Kurdistán sirio


Los kurdos forman alrededor del 9% de la población de Siria, unos 1,9 millones. Esta, al menos es la estimación más habitual; algunos activistas kurdos elevan la cifra hasta por encima de los tres millones, es decir casi un 15% de la población.

Tradicionalmente, la población kurda se concentra en el noreste del país, sobre todo alrededor de la ciudad de Qamishli  y la zona al norte de Alepo, una región que muchos activistas kurdos denominan «Kurdistán Occidental» o, en kurdo, Rojava.

Desde luego también hay un importante colectivo kurdo en la capital, Damasco, y otras grandes ciudades, como Alepo.

Hasta la guerra civil de 2012-2013, las reivindicaciones kurdas en Siria raramente habían provocado conflictos sangrientos, a diferencia de lo que ocurre en Turquía, Iraq o Irán. El uso del idioma kurdo en público no estaba perseguido durante el régimen de Hafez Asad y su hijo y sucesor Bashar Asad, pero sí la publicación de libros en kurdo. Tampoco había prensa en este idioma.

Maktumin

En 1962, un censo extraordinario despojó a unos 120.000 kurdos —el 20% de la población kurda total— de la nacionalidad siria; recibieron tarjetas de residencia como «extranjeros». Sus hijos no son registrados por ninguna instancia y prácticamente no existen para el Estado. Estos kurdos apátridas se conocen como maktumín y según el Gobierno sirio se cifran en unos 75.000. El número de kurdos considerados «extranjeros» sobrepasa los 65.000 según el gobierno y los 200.000 según fuentes kurdas.

De 1973 a 1976, el régimen sirio promovió una política de «arabización», trasladando a sirios arabófonos del sur del país hasta la región de Qamishli, donde recibieron terrenos, casas y ayudas para asentarse. Pese a la represión política, la sociedad kurda se fue organizando en movimientos políticos formales, a diferencia del resto de Siria, y en la década 2000 existió una decena larga de partidos, la mayoría de muy reducido alcance y sujetos a escisiones frecuentes, pero con estructuras, redes y programas. Todos eran clandestinos.

En 2004, una pelea en el estadio de fútbol de Qamishli entre hinchas kurdos y arabófonos derivó en enfrentamientos políticos y una rebelión a mayor escala, que fue aplastada tras la llegada de tropas con tanques y helicópteros. La represión causó varias decenas de muertos. La tensión continuó en los años siguientes y causó esporádicamente muertos durante protestas o celebraciones kurdas.

Primavera árabe

Los levantamientos de la primavera árabe en marzo de 2011 en el sur de Siria se expandieron pronto a todo el país, también a la región kurda. Hubo grandes manifestaciones a favor de la democratización y el respeto a la cultura kurda en Qamishli, sin que las fuerzas de seguridad interviniesen. Mientras que las protestas derivaron en enfrentamientos armados y finalmente guerra civil en el resto del país, la situación se mantuvo en calma en las regiones kurdas.

Entre la decena de partidos – Azadi, Yekiti.. – se cristalizó como dominante el Partido Unión y Democracia (PYD), que sus críticos tildan de «rama siria del PKK«, el movimiento kurdo de Turquía, organizado como guerrilla y con refugio en los montes Qandil kurdo-iraquíes.

A diferencia de los demás partidos, el PYD dispone de milicias armadas, conocidas por las siglas YPG. A partir de otoño de 2011, estos grupos empezaron a tomar el control en numerosas poblaciones kurdas del norte de Siria. Las milicias establecieron puntos de control en las carreteras y se presentaron como  «fuerzas de seguridad», al principio sin un uso llamativo de armas. Ejército y policía gubernamentales o bien se retiraron de las zonas kurdas sin combatir o se quedaron acuartelados, sin interferir en la toma de control de las milicias kurdas, y normalmente sin que se produjeran enfrentamientos. Algunos críticos acusaron al PYD de tener un acuerdo secreto con el gobierno de Bashar Asad, extremo que el partido siempre ha negado.

En octubre de 2011, unos 15 partidos kurdos se reunieron en Erbil, bajo el patrocinio de Masud Barzani, el presidente del Kurdistán iraquí autónomo, para formar el Congreso Nacional Kurdo (KNC). Este organismo se entendía como alternativo kurda al Congreso Nacional Siria (CNS), paraguas de la oposición al régimen de Asad. Aunque en el CNS participaron varios activistas kurdos, el KNC no se integraba en esta estructura e insistía en introducir en el programa político el desarrollo de una autonomía kurda, aspiración a la que se negaba el CNS.

El PYD se quedó fuera del Congreso Nacional Kurdo y perseguía una política propia, respaldada por sus milicias. En julio de 2012, ambos bloques firmaron en Erbil la creación del Comité Supremo Kurdo, un organismo que repartía el poder administrativo entre los diferentes partidos kurdos y reconocía a las YPG, dependientes del PYD, como únicas milicias armadas.

Islamistas

En otoño de 2012 se registraron enfrentamientos entre las YPG y grupos islamistas de la rebelión siria, sobre todo Yabhat al Nusra, que combate bajo la bandera de Al Qaeda. En noviembre de ese año, guerrilleros de ambos bandos combatieron durante varios días por el control de Ras al Ain (Serekane en kurdo) en la frontera sirio-turca, y en primavera y verano de 2013, batallas similares tuvieron lugar en numerosos puntos estratégicos, como Tel Abiad y, en menor medida, Kobani (Ain al Arab) y en la región entre Girke Lege y Derik al este y al sur de Qamishli, donde se hallan los pozos de petróleo más importantes de Siria.

Turquía consideró desde el principio el establecimiento de una región autónoma kurda en Siria como una directa amenaza a a su territorio, sobre todo visto que esta región estaría bajo el poder del PYD, tildado de «terrorista» por su cercanía al PKK. En consecuencia, las guerrillas islamistas pudieron contar con el apoyo de Turquía o al menos mantener vías de retirada y evacuación de heridos al territorio turco, según denunció en agosto de 2013 la oposición turca.

Ese mismo mes, por otra parte, el dirigente del PYD, Salih Muslim, se reunió con altos cargos de Ankara para encontrar una solución, y el Ministerio de Exteriores turco declaró que no se opondría a una región autónoma sirio-kurdo, siempre y cuando se estableciera como resultado de un proceso democrático del Parlamento sirio, y no por la vía de los hechos.

El PYD y su programa de «tercera vía» – ni con Asad ni con la rebelión- recibía durante 2012 cierto respaldo de las autoridades del Kurdistán iraquí -firme aliado de Ankara – pero la relación se fue deteriorando en 2013. Por otra parte, el partido BDP, que representa a los kurdos de Turquía, -desde 2015 disuelto en el HDP – se pronuncia a menudo a favor del PYD y denuncia el bloqueo que el gobierno turco impone a la región sirio-kurda.