El violento rastro del Ejército
Wael Eskandar
“El ejército es una máquina de matar”. Estas fueron las palabras que escogió el presidente egipcio Abdel Fattah Sisi para dirigirse a sus soldados como ministro de Defensa. En un vídeo que se filtró hace casi tres años explicaba por qué el Ejército es incapaz de luchar contra el terrorismo y por qué no debería participar en ello, y prometió que nunca desempeñaría esa función. “No es una máquina de arrestos, no sabemos cómo arrestar”, explicó. “¿Por qué no decimos esto en los medios de comunicación? Porque no es útil. La gente es incapaz de comprenderlo”.
Fiel a las palabras de Sisi, el Ejército ha sido una máquina de matar, pero rompiendo su promesa, sí se ha situado a la vanguardia de la lucha contra el terrorismo. Las Fuerzas Armadas han matado a más de 6.000 personas en sus operaciones en el norte de Sinaí, asegurando que estaban involucradas en actividades terroristas.
Un vídeo muestra a hombres con uniformes militares disparando a sangre fría a hombres desarmados
Según algunos informes sobre el terreno, hay muchas más detenciones y ejecuciones indiscriminadas de las que el Ejército se atreve a hacer público. La veracidad de estos informes se ha demostrado tras la publicación de un vídeo en el que se muestra a hombres con uniformes militares disparando a sangre fría a hombres desarmados. Les vendaron los ojos y les dispararon a quemarropa en la cabeza y en el torso. Anteriormente, el Ejército había difundido fotos y vídeos asegurando que esos ocho hombres eran terroristas que habían muerto en un tiroteo.
Mekameleen, una cadena de televisión asociada a los Hermanos Musulmanes, emitió este vídeo de las ejecuciones extrajudiciales un día después de que el Secretario de Defensa de los Estados Unidos, Jim Mattis, “subrayara la importancia del papel central egipcio en Oriente Medio y alabara su esfuerzo en la lucha contra el terrorismo”, según un comunicado de la Presidencia egipcia.
La frialdad de los asesinatos en contraste con la propaganda del Ejército causó una gran conmoción en los espectadores. Las primeras reacciones fueron que el vídeo era falso. El régimen actuó rápidamente, instando a sus partidarios a ponerlo en duda, por la aparición de un hombre barbudo con uniforme militar, asegurando que en el Ejército no se permiten barbas ni camisetas distintas a las reglamentarias, y que había gente que llevaba manga larga mientras que otra llevaba ropa de verano.
Sin embargo, cuando la organización Human Rights Watch confirmó la autenticidad del vídeo, los partidarios del régimen de Sisi empezaron a defender las ejecuciones extrajudiciales que tuvieran como objetivo a los terroristas. Por ejemplo, en un intento extraño de defender al Ejército a la vez que justificaba los métodos que aparecían en el vídeo, un diputado del parlamento egipcio, John Talaat, negó la participación militar en ejecuciones extrajudiciales sistemáticas, aunque lamentó el hecho de que este no fuera el caso.
El rastro
Sería erróneo desestimar el vídeo interpretando estas ejecuciones extrajudiciales como un incidente aislado. Ya se había informado sobre el uso de la tortura por parte del Ejército en enero de 2011 para ayudar a refrenar la revolución del 25 de enero.
El Ejército participó activamente en la dispersión de las manifestaciones el 9 de marzo de 2011, cuando se llevaron a los manifestantes al museo egipcio y se les torturó y humilló.
Desde el golpe militar de 2013 se hace obvio que el Ejército es más violento que nunca.
Posteriormente fueron condenados a prisión en una serie de juicios militares fraudulentos tal y como describieron las víctimas que fueron liberadas posteriormente. Las mujeres que estaban arrestadas fueron sometidas a las infames pruebas de virginidad, como el mismo Sisi admitió.
El 8 de abril de 2011 el ejército atacó a los manifestantes, matando a dos de ellos. También se publicó material sobre la violencia del Ejército contra los detenidos a través de testimonios y vídeos filtrados.
Más convincente quizás es el evento conocido como la masacre de Maspero en octubre de 2011, donde el Ejército arrolló y mató a casi 27 manifestantes fuera del edificio de televisión. Más tarde, el Ejército estuvo involucrado en enfrentamientos con manifestantes y en diciembre atacaron violentamente a varias mujeres, desnudando a una de ellas en parte, en lo que se conoce como el incidente del ‘sujetador azul’.
La violencia de los cuerpos de seguridad contra los ciudadanos egipcios sin que se les juzgara también estaba a la orden del día bajo el breve mandato de Morsi. Más importante aún, después del golpe militar del 3 de julio de 2013, se hace más obvio aún que el Ejército se volvió más violento que nunca.
Tras la destitución de Morsi, se le disparó a quemarropa a un hombre el 5 de julio frente a la sede de la Guardia Republicana mientras intentaba cruzar la carretera llevando un póster de Morsi. Ese día mataron a cinco personas. Poco después, el número de víctimas se elevó dramáticamente; 51 personas murieron en otra dispersión de la Guardia Republicana el 8 de julio y más de 70 más tarde, ese mismo mes, en Ciudad Nasr.
La violenta disolución de las sentadas de Rabaa y Nahda dejó al menos 900 víctimas. Sólo fue excepcional en términos numéricos, pero no en términos de una sistemática brutal represión contra los ciudadanos. A esto le siguieron los enfrentamientos en octubre de 2013, donde al menos 51 personas perdieron la vida.
La brutalidad del Ejército en el Sinaí hace que la solidaridad se torne a favor de los rebeldes
Los indicios sobre ataques generalizados contra los residentes del norte del Sinaí no cesaron; apareció otro vídeo filtrado del Ejército humillando y torturando a un ciudadano ya herido.
Estos vídeos filtrados son sólo una pequeña subdivisión de otras denuncias sobre la brutalidad del Ejército. Las investigaciones sobre el norte del Sinaí, región vetada a los medios de comunicación, indican que la brutalidad del Ejército al tratar con los residentes ha provocado que la solidaridad se torne a favor de los militantes.
No son sólo los asesinatos selectivos sino las prácticas sistemáticas de desapariciones forzadas y torturas en las cárceles egipcias las que han alienado a numerosos egipcios.
También hay que recordar el asesinato de ocho turistas mexicanos en el desierto y la reciente tortura y asesinato de Giulio Regeni a manos del Ejército. El asesinato de Regeni no sólo implica al aparato de seguridad y a los políticos egipcios, sino que se encubrió con cinco ejecuciones extrajudiciales para incriminar a ciudadanos que no tenían nada que ver con el asesinato de Regeni.
Entender el porqué
¿Por qué el Ejército egipcio atacaría a inocentes? Podemos intentar atribuirlo a mera incompetencia e ineficacia, pero dicha respuesta presenta una contradicción.
El presidente Abdel Fattah Sisi sabe de sobra que estos métodos son contraproducentes. En un vídeo filtrado que muestra a Sisi dirigiéndose al Ejército, como ministro de Defensa, expresa claramente que desalojar a la fuerza a los residentes del norte del Sinaí crea un enemigo que dividirá el país y citó el ejemplo de Sudán del Sur. Expresó el sensato entendimiento de que la seguridad se crea “a través de la presencia, no de la lucha”. Aconsejó a los soldados no atacar de forma aleatoria a ciudadanos inocentes.
Sin embargo, a pesar de su acertado diagnóstico, Sisi parece estar adoptando medidas en la dirección exactamente opuesta y si se aplica su propio razonamiento, el resultado sería la creación de un enemigo interno.
La presencia de extremistas le garantiza a Sisi el apoyo de EE UU, Francia y REino Unido
Entonces, ¿por qué está Egipto utilizando exactamente las mismas tácticas contra las cuales Sisi advirtió? Es difícil especular. Podría ser que Sisi cambió de parecer y se dio cuenta que anteriormente estaba equivocado. Pero también es posible que el resultado actual sea conveniente.
La lucha constante contra los extremistas presenta algunos beneficios. Países como Estados Unidos, Francia y Reino Unido están invirtiendo en la lucha contra los extremistas radicales. La continua presencia de extremistas radicales es una garantía de que Sisi tendrá el apoyo internacional de estos principales países.
Es más, debido a esta lucha, la comunidad internacional está haciendo la vista gorda a los abusos internos contra los activistas, los islamistas y la oposición, lo que fortalece el control de la seguridad de Sisi sobre el país.
El enfoque simplista e ingenuo de muchos diplomáticos occidentales hacia la guerra contra el terrorismo es toda la munición que Sisi necesita para mantener su imperio.
De todas formas, la violencia y la tortura se presentan de varias formas en un Estado policial. Algunas veces es intencionada para establecer el poder, crear un enemigo o para castigar a ciertas comunidades fuera de la ley, pero a veces esta violencia es puro hábito, una manera de coaccionar y hacer las cosas o simplemente un modo de operaciones diarias.
Consecuencias
Estas prácticas brutales conducen a una cultura de radicalización y las consecuencias son graves. El desplazamiento de los coptos y la reciente actividad terrorista contra las iglesias son el resultado de un modo u otro.
Y desde luego existe el peligro de la radicalización de inocentes que consideran que los ataques terroristas son el único medio de compensación. De hecho, los testimonios de muchos de los desaparecidos a la fuerza, particularmente los residentes del norte del Sinaí que fueron torturados en la prisión de Al Azouli en Ismaileya, son una cuestión a tener en cuenta.
Con una multitud de radicales encarcelados, las cárceles se convierten en lugares proclives al reclutamiento. Sin haber margen para las protestas pacíficas ni la oposición, muchos pueden verse afectados por la inestabilidad mental, la radicalización violenta o una mezcla de ambos.
[Continuará]
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