Plazas portuguesas


Fortaleza de Essaouira, plaza portuguesa en el siglo XVI |  | © I.U.T. / M'Sur
Fortaleza de Essaouira, plaza portuguesa en el siglo XVI | | © I.U.T. / M’Sur

El imperio comercial y naval portugués duró aproximadamente tres siglos, de 1400 a 1700, y curiosamente sólo tocaba los dos extremos occidental y oriental del espacio mediterráneo: la costa atlántica de Marruecos y la costa del Índico en Omán, Arabia  y Persia.

En ambas zonas se encuentran hoy todavía decenas de ruinas de fortalezas costeras portuguesas, erigidas no tanto para dominar los territorios adyacentes como para asegurar el dominio sobre el mar:  como puntos de aprovisionamiento para la flota en su camino a la India, como factorías, es decir puntos de comercio, y como centros de recogida de las aduanas exigidas a barcos de otras naciones.

La expansión portuguesa empieza a mediados del siglo XIV, con el relanzamiento del tráfico marítimo con las Islas Canarias, aunque éstas finalmente fueron reivindicadas por la corona de Castilla y León. En 1415, una flota portuguesa toma en un golpe de mano la ciudad de Ceuta, entonces parte del reino de Fes. En las próximas décadas, Portugal persigue una estrategia doble. En un primer momento desarrolla las artes de navegación y envía barcos a descubrir los archipiélagos de Madeira y Azores y la costa africana, alcanzando el Golfo de Guinea en 1460 y el Cabo de Buena Esperanza, la punta sur de África, en 1487.

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Por otra parte, a partir de 1457, con la toma de Alcácer Seguer (Ksar es-Sghir, en la costa entre Tánger y Ceuta), Lisboa inicia una campaña de conquistas y construcciones de fortalezas a lo largo de la costa atlántica marroquí, que alcanza su máximo nivel en la primera mitad del siglo XVI.

En 1515, un pequeño contingente de tropas portuguesas, acompañado por otras bereberes, incluso lanza una ataque más bien simbólico contra Marrakech, capital del reino jerife, y combate bajo las murallas de la ciudad, si bien sin éxito alguno.

El episodio muestra que en la parte sureña de Marruecos, desde las ciudades de Azamor (Azemmour) y Mazagão (Mazagán, hoy Al Jadida) hasta Mogador (Essaouira), la población bereber era aliada de los portugueses y los apoyaba en su enfrentamiento con los reyes de Marrakech. La zona costera marroquí se conocía incluso con el nombre de «Algarve de ultramar», en contraposición a la franja sureña de Portugal, y se consideraba al menos nominalmente parte del reino.

A partir de mediados del siglo XVI, sin embargo, el reino jerife redobló los ataques y acabó expulsando a los portugueses de todas las fortalezas costeras; un último intento de cambiar las tornas acabó con la muerte del rey portugués Sebastião en 1578 cerca del actual Ksar el Kebir en el norte de Marruecos (en la llamada «batalla de los tres reyes»).

Mazagão se mantuvo, como puesto aislado, durante dos siglos más, hasta que fue abandonada por falta de rentabilidad en 1769.  Sólo Ceuta, que se había pasado al bando de España cuando Portugal rompió en 1680 la unidad dinástica con la corona española, nunca volvió al dominio de los reyes marroquíes.

Oriente

portugueses-orienEn la parte oriental, la presencia portuguesa duró algo más. La ruta a la India fue abierta por Vasco da Gama en 1498, pero fue Alfonso de Albuquerque quien planificó y realizó a partir de 1507 el establecimiento de una serie de plazas fortificadas en la costa del Golfo Pérsico para cubrir las espaldas a la navegación portuguesa por el Índico.

A la vez, estas fortalezas servían de baluarte contra la expansión del Imperio Otomano, que dominaba el Mar Rojo. También permitían cobrar aduana al hasta entonces floreciente tráfico marítimo árabe.

El centro estratégico y comercial de este imperio marítimo fue la fortaleza de Ormuz, situado en una isla en el Estrecho homónimo. Otro punto fuerte era Mascate, hoy capital de Omán, en la costa del Índico. Entre ambos, una decena de castillos salpicaba la costa – sus ruinas se conservan hasta hoy – y también la isla de Bahréin contaba con presencia portuguesa continua durante 80 años. Algunas expediciones avanzaron hasta el famoso puerto de Basora, hoy en Iraq, para establecer una factoría allí.

Portugal además estableció desde 1490 relaciones amistosas con el reino de Etiopía, de confesión cristiana, para formar una alianza contra el Imperio Otomano, aunque ésta fue poco efectiva. En 1542, sin embargo, el comandante Cristóvão da Gama, hijo de Vasco, condujo una expedición de medio millar de soldados a las montañas etíopes para respaldar al emperador etíope contra sublevaciones musulmanas.

El dominio portugués del Índico se mantuvo durante un siglo largo. En 1622, una flota con tropas persas e ingleses tomó Ormuz y fracturó el control portugués de la región. En 1650, la conquista de Mascate por tropas árabes y otomanas puso fin a la presencia portuguesa en la Península Arábiga.