Opinión

Pobres los ricos

manutrillo
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· 15 minutos

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[Tercera parte de la columna tras Vamos a morir todos y Lo imposible]

 

Ya llevamos un mes confinados. Si leyó mis dos artículos anteriores, quizás haya estado rumiando e incluso trabajando el tema del desapego. Para el artículo que va a leer necesito que trate de desapegarse de sus propias ideas y esté abierto al juego de ser millonario.

El principal problema de las redes sociales era la estabulación de sus usuarios, es decir, uno solo lee en su muro temas afines. Con el tiempo, esto lleva a una radicalización de los discursos, así poco a poco vamos convirtiéndonos en fanáticos de nuestras propias ideas, y es en ese momento donde el diálogo, ese con el que se construyen las cosas, desaparece.

Yo tengo mis ideas, pero no soy mis ideas, es decir, siempre estoy dispuesto a que alguien con fundamento me las cambie. Cuando las ideas se convierten en un factor identitario se pierde cualquier posibilidad de cambiar, buscar algo nuevo, tolerar al prójimo, convivir…

¿Quién se beneficia de esto? Pongamos un ejemplo más fácil de entender: no es lo mismo ser de derechas o izquierdas que ser del Betis o el Sevilla. Ya lo haya podido ver el VAR y proyectado en una pantalla de 10 metros por 4: si te pitan un penalti en contra vas a quejarte hasta reventarte la garganta. Si, por ejemplo, el equipo contrario se juega una gran final europea con otro extranjero, indudablemente irás con el extranjero y casi lo celebrarás de igual manera que él si gana.

Si usted tuviese 100 millones de euros ¿qué haría con ese dinero después del confinamiento?

El problema está en que, en las redes sociales, y poco a poco también en la calle, debido a las primeras, la gente es de derecha o izquierda sin más argumento que su identidad, su ego, su fachada, y permítanme que también añada: su ignorancia. En esto último, tampoco es que nos ayuden mucho los periodistas, en la anterior crisis lo hicieron igual y quizás, en parte, sean culpables de lo precario que se ha convertido su trabajo, es lo que tiene aquello de: no morder la mano del que te da de comer, ya sea del Sevilla o el Betis. Sólo hay una cosa que une a esos dos equipos, ganar la Liga y dinero, y no tengo seguro el orden de prioridad, es decir: productividad y crecimiento. Pues bien, lo curioso, e histórico, es que esto pasa fundamentalmente en nuestro país, ahora mismo en Alemania no están para pensar en Bayern o Borussia, allí sólo piensan en la selección nacional.

Estamos negando el cambio, quizás, porque somos conscientes que no encajamos en esa nueva realidad, nuestro confinamiento nos lo recuerda todos los días, y es por ello que depositamos toda la responsabilidad en los de siempre, los de arriba, los que tienen el dinero, el poder. Hagamos un ejercicio de empatía: si usted tuviese 100 millones de euros en estos momentos, ¿qué haría con ese dinero después del confinamiento?

No, no vale lo que acaban de pensar, si todas las personas que tuvieran 100 millones lo repartiesen entre su familiares y amigos y no volvieran a trabajar, este mundo sería muy diferente. Empatía es lo que buscamos, ponerse en lugar del otro; una persona que tiene 100 millones lo que quiere es conseguir 1000 o quizás 10.000 millones, esto si es ponernos en la piel de esas personas. ¿En que invertiría ese dinero? Trate de hacer el esfuerzo de sacarle rentabilidad a ese dinero, acorrálese en sus pensamientos hasta que encuentre algún sitio donde invertirlo…

Mientras lo piensa, volveremos dentro de dos párrafos, trataré de explicar, para el que no lo sepa, cómo funciona esto de la inteligencia artificial y el Big data: ¿Sabían que actualmente la inteligencia artificial puede hacer un diagnóstico médico más preciso que una persona real…digamos para un paciente de 40 años? ¿Sabían que eso no es aplicable si el paciente tiene 90 años? ¿Por qué? Muy sencillo: la inteligencia artificial funciona por acumulación de datos. Y los pacientes de 90 años no nutren en cantidad suficiente a la máquina como para sacar conclusiones acertadas.

¿De qué acumulación de datos disponen los grandes expertos de la economía para afrontar esta crisis? Crisis del 29, 93, 2008, 2011… ¿serán 20 crisis a lo sumo? Si algo repiten todos los “expertos” es que no hay precedentes de lo que está pasando. Si algo sabemos todos los mortales es que no hay cosa que falle más que una predicción económica. De hecho, conforme pasan las semanas, los discursos de lo que va a pasar cambia, al igual que sus caras.

El Big data es lo que nutre a la inteligencia artificial y actualmente, con nuestro consumo digital, estamos detallando al milímetro qué es lo que, cuando todo esto acabe, se nos va a ofrecer como producto de consumo.

¿Saben ya en qué invertiría sus 100 millones de euros?

Tenemos que ser más empáticos con los pobres ricos, no es fácil la situación en la que se encuentran

Encontramos en las redes a mucha gente imposibilista-realista-documentada explicándonos como vamos a volver a la normalidad, muchas grandes y prestigiosas consultoras nos dan sus informes y predicciones. Animo a que investiguen: “Donde invertir mi dinero”. ¿No lo habían hecho? No se preocupe, es normal que sus prioridades sean actualmente otras. En Youtube salen economistas dando largas y contundentes charlas sobre la experiencia que tienen en pasadas crisis y cómo esta pasará como todas las demás; de hecho, no es raro escuchar: “Gracias a la poca memoria del consumidor todo volverá otra vez a la normalidad”, textualmente.

Por mi trabajo, fotógrafo de eventos de grandes empresas internacionales, conozco de primera mano, porque asisto a sus reuniones más privadas, que la gente que tiene dinero —y no los 100 millones que estábamos tratando de invertir, sino dinero de verdad— está mil veces más preparada que yo y que cualquiera lector de este artículo. No sólo es preparación, es que no dudan sobre su objetivo y tienen los medios para llegar a ello.

Así, que, en principio, aunque tuviéramos esos 100 millones, no tendríamos acceso a la información necesaria para invertirlos, esa información que con el Big data le hemos ofrecido en bandeja.

¿Y si les dijera que eso ya no les va a funcionar, que el sistema se ha quebrado irremediablemente desde la base? Tenemos que ser más empáticos con los pobres ricos, no es fácil la situación en la que se encuentran. ¿Se ha preguntado alguna vez cómo funciona todo esto? Más allá de que hay ricos y pobres y cada vez menos gente en medio. ¿Recuerdan la película Avatar? Si, si, la peli de James Cameron. Es buen momento para volver a verla. Si queremos dar una explicación sencilla, casi para niños de 5 años, qué mejor que apoyarnos en una película americana.

La ciencia ha demostrado que no puede domar la naturaleza tal y como quisiera, como desearía el mercado

Ahí tenemos a Sigourney Weaver: la científica, el militar y el que gestiona la financiación que ambos reciben, se intuye, de un poder superior que ni vemos, el que invierte el dinero. Pues bien, el sistema funciona así: Un inversor financia una investigación, esta da las herramientas para confiar en un negocio y los militares hacen posible este negocio. En resumen: Ciencia > Confianza > Ganancias económicas. Que mueran aquellos seres azules, como si muere su abuelo o una patera con 80 sirios.

¿Estoy siendo reduccionista? Quizás hace un mes el lector podría en este momento resguardarse en su segura y estable vida occidental, parapetado en datos, estadísticas y siglas económicas, pero lo que está pasando y va a pasar hace que lo veamos de una manera tan cristalina, que los pocos que aún siguen haciendo cortina de humo se están poniendo en la más ridícula evidencia. No olvidemos que fueron los propios ciudadanos alemanes los que se sorprendieron del horror que había ocurrido en su propio país durante la Segunda Guerra Mundial.

Si siguiéramos el discurso de los imposibilistas: periodistas, cuñados y el poder, podríamos imaginar en que invertirían nuestros 100 millones: militares, seguridad privada, tecnología de reconocimiento facial, drones ponemultas… blablabla… me aburro. En serio, se acabó, el último que apague la luz. Se ha roto algo y eso ya no funciona.

No funciona principalmente por dos cosas: la falta de confianza y la compasión.

Empecemos por la primera:

“La confianza”, según vimos en Avatar, nos la da la ciencia, el problema en este momento es que hemos perdido la confianza en la ciencia, o más bien, la ciencia ha demostrado que no puede domar la naturaleza tal y como ella quisiera, como desearía el mercado. Tenemos un grave problema de base y usted sigue preocupado por su antiguo trabajo, créame que lo entiendo, pero no me pida que lo comparta. Los problemas nos van a venir de otro lugar.

Un gran fuego, pregunte a cualquiera que sepa, se extingue sólo; el viento o el tipo de vegetación ayuda

Es normal que creamos en la ciencia, yo soy biólogo, es normal que sintamos alivio cuando nos dicen que la vacuna está por llegar, también soy persona; será la ciencia, la misma que nos ha traído hasta aquí la que nos saque de aquí y nuevamente nos llevará a este punto hasta que no tenga retorno y eso, la gente del poder, los que manejan el dinero, los países… tontos no son, así que no los subestimen: el desarrollo sostenible podrá ser un nuevo paradigma económico, no por bienintencionados sino por interesados. Y a eso no se llega sólo con ciencia sino, además y sobre todo, con la filosofía. Porque la ciencia, nuestra mente, el “Pienso, luego existo”, hace tiempo que quiere independizarse de nuestro frágil cuerpo e incluso nuestro limitado planeta. ¿Hacia dónde queremos ir?

Trato de ponerles un ejemplo que bien conocemos en este país mediterráneo: el Fuego. Recuerdan las intervenciones de los políticos cuando se desata un gran fuego… “Está todo controlado, tenemos desplegados tropecientos efectivos humanos, decenas aéreos, nuestros técnicos están valorando diferentes decisiones…” Un gran fuego, pregunte a cualquiera que sepa del tema, se extingue sólo; el viento o el tipo de vegetación ayuda, pero frena, para, se detiene, cuando él quiere. Las dos estrategias para parar la naturaleza del virus son las de siempre: la vacuna y la inmunidad comunitaria.

La vacuna, esa que nos alivia cada vez que oímos su avance, son las soluciones científicas, el: “Está todo controlado”. La inmunidad comunitaria es la naturaleza, en este caso un virus, que parará cuando tenga que parar, al igual que el fuego, llevándose por delante decenas de miles de hectáreas.

Es tal nuestra fe ciega en la ciencia que pensamos que cuando todos estemos geolocalizados, con test rápidos y vacuna, el incendio lo controlaremos. ¿Todos? ¿quiénes son todos? Actualmente, empieza a subir en EE UU. y África. ¿Van a geolocalizar y hacerle un test rápido a todas esas personas? ¿Qué probabilidades hay de mutación tras la burrada de infectados a los que nos enfrentamos? ¿Que vendrá después? ¿Se siente usted seguro en su país, comunidad, ciudad? ¿barrio? Claro, mientras no salga de casa…

Nos están dando en nuestro talón de Aquiles: nuestros mayores; un impacto sentimental y emocional

“La compasión” es algo con lo que tampoco contaban los ricos y menos aún la inteligencia artificial. Es tanto el esfuerzo que han hecho en estabularnos, individualizarnos y ombligarnos que no habían valorado el impacto social que en las culturas mediterráneas iba a tener esta pandemia. No imaginaban que, aunque nuestros Instagrams, Facebooks, WhatsApp estaban llenos de los mismos selfies que inundan las redes sociales de sus países, en España, Italia, Portugal, Turquía, Grecia… llevamos toda la vida tirando para adelante gracias a un complejo y sólido entramado social. Creo que tampoco lo están calculando algunos políticos del Betis o el Sevilla, cada vez que hablan sobre el daño que está haciendo lo que está ocurriendo a la economía. Nos están dando en nuestro talón de Aquiles: nuestros mayores. Es tal el impacto sentimental y emocional que nos queda por vivir, que quizás de este encierro nazca un “consumidor del futuro”. Y eso, supongo, espero por su bien y ganancias, también lo están valorando arriba.

¿Siguen pensando que esto no ha cambiado? ¿Saben dónde invertirían ya sus 100 millones?

Confianza y compasión, como un yin-yang, la ciencia y la cualidad más bella de los seres humanos.
Pobres lo ricos que tendrán que repartir su dinero si quieren que esto sea sostenible, pobres los ricos que no ganarán tanto dinero como antes y de alguna manera tratarán de ajustarse a la capacidad de producir de cada ecosistema. Eso se llama capacidad de carga. Qué palabreja ¿no? Digo yo que si nos han estado machacando con la prima de riesgo y el apalancamiento, no está mal que empecemos a integrar términos ecológicos para el nuevo sistema económico que se nos avecina: huella ecológica, biorregionalismo, ecotasa, inversión térmica, lixiviados, nicho ecológico, zona de amortiguación…

El imposibilista de turno me dirá que justo ahora se están tomando medidas insostenibles de gran impacto ambiental, es lo más natural, nos habla del final y el que las esté llevando a cabo se está retratando para cuando salgamos de esta…

¿Han intentado atrapar alguna vez un animal salvaje herido? El momento más delicado es cuando se siente acorralado, la mayoría de los accidentes se producen ahí, sobre todo si lo miras directamente a los ojos. Nunca le mires a los ojos.

¿Que los ricos van a repartir dinero? Ya está el del Betis… vaya al párrafo segundo y vuelva. ¿Ya? ¿Mejor? Seguimos…

Las grandes empresas tendrán que soltar muchísimo dinero, si quieren seguir con el sistema capitalista

En la anterior crisis, la frase más repetida era: “Estábamos viviendo por encima de nuestras posibilidades”. Nunca entendí esa explicación; bueno, la entendía por nuestra raíz de culpa judeocristiana, pero no la compartía: si alguien iba a un banco a pedir dinero y se lo daban, después de firmar unos cuantos documentos, es que era posible. Mi pregunta ahora es: ¿Qué hemos hecho mal esta vez los ciudadanos para tener que volver a entramparnos? ¿Privatizar lo imprivatizable y consumir lo que nos venden? Pero… ¿no consistía en eso el sistema? ¿En serio creen los del Betis y el Sevilla que vamos a salir de esta con otra Troika? ¿Imaginan lo que volverían ser otros 11 años de austeridad? ¿En qué situación nos cogería la próxima? ¿Viviríamos las lamentables escenas que están sufriendo nuestros queridos ecuatorianos? Esos que cuidan a nuestros mayores.

Mire, yo de política sé poco, más bien me manejo en la lógica de andar por casa y lo de “además de tonto apaleado” es algo por lo que nunca he estado dispuesto a pasar.

Las grandes empresas tendrán que soltar dinero, muchísimo dinero, si es que quieren seguir con el sistema capitalista en el que existen consumidores… ¿Cómo lo llamarán? ¿Capitalismo sostenible? Me da igual, de apropiaciones está el mundo lleno.

Escuchen la cantaleta: “Así no vendrá ninguna empresa a invertir en España y se irán a otro lugar”. Repítase el final de la frase: “se irán a otro lugar” Hace escasamente un mes, esa máxima capitalista podía colar, ahora… exactamente, se ha contestado con una sonrisa. ¿Adónde se va a llevar la fábrica? A Brasil, a India, a EE UU, a Mali, a Corea… ¿Pero esto no era la oferta y la demanda? ¿Habrá país más estable, con más talento y con mayor calidad de vida para invertir dinero que España? Con toda esa España Vaciada. Además, ¿siguen creyendo que sale más “barato” fabricar algo fuera? Oferta y demanda, si usted se quiere quedar aquí vaya abriendo la billetera, si no, ya sabe dónde tiene la puerta.

La verdad, qué ricos que somos los pobres, este sol que provee energía a espuertas, estas vegas de cultivo, estas montañas ganaderas, agricultores, pescadores, pintores, científicos y bares, muchos, maravillosos e improductivos bares.

El tiempo juega a nuestro favor, cada vez nos sobran más cosas.

Bienvenido, Mister Marshall, aquí hemos estado haciendo los deberes.

Feliz encierro.

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© manutrillo | Especial para M’Sur

 

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