Opinión

Un faraón en marcha

Mansoura Ezeldin
Mansoura Ezeldin
· 11 minutos

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El Cairo: Va aumentando la ira y la violencia se condensa e intensifica encaminándose inevitablemente hacia su próximo estallido.

Mientras escribo, aviones F16 peinan el cielo de la ciudad. Mi bebé duerme. Lo observo preocupada por miedo a que se asuste con el ruido atronador. El portavoz de las fuerzas armadas dice que se trata de “ejercicios rutinarios”; lo que yo veo es un mensaje de advertencia de la parte ausente pero que en realidad está presente en la disputa actual entre un faraón en curso y revolucionarios que quieren continuar la lucha y lograr la tan deseada transición democrática.

Escribo mientras en la otra punta de mi sacudida ciudad, se construyen alrededor del Palacio Presidencial unos muros hechos de piedra sin corazón; son para proteger a sus inquilinos de los millones de manifestantes cuya furia crece día tras día.

¿Qué es lo que ha convertido a Mohamed Morsy en un dictador asediado en su propio palacio blindado? ¿Qué ha ocurrido después de que él mismo, tras el triunfo electoral, se plantara en medio de los manifestantes de Tahrir presumiendo de no llevar chaleco antibalas?

¿Por qué el arrogante presidente ha tenido que huir rodeado de guardaespaldas?

¿Por qué el arrogante presidente -el primero en ser elegido democráticamente- ha tenido que salir con pánico por la puerta de atrás del Palacio la tarde del 4 de diciembre? ¿Por qué ha tenido que huir rodeado de guardaespaldas por miedo a millones de manifestantes pacíficos contrarios a la tiranía y a que la revolución se salga del camino hacia una transición democrática?

Entre estos incidentes y la huida humillante del soberbio presidente hay una serie de errores que hacen que Egipto estalle inevitablemente en una explosión donde no va a haber ganadores ni perdedores. Los primeros errores son los continuos intentos de Morsy por minar el cambio de la Ley, pasando por su Golpe de Estado –según lo que ha sido su propia elección- y el intento de autonominarse el nuevo faraón. Sin embargo, los fallos no terminan con el incumplimiento de las antiguas promesas de no someter el proyecto de Constitución a referéndum sino es tras un diálogo social que garantice una Constitución de consenso.

El presidente de la Hermandad se ha autoconcedido el poder para legislar y en lugar de trabajar en la reforma de la estructura y del sistema judicial egipcio le ha dado un golpe mortal con la Declaración Constitucional emitida el 22 de noviembre. Con ello, ha fortalecido sus decretos impuestos que aíslan al Fiscal General al otorgarse el derecho de nombrarle él mismo. Horas antes de la Declaración, los Hermanos Musulmanes ordenaron a sus miembros agolparse frente a la Corte Suprema para apoyar los decretos que anunciaría el presidente. Lo peculiar es que miles de simpatizantes se manifestaron para apoyar unos decretos que todavía no conocían.

Miles se manifestaron para apoyar unos decretos que todavía no conocían

De esta manera se ha consolidado la imagen que gran parte del pueblo tiene de Morsy como dictador que gobierna apoyándose en milicias de la Hermandad listas para acabar con el enemigo.

Al día siguiente, 23 de noviembre, cientos de miles de opositores exigiendo democracia se congregaron en la plaza Tahrir mientras otros miles de islamistas partidarios de Morsy lo hacían en el Palacio Presidencial. Allí, Morsy cometió un grave error que sintetiza los hechos: en vez de actuar como presidente de todos los egipcios y dirigir un discurso televisado a la Nación, solamente se dirigió a sus partidarios frente al Palacio. Además, acusó a los opositores de traición, hablando sin prueba alguna sobre un intento de Golpe de Estado en su contra, comparando a sus rivales con ácaros hay que eliminar.

Ensayo de guerra civil

La comparación de los contrarios a los decretos autoritarios con ácaros colocan a Morsy allá donde nunca quiso: en la misma fila que Gadafi -quien ya había comparado a los revolucionarios con ratas- y que Bashar al Asad -que comparó a sus enemigos con bacterias-.

Animalizar a los opositores de esta manera no es una simple metáfora, ya que cuando los ciudadanos salen figurativamente de la casilla de los seres humanos, viene un inmediato derramamiento de sangre, que, de hecho, es lo que ha ocurrido.

A raíz de las numerosas declaraciones de los líderes de los Hermanos Musulmanes y los salafistas aliados que incitan a sus seguidores a declarar la yihad sobre los revolucionarios opositores a Morsy por considerarles infieles, hubo enfrentamientos en las ciudades de El Mahalla y Alejandría y fueron quemadas sedes de los Hermanos Musulmanes.

Los hechos culminaron con el ataque de los Hermanos Musulmanes a los acampados frente al Palacio Presidencial en el barrio de Masr El Gedida el 5 de diciembre. El martes 4 de diciembre fue un día increíble ya que se movilizaron millones de egipcios en todo el país en contra de Morsy, de sus decretos autoritarios, de su intento por minimizar la importancia de los opositores, de acusarlos de lucha contrarrevolucionaria, de ser pocos en número y de tener poca repercusión.

Esta gran multitud y la obligación del nuevo dictador a huir, por miedo, por la puerta trasera del Palacio, provocó la locura de los islamistas partidarios de Morsy; los líderes de los Hermanos Musulmanes ordenaron a sus milicias desalojar la acampada, donde tuvo lugar una masacre que se saldó con siete muertos y cientos de heridos. Testigos presenciales cuentan historias dolorosas sobre cómo las milicias de los Hermanos arrastraban por el suelo y torturaban a los opositores e incluso colgaron a algunos en el muro del Palacio. Este día, Egipto ha sido testigo de un ensayo de guerra civil después de que Morsy, con sus decretos y actos, dividiera a los egipcios en dos: unos, partidarios, cuyo destino es el paraíso; y otros, opositores, cuya condena es el infierno.

¿Quién gobierna Egipto?

El problema es que Mohamed Morsy y su partido viven una situación de negación total; no reconocen hasta ahora sus responsabilidades en la masacre a pesar de que ellos fueron los que encargaron a sus seguidores acudir a la acampada protesta. Este llamamiento ha formado parte de las declaraciones incendiarias en contra de los acampados, quienes han aparecido como traidores e infieles legitimándose el derecho a expulsarles. La consigna que se repetía más entre los partidarios de Morsy era: “¡Nuestros muertos están en el paraíso y los suyos en el infierno!”. Su lema es un reconocimiento claro de la existencia de una lucha entre las dos partes y una incitación implícita a ella.

Ahora es como si Egipto estuviera gobernado por los Hermanos Musulmanes

Puede que quien más tenga la culpa sea Morsy. Además de su responsabilidad por la sangre derramada de los egipcios, ha traspasado las fronteras que separan el cuerpo presidencial del grupo de los Hermanos Musulmanes al que pertenece. Por eso, ahora Egipto es como si estuviera gobernado por la Oficina de Orientación de los Hermanos Musulmanes.

Así lo demuestra el hecho de que uno de los asesores del presidente haya declarado que sus compañeros desconocen cómo se está dirigiendo la presidencia y cómo se toman las decisiones, siendo este mismo asesor uno de los que dimitieron en protesta por el ataque con fuego real y gases lacrimógenos de las milicias de los Hermanos contra los acampados. De igual manera, Mahmud Maki, juez y vicepresidente de la República, ha negado saber nada sobre el primera Declaración Constitucional antes de ser promulgada.

La inclinación de Morsy a su grupo y el haberlo convertido en un Estado dentro de otro se ha visto reflejada también en su falta de atención a las repetidas peticiones de restablecer las normas de la organización; ésta, prohibida antes de la revolución, basada en la obediencia ciega y habiendo sido una organización secreta cerrada a sus miembros, no había resuelto su situación legal hasta ahora.

Egipto se ha convertido en una copia real de la novela “Rebelión en la Granja”

Los Hermanos Musulmanes han estado acostumbrados a trabajar en secreto y a hablar y actuar desde la lógica de la injusticia, donde ellos mismos se presentan como víctimas eternas. Esto era aceptable antes de la revolución pero la insistencia en la lógica de la injusticia después de que las víctimas se conviertan en verdugos es algo incomprensible que necesita un psicoanálisis más que un análisis político.

No exageraría mucho si dijera que la organización y su grupo político el “Partido Justicia y Libertad” presenta un ejemplo claro sobre cómo gobierna un “partido gobernante” con mentalidad de organización secreta. En esto reside la mayor parte de las causas de la crisis que involucra a Morsy e implica a todo el país.

Por otro lado, el que los Hermanos se aferren a la lógica de la injusticia, nos hace, como egipcios, vivir en un mundo orwelliano por excelencia pues Egipto se ha convertido en una copia real de la novela “Rebelión en la Granja”. El lenguaje se ha convertido en un instrumento de engaño, en un mero mecanismo de una máquina de propaganda gigante que no deja de bombear información que transforma la realidad de los hechos y perpetúa la mentira.

El instrumento de propaganda de los Hermanos ha convertido a los revolucionarios que empezaron la revolución y continúan sacrificando sus vidas por ella, en traidores contrarevolucionarios. Además, ha hecho de Morsy un líder de la revolución que promulga leyes autoritarias alegando que es para proteger esa revolución, olvidando que los revolucionarios a los que persigue, cuya reputación mancha y a quienes provoca su muerte, son los que lo liberaron a él y a sus compañeros de las cárceles de Mubarak. Pero la mentira más dolorosa es hacer creer a los Hermanos que las siete víctimas de la masacre del 5 de diciembre son de su organización, a pesar de que los fiscales aseguraron que lo era solo uno de ellos; los otros seis eran de la oposición. Lo más doloroso es el empeño en dividir a los egipcios de esta manera y el negocio que hacen con la sangre de los mártires.

Lo más doloroso es el negocio que hacen con la sangre de los mártires

Por esta gran máquina de bombeo de mentiras corren unas más que otras, disfrazándose de traje de verdades. La más conocida es la de reducir el enfrentamiento actual a un hecho entre islamistas y laicos cuando en realidad lo es entre un poder autoritario que quiere secuestrar el sueño de democracia de los egipcios y un frente democrático en expansión. Un gran número de los millones de egipcios que rechazan las autoritarias inclinaciones de Morsy resulta difícil de clasificar como liberales, laicos o de izquierdas, ya que entre ellos hay personas no politizadas que han salido a la calle y ciudadanos que defienden sus derecho a tener un mañana mejor que les garantice poder participar en su autodeterminación.

El pasado sábado, Morsy se ha entrevistado con las distintas partes, en su mayoría simpatizantes islamistas, para burlarse de los egipcios ya que en realidad ha sido una entrevista consigo mismo. El resultado de ese diálogo fue la nueva Declaración Constitucional que elimina la primero y mantiene sus consecuencias jurídicas a pesar de que los juriconsultos afirmaron que el presidente no tiene el derecho, constitucionalmente hablando, de promulgar declaraciones de base constitucional. El referéndum tendrá lugar en la fecha prevista a pesar del rechazo de la oposición y de la mayoría de los jueces que lo supervisarán.

En resumen, Morsy está decidido a llevar los asuntos hasta el final haciendo caso omiso al descontento de gran parte de los egipcios. Nadie sabe qué pasarápero es casi seguro que la estabilidad se ha convertido en un sueño distante y su precio será muy caro para todos.