Opinión

Prohibido coger aceitunas

Amira Hass
Amira Hass
· 9 minutos

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Mohammed al Khatib, de la aldea palestina de Bilin, aprovecha cualquier oportunidad para hablar con los soldados, en hebreo. Aun después de ser golpeado, derribado y arrestado, incluso después de que uno de los soldados le pusiera imperiosamente un pie en la espalda, como ocurrió el 11 de octubre cerca de Salfit, en Cisjordania.

“Me gusta hablar con los soldados jóvenes, explicarles la ocupación” dice Khatib. “‘Qué quieres decir con ocupación?’, me preguntan. ‘Los palestinos podéis hacer todo lo que queráis’. Y les explico: ‘Y si os dijera que un palestino no puede construir en su propria tierra? Buscad en internet. No escuchéis sólo a vuestros superiores’”. Khatib habló con el diario Haaretz dos días después de haber sido detenido por un periodo mucho más breve de lo habitual en las circunstancias que vamos a contar.

Khatib ha olvidado las veces que ha sido detenido por participar en los comités populares que luchan contra la barrera de separación. Esta vez, la razón de la detención ha sido la recogida de las aceitunas. En estos días, grupos de voluntarios andan por Cisjordania echando una mano, sobre todo en las áreas más sujetas a las violencias de los israelíes que viven en los cercanos asentamientos ilegales.

Desde el 3 de octubre, el primer día de recogida, hasta el 16 de octubre los ciudadanos israelíes realizaron dieciocho actos de sabotaje en Cisjordania, atacando físicamente a los agricultores, cortando y rompiendo los olivos o robando la cosecha.

Los soldados habían tendido una cinta en el olivar, con advertencias que lo declaraban “zona militar cerrada”

Entre los grupos de voluntarios hay uno, Faza —del que Khatib ha sido uno de los fundadores— dispuesto a reactivar la tradición de voluntariado y de ayuda mutua que caracterizó a la sociedad palestina en los años setenta y ochenta.

Si no son los colonos quienes obstaculizan la cosecha, lo hacen los soldados. Ocurrió el 11 de octubre en un olivar de Al Ras, cerca de Salfit, al norte del asentamiento de Ariel. Hace apenas un año, surgió en la zona el puesto de avanzada ilegal de Nof Avi. Desde entonces los propietarios palestinos del olivar sólo pueden mirar a su parcela desde lejos. Ahora que las aceitunas están maduras, los agricultores han invitado a los voluntarios a unirse a ellos, convencidos de que un mayor número de personas frenará la violencia israelí y permitirá terminar más rápidamente la cosecha, antes de que les roben las aceitunas.

Cuando llegaron los voluntarios alrededor de las 8.30 de la mañana se sorprendieron al encontrar “un número increíble de soldados”, según contó el activista israelí Gil Hammerschlag a Haaretz. Los soldados habían tendido una cinta entre algunos postes plantados en el suelo y habían colgado advertencias, en inglés y en árabe, en que se declaraba la área “zona militar cerrada”. Según los activistas presentes en el lugar, los soldados no enseñaron ninguna orden firmada (como hicieron el día después en el tribunal). De todas formas, los activistas tuvieron cuidado de quedarse fuera de la área marcada, llegando a pie al olivar por otro camino, también cerrado por los soldados.

Khatib explica que no esperaba que el área estuviera cerrada. “Es cierto que en la cima de la colina hay un colono que ha tomado posesión de ella. Pero nosotros íbamos a proteger algo legal, como la recogida de las aceitunas, de algo ilegal, como la violencia de los colonos. Si el ejército estaba realmente preocupado por la seguridad del colono, ¿por qué no puso soldados alrededor de las construcciones ilegales del asentamiento? ¿Por qué impedir la recogida de las aceitunas? Todo dependía de la decisión del comandante”.

Un oficial le dijo a Khatib que si hay una orden de cierre significa que esa tierra es israelí

“El día antes”, sigue Khatib, “habíamos recogido las aceitunas en Beita. Para eso, pasamos por el asentamiento de Evyatar. El ejército no nos molestó y no hubo problemas. En otras palabras, es el comandante militar quien decide cómo van las cosas. Nosotros cogemos las aceitunas: nos da igual crear tensiones. No queremos provocar a nadie, pero nos negamos a avisar al ejército si queremos entrar en un olivar privado sólo porque un colono ha tomado un terreno de propiedad palestina. Debido a ese puesto de avanzada, la tierra de ese olivar no se ha podido arar durante todo un año. Está llena de zarzas”.

Khatib llegó con un poco de retraso; dice que no había visto la cinta de la “zona militar cerrada”. Vio a los soldados que denegaban el acceso y se unió a los demás activistas. Khatib, que ha estudiado Derecho, cuenta que durante la detención un oficial le dijo que si hay una orden de cierre significa que esa tierra es israelí. “Pero no sabe nada de la ley”, observa. “¿Basándose en qué lógica? El colono viola la ley, yo la respeto, y sin embargo seré yo el transgresor”.

«Me pusieron con la cara en el suelo y uno de los soldados me aplastó la espalda con el pie”

Aunque los activistas retrocedieron, los soldados se acercaron a ellos y comenzaron a empujarlos. “Me puse a discutir con el oficial: ‘¿Por qué nos empujáis? Tengo derecho a recoger las aceitunas’. Escuché a otro oficial que dijo al comandante que quería arrestar a dos personas. Pidió el permiso y lo obtuvo. Yo le dije: ‘Podéis arrestarme, ¿pero por qué?’. Me dijo que estaba bajo arresto. Levanté las manos. Llegaron algunos activistas y me liberaron, después unos soldados cayeron encima de mí, eran cinco o seis y me golpearon. En ese momento no sentí dolor, pero después, mientras estaba bajo arresto, me resultó difícil mover el cuello. Me pusieron con la cara en el suelo y uno de ellos me aplastó la espalda con el pie”.

El fotógrafo Matan Golan tuvo la impresión de que el comandante, que aparece en un video corriendo hacia el soldado que estaba pisoteando a Khatib, no estaba contento con lo que estaba pasando, de hecho cuando intervino, le quitaron el pie de la espalda a Khatib. En ese momento los soldados comenzaron a lanzar granadas ensordecedoras contra los voluntarios.

Un portavoz del ejército israelí contestó a las preguntas de Haaretz repitiendo que se había producido “una violenta turbación del orden público cerca de la granja de Nof Avi”, y que los voluntarios habían violado la orden de cierre que se les había notificado, usando violencia contra los soldados. El portavoz añadió que “los soldados habían respondido con los métodos usados para dispersar las manifestaciones, arrestando a tres sospechosos. Uno de ellos adoptó una actitud violenta con un soldado, comportándose de manera irrespetuosa durante el arresto, incluso intentando fugarse. Los soldados tuvieron que usar la fuerza para llevar a cabo el arresto. La conducta del soldado que le puso un pie en la espalda es inaceptable”.

Eran las diez de la mañana cuando los soldados esposaron a Khatib detrás de la espalda, y con los ojos vendados lo llevaron a un lugar del olivar más cerca del asentamiento. Hammerschlag y el activista David Shalev, dos israelíes que a su vez habían sido arrestados, ya estaban sentados allí. Ellos también tenían las manos ligadas detrás de la espalda, pero sin venda en los ojos. Los dos destacaron la diferencia de trato y uno de los soldados le quitó la venda a Khatib. Tras dos horas y media, durante las cuales los tres se quedaron sentados en el suelo esposados, los soldados les vendaron los ojos a todos y los subieron a un todoterreno con rumbo a la comisaría de policía más cercana, en Ariel.

La ley militar vigente en Cisjordania permite retener a un palestino hasta 96 horas sin comparecer ante el juez

Mientras esperaban en un calabozo, oyeron a un agente hablar con uno de los soldados que los habían arrestado, el único que quedaba. Su impresión es que el policía estaba informando al soldado sobre cómo modelar las pruebas para apoyar el arresto. Khatib, que estaba cerca de la puerta, dice haber oído al agente explicar al soldado que romper una orden de cierre no es suficiente para un arresto y que por tanto debería haber afirmado que el palestino había agredido a los soldados. Khatib cuenta que el soldado dijo que él no había agredido a nadie, sólo había creado problemas, y el policía le respondió que no sería suficiente. Hammerschlag cuenta que había oído al oficial preguntar si Khatib había agarrado el rifle del oficial, como para sugerir algo que escribir en las pruebas para justificar el arresto (el distrito de Judea y Samaria no ha comentado nada al respecto hasta ahora).

Más tarde los tres fueron divididos. Los israelíes fueron llevados a la cárcel de Hadarim, en Israel, mientras que Khatib fue llevado a un centro de detención en la base militar de Hawara, al sur de Nablus. La ley israelí dicta que un sospechoso comparezca ante un juez dentro de las 24 horas a partir de su arresto. La ley militar vigente en Cisjordania permite retener a un sospechoso palestino hasta 96 horas sin comparecer ante el juez. En realidad, a Hammerschlag y a Shalev se les concedió la oportunidad de ser liberados bajo ciertas condiciones mientras aún estaban en Ariel. Pero ellos se negaron afirmando que no habían vulnerado la ley.

Su rechazo de la opción de ser liberados facilitó que la abogada que representaba a los tres, Riham Nasra del bufete de abogados de Michal Pomeranz, liberara a Khatib antes del plazo de las 96 horas. En la tarde del 11 de octubre, la abogada presentó una solicitud para su inmediata liberación obligando a la secretaría del tribunal militar a celebrar una audiencia anticipada. No es un asunto de poca monta. Considerada la abundancia de prisioneros, los abogados de Cisjordania se han acostumbrado a un mínimo de cuatro días de detención, sin ni siquiera intentar obtener la liberación antes.

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© Amira Hass  | Primero publicado en Haaretz; republicado en Internazionale | 20 Oct 2021 | Traducción: Paola Fasano a partir de la versión italiana de Franceso de Lellis

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