Opinión

La ilusión derrotada

Alberto Arricruz
Alberto Arricruz
· 10 minutos

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Estos días de navidad, en una librería Casa del Libro de Sevilla, tenían la entrada de una planta cubierta de ejemplares del panfleto de Jiménez Losantos para alertarnos a gritos de que vienen los rojos a comerse a los niños españoles, ahora que Podemos está en el gobierno… cuando, de momento, los que se proponen matar a media España para arreglarlo como Franco manda, solo son militares jubilados.

Creo que el pánico de los caniches mediáticos de Aznar como Losantos o Inda es puro teatro, buscando enaltecer la agresividad fascista. Porque la “nueva izquierda radical” nacida en Europa esta década no es, para las clases capitalistas dominantes, ni mucho menos el desafío que representó el movimiento comunista.

Ese sí que las acojonó. Le opusieron ese fascismo criminal añorado por Losantos, nazismo, guerras mundiales, locales, calientes, frías y económicas, propaganda y masacres. El capitalismo tardó prácticamente todo el siglo veinte, con un esfuerzo descomunal, en derrotar al comunismo —hundido también por sus inmensos fallos.

La internacional comunista fue un partido político mundial con disciplina férrea. Su fundador, el ruso Lenin, había estudiado detalladamente la revolución francesa y las intentonas revolucionarias socialistas, y diseñó una organización capaz de llevar a cabo con éxito nada menos que una revolución socialista en el mundo entero.

Este hombre sí que iba en serio cuando pretendía asaltar los cielos. Intuyendo todas sus consecuencias. Y las tragedias por venir.

El Partido Comunista Francés acaba de cumplir cien años pero tal cumpleaños ha pasado desapercibido

Propulsados por la gigantesca ola de la revolución rusa de octubre 1917, Lenin y sus seguidores llamaron a que se adhirieran a su nueva internacional todos los partidos socialdemócratas existentes. De eso salió la escisión entre partidos socialdemócratas colaboradores del capitalismo y partidos comunistas pretendiendo tumbar ese capitalismo.

La sección francesa de la internacional obrera SFIO voto su adhesión a la internacional comunista en su congreso de diciembre 1920 en Tours. Este mes pasado, el Partido Comunista Francés (PCF) cumplía cien años. Tal cumpleaños ha pasado desapercibido, por la irrelevancia de lo que queda de ese partido hoy.

Pero el PCF impactó profundamente la sociedad francesa del siglo pasado. Paró en las calles el asalto fascista al poder de las “Cruces de fuego” en 1934, hizo el Frente Popular en 1936, organizó la resistencia contra el ocupante nazi a pesar de su represión salvaje y aceptó la unidad nacional con el general De Gaulle. En la posguerra fue el partido más importante del país, creando espacios contraculturales en la sociedad, conquistando para el pueblo francés servicios públicos y un Estado de bienestar aún efectivo hoy a pesar de tres décadas de recortes.

En sus filas crecieron los líderes de movimientos de liberación nacional como Ho Chi Min, Aimé Césaire o Messali Hadj, padre del nacionalismo argelino. Pero el PCF y sus partidos hermanos de las colonias francesas abandonaron en 1945 la reivindicación independentista, pasando a defender una nueva unión francesa, al estilo de la Unión Soviética que acogía las republicas socialistas “liberadas” de la dominación rusa.

El PCF bloqueó la izquierda anarquista y maoísta que dominaba la insurrección estudiantil parisina

Los comunistas culparon a los independentistas argelinos de la salvaje represión francesa de las revueltas del 8 de mayo 1945 (con bombardeos aéreos a las poblaciones de la región de Constantine: un mínimo de 6.000 muertos en una semana), estando entonces el PCF en el gobierno de unidad nacional. En 1956, desde la oposición, el PCF votó a favor de los “poderes especiales” del gobierno socialista para reprimir la revolución argelina. Pero fue también el partido de Maurice Audin, “desaparecido” por el ejercito francés, y Henri Alleg, denunciador de la tortura sistemática practicada por aquel ejercito.

El partido comunista fue decisivo en mayo 1968, capitaneando la huelga general que paralizó el país y concluyó con los Acuerdos de Grenelle entre patronal, sindicatos y Gobierno, acuerdos preparados en secreto por el joven funcionario Jacques Chirac y el sindicalista comunista Henri Krazucki. Bloqueó la extrema izquierda anarquista y maoísta que dominaba la insurrección estudiantil parisina, impidiendo que se hiciera con el poder desde la calle.

Ya entonces los lideres izquierdistas tildaban de fascista a todo el que disentía. Gritaban a los antidisturbios que eran SS —se ve que nunca se habían topado con un SS de verdad. Todos han acabado en la élite y el poder desde la socialdemocracia o el liberalismo, y el colmo siendo el (para mí) impresentable Daniel Cohn-Bendit. Pero siguen reprochando al PCF de haberles parado los pies entonces. Pues opino que esta es una de las grandes decisiones que hay que agradecerle a la cúpula comunista.

Creo que los partidos comunistas francés, italiano, español, belga, japonés, etc. han tenido ese gran papel en los logros sociales y democráticos por una razón: no han conquistado el poder del Estado. Allí donde los partidos comunistas han alcanzado tal poder, han instaurado dictaduras con un nivel de represión que justifica equipararlas al fascismo. Muchas de esas dictaduras se inauguraron con la eliminación física de los propios lideres comunistas.

Los militantes perdemos nuestra patria soñada con la que nos hemos construido como persona

Cuando el partido comunista checoslovaco intentó en los años sesenta el “socialismo de rostro humano”, el PC soviético ordenó la invasión militar del país. Ese fue el tiro de gracia dado a la revolución socialista mundial. Cuando la tendencia progresista y democrática consiguió por fin el poder en la Unión soviética con Gorbachov, era demasiado tarde.

Medio siglo después de la primavera de Praga, los huérfanos dispersos del movimiento comunista intentamos mantener algún activismo donde nos parezca útil. En España, unos cuantos se han lanzado en la creación de un medio de prensa digital, El Común, que cuenta con excelentísimas colaboraciones.

Su director, Alejandro Sánchez Moreno, escribía el 10 de diciembre un llamamiento a defender el movimiento feminista, considerándolo “la ultima frontera que nos separa de la derrota final”.

Quiero decirle, llamándolo camarada con mucho afecto, que no. El feminismo no es la ultima frontera. Porque la derrota final ya ha ocurrido.

Es difícil aceptarla. Los militantes perdemos nuestra patria soñada con la que nos hemos construido como personas, ese horizonte prometido al desenlace de la batalla. Teníamos la victoria segura, a punto de tocar con los dedos ese astro tan cerca en el cielo, si no para uno mismo al menos para los nuestros, cruzando la frontera de nuestra propia muerte, ese cada vez único fin del mundo, como bien decía Jacques Derrida.

Louis Aragon escribía (Le roman inachevé, 1956): “Nuestro universo ya no es el mismo (…) nuestros ojos fueron los primeros en ver las nubes mas bajas que nosotros. (…) Qué importa que nos maten ahora; las noches caerán una tras una. China se ha puesto en Comuna, hemos hecho luces de luna.” (Escuchad a Léo Ferré cantando ese poema).

El feminismo no es el socialismo: necesita abarcar toda la sociedad y no se debe supeditar a la agenda socialista

Pero el porvenir ha reculado en un salto. Se ha ido muchísimo más allá del horizonte de nuestras vidas, demasiado lejos para que los militantes, viejos y jóvenes, podamos esperar alcanzarlo justo detrás de la ultima frontera.

Así que tenemos la obligación de pensar el porvenir a partir de esa derrota magna. Porque no hay fin de la Historia.

En ese trabajo imprescindible, quisiera humildemente dejar tres apuntes.

Primer apunte, reflexionando sobre esa columna de Alejandro Sánchez Moreno: el feminismo tiene su autonomía y su agenda y hay que respetarlas. Tienes razón, Alejandro, en resaltar la magnitud de la guerra de las mujeres a favor de la igualdad, absolutamente decisiva y transcendente para la humanidad. Pero si bien sabemos hoy que no puede existir socialismo que no sea feminista, el feminismo no es el socialismo. Necesita, puede y debe abarcar toda la sociedad y no se debe supeditar a la agenda socialista.

Segundo apunte, en forma de comentario a una columna publicada también en El Común, el 5 de diciembre pasado, por el amigo Ricardo Fernández: “La izquierda patriótica”. Dice Ricardo que “la idea de patria e izquierda es un contrasentido”.

Disiento. Lo de “Patria libre o morir” no es un hallazgo de Fidel Castro quien, como Stalin, habría utilizado el resorte patriótico sin creérselo. Ese lema es de la revolución francesa, fue difundido a partir de 1792 por… la izquierda revolucionaria. Es decir: izquierda y patriotismo han nacido juntos.

Me cayó la del pulpo de parte de quienes creen tener en China la esperanza de esa próxima victoria socialista

El PC francés se presentaba como el partido de los patriotas. Siendo en 1945 el primer partido de Francia, dejó de apoyar las independencias de las colonias porque consideraba que el pueblo francés, construyendo su socialismo, iba a aportar las luces de la Ilustración a los pueblos colonizados. Y las luchas anticolonialistas fueron nacionalistas.

“Aquí hermano”, cantaba Víctor Jara, “aquí sobre la tierra, el alma se nos llena de banderas (…). ¡Venceremos!”

Así que vamos a tener que profundizar en este tema. El escritor y teórico francés Albert Memmi (fallecido en 2020 a sus cien años) trabajó mucho la cuestión de las adicciones del individuo. Uno de sus libros, El bebedor y el enamorado, debía titularse El bebedor, el enamorado, el creyente y el partisano, pero a su editor le pareció demasiado largo. Con más tiempo, camarada Ricardo, alimentaré una discusión a tu columna a partir de una lectura de Albert Memmi.

Ultimo apunte: ya es hora de dejar de defender esos regímenes que se afirman oficialmente comunistas.

Un día del 2015, hablando con Monedero en París, me referí al régimen cubano como una dictadura militar, y él inmediatamente me corrigió: que no se pude calificar Cuba de dictadura. Últimamente vi en twitter cuentas progresistas regocijarse de declaraciones de Xi Jinping recomendando leer a Marx. Cuando me mofé de que se pueda admirar tal declaración del muy capitalista dirigente chino, nombrado presidente de por vida en el congreso del PC chino porque es oficialmente un ser superior, me cayó la del pulpo, de parte de quienes creen tener en China la esperanza de esa próxima victoria socialista sobre el malvado capitalista americano.

Pues, camaradas, si el proyecto comunista sigue siendo lo que muestran Cuba, China, Vietnam, sin olvidar Corea del Norte… apaguen y vámonos.

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© Alberto Arricruz |  Enero 2021 · Especial para M’Sur

 

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