Los islames
Sanaa El Aji El Hanafi
Crimen terrorista en Afganistán: Matan a más de 55 profesoras y alumnas mediante una explosión en un colegio. Los perpetradores son un grupo terrorista que quiere anunciar así que la escolarización de las niñas es contraria a las leyes islámicas.
En el mismo país, la prensa relata la historia de un padre analfabeta que quiere que su hija estudie y se haga médico. El padre acompaña a su hija todos los días al colegio y la espera durante cuatro horas para luego acompañarla de vuelta a casa y poder protegerla por el camino. Porque ha recibido amenazas de un grupo extremista que asegura que escolarizar a las niñas es ‘haram’, ilícito. Y nosotros solo podemos desear que esta niña y su padre sobrevivan.
Estamos todos de acuerdo estas situaciones reflejan extremismo y terrorismo… pero estas circunstancias en las que viven las mujeres y familias en Afganistán en 2021 revela otro problema del que no hablamos lo suficiente. ¿No se multiplica el islam cuando se multiplican los musulmanes? ¿No estamos ante muchos “islames”?
Abundan decretos que algunos consideran esencia del islam y otros contrarios a la ley coránica
Muchos dicen que “islam hay solo uno”. ¿Hasta qué punto puede ser cierta esta frase cuando existe la división entre suníes y chiíes, que se combaten desde los inicios del islam y se diferencian en muchos detalles de sus ritos, con ambos bandos asegurando que representan el verdadero islam? ¿Hasta qué punto puede ser cierta, cuando tenemos un Corán con diferencias entre la recitación Warsh y la recitación Hafs (por modestas que sean esas distinciones)? ¿Hasta qué punto puede ser correcta la expresión, si tenemos cientos de libros de exégesis que muy a menudo se contradicen entre ellos? ¿Hasta qué punto puede ser cierta, cuando abundan los decretos que algunos consideran una expresión de la esencia del islam y otros aseguran que contradicen la ley coránica?
Un ejemplo sencillo: El reparto de la herencia en el caso de que el fallecido no ha dejado a hijos varones. Según una práctica suní, en este caso heredan los tíos y los sobrinos. Los chiíes no practican este reparto, pero la mayoría de los suníes lo consideran una mandamiento esencial del islam (por muy injusto que sea).
De la misma manera, cuando aquellos afganos aseguran que la escolarización de las niñas es contraria a la ley coránica, se les ríen en la cara los suníes de Egipto, Túnez, Marruecos y numerosos otros países, por mucho que estén dominados por una mentalidad machista que considera la escolarización de las chicas como algo no esencial. Aunque creen que su meta en la vida, o mejor dicho la meta que les pone su familia, es casarse, y no estudiar ni buscar trabajo, nunca llegarían al extremo de considerar que la escolarización de las niñas sea un pecado. Sin embargo, aquellos grupos afganos creen que están cumpliendo con la esencia de las leyes coránicas. Y a buen seguro que encontrarán dichos del profeta e interpretaciones de las escrituras que les confirmen en su convicción.
Egipcios, sudaneses y somalíes aseguran que la ablación es un mandamiento islámico
No faltan ejemplos: millones de egipcios, sudaneses y somalíes aseguran que la ablación de las niñas es un mandamiento islámico, mientras que esta práctica jamás ha existido en las culturas y sociedades del Magreb (Libia, Túnez, Argelia y Marruecos). Y esto no tiene que ver con una lucha feminista que haya alcanzado su objetivo, sino que refleja la total ausencia de este fenómeno de la historia de las sociedades magrebíes desde que el islam llegó a esta zona geográfica.
Muchos musulmanes en Arabia Saudí y Afganistán afirman que las mujeres se deben tapar enteramente con un niqab porque así lo manda el islam (incluso han exportado esta convicción a otras sociedades medioorientales y magrebíes), cuando millones de musulmanes no lo consideran obligatorio en absoluto.
Los ejemplos se multiplican, se alargan, se repiten… pero el resultado es obvio: la religión se ha mezclado con las tradiciones y las propuestas políticas, y estas han influido su desarrollo durante el transcurso de largos siglos. En este proceso, numerosas sociedades islámicas han adoptado hábitos y prácticas relacionados con sus culturas, sus costumbres y a veces con la opresión política que han sufrido, y la religión se ha ido dividiendo acorde a ello en diferentes espacios… y cada sociedad ha acabado teniendo su propio islam.
¿Cómo convencer a un saudí de que el niqab no tiene nada que ver con la religión?
Porque ¿cómo podrías convencer a un militante del Daesh de que la libertad de conciencia está garantizada por el islam? ¿Diciéndole que eso lo dicen las prédicas que difunden varios teólogos adscritos a la corriente de la Ilustración? Por supuesto, tanto estos teólogos como los del Daesh creen que cada uno habla del verdadero islam. ¿Cómo puedes convencer a un saudí o a un afgano de que el niqab no tiene nada que ver con la religión?
¿Cómo convences a un suní de que entregar la herencia a tíos y sobrinos, cuando solo hay hijas, no viene en el Corán? (Ellos te buscarán las exégesis donde así viene explicado… aunque si intentas interpretar que el reparto de herencia debe seguir el concepto de igualdad entre mujeres y hombres, te responderán que únicamente hay que atender a lo que dice el Corán y que habiendo un verso, no se deben hacer deducciones). ¿Cómo convences a millones de musulmanes en África y Asia de que la ablación no es islámica? ¿Cómo convencer a aquellos grupos afganos de que escolarizar a las niñas no es pecado?
En resumen: ¿cómo convencerte tú mismo, después de todo esto, de que islam no hay más que uno?
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© Sanaa El Aji | Primero publicado en Al Hurra · 13 Mayo 2021 | Traducción del árabe: Ilya U. Topper
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