi hermosa. Este mantón te ha embelesado
sólo con verlo, y yo siento placer.
Pues una vez la propia diosa nacida en Chipre
me hizo un reproche

al suplicar
esta palabra…
deseo…


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*     *     *

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La violencia de Eros


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Eros ha sacudido mis entrañas
como un viento abatiéndose en el monte
sobre las encinas.


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La canción de Cipris


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¿Cómo podría una no sufrir y volver a sufrir,
oh, Cipris, soberana, una que—sea quien sea
a quien ame—no quiere, en absoluto, dejar ir su pasión?

¿Qué clase de intenciones
tienes, que me desgarras tan gratuitamente
con los temblores y con el deseo
que afloja las rodillas?

[…]
… a ti, deseo…
… sentir esta pasión…
… Pero yo por mí misma
lo alcancé a comprender.

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Safo  (siglo VI a.C.) · Traducción del griego antiguo: Aurora Luque  |  Acantilado