Entrevista

Fatos Kongoli

«La tolerancia religiosa es nuestra mejor herencia»

Alejandro Luque
Alejandro Luque
· 14 minutos
Fatos Kongoli | © John Foley / Cedida
Fatos Kongoli | © John Foley / Cedida

Sevilla | Diciembre 2015 | Con Ilya U. Topper

En las letras albanesas actuales, el nombre de Fatos Kongoli (Elbasan, 1944) ocupa un puesto de honor, como prueba el hecho de que sea uno de los autores más leídos y traducidos de este país, y que con frecuencia se le considere el sucesor de Ismail Kadaré.

Formado como matemático en Tirana y en China, trabajó como periodista y es autor de una docena de títulos,  aunque en España sólo se han publicado hasta ahora los posteriores a 1992:  Piel de perro, La vida en una caja de cerillas, Bolero en la villa de los viejos, Una nulidad de hombre, El sueño de Damocles y la más reciente, Tirana Blues. En ellos se mezcla la memoria de la dictadura, la desgracia de ser mujer en una sociedad difícil, la corrupción y el crimen en clave de novela negra…

La obra de Kongoli es el espejo de ese país que todavía trata de hacer cuentas con su pasado y hallar su identidad en plena contemporaneidad. El escritor respondió esta entrevista por escrito en francés.

Usted publicó cuatro libros antes de la muerte del dictador Enver Hoxha en 1985. Sin embargo, la prensa siempre le presenta a usted como un escritor “posrégimen”. ¿Es justo?

«Empecé a escribir con libertad, liberado de la autocensura, tras la caída del régimen»

Es un viejo malentendido creado por una periodista en un artículo elogioso publicado en el diario Le Monde en 1997, cuando se editó en Francia mi primera novela Le paumé [publicado en España bajo el título Una nulidad de hombre], el primero que escribí justo después de la caída del régimen en 1992, pero que no era en absoluto mi primer libro. He tenido que aclarar una y otra vez que ya había publicado varios libros antes del derribo de la dictadura en Albania, y que recientemente se han vuelto a editar en mi país.

¿La caída de la dictadura sí significó uncambio en su trayectoria de escritor?

Sí, empecé a escribir con libertad, sin preocuparme de la censura, liberado también de la autocensura, tras la caída del régimen, a inicios de los años 90. En esa época escribí mis mejores libros, sobre todo una quincena de novelas. Quizás por eso se me considere un escritor que lo que se ha dado enn llamar “la época de la transición” en Albania.

Usted trabajaba en una editorial. ¿Cómo era la vida cultural, la vida de un escritor bajo la dictadura? ¿Había autores que sufrían represalias?

«Cuando entendí que no podía escribir cómo quería, me arrepentí de haber dejado mi oficio de maestro»

En primer lugar quiero subrayar que antes había hecho mis estudios de Matemáticas en China, y en un momento dado de mi vida abandoné las matemáticas para dedicarme a la literatura. Es una larga historia y no quiero explayarme. En esa época yo era un soñador, quería convertirme en escritor, la verdad sea dicha sin saber lo que era la literatura de verdad, sin hacerme la pregunta elemental: ¿era posible hacer en Albania la literatura por la que yo me sentía atraído? Tenía ilusiones, y cuando entendí que no podía escribir lo que quería y cómo quería, me arrepentí amargamente de haber abandonado mi oficio de maestro de escuela. Todo estaba estrictamente controlado por el mecanismo de la dictadura: la cultura, las artes, las publicaciones, etc. Desde ese punto de vista, la vida de un escritor era realmente difícil. Y sí, hubo varios escritores y artistas que han pagado un alto precio.

Usted eligió la novela como medio de contar lo que era la dictadura. ¿Es mejor que el ensayo o las memorias?

El ensayo no es mi fuerte. En cambio, en 2010 publiqué un libro titulado Ilusiones en el cajón. De cierto punto de vista son memorias, mis memorias. Una explicación de mi vida a través de mis libros o una explicación de mis libros a través de mis vidas. Una confrontación conmigo mismo y con las realidades que he vivido. La trayectoria casi imposible de un escritor en un régimen totalitario. Y las decepciones en la nueva era de la democracia. De ahí el título metafórico: Ilusiones en el cajón.

En Europa, decir “escritor albanés” es nombrar a Ismail Kadaré. La sombra de este autor ¿es a veces un lastre o es que su reputación ha abierto puertas a otros escritores?

Kadaré es uno de los mayores escritores albaneses y el más conocido en Europa y el resto del mundo. Desde luego, su reputación es una bendición para la literatura albanesa. Al margen de esto, los editores extranjeros no se dejan impresionar fácilmente por otros autores. Éstos deben “afrontarlos” con sus propios valores.

Aparte del peso de Kadaré en el mercado ¿tiene una influencia estilística para usted? ¿Qué deudas literarias tiene, qué autores le han marcado?

Desde mi juventud, yo he sido fan de Kadaré, me encandilaban su poesía, sus novelas. Más tarde, cuando empecé a escribir yo mismo, nunca lo imité. Los que han hecho esfuerzos de imitarle han fracasado. Lo que siempre me ha llamado la atención y me ha influido ha sido la disciplina artística de este gran escritor. Pero a mí me atraía otra literatura, lo que se llama la literatura del dolor humano. Hay muchos escritores que me han marcado en mi trayectoria literaria. Mencionaré sobre todo dos grandes clásicos, uno del siglo XIX, Dostoievsky, y el otro del siglo XX, Albert Camus.

¿Existe una literatura balcánica, una familia de escritores de esta región, o son los autores de los países vecinos – Serbia, Bosnia, Croacia, Macedonia, Grecia – tan extranjeros como los de Italia, Francia y Alemania?

«Los albaneses siempre han estado obligados a aprender lenguas extranjeras»

Por supuesto existe una literatura balcánica con autores famosos en todos los países balcánicos, y además conocidos en todo el mundo. Pero no sé si se puede hablar de una familia. Tras el derribo de los regímenes totalitarios en nuestro país, las actividades, se han multiplicado los contactos y los encuentros entre los escritores de esta región. También se otorga un premio interbalcánico de la literatura, etcétera.

Unos 5 millones de personas hablan albanés, una de las lenguas menos difundidas de Europa. ¿Es un ‘handicap’ para un escritor?

Tiene usted razón, es un ‘handicap’ desde varios puntos de vista, pese a que la cifra de los que hablan albanés no es de cinco sino de siete millones, pero esto no cambia nada.

Aparte el aspecto del mercado, escribir en un idioma con un fondo literario tan reducido ¿es también un ‘handicap’ creativo?

No creo, en realidad. Hoy por hoy, Albania ya no es un país aislado. En todo caso, los albaneses, vistas las posibilidades muy reducidas de nuestro pequeño país en todos los campos, e igualmente en el sector de las publicaciones, siempre han estado obligados a aprender lenguas extranjeras. Lo que ocurre a todos los que aspiran a escribir o a ser escritores. Pueden leer a autores de todo el mundo, si no en el original, al menos en traducciones a grandes lenguas como el francés, el inglés, etcétera. Creo que esto recompensa.

Como ha mencionado antes, usted fue también matemático. ¿Una manera de ganarse la vida, simplemente, o una influencia en su carrera como escritor?

«Mi padre me obligó a estudiar matemáticas, porque en las matemáticas no hay ideología»

No, la razón es, de hecho, diferente, intentaré de resumirlo de forma breve. Estudié Matemáticas porque era el deseo de mi padre; más exactamente, era su decisión. Él era artista, violonista, formado en Italia, donde se hizo comunista. Durante la II Guerra Mundial volvió al país; había combatido en las filas de los partisanos albaneses contra los nazis y tras la guerra se convirtió en un importante cuadro en el campo de la cultura. En esa época no entendí en absoluto su decisión, pero obedecí: para mí, el deseo de mi padre era una orden. En las matemáticas, me explicó muchos años más tarde, en el ocaso de su vida, no hay ideología, como sí la hay en las artes o la literatura, que entre nosotros son campos peligrosos, y tú estarás seguro, no correrás riesgos… De hecho, mientras tanto cayó en desgracia, fue excluido del partido comunista, fue abandonado, amargamente decepcionado de haber servido toda su vida a una causa equivocada. Pero es una larga historia.

Sus primeras grandes novelas describen la atmósfera de la dictadura, hablan de los ‘perdedores’, de una sociedad entera que ha perdido. ¿Está presente aún esta sensación en Albania?

La sociedad albanesa de hoy la corroen problemas de otro tipo, sobre todo la corrupción a todos los niveles, la criminalidad, la pobreza, el paro etcétera. Por eso, todavía hoy, el deseo de los albaneses, especialmente de los jóvenes, de abandonar el país sigue siendo realmente fuerte.

Si uno va de vacaciones al sur de Albania, el país parece feliz,  con familias comiéndose helados en playas llenas de gente… ¿Existe todavía una Albania con problemas más profundos que los de los países vecinos?

Albania es un país muy bello, de sur a norte, y la gente va a la playa como en todo el mundo. Pero la vida del día a día no es sólo el día a día en la playa.

El escritor turco Nedim Gürsel describió hace diez años el «mercado de las religiones» en Albania, vaticinando que pronto las chicas albanesas llevarian crucifijo o hiyab islamista en lugar de minifaldas. Aparentemente, eso no ha sucedido. ¿Una influencia positiva del ateísmo oficial de la dictadura?

Quizás haya jugado un rol la política «atea» contra las religiones, que estaban prohibidas en Albania desde 1967, por decisión del régimen dictatorial. No he leído lo que ha escrito Nedim Gürsel, al que conocí en Francia y con el que luego me he vuelto a encontrar en Albania, en Tirana. Tengo la impresión de que Nedim ha expresado estas ideas sobre las chicas albanesas sin conocer demasiado la realidad de las cosas en Albania. Esa realidad es poco conocida y muy a menudo vista erróneamente. Un día, de broma, le dije a un amigo francés que se puede ver multitud de mujeres veladas en París, pero muy pocas en Tirana. Desde luego, el problema tampoco es tan simple.

Su último libro publicado en España, Tirana Blues (Te porta e Shën Pjetrit), habla de las mafias albanesas. ¿Será que la dictadura de un solo hombre ha sido reemplazado por la dictadura de las mafias?

«A fin de cuentas, la democracia es un modo de vida que hay que aprender»

Hoy día, Albania es un país democrático pese a que, a mi juicio, es una democracia aún bastante imperfecta. Parece que es muy difícil construir una democracia auténtica en un país que históricamente no ha tenido ninguna tradición democrática, sobre todo después de haber vivido casi medio siglo bajo la dictadura más feroz del Este comunista. A fin de cuentas, la democracia es un modo de vida que hay que aprender.

¿Hasta qué punto, las mafias albanesas están vinculadas a la corrupción política, como sucede en Italia?

Visto lo que está pasando, puedo confesar que desde ese punto de vista, la situación en Albania, que aspira a convertirse en miembro de la Unión Europea, es realmente grave.

De todas formas, ¿es la mafia albanesa hoy día todavía un factor de poder o es comparable al crimen organizado en otros países europeos?

«Tenemos diputadas condenados en otros países por tráfico de mujeres o de drogas»

Hace pocos días, el Parlamento de Albania ha promulgado una ley extraordinaria que se conoce bajo el nombre de «Ley de descriminalización». ¿Por qué? Porque, entre otros sitios, incluso en nuestro Parlamento, hay individuos con una ficha criminal, condenados por la Justicia en otros países europeos como Italia o Bélgica por tráfico de mujeres, de drogas, incluso acusados de asesinato. Creo que sobran los comentarios.

Decir Albania es también pensar en leyes sociales que restringen la libertad de las mujeres. ¿Una tradición olvidada o un factor que aún influye en la vida de las chicas hoy día?

La emancipación de las mujeres en Albania, por varias razones históricas, sociales, etcétera, ha sido un proceso largo y difícil. Ellas han alcanzado sus derechos mucho más tarde que las mujeres en Occidente. Este proceso de emancipación continúa, en circunstancias nuevas y en otro nivel, también hoy en día.

¿Cómo han vivido las mujeres estos grandes cambios de los últimos treinta años en Albania? Tenían dificultades específicas?

Francamente, esta pregunta la podría responder mejor que yo una mujer albanesa.

Su personaje, el inspector Sabit Kurti, ha salido a escena ya en tres novelas. ¿Añadiremos otro (anti)héroe a nuestra galería de grandes polícias mediterráneos, como el Salvo Montalbano de Camilleri, el Kostas Jaritos de Markaris, el Brahim Llob de Khadra, el Guido Brunetti de Donna Leon? ¿O se siente usted más cercano a los nórdicos como Mankell o Larsson?

«La literatura «policíaca» antes me atraía mucho, me fascinaban personajes como Sherlock Holmes»

Estoy encantado de verdad al ver que usted se ha fijado en mi personaje Sabit Kurti. A decir verdad, la literatura «policíaca» antes me atraía mucho, porque me fascinaba algunos grandes personajes clásicos, desde Sherlock Holmes a Maigret y Hercule Poirot. Pero no me he dedicado a este tipo de literatura. Sabit Kurti ha sido más o menos un experimento de mi parte, apenas rozado. Respecto a los policías que usted menciona, desafortunadamente de todos ellos sólo conozco a Montalbano.

La herencia islámica en Albania ha hecho emerger cierta enemistad entre pueblos vecinos que asocian el islam al «yugo» otomano. ¿Se percibe aún esta actitud de aislamiento?

Es difícil responder en dos palabras a esta cuestión: se trata de la historia compartida durante siglos por los pueblos balcánicos. En dos palabras yo puedo decir que a mi juico, la llamada herencia «islámica» de Albania es, francamente, un objeto de especulación más bien política que emerge de vez en cuando. No exagero si digo que Albania, un país con cuatro creencias religiosas, dos musulmanas y dos cristianas, es el país más tolerante de Europa desde el punto de vista de lo religioso. Esta tolerancia religiosa, observada por todo el mundo, es una de las herencias más valiosas de nuestra historia.

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