rabinos
El judaísmo rabínico se define con este nombre porque la interpretación de la religión y su aplicación a la vida diaria está en manos de los rabinos, los teólogos judíos. Prácticamente todos los judíos del mundo hoy pertenecen al judaísmo rabínico, con excepción de los pocos miles que siguen otras dos escuelas: la caraíta y la de los samaritanos.
La figura del rabino (rabbi en hebreo) tiene gran importancia en la vida religiosa, sobre todo como experto que debe interpretar las complicadas normas de la halaja y como guía y encargado de enseñar la tora. Su oficio consiste sobre todo en responder a las preguntas que le dirigen los fieles.
No es un sacerdote en el sentido de que no actúa como mediador entre Dios y los fieles, ni existe un rito concreto por el que convertirse en rabino, excepto el exhaustivo estudio de las escrituras sagradas, el talmud y sus exégetas. La mayoría de los rabinos, sin embargo, ha recibido la semija o confirmación de los conocimientos adquiridos por alguna institución teológica u otro rabino, que considera al candidato suficientemente formado.
Un rabino puede ser aceptado como maestro por determinados fieles y criticado públicamente por otros. No existe una institución universal que pueda sentar cátedra para todos los creyentes. Eso sí, el Estado de Israel otorga el cargo de Gran Rabino a dos teólogos, uno asquenazí y otro sefardí, y sus decisiones marcan la ley estatal en los ámbitos que dependen del rabinato (bodas, divorcios, conversiones, reconocimiento de la condición de judío), algo de gran peso en un Estado en el que no existen registros civiles.
En el judaísmo ortodoxo, sólo los varones pueden alcanzar el estatus de rabino, dado que la halaja no permite a las mujeres leer la tora en voz alta, por lo que no pueden actuar como guías de los rituales. En el judaismo reformado y a veces en el conservador se les otorga el cargo de rabino también a mujeres.
Aunque el rabino es la persona principal en la sinagoga, muchas comunidades empleaban a una persona experta en recitar la tora los sábados y festivos. Este oficio, llamado jazán (o hazzan, del hebreo cantor) es hoy menos frecuente.