árabe fus·ha
El árabe se tiene por el octavo idioma mundial en número de hablantes y el cuarto en número de países que lo consideran lengua oficial. Sin embargo, no es un idioma en el sentido estricto: lo que se habla es un grupo de entre seis y ocho lenguas árabes regionales, muy diferentes entre sí, mientras que el único idioma oficial reconocido (a excepción del maltés) es el árabe estándar, también llamado árabe fus·ha
El fus·ha (palabra que significa «la más pura») puede considerarse lengua muerta, dado que sólo se transmite a través de la enseñanza formal y el uso literario. No es lengua materna de nadie y sólo la manejan las personas con cierto nivel educativo. Su función es comparable a la del latín en la Europa del Renacimiento: un idioma culto que permite la comunicación entre las clases intelectuales de numerosos países, y que se considera la matriz de gran parte de los idiomas populares. A la vez es el idioma ‘sagrado’, por ser el utilizado en el Corán, que sirve de referencia y fuente prioritaria.
Este árabe clásico es el idioma oficial de 18 países. Varios otros —Israel, Eritrea, Yibuti, Chad, Somalia— lo aceptan como cooficial. Es la única lengua utilizada en la Administración, la enseñanza, la gran mayoría de los medios de comunicación y la mayor parte de la literatura en casi todos los países que definen el ‘arabe’ como lengua oficial. Es también el utilizado en los debates formales de universidad o foros políticos y el único utilizado en la prensa escrita y habitualmente en los noticiarios de radio y televisión. En los programas populares o emisiones musicales, en cambio, es habitual usar el idioma árabe local.
Esto produce una llamativa diglosia: hay un continuo trasvase de giros y vocablos en ambas direcciones. Gran parte de la población entiende numerosas palabras del fus·ha que no emplea en la vida cotidiana, pero que en ciertas circunstancias pueden acabar popularizándose. Por otra parte, las personas cultas suelen tener cuidado de no deslizar en un discurso formal expresiones «dialectales», aunque algunas también acaban entrando en el lenguaje culto.
El árabe clásico se escribe siempre con el álfabeto árabe.
Literatura
Los escritores árabes tienen cuidado de introducir el menor número posible de voces extranjeras en sus libros; sólo contadas palabras persas, turcas, francesas e inglesas se han incorporado a los diccionarios a lo largo de los siglos. La adaptación a los tiempo modernos se ha realizado principalmente a través de la acuñación de términos nuevos basados en raíces árabes de uso común. La estructura de las lenguas semíticas, que hace derivar múltiples significados de una raíz, ampliándola a través de una serie de morfemas predeterminadas, facilita este proceso.
Es frecuente, sin embargo, que los novelistas escriban los diálogos de sus novelas en el idioma árabe local, para dotarlos de mayor expresividad y verosimilitud. Un diálogo entre dos personas escrito en fus·ha suena a «traducido», dado que no pudo desarrollarse así en la realidad; y la estandarización de las expresiones impide jugar con matices, sobreentendidos, juegos de palabras y alusiones habituales en el lenguaje diario.
Por el mismo motivo, todas las películas modernas se ruedan en la correspondiente lengua árabe local, nunca en fus·ha. También hay poetas escriben al menos parte de su obra en su idioma materno, aunque la mayoría siguen decantándose por el fus·ha como principal medio de expresión lírica, aprovechando su inmensa riqueza de vocabulario.
Historia
El fus·ha nace en el siglo VI como ‘koiné’ —es decir mezcla de distintos dialectos— para facilitar la comunicación entre los habitantes de la Península Arábiga y se utiliza primero en la poesía y poco después en el Corán, proceso a través del que se convierte en idioma estándar. Desde entonces, sus reglas han quedado inmutables.
La gramática y morfología de la lengua en la que están redactados el Corán y todos los escritos árabes históricos corresponden exactamente al árabe que usan los novelistas y los periodistas de hoy. La única diferencia está en el vocabulario: muchas palabras arcaicas se han ido abandonando y se han creado expresiones modernas y términos nuevos para objetos y conceptos del siglo XX. Esta forma actual de utilizar el fus·ha se define a veces como ‘arabe moderno’, aunque desde un punto de vista lingüístico no existen diferencias entre los conceptos «fus·ha», «árabe clásico», «árabe estándar» y «árabe moderno».
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