falasha


Criada falasha en un asentamiento israelí  |  © I. U. Topper/ M'Sur
Criada falasha en un asentamiento israelí | © I. U. Topper/ M’Sur

Falasha es el nombre que reciben los judíos oriundos de Etiopía (del amhárico falasha, forastero, exiliado) aunque hoy se prefiere el término Beta Israel (casa de Israel). Poco se sabe de sus orígenes: según sus propias tradiciones serían descendientes de un hijo de Salomón y la reina de Saba. Dado que los judíos etíopes no se distinguen, como colectivo étnico, de los etíopes cristianos o musulmanes, parece evidente que se trata de grupos locales convertidos al judaísmo, probablemente por la influencia de judíos yemeníes.

Su liturgia se diferencia de la mayoritaria en que reconocen como sagrados varios libros de profetas que no forman parte del tanaj oficial. Además se celebra una fiesta desconocida en el resto del judaísmo, el sigd, que conmemora la entrega de la tora a Moisés. Se festeja el 29 del mes de jeshván con peregrinaciones, bailes, ayuno y rezos con postraciones. Desde 2008, el sigd es festivo oficial en Israel.

Durante siglos, las comunidades judías etíopes formaban un colectivo importante en la zona, sobre todo alrededor de Gondar, en la parte norte. La expansión de los reinos cristianos en Etiopía reducía su influencia política a partir del siglo XVII. Durante las guerras civiles etíopes del siglo XIX, los judíos, aislados de sus correligionarios en el Mediterráneo, parecen haber ido perdiendo parte de sus ritos y tradiciones religiosos.

En el siglo XX se encontraban sobre todo colectivos judíos de escaso nivel económico y con conocimientos religiosos rudimentarios hasta el punto de que numerosos rabinos israelíes ponían en duda que se les pudiera aceptar como judíos en el sentido de la halaja. En 1973, un dictamen oficial los definía como judíos y proponía su traslado a Israel.

En 1984, una hambruna en Etiopía provocó el traslado de muchos judíos etíopes a campos de refugiados en el vecino Sudán, desde donde unos 8.000 personas fueron llevados a Israel con aviones en lo que se conoce como Operación Moisés. En mayo de 1991, cuatro días antes de la caída del régimen comunista de Mengistu Haile Mariam acosado por grupos rebeldes, Tel Aviv lanzó la secreta Operación Salomón, que en 36 horas trasladó a 14.300 etíopes a Israel.

Los falasha llegados a Israel tuvieron que someterse a una breve ceremonia de conversión y expresar su compromiso de respetar la halaja antes de ser considerados como judíos por parte de los rabinos. Hasta hoy, el término falasha se asocia a una clase social baja, incluso marginada, dedicada a los empleos más modestos e incluso el trapicheo de drogas y la prostitución o dependientes de la asistencia social pública.

La cifra de falasha que hoy permanecen en Etiopía es difícil de precisar, probablemente sólo queden escasas familias o individuos. Sin embargo, existe un gran colectivo que se reclama descendiente de judíos, sin haber conservado la fe: los falash mura. A inicios del siglo XXI se estimaba en más de 30.000 el número de etíopes cristianos descendientes de familias judías convertidas en el siglo XIX. A partir de 2003, Israel aceptaba la inmigración masiva de falash mura a un ritmo de 3.600 al año, pero cerró las puertas en 2008. Se cree que aún quedan unos 20.000 falash mura en Etiopía y se especula que parte de su afán por emigrar se basa en la pobreza general del país.

La Iglesia tewahedo cristiana de Etiopía tiene algunos rasgos aparentemente heredados del judaísmo: asegura poseer el original del Arca de la Alianza de Moisés. El emperador de Abesinia, el negus, llevaba el título «León de Judá» y proclamaba su descendencia de Salomón.

 
 

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