El retorno a Capizzi

por Georges Salameh
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Una cabalgata fuera de tiempo

Llevo ya algunos años siguiendo en redes el trabajo de Georges Salameh. Disfruto de su modo de encapsular el silencio, de sus huidas del artificio o la retórica visual; de su buen ojo para encontrar eso que, de Augé a esta parte, se ha dado en llamar no-lugares, espacios varados en las cunetas del tiempo, aunque fácilmente ubicables geográficamente: Sicilia, Líbano, Grecia, Chipre, siempre el Mediterráneo. Disfruto con esos objetos inesperados, en vilo entre la magnificiencia y la desolación.

En El retorno a Capizzi, sin embargo, nos sorprende la faceta más antropológica de su trabajo. Viajamos a este pueblo siciliano en el que, cada 2 de septiembre, se celebra la tradicional ‘cavalcata’ y procesión para conmemorar que san Antonio de Padua, durante su peregrinación por la isla, pasó por la villa u chianu a Cannedda, zona de Caronia, en el parque de los Nebrodi. Se especula con que el origen de la tradición no es ganadero, sino que se atribuye a los llamados curdunara, el gremio de los carboneros.

“Me la inspiró una foto de Ferdinando Scianna”, escribe Georges, refiriéndose seguramente a aquella titulada Festa del Crocifisso, fechada en la misma localidad en 1982. “Y también un sentimiento de inocencia. Aquel día me sentí como si asistiera a un rito olvidado a la orilla del Mediterráneo y más allá, fuera del tiempo presente”.

Cerca de 500 jinetes participan en el desfile de mulos y caballos engalanados con vivos colores por el centro histórico, a los que se suman peregrinos de diversa procedencia que acuden apara expresar su gratitud al santo taumaturgo. No faltan alrededor de la fiesta las mesas ricas en pan, queso y carne de cabrito, la misa solemne ni los fuegos de artificio, que elevan murmullos de asombro en el cielo nocturno de Capizzi.

 [Alejandro Luque]