Opinión

Que me registren… el ADN (II)

Soumaya Naamane Guessous
Soumaya Naamane Guessous
· 15 minutos

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Casablanca | 2006

 

[Continuación de la columna Que me registren… el ADN, publicada el 30 de marzo]

¿Por qué tiene lugar un embarazo durante el noviazgo?

En primer lugar, cada vez más parejas deciden dejar de lado la obligación de guardar su virginidad para la noche de bodas. Además, para muchas familias, sobre todo del ámbito rural y desfavorecidas, el compromiso se confunde con el matrimonio: los pasos administrativos pueden esperar, lo importante es casar a las chicas. El acta matrimonial ya vendrá después. Dentro de toda esta confusión y gran diversidad de prácticas, ¿dónde situar los esponsales de los que habla el Código de la Familia?, ¿que práctica respaldar?

“¡Fue su culpa! Ella no tenía que habérseme abierto de piernas!”

La mala fe de ciertos hombres pone en tela de juicio estas prácticas basadas en la confianza: Las palabras, los vínculos sagrados y el compromiso ya no son creibles en una sociedad que pierde sus valores morales y donde el individuo piensa solo en si mismo y no en su comunidad. Muchos hombres se desentienden de su responsabilidad frente al embarazo de su prometida. Un abuso de confianza del que son victimas muchas chicas embarazadas: “Yo no me casé con ella. Únicamente he hablado con su padre!” “Nosotros no estábamos casados. Sólo había llevado azúcar a sus padres”. “Fue ella la que se me entregó provocándome. Yo no la quería, fue mi madre quien me la buscó”. “¡Fue su culpa! Ella no tenía que habérseme abierto de piernas!”

Son palabras crueles que las chicas escuchan a veces por bocas de funcionarios de los tribunales cuando quieren demostrar la paternidad. O en los hospitales, cuando van a dar a luz sin su marido. “La enfermera no me creyó cuando le dije que estaba casada, me trató de prostituta”. Cuando aullaba de dolor, la matrona me decía: ‘Cállate, perra sucia, o acabarás ahogando a tu bastardo’.Yo vivía en casa de mis suegros y un día mi novio desapareció. Creo que ahora está en Italia. Mi suegra me echó de su casa. Cuando supe que estaba embarazada fui a verla con mi madre. Ella me dijo que no pensaba hacerse cargo de un bastardo”. La chica no tiene ninguna garantía y recurrir a la ley en estos casos es muy complicada.

Padres ingenuos

Una sociedad para la que la palabra es sagrada, no siempre pide pruebas tangibles, y es bastante vergonzoso para las familias mostrar que tiene dudas de la palabra del pretendiente o de su familia. Una madre cuya hija quedó embarazada y fue abandonada por su novio: “Una mujer vino a nuestra casa a decirnos que su hermano quería casarse con nuestra hija. Al día siguiente su hermano habló con mi marido para pedir la mano de mi hija, y mi marido aceptó. Nos dijo que en un mes su familia vendría para la fiesta de compromiso. Nosotros consideramos que nuestra hija estaba prometida con ese chico que trabajaba como asalariado en una fábrica, pero su familia nunca vino, nos dijo que su madre estaba enferma”.

Tienen tanto miedo de quedarse con una solterona en casa que las entregan al primero que llega

Esta familia se contentó con promesas, confiando totalmente en la palabra del prometido. “No queríamos hacer ver que dudábamos de la palabra de un buen partido, con un buen trabajo: las chicas tienen problemas para casarse, teníamos miedo de que se arrepintiese”.

Las familias necesitadas tienen tanto miedo de quedarse con una solterona en casa que las entregan al primero que llega solo porque tiene un trabajo. Antes, los padres buscaban hombres de buenas familias. Pero la pobreza y la precariedad han transformado el criterio de los valores morales en valores ligados al dinero para garantizar un mínimo de vida digna a sus hijas.

Por otro lado, en el campo es normal que las chicas se vayan a vivir con los suegros en cuanto se formalice el noviazgo. En estos casos la chica no es una invitada; se espera de ella que contribuya al trabajo de la casa. Como dice el proverbio: “La mujer y el burro nunca son invitados”. La novia debe trabajar para su suegra y mostrar sus buenas dotes como ama de casa (hdaga) para ser apreciada. Al considerar que la unión entre ellos está sellada, los padres no se preocupan por la vida sexual de su hija con su novio, porque también aquí hay una confusión entre novio y marido: “No, era su marido desde que leímos la Fatiha” dice una madre cuya hija dio a luz un año después de esa lectura de la primera sura del Corán.

Otras madres piden a la suegra de su hija que cuiden de que su hijo no toque a la novia hasta después de la ceremonia de la boda. “ La madre del novio ha jurado que mi hija seguirá siendo virgen hasta la noche de bodas. Pero las chicas de hoy en día son unas descerebradas; se encuentran de repente con un hijo sin identidad. Respuesta de la suegra: “Yo no podía vigilar todo el tiempo a mi hijo. Cuando un hombre quiere una mujer sabe como ganársela”.

En un artículo de ‘El zoco de las esposas’ publicado en la revista Femmes du Maroc (2001) expuse que muchas mujeres campesinas les ‘llevan’ chicas a sus hijos. Hacen la propuesta de matrimonio según la costumbre y ofrecen a sus hijos chicas adolescentes para retenerlos en el ambito rural y evitar que se vayan con prostitutas. Muchas de esas chicas despues son abandonadas y expulsadas de casa de sus suegros, ya embarazadas o con sus hijos. Sin acta de matrimonio legal entran en un círculo infernal para obtener el reconocimiento del padre de sus hijos.

Gendarmes, policías, militares o marineros deben tener una autorización de matrimonio

Otra situación muy complicada es el de las chicas prometidas con gendarmes, policías, militares o marineros. Estas cuatro categorías deben tener una autorización de matrimonio, emitida después de una investigación de la vida de la futura esposa. Los militares y los gendarmes se comprometen a no casarse hasta pasados cinco años desde su contratación.

Pero ocurre que se formalice el noviazgo en espera de la autorización de la boda. Para los padres, el matrimonio es religiosamente lícito y aceptan que sus hijas vivan con sus ‘maridos’ en espera de esa autorización. El problema llega cuando viene un hijo, porque dificilmente ese padre puede reconocer a su hijo si, frente a sus superiores, tenía prohibido casarse hasta tener en sus manos la autorización de ese matrimonio.

En las regiones donde viven muchos militares, como en el sur, hay situaciones dramáticas. “Celebramos la fiesta de noviazgo, pero como la autorización tardaba en llegar y él vivía solo, mis padres me enviaron a vivir con él. Me quedé embarazada y él desapareció. Tenía miedo, ya que no podía casarse antes de cumplir los cinco años”.

El juez anuló el matrimonio, ya que hubo fornicación antes del acta y un embarazo ilegítimo

Aún más dramático es el caso de Aicha de Agadir, prometida de un militar. La autorización les llega cuando ella ya está embarazada de cinco meses. Después del matrimonio, el hombre se niega a reconocer su paternidad por miedo a perder su trabajo. Aicha le pone una demanda para que reconozca su paternidad. La sentencia del juez es insólita: anulación del matrimonio, ya que hubo fornicación antes del matrimonio y un embarazo ilegítimo ya existente cuando se firma el acta de matrimonio.

Cuando la prometida está embarazada tiene el mismo estatus que las madres solteras, a menos que pueda probar que hubo un noviazgo formal.

¿Cuales son las modalidades para demostrar esta situación frente al juez? Esta es la carrera de obstaculos, sobre todo cuando afecta a una categoría social desvalida y analfabeta. El camino para conseguir el reconocimiento de paternidad es largo, complejo y costoso, y socava la dignidad de las madres y de sus familias. Nada es acogedor: los pasillos del tribunal, frios, no preparados para acoger a personas con dificultades y el comportamiento incorrecto de muchos funcionarios hacen que este proceso se convierta en una pesadilla. A menudo las familias no pueden costearse el precio de un abogado ni las costas del juicio.

El análisis del ADN, una aberración

Según el artículo 158 del Código de la Familia, el vínculo paternal se establece por las relaciones conyugales (al firash), la confesión del padre, el testimonio de dos adules (notarios), evidencia de rumores y por cualquier medio legal proporcionado, incluido el peritaje forense. El análisis del ADN forma parte de esta última modalidad. Pero la madre debe demostrar que hubo realmente un compromiso formal de matrimonio.

No todas las particularidades son aceptadas por los jueces. Cuando una madre dice “Éramos novios: la prueba es que trajeron el ‘miduna’” o bien “Ellos nos invitaron”, el juez, que ignora las diferentes prácticas populares, no puede valorar la firmeza del compromiso de noviazgo.

Por esto, ella debe presentar fotografias o un acta del registro de la ceremonia de compromiso, pero no en todas las ceremonias se hacen fotos, y menos en el ámbito rural. Otra opción es proporcionar un acta escrita por dos adules, o por doce testigos que confirmen la relación de noviazgo. El acta se remite al juez.

Los testigos deben afirmar que veían regularmente a la chica en casa de los suegros

Algunas mujeres ‘reclutan’ a 12 hombres desconocidos que normalmente deambulan por el juzgado, esperando que se les contrate para dar falso testimonio a cambio de 20 o 50 dirhams cada uno (2-5 euros). Pero los jueces pueden pedir la comparecencia de dos, cuatro o doce testigos que hayan firmado el acta. Lo que hace que ese testimonio favorable sea nulo. Los testigos no deben pertenecer a la familia de la novia. Pueden ser el tendero o los vecinos. Pero para esto, los vecinos deben estar informados del compromiso y además estar dispuestos a desplazarse para declarar, cosa que no siempre es posible.

Los testigos deben afirmar que estuvieron invitados a la fiesta de compromiso o que veían regularmente a la chica en casa de los suegros, o que veían al chico entrando con frecuencia a casa de los suegros. También esto exige que los vecinos hayan sido invitados a la fiesta de compromiso, pero últimamente las familias no invitan más que a los familiares cercanos por falta de medios. Los vecinos entonces no pueden testificar. También presupone que los vecinos estén atentos a lo que ocurre en las casas alrededor ¡hasta el punto de fijarse en las idas y venidas del novio y la novia a la casa de uno y otro!

¿Como ser testigo cuando sabemos que en el campo, las casas están bastante alejadas unas de otras y que los vecinos no siempre saben qué pasa en casa de los demás? ¿Cómo ser testigo de tus vecinos cuando sabemos que la vida urbana, el tipo de pisos y la falta de tiempo no favorecen ya el hábito de interesarse por los demás?

«No conté nada: si al final no había boda, la gente podría pensar que ella se había divorciado”

Por otro lado, muchas familias mantienen oculto el compromiso por miedo al mal de ojo y a la ‘setra’, una creencia según la cual todo acto debe ser secreto para asegurarse el éxito. Por eso, muchas madres ocultan la petición de mano: “No le conté a nadie nada sobre el compromiso de mi hija, porque si al final no había boda, la gente podría pensar que ella se había divorciado”. En una sociedad que desprecia a las mujeres divorciadas es mejor tomar precauciones como bien dice esta madre:” Dirán que si el novio la ha dejado es porque tiene algun defecto”!

“No se lo dije a nadie, ni siquiera a la familia, para que no se le estropeara su ‘saâd’”. La ‘saâd’ es el destino feliz con el que toda chica sueña.

Cuando las chicas más afortunadas pueden por fin demostrar que hubo un noviazgo formal, encuentran dos obstaculos principales.

En primer lugar la chica debe pagar al tribunal el informe del forense, y las tarifas no son fijas. Serán las que estime el juez, ¡normalmente de 3000 a 8000 dirham (300-800 euros) por hijo! El analisis de ADN se le hace al niño, a la madre y al padre, pero al padre no se le exige que participe en los gastos!

Es una suma inaccesible para muchas chicas, sobre todo cuando tienen varios hijos. La madre obtiene del tribunal el documento que ordena el análisis de ADN. ¡Pero ninguna ley obliga al supuesto padre a ir al laboratorio policial a hacerse el análisis! Si se presentase voluntariamente y la prueba fuese positiva estaría obligado a reconocer su paternidad.

Aquí también hay una incoherencia: “Despues de nuestro compromiso tuve una hija y luego gemelos. Mi marido me abandonó sin reconocer a nuestros hijos. P resente una solicitud para un examen pericial médico. Me pidieron 3000 dirham por hijo. No tenía los medios para pagar esa suma. Le pedí al juez pagar solo por mi hija y uno de los gemelos, ya que es el mismo embarazo y solo podrían ser del mismo padre. El juez rechazó mi petición. Tuve que pedir prestados 9000 dirham, ¡y no creo que el padre de mis hijos se presente voluntariamente a hacerse el analisis de ADN!

Si él se niega, la madre puede pasarse la vida corriendo detrás de el. Las negativas son muy numerosas. La madre habrá perdido su tiempo, su dinero y toda esperanza en el Código de Familia que se supone está para defender los derechos de las madres y sus hijos.

«Mi marido me desvirgó la noche de bodas, y una semana después me dijo que se divorciaba»

La negativa de los hombres está motivada por la falta de responsabilidad. Muchas veces esos hombres lo que no quieren es a la madre de sus hijos y rechazan reconocer al hijo para evitar cualquier lazo de unión con la madre

Hace mucha falta mucha fuerza y tenacidad por parte de las chicas para no desanimarse. Escuchemos a Bouchra: “Yo estaba casada con acta y todo. Mi marido me desvirgó la noche de bodas, y una semana despues me dejó en casa de mis padres. Lo esperamos todo el día. ¡Al día siguiente me llamó para decirme que se divorciaba! Mientras tanto descubrí que estaba embarazada. Él no quiso reconocer a su hijo. Le puse una demanda en el juzgado, que no prosperó”. Sin embargo, según el Código de Familia (art. 154), la filiación paternal se establece si el hijo nace dentro de los seis meses que siguen a la firma del acta de matrimonio o durante el año que sigue a la separación de los padres.

“Convocados en el juzgado, mi marido pidió que se le aplicara el procedimiento de ‘liaane’”. Según el Código de la Familia (art. 153), el marido puede desafiar la filiación paterna prestando juramento de anatema (liaane). Él jura delante de un juez que el hijo no es suyo, siempre que tenga pruebas. El marido de Laila no tenía ninguna prueba. El mismo artículo precisa que en ausencia de pruebas se requiere un peritaje médico. Laila no llegó a conseguir ese peritaje. Hizo falta la intervención de una persona influyente para que el juicio se declarara a favor de su hijo. Entre tanto el marido ha recurrido la sentencia, recurso aceptado. El proceso continúa aún.

“La mayoría de madres abandonan el procedimiento judicial en cuanto se enteran del coste»

Todos estos líos se les podrían haber evitado a Laila y a todas las madres si los jueces ordenasen desde el principio un análisis de ADN y si los hombres estuviesen obligados bajo pena de sanción a presentarse en los laboratorios para dicho análisis.

Aunque el peritaje médico forma parte del Código de Familia, en la práctica es inaccesible. El abogado Zhya, del centro de ayuda Fama: “La mayoría de madres abandonan el procedimiento judicial en cuanto se enteran de cuál es el coste económico. La población afectada es en su mayoría pobre, y es inconcebible exigirle esos gastos”.

Se debería establecer la gratuidad de estos servicios para una mayor protección de los niños, especialmente cuando los análisis se realizan en laboratorios pertenecientes al Estado. O bien, al menos, se debería permitir que el Estado se haga cargo de los casos en los que las chicas no puedan pagarlo. Mientras, muchos niños continúan privados de la identidad de sus padres, que huyen de su responsabilidad con total impunidad.

El Código de Familia no ha logrado los objetivos anunciados en el discurso del rey, respecto al derecho de los niños a llevar el apellido de su padre.

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© Soumaya Naamane Guessous | Primero publicado en Femmes du Maroc  ·  Junio 2006 | Traducción del francés: Mimunt Hamido

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