Siria

Leer: Reportajes sobre la revolución siria 

Siria era durante décadas uno de los países más estables de Oriente Próximo – sin libertades públicas y sin conflictos internos – gracias al régimen de la familia Asad.  Se contagió contra todo pronóstico de la «Primavera Árabe» en marzo de 2011. La represión de las primeras manifestaciones fue más sangrienta que en los países vecinos y lo que fue una rebelión pacífica ciudadana derivó pronto hacia enfrentamientos armados y finalmente hacia una guerra civil en toda regla.

Año 2011

Una manifestación en Deraa, en el sur del país, es brutalmente reprimida y suscita una respuesta popular a mayor escala, que pronto se generaliza. La represión es dura: disparos a civiles, detenciones masivas, torturas. Como consecuencia empiezan a sucederse las deserciones de reclutas que, según aseguran, son forzados a disparar contra civiles, bajo amenaza de ser ellos mismos ametrallados por contingentes incondicionalmente fieles a la familia Asad.

En junio de 2011 se registran en  los primeros enfrentamientos armados entre desertores y militares del régimen en Yisr al Shugur, una pequeña ciudad del noreste, cerca a la frontera turca, y empiezan las oleadas de refugiados hacia Turquía. Al mes se constituye el Ejército Libre de Siria (ELS, o bien FSA en sus siglas inglesas), que reúne sobre todo a desertores, pero también voluntarios locales.

Se registran enfrentamientos armados en diversas zonas del país, aunque el feudo principal del ELS es la provincia de Idlib, en el noreste, y la ciudad de Homs, en el centro del país. Su cabecilla es durante el primer año el coronel Riad Asaad, que establece su cuartel general en el campamento de Apaydin en la provincia de Hatay, reservado por Turquía a refugiados militares y sus familias.

Durante el primer año se estima que hay entre 5.000 y 6.000 muertos, entre ellos (o adicionalmente) unos 1.000 soldados y policías. Al cumplirse un año de las protestas, Turquía alberga a unos 9.000 refugiados.

La represión de las protestas se vuelve atroz. Policía, Ejército y varios cuerpos de seguridad disparan con regularidad a los manifestantes. Un enorme número de ciudadanos, implicados o no, son detenidos y torturados, a menudo hasta la muerte. La población se halla atemorizada por los ‘shabbiha’, una milicia reclutada por jefes mafiosos, fieles a la familia Asad, que interviene con la máxima brutalidad.

Divisiones sectarias

El régimen de Bashar Asad se basa en un círculo de clanes familiares de fe alauí, una corriente del islam que no otorga valor a las normas y leyes coránicas y vive acorde a una concepción laica. Pese a que los alauíes son minoría en Siria ―tal vez el 15%―, el régimen conserva bastante apoyo, especialmente por parte de otras comunidades religiosas, como drusos y cristianos, que temen el fin de un gobierno laico.

Pero también gran parte de la sociedad suní considera que el régimen de los Asad ha logrado una improbable estabilidad en una región en riesgo de deslizar por una guerra civil como la de Líbano, por lo que son también frecuentes las grandes manifestaciones a favor de Asad, sobre todo en Damasco. A pesar de ello hay representantes de todas las comunidades religiosas entre los insurgentes y la mala situación económica estaban minando la popularidad del régimen.
Aunque se pueden establecer zonas de predominio de comunidades – la franja alauí en la costa al sur de Latakía, el Monte Druso en la frontera jordana, los barrios cristianos de Alepo… – cualquier mapa es una simplificación, dado que prácticamente todas las ciudades cuentan con población mixta, y en las regiones rurales se encuentran aldeas cristianas al lado de alauíes y otras suníes.  Apenas la región kurda está algo más nítidamente delimitada.

Oposición

En el lado rebelde, los Comités de Coordinación Local – Tansiqiyat, en árabe, formaban una red de activistas que organiza las manifestaciones en el interior del país. A partir de junio 2011, grupos exiliados comenzaron a celebrar conferencias en El Cairo y Estambul para intentar unificar a la oposición, un proceso que culminó con la creación del Consejo Nacional Sirio (CNS), encabezada por el académico Burhan Ghalioun, residente en París.

El CNS fue reconocido como interlocutor válido por Turquía, Estados Unidos, Reino Unido, Francia… Al principio rechazaba una intervención internacional y apostaba por un diálogo entre sirios. No obstante, parte de la oposición siria critica duramente el organismo tanto por esta cautela como por la amplia representación de los Hermanos Musulmanes, apenas presentes en Siria, donde la organización islamista está prohibida desde 1963 y duramente perseguida desde 1980. Varios partidos kurdos ―pese a ser ilegales, son los mejor organizados de Siria― participaron en el CNS.

Año 2012

En enero de 2012 se evidencian luchas de poder en el seno del Ejército Libre de Siria y se criticaba a Asaad como débil y demasiado inclinado hacia los Hermanos Musulmanes. En la misma época empiezan a afluir a Siria combatientes extranjeros, normalmente de ideología islamista, para prestar apoyo militar a los rebeldes; los primeros llegaron desde Libia pero pronto el movimiento se generalizó. El ELS empieza a perder protagonismo frente a la proliferación de grupos armados locales que reciben armas de países de ideología wahabí, como Kuwait, Qatar y Arabia Saudí.

Se funda Yabhat al-Nusra (Frente Nusra), un grupo wahabí, que proclama su objetivo de instaurar un régimen islamista tras la caída de Asad. Pronto se convierte en la organización mejor armada y financiada entre los rebeldes. Declara su adherencia a «Al Qaeda».

La caída del barrio rebelde de Baba Amr en Homs, en febrero, es un duro golpe para los sublevados. En julio, la guerra llega a Alepo, la capital económica del país, pronto dividida entre barrios en poder del régimen y de los insurgentes. La previsión de que la sublevación de Alepo significaría el fin de Asad no se cumple. La guerra empieza a estancarse en todos los frentes.

En el noreste, los movimientos kurdos se dividen en dos bloques: los partidos agrupados en el Consejo Nacional Kurdo y el Partido Unión y Democracia (PYD), descrito habitualmente como «rama siria del PKK» y el único que establece milicias armadas, las YPG. Estas toman el control en la mayor parte del Kurdistán sirio, sin que se registren enfrentamientos con militares o policias del régimen. El PYD niega, sin embargo, que tenga un acuerdo secreto con Asad y un contigente kurdo lucha en Alepo contra el régimen.

En noviembre, el Consejo Nacional Sirio cede su papel a un nuevo organismo paraguas, que se funda con respaldo de Estados Unidos en Qatar, pero establece sus cuarteles centrales en Estambul: la Coalición Nacional por la Fuerzas de la Revolución y la Oposición en Siria, abreviado en español a veces como CNFROS, pero más habitualmente llamado «la Coalición», o Etilaf, en árabe.  Lo preside el clérigo Moaz Jatib.

Año 2013

En enero, un nuevo grupo islamista toma protagonismo: El Estado Islámico de Iraq y Levante (ad-Daula al-Islamía fil Iraq wal Sham; siendo ‘Sham’  tanto el nombre de Damasco como un término para toda la región del Levante árabe, también llamado «Gran Siria»), normalmente abreviado como Daesh, también ISIL, ISIS, IS o EI. Se asemeja a Frente Nusra, pero dedica mayor esfuerzo a imponer un control fundamentalista estricto sobre la población civil en las zonas conquistadas, acorde a la ideología wahabí. Con la islamización de la revolución se reducen las esperanzas de hallar una salida negociada para una Siria que mantenga su diversidad de religiones.

En marzo, los contingentes rebeldes toman la capital provincial de Raqqa en el noreste, y en mayo, ISIS establece un control islamista severo sobre la ciudad. Los rebeldes ganan avances militares, pero en mayo, la caída del pueblo de Qusayr, cerca de la frontera libanesa, dificulta el suministro de armas desde Líbano. La milicia libanesa Hizbulá confirma que sus contingentes luchan en el bando de Asad, como se sospechaba desde el inicio de la guerra civil.

En julio arrecian los combates entre las milicias kurdas del PYD y Frente Nusra en la frontera turco-siria y también por los pozos de petróleo en el este. Las autoridades turcas prestan un discreto apoyo al bando islamista contra el kurdo.

Tras la dimisión de Moaz Jatib en abril, la Coalición vota un nuevo presidente en julio: Ahmed Yarba, al que se le supone respaldo saudí.

En agosto, un ataque con armas químicas en Ghouta, en la periferia de Damasco, causa miles de muertos. Rebeldes y régimen se acusan mutuamente. Estados Unidos amenaza con intervenir militarmente, pero una negociación con Asad desemboca en un compromiso para que Damasco permita el control internacional y la destrucción de sus arsenales químicos.

Turquía alberga a 200.000 refugiados en una veintena de campamentos bajo control gubernamental, pero además acoge a unos 300-400.000 sirios no registrados; muchos de ellos no disponen de papeles pero no son expulsados.

Año 2014

En enero, la Coalición Nacional  denuncia a Daesh como «una mina plantada por Asad» y lo acusa de luchar a favor del régimen. Se registran combates entre el ELS y Daesh alrededor de Alepo.  En pocos meses, los yihadistas se hacen con el control de gran parte de Siria oriental, desde la frontera iraquí hasta el Éufrates. Controlan los pozos petrolíferos de Deir ez Zor, establecen su capital en Raqqa y a finales de septiembre empiezan a asediar la ciudad kurda de Kobani. Los combates duran hasta diciembre y terminan en enero de 2015, gracias a una serie de bombardeos aéreos estadounidenses contra el Daesh.

Año 2015

En junio, las milicias kurdas YPG lanzan un ataque de gran escala contra Daesh y les arrebatan el control de Tel Abiad en la frontera turca. Unen así el ‘canton’ de Yezira, al este, con el enclave de Kobani y establecen un territorio coherente a lo largo de la frontera turca. El Daesh sólo controla una franja de 100 km a lo largo de esta frontera entre el río Éufrates y el enclave kurdo de Afrin al oeste. Turquía lanza dos bombardeos aéreos contra Daesh, sin mayores consecuencias, pero insiste en que el PYD no debe en ningún caso avanzar hacia el oeste del Éufrates. Aumenta su respaldo a las milicias turcomanas al noreste de Alepo y al norte de Latakía.

En septiembre, Rusia envía militares y cazabombarderos Su-24 a Siria y empieza una serie de bombardeos contra las fuerzas rebeldes sirias, en apoyo al régimen de Asad, aunque asegura que se trata principalmente de combatir al Daesh. En noviembre, Turquía protesta por los bombardeos rusos contra milicias turcomanas que luchan contra Asad en la región de Bayir Bucak entre Latakía y Hatay y el 24 de noviembre derriba un caza ruso, asegurando que vulneró su espacio aéreo.

Año 2016

La intervención rusa favorece el avance del régimen de Bashar Asad que se centra en el bastión principal rebelde de Alepo. Turquía cierra en febrero la frontera donde llegan decenas de miles de desplazados. En diciembre, el régimen sirio anuncia el total control de la ciudad.

En marzo, las fuerzas gubernamentales arrebatan la histórica ciudad de Palmira al Daesh, aunque este la vuelve a retomar en diciembre.

Turquía lanza en octubre la operación ‘Escudo del Eúfrates’, para tomar el control de una franja siria al norte de Alepo, hasta ese momento en manos del Daesh. Toma primero Yarábulus y luego avanza en una franja de unos 30 kilómetros desde la frontera turca  con el apoyo de combatientes sirios rebeldes, que utilizan el nombre de Ejército Libre de Siria (FSA, o ÖSO en turco), aunque no tienen prácticamente ninguna relación con las unidades de este nombre, desaparecidas en 2012.

Año 2017

En febrero, Turquía conquista tras un prolongado asedio la ciudad de Al Bab, núcleo estratégico en manos del Daesh, y declara terminada la operación Escudo del Éufrates. Hay choques aislados con las YPG que controla la zona de Manbij al noreste y reciben respaldo de Estados Unidos, que las considera aliadas en la lucha contra el Daesh. El Gobierno turco tipifica a las YPG como terroristas por sus vínculos con el PKK y exige que se retiren a los territorios al este del Éufrates. Su negativa a hacerlo provoca tensiones entre Ankara y Washington.

En Ginebra termina sin avances la IV ronda de negociaciones en los que la oposición siria está representada por la Alta Comisión de Negociación, un cuerpo compuesto por la CNFROS y otros grupos.

En abril se produce un ataque químico con gas sarín que deja más de 70 muertos y 200 heridos en la localidad siria de Jan Sheijun, en la provincia de Idlib (noroeste de Siria). Estados Unidos, con Donald Trump recién llegado a la presidencia, responde con una intervención directa y bombardea bases sirias desde donde asegura que salieron los aviones que lanzaron el ataque.

En mayo, Rusia, Turquía e Irán se reúnen en Astaná, la capital de Kazajistán, y anuncian un acuerdo para rebajar la intensidad del conflicto. Aunque Turquía mantiene su oposición al régimen de Asad, apoyado por Rusia e Irán, fuerzas turcas y rusas se coordinan en Siria.

Durante este año, el régimen recupera amplias áreas controladas por el Daesh. En marzo retoma el control de Palmira. En octubre, una alianza de grupos rebeldes conocida como Fuerzas de Siria Democrática (SDF), dominada por las YPG y apoyada por la coalición internacional liderada por Estados Unidos, conquista Raqqa, considerada la capital de facto del Daesh en Siria.

Año 2018

Los insurgentes ya solo controlan Idlib y el este de Guta, en la periferia de Damasco. El régimen sirio intensifica con bombardeos el asedio de cuatro años en Guta, donde viven más de 390.000 civiles. El 10 de marzo, las fuerzas gubernamentales se hacen con el control de Mesraba, en el este de Guta.

El 20 de enero,  Turquía lanza la operación ‘Rama de olivo’ para tomar el control del cantón kurdo de Afrín en el extremo noroccidental de Siria. Tropas turcas, apoyadas por bombardeos aéreos, luchan junto a unidades sirias trasladadas desde otras zonas contra las YPG, que dominan Afrin desde inicios de la guerra civil siria. El 18 de marzo, el Ejército turco toma la ciudad de Afrin.

El conflicto sirio entra en marzo en su octavo año con más de 350.000 muertos identificados, una estimación de medio millón de fallecidos en total, además de los 5,5 millones de refugiados y 6,1 de desplazados internos, según los organismos internacionales.