Taksim Trio
«Escucho flamenco y digo: ah, están tocando algo nuestro»
Alejandro Luque
Sevilla | Septiembre 2016
La reunión tiene lugar en la casa de David Peña Dorantes, a la hora de la sobremesa. Anfitrión e invitados se han reencontrado, han repasado el repertorio que ofrecerán esa misma noche en el marco de la Bienal de Flamenco de Sevilla. Tras el almuerzo, un poco achispados por el vino, los componentes de Taksim Trio sonríen con generosidad y atienden las preguntas de MSur en inglés y en turco, idioma que su mánager se presta a traducir con fluidez inmediata.
Gitanos del Mediterráneo es el sugestivo título del espectáculo que brindarán en el Real Alcázar de Sevilla junto al pianista lebrijano, en un diálogo nada forzado por ninguna de las dos partes, la flamenca y la turca. Hüsnü Şenlendirici (clarinete y duduk), Aytaç Doğan (kanun) e Ismail Tunçbilek (bağlama) integran una formación cuyo nombre alude a las improvisaciones melódicas que sirven de pórtico a muchas composiciones árabes, griegas y turcas, aunque recuerde también a la gran plaza de Estambul que es símbolo del pueblo movilizado.
La propuesta Gitanos del Mediterráneo no tiene, en todo caso, una voluntad antropológica. Lo gitano no es aquí un sello identitario cerrado, sino una inspiración que ha quedado plasmada a lo largo de los siglos en múltiples manifestaciones culturales. “Hasta donde sabemos, los gitanos salieron de la India, viajando hacia oeste, asentándose en todas partes del mundo”, explican. “Pero también asumieron la cultura de estos países. Un gitano en Turquía está influido por la música turca, por los diferentes colores de esa música. Alguien que hace flamenco en España puede ser también gitano, pero al mismo tiempo estará influido por la música española”.
«Los gitanos de todo el mundo han adoptado una armonía diferente según el país donde vivan»
Lo mismo podría decirse de la música gitana turca y la música gitana balcánica: “Hay semejanzas en el ritmo entre la música turca gitana y la balcánica, pero en lo emocional, el flamenco se parece mucho más a la música turca”, observa Şenlendirici. Y Tunçbilek confirma: “Hay semejanzas en el ritmo, pero en lo emocional es distinto. Sobre lo que preguntó antes: los gitanos de todo el mundo han adoptado una armonía diferente según el país donde vivan, su cultura y sociología; son todos distintos”.
Ya sea haciendo música turca o asomándose a la tradición gitana, lo seguro es que los músicos usan el idioma turco siempre. “El idioma gitano existe, pero nosotros desafortunadamente ya no lo hablamos. Nuestros antepasados, nuestros abuelos, probablemente aún lo hablaban, pero nosotros ya no; es una carencia, hay que reconocerlo. Pero musicalmente sí lo hablamos”, sonríen.
En los últimos años, Turquía se ha vuelto más permisivo a la hora de permitir el uso de idiomas que no sean el turco. Cuando se les pregunta si este hecho ha tenido consecuencias para la lengua romaní, niegan con la cabeza. “Los gitanos fueron muy asimilados y el idioma gitano en Turquía lo hablan muy, muy pocas personas. Y no se encuentra a nadie que lo sepa hablar, no está en los colegios, no es fácil aprenderlo sin que te lo enseñen. No está desaparecido, pero casi”.
«Los turcos quieren mucho a los gitanos, a primera vista, pero sí hay discriminación»
Sale a colación el tema de la secular discriminación de los gitanos en España. En Turquía, afirman, también existe, acaso algo más sutil. “En Turquía por ejemplo no hay un solo catedrático gitano, no se les deja. O no llegan. Nosotros sí hemos llegado…”, se encoge de hombros Tunçbilek. Los demás asienten y se van quitando la palabra los unos a los otros: “Los turcos quieren mucho a los gitanos, a primera vista, pero sí hay discriminación. No es fácil de ver, así, pero…” “Por ejemplo, mi hija ahora va al conservatorio. Pero porque somos nosotros, en el caso de un ciudadano normal no la aceptarían en la academia. O no directamente. Hay una discriminación encubierta, no abierta, no desde el Gobierno, sino desde la gente”.
Y agregan: “Conocemos a algunos gitanos en España y lo que hemos visto es que siguen apegados a su cultura, insisten en vivir a su manera, de forma nómáda, con sus vehículos… Y por eso probablemente se encuentran rechazo. En Turquía están integrados en la sociedad, viven como el resto del pueblo”.
Surge entonces una curiosidad: llamándose Hüsnü, Aytaç, Ismail, todo nombres corrientes turcos, ¿cómo los reconocen los demás como gitanos? “Los apellidos son distintos, en eso se reconocen. Yo por ejemplo me llamo Şenlendirici. Solemos tener apellidos con algo de música, un juego de palabras que hace referencia a la música”, afirma el clarinetista del grupo.
“Nací en un barrio gitano, en todas partes se tocaban instrumentos, cada esquina era una orquesta»
Doğan interviene entonces para comentar que no es la primera vez que tocan con grupos gitanos de otros países. “Tocamos sobre todo con grupos de los Balcanes, de forma bastante frecuente. Y tenemos estilos similares, además nos influimos mutuamente”.
Parte de esta facilidad para conectar con formaciones gitanas viene, según explican, del ambiente musical en el que crecieron, una inmersión muy parecida a la que los artistas flamencos suelen recordar de su propia niñez. “Nací en un barrio gitano, mi madre y mi padre eran gitanos, los vecinos de enfrente, gitanos, músicos… en todas partes se tocaba un instrumento en todo momento, cada esquina era una orquesta. Era imposible no hacerse músico”, dice Şenlendirici.
Pero luego llegó el conservatorio, y empezaron los líos… Aunque en este aspecto hay división de opiniones. Şenlendirici afirma que le vino muy bien, los otros le discuten. “Por supuesto que sí”, se defiende. “Anda ya, que no, que no aprendí nada, nada de pasión, que técnicamente sí, pero a mí espiritualmente no me ha dado nada”, le espetan los otros.
«En el conservatorio no aprendí nada de pasión; técnicamente sí, pero espiritualmente no»
Hablan de que acabaron siendo expulsados del conservatorio. Pero claro, salir de ese barrio con su cultura y entrar al conservatorio era un enriquecimiento musical desde el punto de vista técnico, “como leer y escribir música, cómo componer… esas cosas”. Pasa un rato sin que lleguen a un acuerdo: tienen ideas diferentes: Şenlendirici insiste en que el conservatorio realmente lo alimentó, y Tunçbilek sostiene que a él lo degradó en un sentido emocional.
Los tres son de Beyoğlu, el antiguo distrito de Pera, de gran tradición cultural. Ante la pregunta de si hay un barrio gitano hoy en la gigantesca Estambul, se explayan: “En toda ciudad hay al menos un barrio gitano o varios. La gente que vive en ellos está un poco aislada del resto. Es que son barrios distintos por oficios: los músicos tenían su barrio, los herreros el suyo, los caldereros otro… Los barrios estaban distribuidos por el trabajo de sus habitantes. Pero ¿por qué no salían a mezclarse con los demás, con el mundo de fuera? Porque se les consideraba ciudadanos de segunda clase, y no se abrían a los demás por sentirse discriminados”.
Pasamos a comentar que los gitanos en España se han vuelto especialmente religiosos cristianos. ¿Hay una religión concreta asociado a los gitanos en Turquía? “Hay de todo: alevíes, suníes… pero sí, la mayoría son religiosos. Hay sufíes también”, enumeran. Sin embargo, nada de eso tiene que ver con la música: son dos aspectos que no se cruzan. “Lo viven de forma separada. Claro, en la música que hacemos como Taksim Trio, siempre hay algún elemento relacionado con el sufismo, algo religioso, pero eso no es algo declarado como religión, solo es un elemento emocional”.
«Siento que el flamenco se basa de alguna forma de la cultura gitana, lo siento como algo propio»
También sale a colación la fiesta del Hidrellez que se celebra en mayo, pero ¿es una fiesta gitana? “Hay gente que dice que Hidrellez es gitano, otros dicen que es distinto; yo sí creo que sí es una festividad gitana, como punto de partida…”, afirma Tunçbilek. A renglón seguido, interviene Doğan: “Yo creo que en Turquía se celebran muchas diferentes fiestas de primavera, cada sector de la sociedad celebra alguno, y muchos acaban con cocteles molotov y cargas de la policía [se refiere al Newroz kurdo]. Ahora, sobre el Hidrellez escribí algo en las redes sociales, dije que hoy en Hidrellez hay muchedumbres gritando, y está todo lleno de humo, pero los gritos son de alegría, es una fiesta en paz, en felicidad, y el humo es de las barbacoas, solo hay música y danza”.
La entrevista llega a su fin, es hora de prepararse para el recital. Pero antes parece obligado preguntar por la experiencia de Taksim Trio en el ámbito del flamenco, donde se encontraron con figuras como Jorge Pardo, Carlos Benavent, Paco de Lucía y ahora Dorantes. “Yo viví en Barcelona durante año y medio solo para estar inmerso en esta música, dejé mi familia por esta música. Esa es mi respuesta”, asevera Tunçbilek.
“Para mí, la música flamenca y la música gitana española… Siento que el flamenco se basa de alguna forma de la cultura gitana, lo siento como algo mío propio”, apunta Şenlendirici. “Respecto a Dorantes, cuando lo escucho es una conexión inmediata, como si lo tocara yo mismo. Cuando escucho tocar flamenco, me digo: ah, están tocando algo nuestro”.
Solo falta Doğan: “Yo no pienso nada”, resume, y los demás estallan en una risotada. El mánager del grupo hace un gesto de rechazo: “Este no es hombre de entrevistas”.
Dorantes: «La filosofía de vida es la misma»
El pianista flamenco Dorantes (Lebrija, 1969) y el grupo turco Taksim Trio lanzaron en 2017 en Estambul la gira Gitanos del Mediterráneo, estrenada el otoño anterior en la Bienal de Sevilla y base para un proyecto de colaboración musical que puede incluso dar lugar a un disco.
Así lo explica el músico flamenco que destaca la conexión que halla con los integrantes del Taksim Trio a través de una experiencia común que une a los gitanos de todo el Mediterráneo. «Hay una escala de valores que tenemos los gitanos, ni peor ni mejor, simplemente diferente. Y hablando con ellos he visto que tenemos mucho en común. Por ejemplo, el respeto a los mayores, la forma de ver la vida, las cosas que nos dan mala suerte. La filosofía de vida está claro que es la misma, parece mentira pero es así», dice Dorantes.
«Escucho todo tipo de música y la música gitana en especial. La música gitana turca tiene muchos puntos en común con el flamenco, en el lenguaje musical…», agrega.
El percusionista gaditano Javi Ruibal, acompañante habitual de Dorantes y «el único payo del grupo», bromea diciendo que «estoy de mediador aquí», refiriéndose a la posición central que ocupa su batería en el escenario. «Es maravilloso tocar así, y se ve que a veces encuentran códigos entre ellos que se basan en su fondo común gitano», observa el joven músico.
¿Es difícil integrar un piano en un conjunto de instrumentos tradicional y una música, la flamenca, que nace en la calle? «El instrumento es lo de menos. Lo importante es el intérprete, es quién hace que el instrumento suene de una forma u otra. Yo soy gitano y hago que el piano suene flamenco. Creo que el piano no tiene mucho más que un timbre», responde Dorantes.
Dorantes recuerda el primer contacto con el Taksim Trio: «Me invitaron a un espectáculo suyo y vine y la experiencia me dejó marcado. Compuse temas para presentarlos juntos, el último fue en la Bienal de Sevilla, con mucho éxito».
Tanto que el proyecto no solo seguirá, con un próximo espectáculo ya apalabrado en Madrid y otro en Londres, sino que incluso podrá ser el momento germinal de un disco conjunto, según el músico.
«Hay varios temas nuevos diferentes que yo he compuesto para ellos. Y otros temas que ellos ya tenían pero que yo me he sumado, con Javier Ruibal en la percusión», adelanta Dorantes. «La idea es grabar un disco sobre los temas. Si hoy se oye bien vamos a grabar algunas pistas».
Lara Villalón · Ilya U. Topper (Abril 2017)
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