Reportaje

Pánico ante el ‘género’

Virginia Mendoza
Virginia Mendoza
· 10 minutos
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Cartel contra la ley de igualdad de género | MSur

 

Yerevan | Noviembre 2013

“¿Seguir siendo humano o hacerse género? Esa es la cuestión”. Este mensaje corrió por algunas páginas y grupos de Facebook armenios este verano. Era una reacción a la propuesta de ley sobre ‘Iguales derechos y oportunidades para hombres y mujeres’ que Armenia aprobó en mayo pasado, tras cuatro años de retoques, cambios y rechazos.

La ley trajo la oposición de clérigos y de grupos tradicionalistas que, desde entonces, se han manifestado en contra de esta igualdad y de lo que consideran sus consecuencias: homosexualidad, transexualidad y hasta pedofilia.

El blanco de la campaña fue la palabra «género», utilizada en la ley, en armenio «gender», un calco directo del inglés «gender». Al ser un préstamo, la propuesta de ley aclaró en su artículo tres, cuando se aprobó: “Comportamiento adquirido, socialmente establecido de personas de diferentes sexos”. El temor radicaba, concretamente, en el adjetivo “adquirido”.

A la ley de igualdad para hombres y mujeres se oponen clérigos y grupos tradicionalistas

La presión llevó al gobierno a sustituir la palabra ‘género’ por ‘hombres y mujeres’. No obstante, las protestas han ido cada vez a más. No fue hasta finales de agosto, una vez la alusión al «género» ya había sido eliminada ante tales presiones, cuando los grupos alentaron una campaña que a día de hoy ha convertido las cuestiones relativas a la igualdad de mujeres y hombres y la homosexualidad en el centro del debate a nivel nacional.

La campaña comenzó en las redes sociales a través de grupos como ‘¡No a la igualdad de ‘género’! No a la traición a la patria’ y en la página del Comité Paterno Panarmenio. Primero, los ataques contra homosexuales y, de paso, contra ONG y activistas que velan por los derechos de las mujeres y de las minorías sexuales. Luego, contra Europa, la cuna de la homosexualidad y la transexualidad, según los impulsores de la campaña.

Desde 2009, una propuesta de ley de igualdad presentada por diputados del partido Orinats Yerkir (Estado de Derecho), centrista y actualmente en la coalición gubernamental, ha sido debatida y rebatida hasta que el gobierno presentó un borrador tan similar al anterior que la actual propuesta de ley es el resultado de la fusión de ambas.

Mientras tanto, el gobierno armenio había aprobado dos enmiendas relativas a la igualdad de hombres y mujeres que, del mismo modo que la actual propuesta de ley, hacen mención al ‘género’. Asimismo, el Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales publicó, en 2012, la guía ‘Indicadores sensibles al género’. Los intentos por ilegalizar la discriminación por razones de sexo no se vieron entonces como un impulso a la homosexualidad ni a la “perversión sexual infantil” que amenaza con “destruir los valores de la familia tradicional armenia”, como sí ocurre ahora.

Para el 96 % de la población armenia «la homosexualidad no puede ser justificada»

“Nunca a nadie irritó tanto la palabra género antes de que se aprobase esta ley”, dice Siran Hovhannisyan, responsable de relaciones públicas del Centro de Estudios de Género y Liderazgo de la Universidad Estatal de Yerevan. Ahora, sin embargo, se ha convertido en algo así como un sinónimo de «homosexual», lo que conlleva una enorme carga negativa: Para el 96% de la población armenia, “la homosexualidad nunca podría ser justificada”, según una encuesta realizada por Caucasus Research Resource Centers (CRRC).

Basta pedir opiniones sobre la ley de igualdad para que las respuestas apunten hacia la posibilidad de que parejas del mismo sexo puedan formar una familia, incluso entre personas que no se manifiestan contra las minorías sexuales. “Yo respeto la decisión de estas personas, pero reconozco que mi sociedad no está preparada para un cambio como ese. No es solo que no estemos preparados, es que destrozaría nuestra cultura y nuestra historia. Hay cambios que la sociedad armenia podría asimilar poco a poco, pero sería imposible tocar uno de sus pilares más importantes, que es la familia, entendida como padre, madre y otros”, asegura Sirun, una joven lingüista de veinticinco años.

Eduard tiene 41 años, está casado, tiene hijos y vive en Yerevan. Dice que su opinión sobre la ley es negativa porque “la familia tiene que constar de un hombre y una mujer”, pero que defiende la igualdad de derechos para ambos. “Aunque no estoy en contra de los gays”, aclara.

En marzo de 2012, dos hermanos prendieron fuego al DIY, un pub gay de Yereván. El hecho fue el desencadenante de una serie de ataques a la comunidad homosexual armenia y demostró la impunidad con la que este tipo de acciones se llevan a la práctica. Hace dos semanas, el presidente concedió la amnistía a los acusados y su atentado parece ser un hecho memorable y ejemplar para algunos.

“Deberíamos quemar el ‘Women’s Resource Center’…como el pub de Tsomak (DIY)”, dice un usuario de Facebook en el grupo ‘No a la ley de igualdad de género’. Women’s Resource Center anunció que había tenido que acudir a la policía para evitar males mayores.

El Women’s Resource Center ha tenido que recurrir a la protección de la policía

El 16 de octubre, los detractores de la ley de igualdad convocaron una manifestación por las calles de Yerevan y aseguraron que sólo era el comienzo de una serie de marchas contra la igualdad, la homosexualidad y Europa. Ese día, los manifestantes entregaron una carta al gobierno pidiendo la anulación del proyecto de ley, con el respaldo de 3.500 firmas. “Salvemos a los niños de la perversión sexual”, “No dejaremos que arruinéis a las familias armenias”, decían.

“El principal problema es que personas que ni siquiera entienden el significado de conceptos como género, igualdad de género, identidad de género o estereotipos de género han empezado a dar sus propios significados para manipular las mentes asegurando que ‘género’ implica perversión y degeneración y relacionándolo con el matrimonio de personas del mismo sexo. Entonces el problema es que aquí se está definiendo el ‘género’ como homosexualidad, algo que crea verdadero pánico en Armenia”, explica Siran Hovhannisyan.

Ecos de Rusia

Esta campaña de desinformación es, para muchos, una cortina de humo con la que se pretende acallar la voz de aquellos que salieron a protestar cuando el presidente Sargsyan, por las mismas fechas, aceptó la anexión a la Unión Aduanera encabezada por Rusia, renunciando así a la Unión Europea.

Influida por Rusia, Armenia estuvo tentada de aprobar recientemente su propia ley de ‘propaganda homosexual’, que habría castigado la manifestación pública de “relaciones no tradicionales”, al igual que ha hecho Moscú. Para un país que despenalizó la homosexualidad hace una década y que firmó la Declaración de Naciones Unidas sobre Orientación Sexual e Identidad de Género de 2008, el retroceso habría tenido tales repercusiones que finalmente la propuesta, redactada por la policía y publicada en su página web, fue desestimada.

Armenia intentó aprobar una ley de ‘propaganda homosexual’, inspirada en la de Rusia

Human Rights Watch remitió una carta al presidente apelando a la protección de los derechos de las minorías sexuales y recordando al gobierno los acuerdos internacionales firmados, que serían violados si se llegase a penalizar la homosexualidad. Alarmados por el repunte de la homofobia, varios artistas e intelectuales de la diáspora armenia han firmado una carta mostrando su rechazo a una posible medida antigay y defendiendo el derecho de expresión de cualquier persona.

¿Igualdad?

Semejante reacción ante la palabra ‘género’ podría hacer pensar que la incursión de la igualdad en la legislación armenia es un tema novedoso. Pero no lo es. Basta echar un vistazo a los derechos de la mujer en Armenia desde siglos remotos para comprender que la interpretación que se ha dado a la palabra ‘género’ a raíz del proyecto de ley actual, se basa en la desinformación.

Aunque desde que el país se independizó en 1991, la ausencia de fondos y el exceso de detractores han paralizado todo intento de avanzar en materia de igualdad, existe constancia de que los derechos de las mujeres han sido reconocidos en Armenia desde el año 443 a. C. Según el Código de Sahapivian, las mujeres tenían derecho a poseer una propiedad familiar en casos de abandono injustificado, así como a contraer un nuevo matrimonio.

Fue en la I República Armenia (1918-1920) cuando las mujeres pudieron votar y ser elegidas; un derecho reconocido en ese momento en apenas un puñado de países norteeuropeos, en los vecinos Estados caucásicos, Rusia y Albania; una década antes que España o Turquía. A finales del siglo XX, Armenia firmó la Declaración del Milenio, en la que uno de los objetivos más importantes es “promover la igualdad de género y la autonomía de la mujer”, pero los resultados, según muestra el informe nacional sobre los progresos de los Objetivos de Desarrollo del Milenio, no son precisamente alentadores.

La situación de la mujer en Armenia empeora cada año, según el Foro Económico Mundial

El último Informe de Competitividad Global, realizado por el Foro Económico Mundial y publicado en noviembre, muestra que la mujer en Armenia no sólo no vive en condiciones de igualdad con el hombre, sino que su situación empeora con los años. De los 136 países que figuran en la clasificación, Armenia ocupa el puesto 94, diez puestos por debajo del resultado de 2010. Solo se considera que las oportunidades entre hombres y mujeres son las mismas en el acceso a la escuela primaria y educación superior.

“Armenia está más avanzada que otros países de su región en algunos sentidos, pero en cuanto a los derechos y oportunidades de las mujeres estamos muy por debajo”, reconoce Siran Hovhannisyan.

Según la Constitución postsoviética de 1995, actualmente en vigor, hombres y mujeres gozan de los mismos derechos en la vida política, el trabajo y la familia, aunque la realidad adolezca de una desigualdad evidente y precise una ley específica en materia de igualdad, así como planes de acción efectivos que garanticen que la ley sea algo más que palabras.

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