Iglesia Católica


Catedral de Santiago de Compostela | I. U. T./M'Sur
Catedral de Santiago de Compostela | I. U. T./M’Sur

La Iglesia Católica, Apostólica y Romana —así se define— es la mayor de todas las congregaciones cristianas. A nivel mundial representa más de la mitad de los cristianos y asegura tener 1.300 millones de fieles.

La cifra de miembros de esta iglesia en los países mediterráneos es difícil de estimar, porque desde un punto de vista cultural y de educación, la inmensa mayoría de la población de Portugal, España, Italia, Francia y Croacia se definiría católica. Muchísimo menor, sin embargo, es el número de quienes creen realmente en los dogmas de la Iglesia o acuden a misa. Muchos cumplen ciertos ritos, como el bautismo o la boda eclesiástica como una convención social sin contenido espiritual. Sólo en Malta, la asistencia a misa es un rito dominical ineludible para prácticamente toda la población.

Como estructura eclesiástica, la Iglesia Católica se remonta al Gran Cisma de 1054 d.C., momento en el que un enfrentamiento por motivos de poder separó el clero entre los fieles al obispo de Roma y los que siguieron al de Constantinopla (hoy Estambul), cabeza de las Iglesias Ortodoxas. No mediaba una disputa teológica, y pese a mantener diferentes formas de liturgia, los dogmas católicos y ortodoxos no se distinguen en su esencia.

En los últimos tres siglos, varias congregaciones de tradición ortodoxa, pero también de las ramas monofisitas y la asiria, se han sometido a la estructura de la Iglesia Católica, aceptando sus dogmas pero manteniendo sus formas propias de liturgia. Se conocen como Iglesias uniatas o Católicas Orientales.

La Iglesia Católica funciona como una entidad organizada con una clara jerarquía, a cuya cabeza se halla el papa de Roma, considerado infalible en sus opiniones y sucesor espiritual del apóstol San Pedro. Debe ser elegido en un proceso ritual por entre los miembros del colegio de cardenales, los prelados católicos de más alto rango, y su cargo es vitalicio.

Aunque es difícil establecer datos históricos para los primeros siglos de la era cristiana, la sucesión de los Papas se cuenta de forma ininterrumpida desde la muerte de San Pedro en Roma. Desde 2013, el cargo está ocupado por el argentino  Jorge María Bergoglio, bajo el nombre eclesiástico Francisco I.

Por debajo del Papa y los cardenales queda la Curia romana —una especie de gobierno de la Iglesia compuesto por tribunales eclesiásticos y congregaciones— y un extenso sistema jeráraquico ordenado geográficamente por provincias eclesiásticas, llamadas diócesis, dirigidas cada una por un obispo. Varios obispos son coordinados por un arzobispo. Cada diócesis agrupa a numerosas parroquias al frente de las que hay un párroco o cura, el cargo más bajo en el clero católico, que debe ser ordenado, es decir consagrado sacerdote, por un obispo.

Aunque no se trata, en esencia, de un dogma sino de una mera norma convencional, los sacerdotes católicos no deben estar casados. Esta regla no vale para las Iglesias Católicas Orientales.

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