Instantáneas de la revolución
Imane Rachidi
Mi Majzén y yo, un documental de Nadir Boumouch, un joven marroquí y estudiante de cine en la universidad de San Diego (California), recoge su experiencia en su tierra natal como un miembro más de la Primavera Árabe. Su miedo a que esta etapa de reflexión que esta viviendo el pueblo marroquí no pase a la historia, le ha llevado a realizar un trabajo audiovisual para relatar las dificultades por las que ha tenido y sigue teniendo que pasar la revolución marroquí.
Nadir Boumouch, como cuenta en Mi Majzén y yo, es hijo de un padre huérfano y sin estudios, que tuvo que comenzar a trabajar a los 12 años de edad “pisoteando cuero fresco”. Un cuero típico de Marruecos, cuyos colores se han convertido también en símbolo del turismo en este país norteafricano. Y es así como comienza el documental de Boumouch, con unas primeras imágenes en blanco y negro que demuestran la ausencia de los colores tan representativos de Marruecos.
El documental recopila 40 minutos de emociones que tienen como base el periodismo ciudadano. Los numerosos vídeos colgados en la red por los rebeldes de las diferentes revoluciones que se vivieron en 2011, acumulan desde la tristeza de una madre que llora la muerte de su hijo, hasta las lágrimas de un padre, que tras caer el dictador de su país, ve luz al final del túnel y un futuro para su niña.
El documental recopila 40 minutos de emociones que tienen como base el periodismo ciudadano
Nunca antes las redes sociales habían sido el arma clave en una revolución. Cuando el 17 de diciembre del 2010, Mohamed Bouazizi se inmolara a lo bonzo en Túnez dando inicio a la Primera Árabe, internet se convirtió en una herramienta de lucha contra el régimen. Incontables vídeos han dado la vuelta al mundo a través de la red. Cuatro dictadores han caído desde entonces y los ciudadanos continúan mostrando al mundo lo que ocurre en sus países, donde existe un inevitable silencio mediático.
Desde Túnez hasta Jordania, pasando por Libia, Argelia, Bahrein o Egipto, se han gritado consignas a favor del cambio y de los derechos humanos. En Marruecos, jóvenes estudiantes han salido a las calles bajo el nombre de 20F y con lemas comunes: “Caída del Gobierno, disolución del Parlamento, cambios constitucional, renovación de la justicia y libertad de prensa”.
Un año después de su nacimiento, los jóvenes del 20F continúan desencantados con la ausencia de libertades y de derechos humanos en Marruecos. Las reformas llevadas a cabo por Mohamed VI en el país les parecen “cosméticas” y sólo demuestra el objetivo de silencio con poco a los que piden el cambio.
Se centra en demostrar la pobreza que vive el país y utiliza imágenes de las zonas más humildes
La última constitución, “hecha para el pueblo, pero por el régimen”, es para el movimiento 20F señal de que nada ha cambiado y que “todo sigue igual o peor que hace un año”. El referéndum constitucional, que se celebró el pasado julio, utilizó el censo de 2003. Una estrategia, según el propio movimiento, que dejó fuera a más de 8 millones de habitantes para dar a entender que hubo un gran respaldo a la nueva Carta Magna.
En Marruecos hay una marcada diferencia entre las dos únicas clases existentes: pobres y ricos. El documental se centra en demostrar la pobreza que vive el país, y por ello utiliza imágenes de las zonas más humildes. En cambio, no podremos ver los lujos de la realeza, ni los empresarios y grandes terratenientes, ni a los altos cargos militares y tampoco a los jefes de los servicios de seguridad que son los que marcan la distancia económica entre la clase social más desamparada y ellos, los ricos.
El trabajo audiovisual de Boumouch pretende investigar los orígenes de las revueltas en Marruecos, y para ello uno de los protagonistas es un vendedor ambulante marroquí, un perfil semejante al del tunecino Bouazizi. El miedo a la represión le impide contar lo que realmente le preocupa. Pero es que este sector de la sociedad, el más adulto del país, carece de una preparación política que les permita tener una mínima opinión sobre el movimiento 20F o sobre las últimas reformas del Gobierno.
Como perfil contrario al vendedor ambulante están Montasir y Younes, dos jóvenes del movimiento con una percepción política formada y con las ideas claras sobre el país en el que quieren vivir: un estado que respete los derechos básicos de los seres humanos, entre ellos, el establecimiento de un Estado laico que permita la libertad individual.
Dos realidades contrapuestas, dos perfiles marroquíes e impactantes imágenes de la extrema violencia policial forman la historia que relata el documental de Boumouch. Aunque pasa desapercibida la ausencia de un atractivo visual, que deja paso a un claro y contundente mensaje del movimiento 20F: es la hora del cambio.
Dos realidades contrapuestas, dos perfiles marroquíes e imágenes de la violencia policial forman la historia
El Majzén —las fuerzas de seguridad marroquíes, todo el andamiaje centenario del poder que emana del Palacio— ha sido un gran obstáculo en la lucha del movimiento del 20 de febrero. Estos jóvenes son conscientes de que las fuerzas del Majzén obedecen ordenes pero les parece incomprensible que no luchen por establecer la democracia y poner fin a la corrupción y la pobreza.
Es necesario conocer el país para comprender la realidad que cuenta Boumouch. La falta de educación critica y el miedo al castigo policial limitan la falta de expresión de los ciudadanos marroquíes, pero sobre todo de la población adulta y poco influenciada por occidente. La visión de la realidad que se puede tener en Tánger, al norte de Marruecos, se aleja mucho de la que puede tener un joven que ha estado toda su vida en Beni Mellal, al centro. La cercanía al continente europeo marca también el punto de vista del ciudadano marroquí.
Boumouch quiere dejar claro que el despertar árabe continúa vivo y con fuerzas
La frustración de estos jóvenes, su indignación con un sistema que no les ofrece oportunidades, les ha llevado a salir a las calles para pedir a su rey que “reine pero que no gobierne”. En cambio, la reacción de las fuerzas de seguridad ha sido reprimir con dureza a todos y cada uno de los manifestantes.
Por ello, el documental investiga cómo son numerosos los muertos, los detenidos y los desaparecidos que se han registrado desde el 20 de febrero de 2011 en Marruecos, a causa de esa represión. A través de imágenes de la realidad que se está viviendo en Egipto, Túnez, Libia o Yemen, Nadir Boumouch quiere dejar claro que el despertar árabe continúa vivo y con fuerzas para conseguir la tan ansiada libertad con la que los árabes sueñan a diario.
La realidad que muestra el documental es tan desalentadora que la sensación que deja en el espectador es una alta preocupación en torno a todo lo que está pasando en el norte de África. Una sensación de impotencia al no poder formar parte de este aire de cambio, más que desde la distancia.
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