Opinión

El tráfico y la marca Casablanca

Soumaya Naamane Guessous
Soumaya Naamane Guessous
· 6 minutos

opinion

Casablanca | Marzo 2021

 

Si conduces por Casablanca y sales ileso, puedes incluso coger el volante en un campo de batalla.

Dedico la Medalla al Mérito a nosotros, casablanqueses, por nuestra valentía para afrontar los riesgos de cada metro que recorremos, ya sea a pie o sobre ruedas.

Los demás nos admiran. Un amigo de Rabat siempre me dice: «Me da miedo conducir por Casablanca. Bravo por ti». Se me hincha el pecho de orgullo, mi ego se regocija, y…vuelta a la realidad: me da vergüenza por mi ciudad y sus habitantes, los baidaníes. ¡Es la capital económica del reino! ¡Hchuma (Qué vergüenza)!

No entiendo por qué muchos baidaníes, amables y serviciales, se vuelven agresivos y egoístas al volante. «Casa es estresante», dicen. ¿Casablanca o los conductores?

Sales de tu casa por la mañana bien fresco. Das la vuelta a la esquina y ya te estresas por culpa de los malos conductores. «Caaaaalma, piensa en positivo». Explotas. Entonces se sucede una avalancha de contrariedades, agresiones e improperios. ¿El perfil de los malos conductores? ¡Hay de todo!

Los taxis  te cortan el paso, van en sentido contrario y te atacan pitándote si respetas el límite de velocidad

Los taxis se merecen la palma de oro: frenan bruscamente en medio de la calle, te cortan el paso o van en sentido contrario. Te atacan pitándote si respetas el límite de velocidad… Y si protestas te dicen: «Corro para ganarme el razqui» (la vida), seguido de palabras groseras que me voy a ahorrar.

Un amigo de Rabat me cuenta: «Cuando circulo en taxi por Casa, voy aterrorizado. Me agarro al asiento, freno con los pies cada vez que el taxista va en zigzag o cuando se salta un semáforo en rojo».

Los autobuses ignoran el espacio reservado para ellos y se detienen en medio de la avenida, adelantan en todas las direcciones y arrancan mientras los pasajeros están subiendo o bajando.

¿Y los conductores de automóviles? Aparte de la indisciplina, no hay apego por el interés general: en los atascos, llegan a bloquear el tráfico.

Los conductores ignoran los carriles y que para pasar de uno a otro, se debe poner el intermitente. Para cambiar de carril, ya puedo señalarlo, hacer señales o encender las luces de emergencia, walu, nada, que me van a pitar y hasta a insultar. ¿Por qué no ceden el paso ni en la autovía? Como si adelantar fuera una falta de respeto o el expolio de un bien.

¿Y las rotondas? Un espectáculo de desolación cuando los vehículos se entremezclan y ningún conductor cede el paso a otro, sólo por cabezonería.

Si paro por un peatón, lo pongo en peligro porque avanza sin prestar atención a los coches

Tampoco hay respeto por los peatones y su espacio. Si paro por un peatón, lo pongo en peligro porque este baja la cabeza y avanza, sin prestar atención a los coches y motos que siguen pasando. Los conductores que han tenido que frenar me insultan. Un día, le dije a un hombre que iba en un coche elegante después de gritarme: «¿Y el peatón, no tiene derecho a la ciudad?». Su respuesta: «Watti zidi, malek, fil miricane (te crees que estás en América)?». ¡No comment!

¿Por qué este incivismo por parte de los conductores, cuando pueden ser educados fuera de sus vehículos? Nuestros psicólogos deberían investigarlo.

Para aparcar, hay que poner el intermitente, las luces de emergencia, sacar la mano para suplicar… ¡Walu! Los coches y las motos circulan, te insultan, te pitan. ¿Quieres girar, pero el carril no está libre? Pues te atacan: «Pero ¿qué pasa, no tengo derecho de ir a casa?».

¿Eres una mujer que defiende sus derechos? Los hombres suelen llamarte una palabra que empieza por K en árabe (p…). Las mujeres, en cambio, son especialistas en sacar el dedo, el del medio concretamente. Encerrados en el coche, la gente se enfada, gesticula, grita. Pero el adversario no oye nada.

En algunos distritos periféricos es el Salvaje Oeste: los carros tirados por caballos son la ley

¿Dónde está el humanismo de los baidaníes? La mayoría de ellos ignoran que tenemos que darle prioridad a la ambulancia. Si toco el claxon para despejar el camino, me atacan. Una mujer me dijo riéndose «Malak makhlou3a, rahe ghire lambilans (solo es la ambulancia)». Mi respuesta: «Si llevara a tu madre, ¿qué harías?» Su contestación os sorprendería. Los cortejos fúnebres tampoco suscitan respeto alguno.

Los peores conductores son los chicos jóvenes que acaban de sacarse el permiso. ¡El mismísimo chuleo sin límites!

¿Los motociclistas? Son la anarquía total. Si los tocas, o mejor dicho, si te tocan, prepárate para un espectáculo patético: se tiran al suelo, gimen y negocian contigo una compensación. Te enfrentas entonces a un dilema: arrollarlos aposta por el intento de estafa o tirarles un billete azul (200 dirhams) para recuperar tu libertad.

En algunos distritos periféricos, como el de Ben Msik, donde trabajo, es el Salvaje Oeste: los carros tirados por caballos son la ley. ¡Alucinante!

Pitan desde que el semáforo se pone en rojo, para prepararte para arrancar cuando cambie a verde!

¡Y qué decir de los peatones! No tienen ninguna disciplina, cruzan por donde sea, incluso a través de las rotondas. Normalmente son los coches quienes atacan a los peatones. En este caso, son los peatones que vienen a por ti.

Los mejores son los triciclos de reparto. Motos disfrazadas de vehículos utilitarios gracias a los cuidados de los ferreteros. Su participación en la anarquía es de extrema importancia. Te aterrorizan, sobre todo porque pueden ser más largos y anchos que un coche y no necesitan permiso de conducir.

¡Y esa manía de pitar desde que el semáforo se pone en rojo, para prepararte para arrancar cuando cambie a verde!

El estrés de la conducción repercute en el bienestar, la moral, los vínculos sociales y las salidas de los habitantes de la ciudad: «Por la noche llego a casa agotado de conducir. Ya ni siquiera tengo fuerzas para salir aun teniendo planes».

¿Por qué necesitamos guardias de tráfico para mantener la disciplina de los conductores? ¿No podemos ser ciudadanos responsables?

La imagen de una ciudad y de su población depende del tráfico. Casablanca se muestra de su lado más lamentable. ¡Me da vergüenza!
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© Soumaya Naamane Guessous | Primero publicado en 360.ma · 5 Marzo 2020 | Traducción del francés: Rebeca Martínez 

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