Opinión

Vamos a morir todos

manutrillo
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· 11 minutos

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“Papi… ¿tú crees que vamos a morir?”

“No me cabe la menor duda, Adri.”

Hace años que la cena en mi casa la reservamos para charlas de ética y filosofía; mis hijos no lo saben y tampoco es algo organizado entre mi pareja y yo, pero de una manera u otra, cualquier acontecimiento cotidiano lo dirigimos hacia el pensamiento y la duda.

Hace menos de un mes entramos en esta locura del virus y en principio parecía que la gente había entendido de qué iba todo esto —solidaridad y empatía— pero esta última semana volvemos a los mismos comportamientos de siempre y las redes se vuelven a llenar de indignados de uno y otro signo, color, género o especie, faltándose el respeto los unos a los otros, agrediéndose verbalmente y dando cancha a los que el odio siempre les ha funcionado.

¿Realmente somos conscientes de qué va todo esto?

Un virus nos ha puesto los pies en la tierra, sólo necesitamos saber qué es lo que queremos realmente

Tengo largas conversaciones por videoconferencia, todo el mundo está asustado, casi en pánico, te cuentan su situación económica y las implicaciones que va tener este virus en su economía. Me llegan peticiones de asociaciones, agrupaciones de profesionales pidiendo que se oigan sus derechos y se les ayude económicamente. Vamos a ver… si usted está mal ¿podría imaginar cómo están en zonas marginales de su ciudad? Y no, este no es el típico planteamiento de: cómetelo todo que en África se están muriendo de hambre, no, aquí la peña que tiene hambre estará a dos calles de su casa.

¿Realmente somos conscientes de la dimensión de lo que está pasando?

La cuestión no es salvarnos el culo individualmente, aquí: no se preocupen, nos van a salvar a todos. Ya me veo la risas de más de uno: el Manu es además de ingenuo (que lo soy) un optimista (mi trabajo me cuesta), es decir: un gilipollas (típica conclusión de redes sociales).

No es que crea que nos gobiernan unos seres celestiales bienintencionados, es que si no es así el futuro es apocalíptico, y la verdad, no tengo tiempo ni energía para gastarla en él.

De hecho, la manera de salvarnos pondrá a la luz, por comparación obvia, la manera de salvarnos en la pasada crisis. Y el que mínimamente sume dos más dos, se sentirá enormemente estafado, cosa que tampoco está mal, nunca es tarde si la dicha es mala. Os animo a leer sobre el New Deal, el rescate de la sociedad norteamericana tras el Crack del 29: por ahí irán las cosas.

Antes de todo esto, el campo, lo real, de lo que comemos, estaba a punto de estallar, la última Cumbre del Clima fue un fracaso…¿lo recuerdan?

¿Qué es lo que nos viene? ¿Cómo podemos prepararnos para ello?

Sea lo que sea, será mejor que lo que teníamos, más real; un virus nos ha puesto los pies en la tierra, sólo necesitamos saber qué es lo que queremos realmente.

¿Cómo podemos saber lo que queremos? La vida nos ha dado una oportunidad de oro para poder encontrarnos con nosotros mismos, para aburrirnos, para pensar, para volvernos a aburrir y nuevamente pensar. Me vienen recuerdos de la infancia tan sólo verme en este privilegiado estado.

Nos bombardean con mil actividades que hacer en casa, la gente está sacando sus mejores cartas para seguir produciendo cosas, a veces con la intención de recoger lo sembrado cuando pase todo pero no son conscientes que ahora mismo el campo está en barbecho.

No tenemos que leer sesudos libros ni artículos, aunque tampoco viene mal, lo que tenemos que hacer es: NADA.

Tu padre no está y eres un poco menos feliz en esta vida, pero… es que la vida es muy bella ¿no?

Sobre todo no tenemos que leer datos, ni porcentajes, ni número de camas, ni si fulanito dijo o hizo, no hagamos NADA. Enfrentémonos a nosotros mismos, a la esencia de nuestra vida, a los que estamos en cada casa confinados. Lo divertido y sorprendente de nuestra especie es que podemos imaginar cualquier cosa y no necesitamos ser doctores para llegar a grandes conclusiones vitales. ¿Lo han probado alguna vez? Si, si, cómo el que comprueba como su coche nuevo se pone a 100 en 7 segundos. ¿Han probado alguna vez hasta donde pueden llegar sus pensamientos?

Cuando a mi hijo le contestaba que “no me cabe la menor duda” de que vamos a morir, estaba activando con ello la mayor y más bella máquina que se ha creado en la naturaleza: nuestra mente. Gracias a la finitud de nuestra vida filosofamos, gracias a ello somos seres humanos.

Lo que ha pasado y va a pasar, lo va a cambiar todo, absolutamente todo y tenemos que estar preparados para crear algo nuevo.

¿Cómo podemos hacernos a la idea de algo que no conocemos?

Piensen en su primer duelo, cuando han perdido a alguien querido muy cercano. Si es por cáncer por ejemplo —hablo por mi experiencia—, entre quimio, degradación del cuerpo y cuidados paliativos pueden pasar unos cuantos meses. Meses que uno vive como si fuera una década, meses en los que darías lo que fuera por conseguir un día más junto a tu ser querido. Las pocas veces que sales a la calle ves a la gente con su vida normal y te entran ganas de gritar: ¡nadie se da cuenta que se está muriendo mi padre! La vida sigue y cuando todo pasa vuelves cambiado, algo se ha roto para siempre, no eres el mismo. Los primeros meses, tu cabeza trata de borrarte todos los recuerdos, incluso la cara del ser querido; sólo cuando vuelves a ir a casa de este te das cuenta de que no está, que nada volverá a ser igual.

Tendremos que estar preparados para, quizás, no volver a trabajar en lo que trabajábamos

Tras una experiencia de este tipo te sientes más integro, es una mezcla rara, todo lo relativizas pero que tampoco te toquen la fibra pues no estás para tonterías. Sientes que sabes cuáles son las cosas importantes de la vida y al cabo de unos ocho meses estas nuevamente metido en la vorágine en la que vivimos. Tu padre no está y eres un poco menos feliz en esta vida, pero… es que la vida es muy bella ¿no?

Pues bien, lo que nos viene es una especie de duelo, con la diferencia que no solo habremos cambiado nosotros mismos, sino que la sociedad que habrá fuera será distinta, y ya nada volverá a ser igual. Y repito lo que dije unos párrafos antes: esta es mi visión positiva, de otra manera todo lo veo apocalíptico.

Os animo a leer, segunda y última recomendación, algo sobre la filosofía de Buda, sobre sus cuatro nobles verdades; quizás puedan ser de utilidad para lo que se nos avecina y para el final de este texto.

Para estar preparados para esta nueva sociedad tendremos que estar preparados cada individuo consigo mismo. Tendremos que estar preparados para, quizás, no volver a trabajar en lo que trabajábamos, no volver a tener acceso a algunos lujos a los que podíamos acceder antes del virus. Y eso conlleva un desapego a todo lo que tenemos ahora. ¿Cómo podemos vivir ese cambio de manera natural? Asumiéndolo como parte de una estructura mayor que nos garantizará lo esencial de la vida. ¿Y qué es lo esencial en la vida? Eso es lo que tendrán que averiguar cada uno durante este aislamiento.

Podríamos empezar con nuestra invisibilización digital, recuperar nuestra privacidad

Este aislamiento va afectar a todo el mundo de una manera u otra, lo de los niños es para escribir una tesis así que me lo salto, las parejas se romperán o unirán para siempre, los singles habrán vivido su futuro como jubilados y los mayores… estarán deseando que nos los comamos a besos. Lo que está claro es que cuando un español salga a la calle por primera vez no hará lo mismo que un americano, ni un coreano…

La ciencia, el big data, la inteligencia artificial y demás futuribles no serán los que marquen nuestras preferencias tras el aislamiento. Y tampoco serán las que nos salven de que esto vuelva a pasar. Que, parece ser, pasará. Creo que en eso estamos todos de acuerdo.

De hecho, otra de las cosas que podríamos ir haciendo es estudiar y trabajarnos un poco en qué consiste esto del big data, las redes sociales e internet y empezar con nuestra invisibilización digital, recuperar nuestra privacidad. Tal y como se hizo tras la Segunda Guerra Mundial al conocerse que el Estado alemán, antes de la contienda, había hecho un meticuloso censo de su población para conocer su profesión, sexo y religión.

Un ejemplo para que entiendan a qué me refiero de manera rápida y sencilla: ¿Cuántos de vosotros veis en vuestro Facebook las caceroladas contra el rey?¿Cuántos veis las caceroladas contra Pedro Sanchez? ¿Y cuántos veis vídeos de las dos?…Efectivamente, casi nadie contestará sí a la última pregunta: estamos todos estabulados, pensamos que nuestra vida virtual es la única real y alzamos nuestro discurso ante una audiencia aborregada. Y hablo tanto de unos como de otros.

Todos formamos parte de un establo u otro, y en Facebook se nos puede clasificar acorde. Esa información se usa, ¿para qué?, para mil cosas que no producen más que dinero y poder. ¿Te parece poco? dirán algunos, ahora mismo durante el encierro lo único que quiero es abrazar a mi madre, lo demás lo veo una nimiedad.

¿A quién le conviene que sólo escuchemos la radio de aquellos con quienes estamos de acuerdo?

De toda la vida, al menos así me enseñaron, hemos escuchado de vez en cuando la radio del que pensaba diferente a nosotros; era una manera de conocerlo. ¿A quién le conviene que sólo escuchemos la radio de aquellos con quienes estamos de acuerdo? ¿Quién se beneficia de que seamos tan distintos todos? ¿Hay algún problema en que nos mezclemos? Sencillas preguntas que usted puede contestarse sin necesidad de leer o estudiar nada, por el mero placer de conocer hasta donde llega su lógica.

La filosofía, la ética, aquellas conclusiones a las que hayamos llegado tras nuestras reflexiones serán las que podrán conseguir una sociedad sostenible y no productiva, porque la productividad como tal ha muerto. Si no, esperen unas semanas.

Dentro de unas semanas lo que sucederá en EE UU se prevé dantesco, quizás en Inglaterra también: si en España han encontrado cadáveres en los asilos ¿qué podremos llegar a ver en Estados Unidos? Pienso que eso será nuestra fractura definitiva con ese sistema económico. La cuenca mediterránea, los PIGS, aquellos que salimos de la anterior crisis gracias a la solidaridad familiar y la pensión de nuestros mayores ¿cómo vamos a permitir semejante estropicio? Y no, no estoy mirando hacia China, tampoco me veo con mascarilla, guante, detección facial por la calles… Estoy mirando hacia nosotros mismos, españoles, portugueses, italianos, franceses, griegos, turcos…

Para llegar a este futuro radicalmente distinto, hermosamente solidario, tendremos que hacer las cosas diferentes. ¿Cómo? Piense cómo las ha hecho en el pasado y cambie radicalmente su estrategia porque está claro que no le ha servido de mucho. Una propuesta por mi parte es dejar de echarnos mierda, porque todos vamos a perder algo, todos nos sentiremos atacados, todos nos sentiremos en desventaja. Izquierdas, derechas, ultraderecha, verdes, rojos o amarillos… para llegar a esto, cada uno debe buscar en sí y en los que le rodean. ¿Qué es lo que queremos? O quizás más fácil aún ¿dónde no queremos volver a vernos? Apego, ignorancia e ira.

¿Recuerdan a nuestros agricultores? Se les abre un futuro enormemente esperanzador.¿Recuerdan la Cumbre del Clima fracasada? Busquen fotografías satelitales de la contaminación en China, Italia, España…

Feliz aislamiento.

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© manutrillo | Especial para M’Sur

 

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