Theodor Kallifatides
«Tengo un profundo respeto por la fe, no por el fanatismo»
Alejandro Luque
Sevilla | Septiembre 2019
Su voz algo ronca al teléfono deja entrever sus ochenta años, pero también su vitalidad y sus ganas de seguir reflexionando sobre todo. Una reflexión que se traduce a ratos en silencios entre frases, en intentos de buscar la palabra adecuada: no tiene el discurso preparado. Salvo cuando se le pregunta por su dualidad de escritor sueco que en realidad es griego, o de escritor griego en lengua sueca. Theodor Kallifatides (Molai, sur de Grecia, 1938) lo tiene claro: el sueco está en su cabeza, pero el corazón permanece griego.
Llegado al país escandinavo en 1964 con 26 años, primero como estudiante, Kallifatides se empezó a hacer un nombre como escritor a partir de 1970 con novelas a menudo ubicadas en el ámbito de la emigración o incluso en Grecia, y en los 70 llegó a dirigir una importante revista literaria sueca. La fama internacional le llegó a partir de 2000, al publicar Un caso fácil, la primera entrega de una serie de novelas negras en torno a la figura de la comisaria Kristina Vendel, con traducciones al alemán y francés, aunque curiosamente, su debut en España ha sido el ensayo Otra vida por vivir, publicado el año pasado por Galaxia Gutenberg. El autor será una de las estrellas del próximo Tres Festival de Granada.
Ida Vitale dijo que el exilio era una buena oportunidad para ella. Usted no es exiliado sino inmigrante, pero ¿suscribiría que dejar el propio país puede ser bueno?
«Yo no diría hoy que me gustaría que mis hijos emigraran, pero me temo que lo harán»
Muy a menudo es una solución social. Emigramos por razones económicas, políticas… emigramos porque nuestro país no nos quiere, lo que ocurre con bastante frecuencia hoy, y antes también. Es una solución, pero no creo que sea buena para todo el mundo. En Grecia, con nuestro largo historial de emigración, tenemos un dicho que asevera: “Vivir en el extranjero no es para todos”. Es una vida dura, para algunos está bien, para otros no. Yo no diría hoy, por ejemplo, que me gustaría que mis hijos emigraran. Pero me temo que lo harán. Porque el mundo cambia y hoy día tienes que buscar trabajo donde puedas encontrarlo. Sea en España o en otro sitio. En resumen, no creo que sea algo bueno en sí, pero es necesario y puedes conseguir que salga bien, que las circunstancias salgan bien.
Usted fue amigo de Ingmar Bergman…
No tanto como amigo, pero sí, nos conocíamos.
Veía mucha diferencia entre la forma de pensar y sentir de un sueco y un griego, o tenían mucho en común?
Si te gustan las mismas cosas, es muchísimo más fácil. Teníamos mucho en común, pero también teníamos nuestras diferencias.
¿Por ejemplo?
Por ejemplo la idea de cómo tratar a las personas. Yo no trato a las personas como medios para mi trabajo.
Muchos escritores cambiaron de idioma: Joseph Conrad, Pessoa… Usted dijo que escribir en sueco le ha forzado a ser honrado, pero ¿perdió algo al cambiar de lengua?
Es un proceso muy, muy largo. No se puede decir nada definitivo, porque ocurre de forma tan lenta. Tardas muchos años en llegar al punto de poder escribir bien. No podría definir un momento. Pero diría que el sueco es el idioma que tengo en la cabeza, mientras que el griego es lo que pulsa en mi corazón (ríe).
Continúe, por favor.
Son dos cosas distintas. No se pueden comparar. Hablo sueco, pero soy griego, mi corazón es un corazón griego y mi idioma está en mi corazón.
Dijo que las crisis le hacen más griego. ¿Solo por solidaridad con Grecia?
«Después de vivir en Suecia 55 años, de repente todo el mundo recuerda que soy griego»
La crisis era muy dura para los griegos, pero la respuesta en el extranjero era… [busca palabras]. Sufrimos mucho con todas las cosas malas que se dijo de los griegos. No de la política, sino de la gente. El pueblo en sí se convirtió en víctima, nos llamaban ladronzuelos… todo eso. Y es curioso que después de vivir en Suecia durante cuarenta y cinco o cincuenta y cinco años, de repente pasa algo en mi país y ahí todo el mundo recuerda que soy griego. Sentí que yo sabía menos de eso que cualquier otro, pero sí me pedían hablar sobre mi país, y era muy difícil en ese momento.
¿Qué les contó a quienes le preguntaron?
Intentaba decir lo obvio. Que Grecia es un país pobre y que ha sido un país pobre desde hace siglos, desde el principio de todo, desde que se independizó del Imperio otomano. El primer gobierno griego pidió prestado dinero para comprar un rey, lo trajo de Baviera. Es un país muy, muy pobre, con algunas personas muy, muy ricas, pero eso ya es un asunto distinto.
¿Tienen los griegos cierta culpa de la situación actual, por haber hecho mal las cosas, o son simplemente víctimas del capitalismo?
Hay cosas que se han hecho no mal sino muy, muy mal. En la Administración del Estado, la educación, la corrupción… todo eso ocurre en Grecia, no es una excepción, lo tienes en muchos países, bajo diferentes formas, y hay mucho trabajo por hacer para la nación griega, para el pueblo griego. Pero en el momento en el que nace un bebé griego hoy, ya tiene una enorme deuda con Europa. Y no creo que sea razonable esperar de un bebé recién nacido que crezca para pagar las deudas.
¿Cómo se puede salir del atolladero?
Tampoco pienso que se pueda salvar la situación recortando gastos, colegios, servicios sociales, todo. Grecia es una mosca pequeñita, no puede dar más, no se puede esperar tanto de una mosca. Y la gente debería tener alguna oportunidad de recuperarse de la crisis económica. Por el beneficio de todos, no solo de los griegos. Si se compara la situación después de la Guerra Mundial, si América y los otros países que entraron en la guerra, no hubiesen empezado a rehacer las ruinas de Europa, gastando miles de millones de dólares, el milagro alemán nunca habría sucedido. Ni España se habría recuperado, ni Grecia, ni Francia… todo Europa recibió ayuda. ¿Por qué no ahora? ¿Por qué no ahora?
¿Tal vez porque todos los países creen tener sus problemas propios?
Europa y la mayoría de los países tienen un problema demográfico de verdad, con una población que envejece. La categoría de gente que más crece ahora es la franja entre 75 y 95 años: esa es la que aumenta cada año. ¿Quién trabajará luego si no dejas que entre nadie en el país? No solo ocurre en Suecia, sino en muchos países. Creo que es un gran error tratar la inmigración tal y como se trata ahora. Es un error inmenso.
El verano pasado vi lugares en Grecia repletos de turistas. ¿Es una solución para la crisis u otra manera de rendirse?
«El turismo no podrá ser una solución a largo plazo; era una solución, pero una muy cara»
De esto sabréis en España, que también hay mucho turismo… Se gana y se pierde, porque se gastan muchos recursos para mantenerlo funcionando, y al mismo tiempo creo que lo afectarán las nuevas restricciones por la crisis climática y la conciencia creciente de lo difícil que es todo. Ya hemos visto ir a la bancarrota turoperadores como Thomas Cook, y me temo que puede ocurrir pronto en más empresas y países. El turismo no podrá ser una solución a largo plazo. Era una solución, pero una muy cara. La gente viajará de forma mucho más consciente que hasta ahora. En todo caso, las cifras están bajando en todas partes, incluso en Grecia.
La Grecia en la que usted nació ¿era diferente a la actual? ¿Qué es lo que más ha cambiado?
Cuestión difícil, porque llevo viviendo fuera 55 años. De manera que lo que yo recuerdo es una especie de… memoria, algo fuera del mundo. La realidad es más dura, más difícil, con más pobreza, más competitividad en casi todo. Diría que la vida hoy es más dura que en mi época, aunque entonces hubo más represión política. Pero hoy día, especialmente para los jóvenes, es más preocupante. Es como tener todo el rato una amenaza sobre tu cabeza.
En un libro, usted retrata a unos niños que leen Escilo. Los griegos de hoy día ¿se sienten como descendientes de aquella época clásica con su literatura, o se han olvidado de ella?
Yo diría que ocurren ambas cosas. Algunos se olvidan, otros no. En general, en Grecia continuamos estando en contacto con el pasado. Porque muchos detalles de la vida moderna que surgen de ahí: nombres de calles, nombres de cafeterías, de hoteles… Los periódicos, escritores, filósofos mantienen un toque clásico, no se ha olvidado. Pero claro, si continuamos como vamos, con cada vez menos arte, menos colegios, menos educación superior, todo eso desaparecerá. En algunos países ya han olvidado qué pasó hace cincuenta años: será difícil recordar lo que pasó hace dos mil.
¿Ve esto inminente en Grecia?
«Mi padre me explicaba por qué una calle se llamaba Hipócrates o Sófocles… Así aprendí Historia»
Creo que los griegos de alguna forma intentan mantener vivo el legado clásico. Recuerdo que cuando era chico, mi padre paseaba conmigo y me explicaba por qué esa calle se llamaba Hipócrates, aquella Sófocles… Así aprendí la historia de Grecia. Aprendí mucho de mi país paseando por Atenas. Pero estamos olvidando, y eso pasa en todas partes.
En su libro Otra vida por vivir critica la revista satírica francesa Charlie Hebdo. ¿Cree que el respeto a una creencia es más importante que el derecho a reírse de ella?
[Reflexiona] Tengo todo el respeto posible por las creencias de la gente. Yo mismo no tengo creencia alguna, pero nunca se me ocurriría hacer algo para destruir un icono o parte de una iglesia o de una mezquita, lo que sea. Tengo un profundo respeto por la fe de la gente. Lo que no respeto es cuando se convierte en fanatismo. Cuando se intenta imponer esa fe a todos los demás. Eso anula mi respeto, porque creo en mi libertad y la de los demás, porque tenemos que vivir así, en libertad, con respeto por otras creencias u otras formas de vivir. No podemos combatirnos por estos motivos, tenemos que entender que yo tengo mi vida y tú la tuya.
Hace unos años estuve en Suecia, vi unas mezquitas de las comunidad musulmana allí. ¿Viven en buena vecindad con los suecos o hay tensiones?
Sí que hay, los hay. No en todas partes ni con mucha frecuencia, pero sí hay tensiones. Porque no se entienden, es por eso. No se conocen mutuamente.
¿Y cuál es el punto de no entenderse? ¿La religión, el idioma, las costumbres..?
Todo junto. Sus costumbres y códigos sociales, su idioma, las casas, los colegios… todo es una posible causa para problemas. Si no sabes, todo lo es.
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© Alejandro Luque | Especial para M’Sur
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