Crítica

En Chechenia no hay amor

Alejandro Luque
Alejandro Luque
· 4 minutos
Bienvenidos a Chechenia
Dirección: David France

Género: Documental
Guion: David France
Produccción: Public Square Films
Duración: 107 minutos
Estreno: 2020
País: EEUU, Reino Unido, Rusia
Idioma: inglés, ruso, checheno (subtitulado).

 

Se dice a menudo que las persecuciones históricas están tan arraigadas en la memoria de los pueblos que ningún avance, por importante que sea, permite darlas por erradicadas. Por el contrario, exigen una actitud vigilante porque, a las primeras de cambio, gentes que pertenecen a determinadas nacionalidades, minorías étnicas, militancias políticas determinadas u opciones sexuales proscritas pueden ser objeto de acoso y violencia.

Un botón de muestra: si en España, tras 15 años de la aprobación legal del matrimonio homosexual, todavía se dan casos esporádicos de agresiones a gais, lesbianas y trans, imaginen lo que puede ser en países donde tales conductas figuran en el código penal. En Rusia, donde la homosexualidad fue despenalizada en 1993, ser persona LGTB no es precisamente un chollo. Es sabido que las palizas y las amenazas a este colectivo en el país no merecen mayor atención por parte de los guardianes de la ley. Pero más al sur, en Chechenia, la cosa es peor.

En Chechenia, territorio de credo mayoritariamente musulmán, ser gay es casi suicida. Y no es retórica: en cualquier momento los guardianes de la moral pueden asaltar tu casa o el coche en el que te besas con tu amigo y golpearte impunemente. Nadie va a defenderte. Ninguna comisaría va a tomar nota de tu denuncia. De todo ello habla este duro documental de David France producido por la HBO.

Si eres gay, nadie va a defenderte; ninguna comisaría va a tomar nota de tu denuncia

A lo largo de la cinta se suceden los testimonios de chicos y chicas que han sufrido en propia carne esta situación. En el mejor de los casos, son vejados y golpeados. En el peor, sufren atroces torturas, cárcel y, en algún caso, la muerte. En ocasiones, ésta ni siquiera tiene que venir de la mano de las pandillas incontroladas o de policías: basta con presionar a las familias de estos sujetos para que los ejecuten ellas mismas, y limpiar así una mancha social que, de otro modo, los estigmatizará para siempre.

El documental se centra precisamente en una asociación que se dedica a albergar a estas víctimas y facilita su asilo en otros países, sobre todo Canadá. De qué manera contactan, cómo es la vida en los pisos seguros, qué precauciones deben tomar y cuáles son sus posibilidades de hacer una vida medio normal, son algunas de las cuestiones que aborda una cinta tal vez demasiado larga, pero sin duda contundente en su aliento de denuncia.

Denuncia contra el odio irracional y contra la impunidad, pero que no se olvida de señalar a los responsables últimos de la situación: el presidente checheno Ramzán Ajmátovich Kadýrov, esa suerte de madelman barbudo que —por la boca muere el pez— no duda en hablar de “limpiar nuestra sangre” cuando invita a todos los gais a marcharse del país y niega los hechos antes relatados; y el señor que lo mantiene en el poder, el estadista que responde al nombre de Vladímir Vladímirovich Putin. Y también nos recuerda que otros territorios vecinos toman nota y están aplicando la misma receta, porque la infamia siempre ha demostrado ser altamente contagiosa.

Veinte años después de la guerra que puso a Chechenia en la portada de todos los periódicos, se libra otra. Sin despliegue de tropas y sin artillería, pero con víctimas y verdugos, y con odio, y con miedo. Una guerra que viene de muy antiguo, y que no podremos dar nunca por terminada. La guerra de los enemigos del amor.

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