Ibrahim Maalouf
«Mi espiritualidad no tiene que ver con la religión»
Alejandro Luque
Sevilla | Febrero 2016
Hace ya casi cinco años del debut en España de Ibrahim Maalouf (Beirut, 1980), y quienes lo descubrieron en aquel festival de Vitoria-Gasteiz no paran de sorprenderse con su progresión. Sobrino del célebre escritor libanés Amin Maalouf, este joven trompetista ha logrado conformar un sonido propio a base de incorporar sonidos muy diversos (desde la música clásica al jazz, el rock o el funk, pasando cómo no por el acervo de Oriente Medio), así como por un equilibrio perfecto entre la lealtad a la tradición y la modernidad.
Además de brillar en discos como Diasporas, Illusions o Kalthoum, ha colaborado con un sinfín de estrellas de la música, desde Sting a Salif Keita, Juliette Greco, Tryo o Vanessa Paradis. En la víspera de su recital de esta noche en el teatro Lope de Vega de Sevilla, atendió a M’Sur vía telefónica desde París, donde reside.
Mucha gente cree que los árabes y el jazz son mundos separados. ¿Hasta qué punto se equivocan?
«El jazz viene del blues, el blues está hecho de cuartos de tono, y el cuarto de tono viene de África»
[Risas] Cuando trabajo con mi música, no separo las cosas. Simplemente compongo y toco lo que se me ocurre Ahí noto lo mucho que las cosas están relacionadas, mezcadas, tienen el mismo origen. Por ejemplo, el jazz viene del blues, el blues está hecho de cuartos de tono, y el cuarto de tono viene de África. Las otras músicas de cuarto de tono también vienen de África, así que tenemos puntos en común por esa parte. Luego imagino que cada persona puede hacer su propio análisis. El mío es que venimos del mismo mundo.
Sus padres eran músicos. ¿Qué aprendió de ellos? ¿Estaban familiarizados con el jazz?
Mi padre me enseñó todo lo que sé en la trompeta. Mi madre tocaba muchísimo el piano en casa, sobre todo música clásica. Así que escuchaba mucha de esa música clásica tocada por ella en el piano.
¿Puede recordar cómo inventó su padre la trompeta de cuarto de tono?
Lo inventó en los años 60, quería tocar música árabe en la trompeta, cosa imposible con las trompetas tradicionales, de ahí que se le ocurrió poner una válvula añadida para ser capaz de tocar cuartos de tono.
¿Recuerda cómo fue su paso de la música clásica al jazz? ¿Lo vivió con naturalidad?
«Nunca he dejado de tocar música clásica, lo único es que mis álbumes de jazz se ponen en la radio»
Solía tocar a la vez mucha música clásica y jazz. En realidad nunca he dejado de tocar música clásica, lo único es que mis álbumes se ponen en la radio y eso, y la gente no sabe lo que hago en el ámbito de la música clásica… Pero sigo trabajando en esto, no lo dejo.
Imagino que el traslado con su familia a Francia sí influiría un poco en que el jazz ganara terreno en su universo musical, ya que allí es muy fuerte…
Como usted sabe, en Francia les encanta el jazz, lo escuchan mucho y siempre ha habido mucha energía en el jazz allí. Es una larga tradición. Pero no tuve maestros, nunca he estudiado el jazz. Aprendí tocando jazz en big bands, con otros músicos, pero no me considero un jazzman.
Hay quien dice que uno de los elementos distintivos de su música es que es bailable. ¿Lo admite?
No, definitivamente no. La mayoría de mis álbumes no tienen nada que ver con el baile.
¿Pero no están influenciados por la música funk y otros ritmos bailables?
«En mi primer álbum no hay nada bailable. Pero la gente se fija más en lo que más disfruta»
No necesariamente. Algunas de mis músicas no son en absoluto así, otras sí. No se puede meter la música en ninguna categoría, es completamente libre. A veces es muy nostálgica o triste… Una canción como ‘Beirut’ no creo que se pueda bailar. Tampoco creo que se pueda bailar al son de algunas otras como ‘True sorry’. En mi primer álbum no hay nada bailable. Pero creo que la gente a veces se fija más en lo que más disfruta, y ahí sí hay cosas bailables. Pero insisto, no creo que sea una norma.
A propósito de su primer disco, recuerdo que usted habló de él como “un libro”. ¿Quería hacerle la competencia a su ilustre tío Amin Maalouf? ¿Qué opina él de su música?
Para mí, mis álbumes son como libros porque en ellos quiero contar una historia, ése es el significado. No es sólo música por música: intento decir algo. No tengo las palabras, así que le pongo música. Respecto a mi tío, creo que le gusta mi música, porque viene bastante a mis conciertos y también se pone bastante mis discos.
¿Qué puede decirme del lado espiritual de su música? ¿Tiene algo que ver con la religión?
Como te dije, para mí, la música es todo, es un reflejo de la vida. A veces necesitas bailar, desde luego, pero no todo el rato, otras veces necesitas rezar. Necesitas tener algo en tu vida que sea espiritual. Si no tienes espiritualidad, no estás conectado con la naturaleza, con la realidad. Así que creo que esta espiritualidad sí está presente de alguna forma en mi música, y le doy mucha importancia, pero no tiene absolutamente nada que ver con una religión, ni con ningún dios en concreto ni nada así, es simplemente espiritualidad.
¿Qué recuerda de su trabajo con Sting? Imagino que sería un momento importante en su carrera…
Sí, fue maravilloso porque fue la primera vez que me vi trabajando con una estrella de este calibre. Era bastante interesante, porque Sting trabaja muy duro y es muy modesto, y un hombre muy serio e interesante. Me encantó de verdad tocar con él y me invitó a la Toscana a su casa, para algo como dos semanas… Lo pasé realmente genial tocando con él y escuchando cómo él trabajaba en su disco e iba construyendo el tema. Fue un interesante aprendizaje para mí.
También tocó con George Moustaki. ¿No cree que Grecia y Líbano están más cerca de lo que muchos piensan?
Bueno, Moustaki será griego de origen, pero su música es francesa en gran medida, son canciones francesas. De todas formas, todo lo que hay alrededor del Mediterráneo tiene el mismo origen y tiene las mismas sensaciones.
¿Usted siente esa familiaridad cuanto toca en Grecia?
«Cuando me encuentro con gente realmente distinta a mí, simplemente busco los puntos en común»
Sí, pero siento esa familiaridad en todas partes donde toco. Soy una persona que se siente a gusto en cualquier lugar. Cuando me encuentro con gente que es realmente distinta a mí, no siento ninguna diferencia, simplemente busco los puntos en común. Cuando toco en Grecia, desde luego hay muchos puntos que tenemos en común. Cuando toco en España o en Italia o en África del Norte o en Oriente Próximo claro que siento muchos puntos en común. Pero incluso si toco en Australia o en Sudamérica encuentro muchos puntos en común y me siento cercano a la gente de allí.
En la película Souffle dice usted que le gustaría sentirse a la vez francés y libanés. ¿Los hijos del exilio siempre se sienten exiliados?
Creo que es la sociedad la que te hace sentirte exiliado. No sé si tú mismo… Yo no me siento exiliado, yo me siento a gusto en todas partes. Yo me siento bien. Me siento bien cuando estoy en París, me siento bien en Nueva York, me siento bien en Estambul. También me siento bien cuando estoy en casa, en Líbano. Pero es la gente la que te hace sentirte distinto, que te hace sentir que no eres totalmente, originalmente de ese lugar. Eso es lo que a la gente exiliada les dificulta a la hora de vivir como si pertenecieran a algún lugar.
En el filme, usted dice que de niño le habría gustado ser ingeniero para reconstruir su país. ¿No es la música, también otro modo de hacerlo?
«Voy a Líbano con mucha frecuencia, estoy todavía muchísimo en contacto con este país»
Tal vez… No lo había pensando así, pero de alguna manera puede ser cierto. Siento que estoy contribuyendo a algo que se está construyendo. No serán edificios pero es cultura, es sobre la manera en la que vivimos todos juntos, qué escuchamos juntos, la manera de construir una cultura. Así que: sí.
¿Cómo recibe usted las noticias sobre guerra civil o revueltas políticas en Líbano? ¿Cómo si fuera otro país más, o como algo muy personal?
¿Desde Francia? Es muy deprimente. Mi familia está allí, mi casa está ardiendo. Todos los días intento recibir noticias de allí, intento que me llegue lo que está pasando, voy a Líbano con mucha frecuencia, estoy todavía muchísimo en contacto con este país.
¿Imagina a veces cómo podría ser Líbano sin este conflicto sectario continuo?
Sí, porque mi familia me contaba siempre mucho de cómo era el país en los años cincuenta y sesenta y principios de los setenta. Era el paraíso, para ellos. Y creo que antes o después, lo que gira tendrá que volver a girar. Pienso que algún día, algún día, eso espero, el pueblo libanés será capaz, finalmente, de vivir en paz. Y no sólo en Líbano sino en todo Oriente Próximo: lo que está pasando ahora en Siria es lo más triste del mundo.
¿Tiene esperanza por su país, pues?
Sí, por mi país, por todo Oriente Próximo y por todos los países que están sufriendo en estos momentos.
Nos gustaría saber más sobre música mediterránea y de Oriente Próximo. ¿Qué nos puede recomendar?
«Pediría a la gente que escuche a Umm Kulthum: quizás sea la cantante árabe más grande que haya»
Veamos, la música que tocaré en breve en España es sobre Umm Kulthum, y es un homenaje a esta cantante egipcia. Me gustaría pedir a la gente que la escuche, porque quizás sea la cantante árabe más grande y más interesante que el mundo haya conocido nunca.
En el mundo árabe es como una diosa ¿no?
Exacto.
No es por barrer para casa, pero, ¿le gustaría tocar flamenco?
Me encanta el flamenco. De hecho, cuando toco la trompeta siempre meto algo de flamenco en la manera de tocar.
¿Cree que le resultaría fácil tocarlo? En su concierto de Sevilla, seguro que irán muchos músicos flamencos, quién sabe…
Fácil no será, pero me gustaría. ¡Y si vienen será genial!
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