Violencia contra la mujer
Soumaya Naamane Guessous
Casablanca | Noviembre 2020
Es una violencia universal, sin distinción geográfica, cultural o social: una de cada tres mujeres en el mundo es víctima de agresiones físicas o sexuales a lo largo de su vida.
La violencia doméstica es la más importante: una de cada tres mujeres sufre al menos una vez en la vida violencia física o sexual por parte de una pareja (ONU Mujeres, 2020). Un 38% de los asesinatos de mujeres son obra de la pareja masculina (según la OMS). En Europa, Finlandia mantiene el récord de mujeres asesinadas de esta manera. En Marruecos, un 29% de los homicidios de mujeres los comete un amante o el marido.
Una encuesta nacional de Marruecos (HCP 2019) sobre la violencia machista mostró que un 57% de las mujeres había sufrido este tipo de violencia. La mitad de estas agresiones se cometen en el contexto conyugal, por parte del marido o el prometido formal.
Una de cada cuatro de las mujeres víctimas de violencia conyugal física, y una de cada diez que han experimentado violencia sexual, ha sufrido heridas y problemas psicológicos.
La violencia conjugal se manifiesta de diversas maneras y afecta tanto a los hombres como a las mujeres.
La mitad de las agresiones se cometen en el contexto conyugal, por parte del marido o el prometido
Violencia económica: Controlar lo que gasta la esposa, rechazar contribuir a las necesidades del hogar, apropiarse de los ingresos de la esposa, explotarla profesionalmente, impedirle trabajar o prohibirle ejercer una actividad, privarla de sus bienes o de los cuidados esenciales, robarla, estafarla. En una sola pareja se pueden dar varios tipos de estas agresiones. La violencia económica aisla a la víctima.
Violencia ligada a un abuso de la libertad individual: controlar cuándo sale la mujer, qué amigos e amigas escoge, qué ropa viste…
Violencia psicológica que destruye su autoconfianza: atacar su buen humor, humillarla, denigrarla, dirigirle palabras de desprecio, criticar sistemáticamente lo que opina o lo que hace, asustarla con amenazas o chantajes, aislarla socialmente, encerrarla o restringir su libertad, intimidarla destruyendo sus objetos personales o maltratando a una persona cercana a ella, dominarla para que se someta a la voluntad de uno…
Violencia verbal: gritos, chillidos, burlas, mofas, insultos, órdenes impuestas de forma brutal…
Violencia espiritual para manipular y controlar a través de la religión: impedir al otro de cumplir con sus prácticas religiosas y ridiculizarlas o bien obligarlo a llevar a cabo prácticas religiosas con las que no está conforme, como por ejemplo forzar a la prometida a celebrar un matrimonio ‘orf’ (religioso) sin testigos.
Violencia física: golpes, bofetadas, puntapiés, empujones, brutalidad, fuerza física que intenta causar heridas, secuestro, quemaduras, mordiscos, estrangulamientos, asfixias, amenazas de brutalidad física. Esto puedo llegar hasta el homicidio o la tentativa de homicidio.
Es frecuente que esta violencia física se oculte y se presente como accidente.
Un 48% de las mujeres y un 70% de los hombres piensan que la violencia conyugal es un asunto privado
Violencia sexual: dominar a la mujer en su máxima intimidad, forzarla a relaciones y prácticas no consentidas, a relaciones sexuales con terceros, con o sin explotación económica. Estas imposiciones sexuales se consiguen mediante el acoso, el chantaje y la intimidación verbal o física.
Violencia institucional (o jurídica), vinculada a todas las situaciones en las que la ley no protege a la mujer: Matrimonio de menores de edad, privación de la pensión alimenticia, no reconocimiento de los hijos por parte del padre biológico…
Varían las formas de agresión, pero la finalidad es la misma: ejercer un poder y un control sobre el o la cónyuge. Siempre conllevan una violación de la confianza. Y no es raro que la violencia continúe después de romperse los lazos conyugales.
Las víctimas de esta violencia callan a menudo, por miedo al escándalo, por falta de medios de subsistencia, pero también porque la violencia es estructural. Un 48% de las mujeres y un 70% de los hombres marroquíes piensan que la violencia conyugal es un asunto privado. Un 31% de los hombres y un 27% de las mujeres afirman que el cónyuge o pareja tiene derecho a castigar a la mujer si ella comete un error (según la encuesta de HCP).
En Marruecos, solo un 10,5% de los actos de violencia cometidos en 2019 se declararon a las autoridades. La cifra cae hasta el 8% en el caso de la violencia conyugal.
El 97% de los actos de violencia los perpetra un hombre contra una mujer, solo un 3% lo sufren hombres
Aunque Marruecos ha intensificado en 2018 la lucha contra la violencia hacia las mujeres y ha reconocido ciertas formas de abuso que muchas mujeres sufren por parte del marido, todavía hay lagunas, especialmente la violación conyugal, ni castigada por la ley ni reconocida por la sociedad.
¿Por qué únicamente hablo de la violencia contra las mujeres en el marco de la relación de pareja, cuando también afecta a los hombres? Porque el 97% de estos actos de violencia los perpetra un hombre contra una pareja mujer. Solo el restante 3% lo sufren hombres.
Según la Red marroquí para la defensa de los derechos humanos, una cuarta parte de los hombres víctimas de violencia conyugal sufren violencia física, pero no sexual: golpes, heridas, arañazos en la cara, bofetadas, mordiscos… Las mujeres utilizan todo tipo de objetos: utensilios de cocina, cuchillos, palos, escoba… También existe la violencia psíquica: insultos, palabras de injuria y de desprecio. Luego está la violencia jurídica: hay padres privados de la visita de sus hijos… Y la violencia material: hurto de objetos y documentos personales, destrucción de bienes…
En 2018, según la Red marroquí, unos 3.000 hombres han sido víctimas de violencia conyugal. En 2019, unas 6,1 millones de mujeres. Los hombres declaran la violencia aún más raramente que las mujeres, porque hacerla público atenta contra su virilidad y los “ridiculiza”.
El número de hombres que exprimentan violencia conyugal es ridículo comparado con el de las mujeres que sufren esta violencia, pero merece la pena hablar de ellos también. Porque no se puede tolerar ninguna violencia, sea contra quien sea.
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© Soumaya Naamane Guessous | Primero publicado en 360.ma · 27 Nov 2020 | Traducción del francés: Ilya U. Topper
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