Crítica

Belleza indómita

Ilya U. Topper
Ilya U. Topper
· 7 minutos
Mustang
Dirección: Deniz Gamze Ergüven
erguven-mustang

Género: Largometraje
Produccción: Charles Gillibert
Intérpretes: Elit Iscan, Günes Sensoy, Doga Zeynep Doguslu, Tugba Sunguroglu, Ilayda Akdogan
Guión: Deniz Gamze Ergüven, Alice Winocour
Duración: 97 minutos
Estreno: 2015
País: Francia
Idioma: turco.

Un pequeño caballo indomable y bello, que trepa por riscos y resiste a toda fatiga, sin rendirse nunca. Eso es un mustang. Al menos, así lo soñamos a los quince años, cuando leíamos las historias del Oeste salvaje. Y así es Lale, la más pequeña de las cinco hermanas que protagonizan el filme de Deniz Gamze Ergüven, que se estrena hoy en España y que M’Sur ha podido visionar gracias a la cortesía del !f Festival Estambul.

Lale, Nur, Ece, Selma, Sonay, o en orden inverso según la edad, son cinco niñas que viven en un pueblo en alguna parte de la costa del Mar Negro en Turquía. Niñas normales, como las que nos podríamos encontrar en cualquier lugar en España: así juegan en el mar, junto a los chicos de su colegio, así roban manzanas en los huertos, así se visten, y así se rebelan contra la abuela que intenta, mal que bien, criarlas. Las niñas son iguales en todas partes.

Sólo que para la abuela, y sobre todo para las vecinas (¡ese imperativo qué dirán!) de repente han dejado de ser niñas desde aquel juego en el mar – totalmente vestidas – con los chicos. Ahora son mujercitas. Que es un mundo completamente distinto al de las niñas inocentes que ellas aún creen que son.

La cineasta escenifica ese salto de un mundo a otro mediante un recurso contundente: se les encierra. Ya no podrán salir de casa. Cerrojo y llave. Rejas en las ventanas. El mundo de las cinco niñas de repente se limitará a interiores. Se vuelve cárcel. Y se vuelve escapada. Salir, huir, correr por la pradera es ya el único ideal de un mustang en un corral.

– ¿Te vienes a nadar conmigo?
– Voy, ya tengo el bañador puesto.

Las hermanas se lanzarán desde la cómoda a la cama, nadarán entre sábanas. Su mundo no dejará de ser uno de playa y huertos y ropa de adolescentes, aun entre rejas: pueden encerrarlas, pero no pueden hacer que dejen de ser niñas, que dejen de soñar con la libertad. Porque la libertad existe, está al fondo de una carretera, se llama Estambul.

Siempre hay una vía, un mustang siempre se escapa, es capaz de escalar muros y vallas

Pero con rejas en las ventanas, la única salida de este corral pasa por el altar. Que puede ser una buena solución, si consigues que te casen con tu amante. O una mala, si dices sí al chico que te imponen. Hay quien sale por esa puerta. Hay quien cree es preferible pegarse un tiro. Y hay quien está decidido a resistir hasta el final.

– ¿Te quieres casar con este chico, sí o no?
– No.

No es la abuela – ni el tío que hace las veces de padre estricto y cabrón, y que se convierte incluso en agresor sexual – la que hace la pregunta decisiva, sino la hermana pequeña, Lale.

– Entonces, ven.

Siempre hay una vía, un mustang siempre se escapa, es capaz de escalar muros y vallas, planificar minuciosamente la huida, es capaz de dar la vuelta al encierro, de dar con el único teléfono que le puede servir: el del chaval del camión.

– ¿Está Yasin? El chico del pelo largo.
– Aquí no tenemos empleados gays.

Apremian los minutos, pero un mustang nunca se rinde cuando está en juego la libertad.

Deniz Gamze Ergüven, cineasta novel turca, criada y residente en Francia, ha conseguido montar una cinta que combina un relato de aventuras, resistencia y sueños, un filme para reír, llorar y soñar, con una dura crítica social a los tabúes del sexo que aún dominan gran parte de Turquía. No toda: la libertad que las niñas anhelan es real en Estambul, basta con llegar allí. Sí: el filme está ambientada en la Turquía de hoy, y es fiel (y sí, también es real el partido de fútbol en el que no se permite la entrada de hombres, como sanción al club).

Ya no se hacen examenes de virginidad por vía rutinaria en la policía, como hace 20 años, pero no es raro que las pidan las familias. Y eso que Ergüven ha elegido una versión ‘light’ de la Turquía rural y conservadora: la del Mar Negro. O digamos intermedia. En el Kurdistán, perder la virginidad, o causar sospechas de haberla perdido, aún puede acarrear la muerte a manos de la propia familia. En las costas del Egeo, probablemente la historia se habría vuelto más comedia, menos drama.

Rozando tabúes y abusos varios, el filme consigue dar una visión amplia del patriarcado

Presentar una crítica de las diferentes salidas que la sociedad turca tiene preparada para una adolescente y convertirla en la historia de cinco hermanas, narrada de forma coherente, sin que se noten las costuras, no es fácil, y el filme lo consigue con bastante soltura. Rozando tabúes y abusos varios, en un barrido que intenta – y consigue – dar una visión amplia del patriarcado. Sin olvidarse de la solidaridad femenina que es la otra cara de la misma medalla –  esa señora tirando piedras contra una torre de alta tensión para impedir que los hombres vean en televisión la escapada de las niñas al estadio de fútbol – . Una solidaridad que no nace de la comprensión por la juventud rebelde sino del deseo de evitar el escándalo, a toda costa: un matiz más del patriarcado. Esto también es universal.

Varios premios César, un Goya, uno en Cannes, y la candidatura al Óscar por parte de Francia, amén de numerosos otros galardones, han dado un espaldarazo llamativo a este primer largometraje de Deniz Gamze Ergüven, rodado íntegramente en turco, y en Turquía.

Pese a estar en límite de lo simbólico, Mustang se mantiene creíble como historia real

El éxito es justo, porque pese a plantar una situación en el límite de lo simbólico, de fábula social – no es lo habitual en Turquía que una familia encierre así a las hijas – Mustang se mantiene en todo momento creíble como historia real. Con gracia, con guiños irónicos y con un juego – o jugueteo –  continuo de pistas falsas que mantiene al espectador en alta tensión: ¿nos pillarán? esa cerilla ¿incendiará la casa o no? El uso de la voz en off es afortunadamente muy modesto y podría haberse reducido incluso a cero: las cosas importantes en esta película se cuentan con la imagen, como debe ser, no dando explicaciones.

Pero sobre todo, el filme despliega un lenguaje cinematográfico de enorme belleza, de fotogramas cuidados al máximo para buscar la hermosura de cada plano, en una estética visual que recuerda al Bertolucci de Belleza robada, pero con un mensaje más dramático y más necesario, y más divertido al mismo tiempo. Con una sensualidad llamativa que, sin embargo, es parte del guión: con lo que sueñan las cinco hermanas es ser mujeres sin dejar de ser las niñas que son. Mujeres capaces de jugar, de amar, de vivir su sexualidad. Mujeres libres.

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