democristianos


Mitin del partido conservador Nea Demokratia en Atenas (2012) |  ©  Andrés Mourenza
Mitin del partido conservador Nea Demokratia en Atenas (2012) | © Andrés Mourenza

Bajo el nombre de Democracia Cristiana se agrupan numerosos partidos conservadores que otorgan a la religión —normalmente, la cristiana— un rol central en la definición de los valores éticos o morales.

Actualmente, los partidos agrupados bajo esta dominación forman el mayor bloque de votos en la Unión Europea y otros países mediterráneos y representan la derecha clásica (en contraste con los partidos democristianos de los países latinoamericanos, que se consideran de centro-izquierda).

La red mundial de estos partidos, la Internacional Demócrata Cristiana, cambió en 1999 su nombre por Internacional Demócrata del Centro, dado que cuenta con miembros de países de tradición musulmana, como Marruecos, Albania y Mauritania. Eso sí, mantiene en sus estatutos actuales «la orientación de su política de conformidad con los valores básicos de la ética del humanismo cristiano o humanismo integral».

Durante sus primeros años de gobierno, también el partido turco AKP, en el gobierno desde 2002, intentaba darse una imagen de formación conservadora equivalente a los democristianos europeos, pero tras 2012 derivó hacia posturas claramente islamistas.

Común a todos los partidos democristianos es una visión conservadora de la familia y la sexualidad en consonancia con las enseñanzas cristianas, musulmanas o judías. Así se suelen oponer al matrimonio homosexual —o a la despenalización de la homosexualidad donde está aún prohibida— y a la simplificación del divorcio, o su legalización, cuando está prohibido, como en Italia hasta 1970 o en Malta hasta 2011.

En el ámbito económico, estos partidos coinciden con los planteamientos del liberalismo, por lo que no es raro que gobiernen en coalición con partidos liberales. Defienden una economía de mercado con impuestos bajos, y una función muy reducida del Estado como poder regulador.  A menudo se oponen a conceptos como el salario mínimo y argumentan que abaratar el despido de trabajadores incentiva a los empresarios a abrir nuevos negocios, lo que dinamizaría la vida económica.

Este fomento de la iniciativa privada se extiende también al ámbito de la educación o la salud. Se otorga poco valor a los sistemas de reparto de la riqueza. La atención a las capas más pobres se delega a menudo en sistemas de asistencia inspirados en la caridad cristiana.

Los partidos democristianos se perfilan como el contrincante clásico de los partidos socialistas, que defienden un mayor control del Estado. Pero el granero de votos de los partidos democristianos se ha ido desplazando de las clases acomodadas hacia el sector social más tradicionalista, independientemente de los ingresos.