Reportaje

¿El próximo Dubai?

Ethel Bonet
Ethel Bonet
· 9 minutos
Construcción del complejo 'Empire World' en Erbil (Nov 2013) |  © Ethel Bonet
Construcción del complejo ‘Empire World’ en Erbil (Nov 2013) | © Ethel Bonet

Erbil | Diciembre 2013

Crecen a ojos vista. Los esqueletos de rascacielos alrededor de Erbil, la capital del Kurdistán iraquí, progresan aún más rápido que los niveles económicos de esta región, la única pacifica de Iraq.

“Este lugar está creciendo más rápido que Dubai. En cuatro o cinco años el Kurdistán logrará lo que Emiratos hizo en veinte. Usted no será capaz de reconocerlo”, declara con entusiasmo. Tiene un punto de observación privilegiado: el barrio cristiano de Erbil, Ankawa, del que fue el primer alcalde. Y es precisamente alrededor de esta zona donde emergen los rascacielos como setas.

Desde el barrio de Ankawa hacia el aeropuerto internacional de Erbil, cuyas obras de ampliación terminaron en 2010, con un presupuesto de 400 millones de dólares, se abre un paisaje salpicado de grúas de construcción y nuevos complejos de viviendas de lujo. La enorme avenida “100 Meters Street” albergará hoteles de lujo, viviendas multimillonarias y centros comerciales como el proyecto “Empire World”, diseñado por el mismo grupo que construyó de Dubai Burj Khalifa. Hasta 1.200 obreros extranjeros y locales están construyendo este complejo de lujo, cuyas obras, valoradas en 2.300 millones de dólares, concluirán en 2017.

Las obras del complejo de lujo Empire World, valorado en 2.300 millones de dólares,  concluirá en 2017

El lujoso hotel de la cadena Marriot competirá con el del grupo Divan, la primera inversión de la cadena hotelera turca en el extranjero. Este hotel de cinco estrellas de 23 plantas y 228 habitaciones abrió el pasado mayo. El precio por habitación oscila entre 500 a 15.000 dólares por noche, y aspira a albergar el creciente número de viajeros de negocios que deseen invertir en esta próspera región. Tampoco faltan las urbanizaciones de lujo, cercadas y vigiladas, para altos cargos, empresarios o el personal docente de la flamante universidad local, donde todas las clases son en inglés.

El rápido crecimiento de Erbil se ganó el apodo de “la nueva Dubai”, pero las autoridades locales prefieren que el Kurdistán iraquí sea conocido como “el otro Iraq”, para destacar la estabilidad en la región frente a las matanzas sectarias y bombardeos diarios que asolan al resto del país.

Kurdistán tiene sus propias fuerzas de seguridad, los “peshmerga”, y la relativa estabilidad ha convertido a esta región en un refugio seguro para los que huyen de la violencia en el resto del país.

Mientras los atentados suicidas matan a cientos de civiles cada mes en Bagdad y otras ciudades iraquíes, las provincias norteñas de Erbil, Suleimanía y Dohuk -que forman la región autónoma kurda- han experimentado un “boom” económico en los últimos años.

Kurdistán tiene sus propias fuerzas de seguridad, los ‘peshmerga’, y es un refugio para muchos iraquíes

De hecho, la fiebre constructora de Erbil sólo ahora le ha tomado la delantera a su ciudad hermana y rival, Suleimanía, unos 150 kilómetros al sureste. Allí, hace ya tres años se levantaron rascacielos en forma de llama, con brillantes cubiertas azules, todo un símbolo de lujo en una ciudad desorganizada y caótica pero viva, a primera vista más pujante que Erbil. Ya en 2011, una compañía china edificó aquí un lujoso centro comercial de una decena de plantas, con financiación de los países árabes del Golfo.

Al menos en lo que se refiere a movimiento de la sociedad civil, Suleimanía salía airosa de la vieja rivalidad de clanes y partidos. Si Masud Barzani, presidente de la región autónoma y del Partido Democrático de Kurdistán (KDP), mantenía firme el control sobre la región de Erbil, feudo familiar suyo, en la ciudad sureña mandaba la Unión Patriótica del Kurdistán (PUK), fundado por Yalal Talabani, el ahora achacoso presidente de Iraq.

La lucha viene de antiguo: tras el alzamiento de los kurdos contra Sadam Husein, en 1991, que coincidió con la primera guerra del Golfo, la imposición de una zona de exclusión aérea en el norte de Iraq permitió a los kurdos acceder a una independencia de facto, pero también exacerbaba las tensiones entre los dos bandos. Entre 1995 y 1998, la pugna de poder entre el PDK de Barzani y el PUK de Talabani costó sangre en ambos lados, hasta que los lideres firmaron un pacto de no confrontación.

Desde entonces, el Kurdistán ha sido la región más segura y prospera de todo Iraq, y también la única sin violencia contra las minorías religiosas: aquí no sólo permanecen tranquilos yezidíes y kakai, sino que encuentran refugio cientos de miles de cristianos y mandeos, perseguidos en el resto del país.

La calma es buena para los negocios. Kurdistán tiene una de las tasas más rápidas de crecimiento económico en el mundo. El año pasado registró un crecimiento del 8 por ciento, impulsado por la explotación de sus reservas de gas y petróleo. El producto interior bruto (PIB) per cápita se cifra en unos 6.000 dólares, un 50 por ciento mayor que en el resto de Iraq. Y la región atrae cada día nuevos inversores, en la confianza de que la alianza entre Kurdistán y Estados Unidos, forjados ya en 1991 y renovada durante la invasión de Iraq en 2003, es sólida.

El barrio cristiano de Ankawa es el preferido por las legaciones diplomáticas y las organizaciones humanitarias

Hoy, Erbil cuenta con todos los atractivos de una ciudad moderna. Siete centros comerciales con grandes marcas como Rolex o Armani. Pizzerías, restaurantes japoneses, pubs y bares. Eso sí, el barrio cristiano es el preferido por las legaciones diplomáticas y las organizaciones humanitarias que trabajan en el norte de Iraq. En Ankawa hay más licorerías y restaurantes occidentales que iglesias, factores que hacen más llevadera la vida de un occidental en una ciudad que tradicionalmente ha sido una de las más conservadoras de toda la región, en neto contrasto con Suleimanía u otras regiones kurdas.

Pero el dinero cuenta. Erbil empieza a capitalizar los ingresos del petróleo: es la capital de una zona con unas reservas de 45.000 millones de barriles de petróleo y de 2,8 a 5,6 billones de metros cúbicos de gas natural, con 57 yacimientos de gas y petróleo ya descubiertos.

El enorme potencial el norte de Iraq ha atraído a las principales empresas multinacionales petroleras como ExxonMobil, Chevron, Repsol y Total, que en los últimos años han incrementado su presencia en el Kurdistán iraquí.

Pero no solo las reservas de gas y petróleo hacen atractiva está región a los inversores extranjeros, sino también las empresas constructoras, y las cadenas hoteleras ven en Erbil, la capital kurda y tercera ciudad de Iraq, un oasis virgen a explotar.

“La seguridad, en primer lugar, y , por supuesto, la nueva ley de inversiones, han abierto el Kurdistán a miles de inversores extranjeros”, asegura Ali Mudaris, un economista kurdo, que no oculta su admiración por Masud Barzani.

Los extranjeros pueden poseer el 100 por cien de las acciones en empresas de Kurdistán

Debido a que la región autónoma del Kurdistán no es un Estado, el gobierno regional tuvo que adaptarse a nuevas políticas financieras que benefician a los inversores, y en 2006 se creó la ley de Inversiones Extranjeras.

“Gracias a esta ley, los extranjeros pueden tener la propiedad del 100 por cien de sus acciones en el Kurdistán, mientras que en el resto de Iraq tienen que tener socios locales como accionista”, explica Mudaris. La ley también prevé exenciones fiscales aduaneras durante diez años en proyectos o servicios.

Los inversores extranjeros parecen estar dispuestos a plantar su bandera en el Kurdistán iraquí. “Inversionistas de 20 países, con Turquía a la cabeza, seguido de países del Golfo, Estados Unidos y Reino Unido han tomado mucho interés”, indica Mudaris. Estima que “unas 1.600 empresas extranjeras, junto a 11.000 locales, están ya operando en la región”.

No faltan ramas de casi todas las grandes compañías turcas, que dominan el mercado de las materias primas de construcción tanto como el de los alimentos procesados o los electrodomésticos. Prácticamente aislado de un Iraq con la industria en ruinas, Kurdistán se ha convertido en un mercado muy atractivo para su gran vecino.

“No sólo estamos buscando inversión financiera, sino también conocimiento, experiencia y la tecnología que pueda mejorar o proporcionar un servicio sostenible”, insiste Mudaris. “Los incentivos son más altos en comparación con otros lugares de Oriente Medio, y hemos dado los mismos derechos a los inversores extranjeros y locales “, agrega el economista kurdo.

El cambio es evidente. “Hace 18 años, cuando ocupé mi puesto, Ankawa era una zona rural donde no había más de 1.700 viviendas. Hoy hay más de 10.000 y una población de 30.000 habitantes”, indica Fahmi Mati Sulaqa, el exalcalde cristiano del municipio.

“En 1991 no teníamos telecomunicaciones ni infraestructuras, carreteras y sólo un par de hospitales en todo el Kurdistán”, continúa Sulaqa, antes de precisar que “la seguridad es realmente la clave para el éxito”. Ahora, la región cuenta con 17 consulados y representaciones extranjeras , siete universidades y dos aeropuertos internacionales.

El Kurdistán iraquí se ha subido al tren del progreso, pero no por ello ha dejado de defender su cultura. En un intento por diversificar su economía, el gobierno regional está invirtiendo también en el turismo. La Ciudadela, el asentamiento más antiguo habitado continuamente en la historia desde el segundo milenio a.C., lleva varios años inmersa en obras de restauración. También el zoco cubierto, las avenidas, los jardines y las fuentes. El centro histórico de Erbil tiene que lucir perfecto, ya que ha sido nombrada capital del turismo árabe 2014.

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