Reportaje

Los asirios sueñan con un paraíso

Karlos Zurutuza
Karlos Zurutuza
· 9 minutos
Un cristiano asirio muestra su tatuaje (Iraq, 2013) | © Karlos Zurutuza
Un cristiano asirio muestra su tatuaje (Iraq, 2013) | © Karlos Zurutuza

Luis Shabi, arzobispo caldeo de Bagdad, recuerda con nostalgia sus nueve años de noviciado en Roma y “un fantástico viaje en coche por toda Europa” antes de volver a Iraq en 1969.

“Eran otros tiempos”, suspira el sacerdote desde su oficina en el sótano de la iglesia de Santa María del Rosario, al este de la capital iraquí. Se trata de un templo humilde, pero protegido por muros de hormigón, alambre de espino y soldados en guardia junto a un vehículo blindado.

“Hemos sido siempre un pueblo pacífico y trabajador. Teníamos una reputación de contribuir a la cultura iraquí con numerosos escritores, poetas, filósofos…”, apunta el prior vestido en una sotana inmaculada y tocado con un bonete rosa. “Desde 2003 los extremistas se esfuerzan ahora por reforzar la imagen de que somos una especie de ‘recién llegados’, algo así como una ‘extensión de Occidente’ en Oriente Medio”, añade, saltando del inglés al italiano sin apenas transición y subrayando que “el hecho de que hubiera algunos ministros cristianos durante los años de Saddam Hussein no hace sino empeorar las cosas”.

“¿Qué ha hecho Europa para ayudarnos? ¿Y Roma? Nadie ha movido un dedo por nosotros»

“¿Qué ha hecho Europa para ayudarnos? ¿Y Roma? Ni las autoridades civiles ni las religiosas en Europa han movido un solo dedo por nosotros en el peor momento de nuestra historia”, lamenta Shabi. Dice estar “plenamente convencido de que ya no quedan más cristianos que los de Oriente”.

Tras la literalmente diezmada comunidad mandea de Iraq -nueve de cada diez han muerto o huido desde 2003-, los cristianos han sido los que más han sufrido desde la invasión del país en 2003. ACNUR apunta a que, de los aproximadamente un millón de miembros de esta confesión hace diez años apenas queda hoy la mitad.

“No somos árabes sino semitas. Hablamos arameo y llevamos en Mesopotamia desde los tiempos de Hamurabi. Somos hijos de Abraham y de Nabucodonosor; contamos con 6.000 años de historia a nuestras espaldas pero nuestro futuro en Iraq no pasa de mañana”, exclama Shabi bajo toneladas de piedra y hormigón.

Ramas cristianas

Iraq alberga numerosos colectivos cristianos distintos. El más expandido lo forman los caldeos (kaldani, en árabe), que antes de la guerra de Iraq cifraban alrededor de 450.000 personas, casi la mitad de toda la población cristiana del país. Profesan la fe de la Iglesia Caldeo-Católica, nacida alrededor de 1830 como escisión de la Iglesia Asiria, al adoptar los dogmas del Vaticano, aunque manteniendo el arameo como lengua litúrgica, en lugar del latín.

El segundo colectivo más numeroso es el de la Iglesia Asiria (o Nestoriana), una de las más antiguas del mundo que mantiene el dogma de la dualidad de Jesucristo, opuesto al católico. También utiliza el arameo.

En el norte del país también hay comunidades siriaco-ortodoxas (también llamados jacobitas), que siguen el dogma monofisita (o miafisita) y algunos siriaco-católicas, escindidas de la anterior y seguidores de Roma. Ambos usan el arameo en su liturgia.

Luis Shabi, arzobispo caldeo de Bagdad (Iraq, 2013) | © Karlos Zurutuza
Luis Shabi, arzobispo caldeo de Bagdad (Iraq, 2013) | © Karlos Zurutuza

Desde allí apenas se tardan diez minutos a pie hasta la iglesia de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro. No tiene pérdida ya que su espigada y vanguardista fachada blanca se alza majestuosa entre los monótonos y desvencijados edificios del barrio de Karrada, al este de Bagdad. Una vez atravesado un laberinto de charcos y fango entre muros de hormigón, soldados uniformados en camuflaje gris cachean a todo aquel que quiera acceder al templo. El templo se alza hoy inmaculado tras meses de reforma durante el pasado año, pero aquí nadie olvida:

“Eran cinco. Saltaron por encima de los muros de hormigón y entraron a tiros en la iglesia gritando “Dios es grande”. Decían que pertenecían al Estado Islámico de Iraq -grupo suní supuestamente vinculado a Al Qaeda-. Fue el 31 de octubre de 2010. Estábamos en misa”. El trágico episodio permanece imborrable en la memoria de Aysur Said, el actual párroco. Su antecesor, el padre Wasim, fue uno de los 50 asesinados en el atentado más salvaje que ha sufrido esta comunidad desde 2003.

«Esto es Iraq, aquí no te puedes fiar de nadie, y menos de la Policía»

“Algunos murieron por los disparos y otros asfixiados. A varios de ellos los encerraron en una habitación que usamos para vestirnos. No tiene ventanas y el aire se acabó enseguida”, añade Said.

“Piense que para entrar hoy aquí ha tenido usted que atravesar dos puestos de control, cada uno con tres soldados. Pues bien, el día del ataque no había ninguno. Esto es Iraq, aquí no te puedes fiar de nadie, y menos de la Policía. Desde el atentado, el Gobierno nos permite que los soldados del segundo checkpoint sean cristianos. Llevábamos años pidiéndolo pero tuvieron que morir 50 de los nuestros para que nos hicieran caso”, lamenta el sacerdote, justo antes de cambiar su sotana por un buzo de trabajo. “Todavía queda mucho por hacer”, dice.

Un lugar en el Edén

Tras el brutal atentado de 2010, los cristianos de Iraq reclamaron inmediatamente una región autónoma propia en las llanuras de la región de Nínive, al noroeste del país. Se trata del lugar en el que la Biblia sitúa el Jardín del Edén, pero que hoy también es zona en litigio entre kurdos y árabes. Por si fuera poco, su capital administrativa es Mosul, bastión histórico de Saddam Husein, es escenario de multitudinarias protestas antigubernamentales desde el pasado mes de diciembre.

A pesar de su cercanía con la inestable Mosul, a apenas 30 kilómetros, la localidad de Bashiqa disfruta de una relativa estabilidad gracias al despliegue de los peshmerga, el ejército kurdo. Con una población mixta de cristianos, yezidíes, shabak y kurdos, se trata de uno de los lugares incluidos en el proyecto autonomista cristiano.

“Lo importante es que todos los iraquíes permanezcamos unidos”, asevera el padre Daniel desde la iglesia asiria ortodoxa de Mart Shmouni. Este religioso de 23 años se desmarca a priori de cualquier entidad diferenciada. Aún así, reconoce que el discurso oficial en aras de la cacareada “unidad nacional” es cada vez menos factible:

«Familias cristianas llegadas desde Siria piden refugio en nuestros monasterios e iglesias»

“La nueva autoridad en Bagdad no es capaz de protegernos por lo que nuestro pueblo sigue huyendo en masa. No obstante, durante los últimos meses, son cantidad de familias cristianas llegadas desde Siria las que piden refugio en nuestros monasterios e iglesias. Muchas de ellas han huido precipitadamente y llegan prácticamente sin nada,” añade el que presume de ser el sacerdote más joven nunca ordenado en Iraq.

“Para muchos, Bashiqa es un alto en el camino en su huida hacia la Región Autónoma Kurda, donde la seguridad es total”, añade el párroco.

Junto con Bashiqa, Kirkuk es otra de las zonas que aún languidece en una suerte de limbo legal entre Bagdad y Erbil. Desde allí, Imad Yokhana Yago, diputado en Bagdad por el Movimiento Democrático Asirio, lamenta la “huida en masa” de su pueblo ante la amenaza de una nueva guerra entre kurdos, árabes chiíes y suníes.

“En zonas como Mosul, Kirkuk o el barrio de Dora –sureste de Bagdad- no hablamos de episodios aislados sino de un genocidio sistemático de nuestra comunidad”, denuncia Yago, añadiendo que la discriminación comienza “con una Constitución que establece el islam como religión oficial y fundamento básico de su legislación”.

Así las cosas, el diputado aboga por un proyecto a la medida de su menguante comunidad.

“Una región autónoma cristiana en Nínive nos protegería y haría las veces de ‘zona de amortiguación’ entre los grupos enfrentados”, añade. “Sabemos que desplazar hasta allí a los cristianos de Basora, Bagdad y el resto de Iraq será doloroso pero, realmente, es nuestra única manera de que no abandonen el país”.

“¿Por qué no nosotros?”

Cristianas y excombatientes del PKK, esas son las únicas mujeres que no llevan velo en la ciudad de Dohuk, al norte de Erbil. Y no son pocas, sobre todo en el distrito norte de la tercera ciudad en importancia de la Región Autónoma Kurda. Allí, los locales de venta de bebidas alcohólicas son casi tan numerosos como los campanarios que se alzan entre las marañas de cableado eléctrico a escasos metros del suelo.

Desde la oficina local del Movimiento Democrático Asirio, Yousif Eisho, miembro ejecutivo, agradece tanto la seguridad en la región como las “fluídas relaciones con el Gobierno kurdo” pero pide mucho más: «Está claro que somos iraquíes, pero no kurdos ni tampoco árabes; somos asirios, con una lengua e historia común que nos diferencia de nuestros vecinos”, explica este líder político de profundos ojos azules.

“Entre nuestros derechos más fundamentales está el poder acceder a la educación en nuestra lengua, desde Primaria hasta la Universidad. Además, si los kurdos tienen derecho a su región autónoma, ¿por que no nosotros?” pregunta.

Sin embargo, el de la llanura de Nínive es un proyecto controvertido y muchos temen que dicha región pudiera convertirse en una especie de gueto al que desplazar a dicho pueblo. Desde la ejecutiva del Movimiento Cristiano Asirio, Yousif Eisho discrepa:

“La represión que estamos sufriendo no llega únicamente desde los árabes de Iraq. Irán, Arabia Saudí.. son muchos los agentes extranjeros involucrados en la limpieza étnica de nuestro pueblo”, explica este hombre de profundos ojos azules. “Ese gueto acabará siendo una realidad si se sigue permitiendo la injerencia desde el exterior”.

·