charia


Clérigos musulmanes en una convención en Estambul (2012) | © I. U. T. / M'Sur
Clérigos musulmanes en una convención en Estambul (2012) | © I. U. T. / M’Sur

El término charia (o shari’a) describe la ley tradicional musulmana basada exclusivamente en tres fuentes religiosas: el Corán, los dichos y opiniones proferidos por el profeta Mahoma (hadith) y su actitud, recogida en su biografía (sira). A través de la deducción y la interpretación, los teólogos musulmanes han construido un compendio de leyes, que puede diferir según la época y la sociedad en la que son aplicadas.

El Corán provee sólo contados ejemplos de definiciones jurídicas nítidas y en la inmensa mayor parte de los litigios, la sentencia queda a la interpretación del juez (qadi), que puede seguir cualquiera de las diferentes escuelas teológicas existentes: no existe ninguna autoridad central musulmana que pueda dirimir ex cátedra una disputa teológica o jurídica.

La charia siempre ha coexistido con las leyes tradicionales de las sociedades islamizadas. Su influencia se vio drásticamente reducida en la época colonial y hoy, sólo tres estados y dos territorios autónomos integran gran parte de las disposiciones de la charia en sus códigos penales: Arabia Saudí, Irán y Sudán, así como la mitad norteña de Nigeria y Banda Aceh, en la punta norte de Sumatra. Otros muchos países han desterrado los preceptos de la charia de su código penal pero conservan algunas cláusulas en la legislación civil, sobre todo en el apartado referido al matrimonio, la familia y la herencia.

La chari’a, en su versión tradicional, prevé penas severas para algunos delitos: la decapitación o lapidación —por delitos graves como el asesinato o la apostasía—, la mutilación —a los culpables de robo se les corta la mano derecha— y la flagelación —para delitos sexuales, entre otros—. Por otra parte, incluye varias salvaguardas: el adulterio, por ejemplo, sólo puede considerarse demostrado si cuatro testigos presenciales han observado la penetración.

El terreno en el que el Corán da las indicaciones más detalladas es el de la herencia: define con exactitud las partes que corresponden a hijos, hermanos, padres, conyuges, sobrinos… En todos los casos, los miembros femeninos de la familia heredan la mitad de lo que corresponde a los varones del mismo grado de parentesco. Son estas reglas de la charia respecto a la vida familiar —normas de boda, dote, divorcio, repudio…— las que más están en uso en los códigos civiles modernos de los países islámicos.

Prohibiciones

La charia establece además prohibiciones en el terreno de la alimentación y las actitudes sexuales. Son prohibidas (o haram) las bebidas alcohólicas, la carne de cerdo y los productos derivados de la sangre, ya que sólo es lícita (o halal) la carne de animales sacrificados de tal forma que pierdan toda su sangre en el momento de morir. El en el momento del sacrificio debe pronunciarse una frase ritual. Esta regla se aplica sobre todo a los animales domésticos. La caza y pesca en general se consideran halal.

También es haram el matrimonio con familiares directos —pero no con los primos de primer grado— , el adulterio y todo tipo de relación sexual fuera del matrimonio. Las interpretaciones de la charia varían en este ámbito: los países que se proclaman defensores de la charia, como Arabia Saudí, Irán y Sudán, aplican la pena de muerte a los delitos sexuales; sin embargo, el Corán prevé castigos de latigazos o en el encierro, pero no la pena capital.

Al contrario de lo que afirman numerosos predicadores fundamentalistas, en el islam no existe una norma de vestimenta para la mujer. Las supuestas reglas que establecen el uso del pañuelo, velo o burka son fruto de las costumbres locales o de corrientes ideológicas concretas. No tienen base en el Corán pero se han popularizado enormemente desde finales del siglo XX y hoy es habitual considerarlos parte de la ley islámica.

Aunque no hay una referencia explícita en el Corán, los teólogos consideran que no se deben crear imágenes de seres vivos, sobre todo no de personas. Esta prohibición ha congelado el desarrollo de las artes plásticas en las sociedades musulmanas, aunque nunca fue cumplida universalmente: en el islam chií es tradicional decorar la casa con imágenes de Alí y Husein, familiares de Mahoma, y tanto en manuscritos persas como otomanos hay imágenes del profeta.

Hoy, la prohibición ha caído en desuso: ni siquiera los teólogos de la severa corriente wahabí se niegan a ser fotografiados, aunque interpretan que está prohibido dibujar a Mahoma. Dado que el profeta no tiene naturaleza divina sino humana, muchos teólogos rechazan esta distinción arbitraria.

El cumplimiento de las reglas varía según las convicciones de cada uno; tradicionalmente, la comunidad no fuerza a sus miembros a respetarlas aunque vulnerarlas en público se considera de mal gusto. Así, aunque la interpretación habitual del islam prohíbe producir, transportar, vender, comprar y consumir alcohol, todas las sociedades islámicas, desde Andalucía hasta Persia, han producido y consumido durante siglos vino (e incluso aguardiente), bebida a la que hay abundantes referencias en la poesía árabe de cualquier siglo. Es habitual escuchar en Marruecos la frase ‘es pecado beber en ramadán’: se considera prácticamente lícito durante el resto del año.