Sondeos amañanados
Saverio Lodato
Los votantes italianos se burlan de los encuestadores. Dicen exactamente lo contrario de lo que piensan y todo lo contrario de lo que harán. Los encuestadores se lo creen completamente, toman notas, suman y multiplican, restan y dividen, se equivocan en los porcentajes, y al final, no lo hacen bien.
Nos preguntamos: ¿Para qué sirven, por lo menos en Italia, los institutos especializados en encuestas? No está claro, a la luz de los resultados.
Con certeza, sin embargo, tienen una doble función.
A diario, ofrecen a los exponentes de todos los partidos los certificados de existencia necesarios para que la gran rueda del circo mediático siga girando. Y sin los cuales, a menudo, caerían en el olvido del espectador. Esa gente que, por así decirlo, saca un dos y pico o un uno y pico en las encuestas, tiene su retrato enmarcado fijo en la sala de exposiciones de los políticos, presentados a los espectadores como caudillos valerosos.
Es el carrusel de los que suben y de los que bajan, los se quedan quietos: los que avanzan mucho o poco, los que entrevén las estrellas y los que entrevén el precipicio. Pero lo importante es estar ahí. Aparecer, ser considerado “fuerza en batalla”, decisiva para este o aquel bando, o hipotética aguja de una imaginaria balanza política. Los exponentes políticos no son los únicos que se benefician de este carrusel sin fin.
Lo importante es estar ahí, aparecer, ser considerado “fuerza en batalla” decisiva para este o aquel bando
Los demás beneficiarios, de hecho, son televisiones y periódicos, que se ganan la vida con sondeos falsos y amañados.
Lo demuestran estos últimos días.
Y ya hemos indicado aquí como ninguno de los tres hechos clamorosos surgidos de las elecciones locales (avalancha de abstencionismo, avalancha del Partido Democrático, derrumbe de la centroderecha) había sido mínimamente captado ni, por tanto, previsto.
Nos preguntamos: pero si desde hace meses se sabe que tendrán lugar las elecciones locales, con fecha establecida, candidatos determinados y partidos igualmente definidos, ¿por qué los institutos de sondeos han insistido preguntando a los italianos qué habrían votado (o votarían) en las elecciones parlamentarias, de las que no se conocen la fecha ni los partidos?
Nos preguntamos: ya que, siendo buenos, han votado cuatro de diez italianos, ¿no puede ser que un pajarito haya susurrado a los grandes institutos de investigación que la escala Mercalli de la conducta electoral se está volviendo loca? Anticipamos la objeción: pero se trataba de elecciones locales. Sí. Pero los que van a votar son los mismos votantes. ¿O no?
¿Puede ser que nadie se haya dado cuenta de que Enrico Letta, secretario del PD, se preparaba para triunfar en la Casa de Papel de la política italiana? Y que se saltaba todos los límites geográficos tradicionales que han sido el pan de cada día de los comentaristas?
¿Y por qué esta enorme mayoría de centroderecha, descrita como un coloso que no retrocede ni un ápice, se ha visto reducida y esquilada injustamente por su propio electorado?
Siguen repitiendo “A ver cómo irían las cosas hoy si votáramos en las elecciones parlamentarias”
Aquí también abriríamos otro buen capítulo de la narración que circula. Porque nunca antes un pueblo, cansado por lo existente, harto de sus gobernantes, subyugado por las cadenas de la esclavitud, se quedó placidamente en su casa en el único día en que pudo mandar a sus gobernantes a freír espárragos. Por no hablar del capítulo relacionado con la jornada de reflexión. Roto —así dicen— por la manifestación oceánica del sindicato CGIL contra todos los fascismos. ¿La derecha no se dio cuenta de que gritar por el silencio traicionado se convertía en una admisión implícita de culpabilidad?
De hecho, nos preguntamos: si tú, centroderecha, estás perdiendo votos porque la gente se manifiesta en la calle contra el fascismo, mientras tú no hiciste más que negarte a hacer profesión de antifascismo, ¿no deberías hacerte algunas preguntas?
Pero volvamos a las encuestas. Es grotesco cómo ciertos comentaristas, para reflexionar sobre el voto de días atrás, siguen repitiendo la misma cantilena: “A ver cómo irían las cosas hoy si votáramos en las elecciones parlamentarias”. Pero a quién le importa?
Más bien, explicad a los italianos, que ya lo saben muy bien, cómo fueron las elecciones reales, los votos reales, la abstención real. Y tratad de comprender las razones. Al final, una modesta petición a los encuestadores: de ahora en adelante, tened la bondad de decirnos cuántos son los italianos que, en el futuro, irán a votar.
Solo para hacer simples cálculos.
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© Saverio Lodato | Publicado en Antimafiaduemila | 22 Octubre 2021 | Traducción del italiano: Paola Fasano
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