Opinión

Hoy un partido, mañana otro

Sanaa El Aji El Hanafi
Sanaa El Aji El Hanafi
· 5 minutos

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Con motivo de las elecciones parlamentarias y municipales programadas en Marruecos para el mes de septiembre del año en curso, un hombre de negocios ha anunciado que se traslada del partido A al partido B, que lo nombra candidato en una circunscripción.

Una parlamentaria que antes era del partido S encabezará la lista electora para las parlamentarias para el partido J en el lugar donde reside, y anuncia un programa con muchas reivindicaciones respecto a los problemas de las mujeres, de los jóvenes y el empleo.

Quien era antes ministro por el partido K se convierte en cabeza de lista en su circunscripción para el partido Q, asegurando que está seguro de ser elegido pr sus votantes.

Este es el esquema de las noticias que salen desde hace varios meses en la prensa marroquí de forma casi diaria: noticias sobre el traslado de políticos y hombres de negocios de un partido a otro, con algunos de ellos nombrados candidatos por una formación que era y es el rival directo del partido en el que militaban antes.

Incluso el secretario general de un prominente partido marroquí… ¡es este año candidato de otro partido!

El secretario general de un prominente partido marroquí es este año candidato de otro partido

Algunos dirigentes de diversos partidos han declarado oficialmente que los dirigentes de otras formaciones los han contactado para ficharlos como candidatos, pero que rechazaron estas propuestas por su compromiso con el partido en el que están.

Este rechazo debería ser, por supuesto, la actitud lógica y racional, incluso la normal… pero se ha convertido en una excepción que aplaudimos en un panorama en el que se han derrumbado todos los valores, los parámetros y las prácticas políticas.

Porque ¿cómo podemos siquiera imaginar que un partido contacte con un destacado miembro de otro… para sugerirle fichar por unas nuevas siglas? ¿No debería este político estar comprometido con los problemas, la visión y la ideología de su propio partido?

Otras personas, de las que no consta trayectoria política previa, la mayoría conocidas en su región, relatan que fueron contactadas por partidos que prácticamente no saben nada de sus ideas ni de sus orientaciones personales… para proponerles ser candidato en su lista, basándose en la “probabilidad” de que compartieran las mismas ideas. Pero ¿qué pasa si esa persona a la que le ofrecen la candidatura por un partido izquierdista resulta que se inclina más hacia un partido islamista o hacia uno liberal? ¿Que sucede si una persona a la que le sugieren defender una ideología conservadora cree en realidad en una sociedad moderna y defiende las libertades individuales?

¿Qué significa que un día militemos en un partido y otro día en su rival directo?

¿Será en esencia que estos partidos buscan a personas capaces de ganar, no importa si por su personalidad o por su riqueza, sin que tengan que creer necesariamente en su ideología ni su concepto de sociedad? ¿Dónde están los militantes del partido en todo esto?

Lamentable, de esta maldición no se libran ni el partido izquierdista, ni el islamista, ni el liberal, ni el conservador. La mayoría de los partidos han entrado en el juego de atraer o aceptar candidaturas de personas que antes eran miembro de otra formación, en algunos casos en sus antípodas ideológicas.

Ante estas frivolidades ¿como podemos convencer al ciudadano de un programa, unas ideas, una orientación?

Yo me adhiero personalmente a quienes creen en la importancia de la participación en las elecciones para construir la democracia. Pero al mismo tiempo, con toda objetividad, podemos entender a los ciudadanos que consideran un gran número de candidaturas un juego tonto.

Ser miembro de un partido significa adherirse a un sistema de pensamiento determinado, creer en un diseño determinado de la sociedad y defenderlo.

¿Qué significa que un día militemos en un partido y otro día en su rival directo? ¿Cómo convencemos al ciudadano de que el programa, los discursos y los eslóganes son verdaderos?

¿Y finalmente ¿cómo podemos reforzar un sistema democrático que invita a votar a partidos y programas, y no a personas, cuando trasladamos a las mismas personas de una formación a otra y de una orientación política a la contraria?

Esta confusión se ha vuelto muy peligrosa en Marruecos, porque en los últimos meses se ha dado en el ambiente político y en el de los medios de comunicación una especie de naturalización del transfuguismo político que ya no es tema de debate ni de denuncia. Los políticos, y un gran número de periodistas, actúan como si fuera un hecho natural en el ruedo político y una práctica que no admite críticas.

En un país como Marruecos, que ha conocido desde la independencia un multipartidismo verdadero, no fabricado, y verdaderos militantes en partidos de diferentes orientaciones… es muy lamentable que nos encontremos ante una situación política que va rodando hacia abajo, hacia el abismo.

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© Sanaa El Aji | Primero publicado en Al Hurra ·  26 Ago 2021 | Traducción del árabe: Ilya U. Topper

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